Cómo pasar una fría tarde de carnaval

Escuchando: We can work it out (The Beatles)

Este fin de semana está resultando de lo más frío. Días ideales para quedarse en casa, con una peli y una manta a mano. Va a ser el plan para hoy. Ayer, sin embargo, pasamos la tarde del sábado fuera de casa. Y una vez decididos a lanzarnos al mundo exterior, intentamos aprovechar bien el tiempo.

La tarde comenzó dedicando la sobremesa para visitar el cine Los Ángeles, para ver Donde viven los monstruos. División de opiniones a la salida, a mí me gustó mucho. Eso sí, no sé que habrán entendido de la película el montón de niños que llenaba la sala. No me pareció, en absoluto, una película para críos.

Después del cine nos acercamos hasta el Palacete del Embarcadero, para visitar la exposición sobre Paco Roca y el proceso de creación de su cómic Arrugas. Me perdí la inauguración y su firma de ejemplares, pero ya tenía ganas de ver esta muestra (una de las dos que tenemos en la ciudad ahora mismo sobre este autor, la otra está en el Faro). Sólo he leído Arrugas (tengo sus otras obras pendientes, cada vez con más ganas), pero me pareció una genialidad, uno de los acercamientos a la vejez y al Alzheimer más elegantes e inteligentes que he visto nunca. La exposición muestra bocetos del cómic y de los personajes, pero sobre todo enseña cómo fue el proceso creativo, la búsqueda de información, las anécdotas que dieron lugar a algunas escenas… Totalmente recomendable. En serio.

Hacía frío y era pronto, así que la siguiente parada fue en una pastelería, para entonar y merendar.

Eran ya las ocho de la tarde, hora de acercarse a la librería Gil de Pombo, donde a pesar de la hora quedaba mucho para cerrar. Tras subir a la segunda planta, encontramos una puerta que siempre me había pasado desapercibida, y entramos en una sala blanca, desnuda de decoración, pero llena de gente y con un escenario improvisado al fondo. Los Arrancacorazones nos ofrecieron un concierto anti-San Valentín íntimo y entrañable; como todos los suyos, por otro lado. Fue un rato con buen ambiente, grandes versiones, y la colaboración de los vecinos de arriba, que aportaron unas percusiones (las ocho y media de la tarde no les parecía buena hora para la música en directo en la ciudad candidata a capital cultural europea).

Hacía frío y era pronto, así que la siguiente parada fue en un café, para entonar y jugar una partida de backgammon en una mesa que nos traía bonitos recuerdos.

La última cita de la noche era en la Plaza Porticada. Mario San Miguel y su Ejército del Amor tocaban en directo dentro de las celebraciones del carnaval. Soy un soso, lo sé, pero nunca le he visto la gracia a esa fiesta. Por eso, la hora y media de retraso del concierto se me hizo interminable, entre una sesión de música brasileira cortesía de un DJ al que tenía ganas de meterle un zapato en la boca, y uan entrega de (muchos) premios que ni me iban ni me venían.

Por fin salió Mario al escenario, y se nos olvidaron por un rato el frío y la lluvia. Afortunadamente, esta vez había una carpa donde refugiarse (la última vez que tocó allí sufrío el clima santanderino sobre el escenario, como los demás pero con el aliciente de la electricidad). Poco se puede decir de este personaje feo, loco y pobre, pero feliz. Sinceridad, fiesta y buenrrollismo a raudales, con interrupciones de muñecas hiinchables, golpes de estado, y con homenaje racinguista incluido. Mario siempre merece la pena.

Era tarde, hacía mucho frío, mis pies en lugar de dedos tenían cubitos, y el autobús nocturno pasaba en cinco minutos. Hora de retirarse a casa, calentarse con un cola-cao y terminar el día con una partida de Chromino. Perdí, pero no me importó. Fue el broche de uno de esos días en los que a pesar de todo, se le acaba cogiendo cariño a esta ciudad.

Seguiremos informando.

No insistamos más, España es de Guti.

Escuchando: We’re gonna win (Bryan Adams)

La frase del título no es mía, es del gran Luis (Auserón), que nos deja perlas como ésa cuando se pasa por nuestro pequeño foro. Y cuánta razón tiene: España podrá ir mejor o peor, pero ya se puede estar cayendo a trozos que las conversaciones más acaloradas las acaparará el fútbol. Y punto.

Hoy Santander tiene mente colectiva (que me excluye) y sólo piensa en una cosa: el partido de esta tarde, contra el Atleti. Algo relacionado con una copa y un rey. Pero vamos, que yo de monarquía poco, y de fútbol menos, así que será uno de esos días que viviré a contracorriente.

En cualquier caso, hasta nuestro Ayuntamiento se ha vestido hoy con los colores del equipo. No voy a ser menos, y a pesar de todo, dejo una foto como homenaje a los futboleros y futbolistas. Porque si éstos últimos ganan, se acabarán la crisis, el paro, el cambio climático, los achaques y las guerras. Al menos por un rato, en los bares.

Seguiremos informando.

Aquellos maravillosos ladrillos

Escuchando: Another brick in the wall (pink Floyd)

Me ha hecho ilusión encontrarlo, en una bolsa de Amena en casa de mis padres. Si no recuerdo mal, fue mi tercer móvil. El primero fue un Alcatel de dimensiones y peso descomunales. Podía recibir mensajes cortos, pero no enviarlos. Después me cambié a otro de la misma marca, como el que tuvo casi todo el mundo, pero más cuco. Fue mi época de Airtel. Pero llegó Amena, y allá que me fui. Y me compré el móvil de la foto, todo un tanque del que guardo muy buenos recuerdos. Y además, maravillas de la tecnología, tenía vibrador. Toda una novedad por entonces.

Después llegaría mi primer Nokia, al que un tipo le puso un motor para que vibrase en el hall de entrada al SIMO, y al que rompí la pantalla (del teléfono, no del tipo) días antes de otro SIMO en el que compré su sustituto, un Ericsson (sin Sony aún) que fue el primer modelo en España que traía esa cosa llamada Bluetooth; posiblemente el mejor móvil que haya tenido nunca. Me quedé con Ericsson y con su affair junto a Sony durante unos cuantos modelos, pasando de Amena a Movistar, de Movistar a Vodafone… llegó otro Motorola, del que guardo un pésimo recuerdo (comenzaban su época oscura) y volví a Sony Ericsson hasta llegar a mi actual Nokia 3G. Un móvil sencillo pero potente que me ha salido francamente bien, que tengo libre gracias una pelea con Vodafone, y con el que me vine a Simyo. Ha sido mi móvil hasta hoy, que ha llegado un pedido que tenía pendiente, he dejado la antigualla de la foto en la tienda, y me he vuelto con un teléfono con robotito, con el que llevo un rato jugando. Pero eso ya es otra historia.

Seguiremos informando

¡Felices Fiestas!

Escuchando: Villancico para mi cuñado Fernando (Love of Lesbian)

Postal navideña

Por un 2010 lleno de ilusiones…

Seguiremos informando.

Fotografía por Roberto Ortiz
Nikon D70 con objetivo 18-70mm.
Disparo de 10 segundos, f25 a 31 mm.
Luz natural, luces navideñas para el fondo, flash indirecto de relleno a 1/128 de potencia.

Buscando regalos

Escuchando: Tu pequeña tienda (Manolo García)

Me encanta hacer regalos, pero sobre todo cuando es un día cualquiera y no una fecha impuesta. Me abruma la sensación que tengo siempre, a estas alturas del año, de andar comprando por comprar, hasta completar la lista de compromisos.

Además, uno tiene sus manías: evito regalar cualquier cosa por cumplir; en la medida de lo posible pienso en detalles que gusten y me gusten. No siempre es fácil.

En mi familia, por tradición y logística los regalos se intercambian en Nochebuena (en nuestra casa, en cambio, somos de costumbres regias). Por eso, ya he superado la fecha límite para comprar por Internet (con nevadas y fiestas mediante, las probabilidades de que los regalos no lleguen a tiempo son demasiado altas). Otra cosa que evito, siempre que puedo, son los centros comerciales. Me aturden. Por eso, acabo siempre en algunas tiendas del centro, por donde siempre me paso en busca de inspiración. Aquí van algunas recomendaciones (en Santander), por si a alguien más le vienen bien.

Me encantan las librerías. Para regalar, para comprar, para visitar. En Santander hay dos grandes establecimientos, de los de toda la vida: Estvdio y Gil.

Gil tiene varios locales, uno de ellos muy cerca de mi casa, pero mi preferido es el que está en la Plaza de Pombo, un lugar en el que uno siempre se siente a gusto. Con dos plantas y un ambiente muy agradable, siempre merece la pena pasarse por allí. Además, tienen una sección de cómics bastante digna.

En Estvdio me suelo perder en su local de la calle Burgos, enorme y con algunas secciones de obligada visita (para mí): las estanterías de LEGO, la zona de viajes, la colección de puzzles o los juegos de mesa.

Aunque en Santander no tenemos FNAC, desde hace poco hay alternativa, salvando las distancias. ABAC, que pertenece al grupo Eroski, es otro sitio que suelo frecuentar, en la calle Castilla. Destacable su sección de cómics y de juegos de mesa y educativos. Desde hace unas semanas venden también libros en formato electrónico.

Ahora, que para locales de obligada visita, sobre todo si se buscan regalos originales para grandes y pequeños, hay dos imprescindibles: las librerías Merienda en el Tejado (en la calle San José, ideal para encontrar libros infantiles fascinantes) y la nueva Mundanalrüido (calle San Celedonio, más centrada en las artes plásticas, pero también con sección infantil). Si alguien no las conoce aún, que se pase sin falta. Merece la pena disfrutar de establecimientos así en Santander.

Por supuesto, nunca está de más pasarse por Nexus-4, la tienda de cómics y juegos de mesa por excelencia en nuestra ciudad. Intento limitarme las visitas, porque la carne es débil y las tentaciones infinitas. Andan sorteando un espectacular lote de productos estos días, además.

¿Discos? Mi refugio suele ser la tienda Tipo, en la calle Peñas Redondas. Otra opción: discos Gong, cerca de las estaciones, con un buen surtido en series de televisión.

En tiendas de regalos al uso ando un poco más flojo, pero suelo visitar Ferro (calle Floranes esquina con Alonso), o Spazio (San Fernando). Y también me suele gustar echar un vistazo a las tiendas Natura (en Santander, en la calle del Martillo).

¿Moda y complementos? No es mi estilo, pero Dayaday (C/ San Francisco) suele dar ideas rápidas.

Ya que ir de compras por obligación acaba siendo agobiante, siempre está bien hacerlo al menos en tiendas agradables y originales, ¿no les parece?

Compren con moderación y buen gusto, seguiremos informando.

Los primeros copos

Escuchando: Snowy (Josh Rouse)

Fue un buen plan para el domingo. Salimos con calma, y pusimos rumbo a Asturias. Después de un buen rato de viaje y muchas curvas de desfiladero, paramos a tomar el aperitivo en Arenas de Cabrales (mosto de manzana, Martini o caldito, a elegir). Desde allí cogimos una carretera por la que no se va de paso, que lleva a los tres pueblos que Dios no quiso: Tielve, Sotres y Tresviso. Sólo el último pertenece a Cantabria, pero la única forma de acceder a él por carretera es rodeando por Asturias.

En esta ocasión no íbamos tan lejos ni tan alto, nuestro destino era el primero de estos pueblos: Tielve, un pequeño pueblo asturiano que merece la pena por varios motivos… el primero es el espectacular paisaje, y el segundo es totalmente gastronómico. Éste era el fin nuestra excursión, y no otro.

Cuando llegamos a El Carteru comenzaba a nevar con fuerza. Afortunadamente no fue a mayores: no es sitio para tomárselo a broma, si se pone a nevar en serio hay que bajar lo más rápido posible, o el riesgo de quedarse allí es muy alto.

Claro, que no nos íbamos a morir de hambre: la comida fue, como de costumbre, deliciosa y abundante. Con los tortos (con queso de Cabrales, manzana y cebolla) uno ya se puede empezar a llenar, pero no conviene: hay que hacer hueco a las alubias, a la bandeja de paella, y sobre todo al cabrito, especialidad de la casa. Todo ello en abundancia, lo que hace difícil llegar al postre, con tartas caseras de queso y naranja. Una pena que faltase el té del puerto para ayudar con la digestión.

Después de comer, unas fotos de recuerdo, unas risas con mi sobrino pequeño que veía nevar por primera vez, y vuelta a casa aprovechando aún la luz del día. Estuvo bien, muy bien.

Seguiremos informando.

Visitas a Minas Tirith 2009

Ludoteca de Minas Tirith 2009

A pesar de que ha sido un puente tremendamente ocupado con otros jaleos, conseguimos sacar un rato (dos, de hecho) para acercarnos a las Jornadas Minas Tirith en el Palacio de Exposiciones de Santander. Todo un mundo de juegos de mesa para probar y competir.

Nuestras visitas tuvieron que ser demasiado fugaces (no quedaba otra) pero aún así nos dio tiempo a probar cuatro juegos. En esta página sólo voy a hablar en detalle de aquellos que tenemos en casa, que he jugado durante un tiempo, por lo que no me detendré mucho en estos que probamos deprisa y corriendo. Bastará con unas breves líneas sobre la primera impresión que me causaron.

Tablero de Carambol

El primero de todos ello fue Carambol. Alguna vez había visto el descomunal tablero en Nexus (una tienda de cómics y juegos de Santander) pero no sabía más de él. Es una variante de Carrom, que parece ser el juego más popular en la India (nos dijeron que sale en Slumdog Millionaire), y su mecánica mezcla el billar con las chapas. Básicamente, hay que meter las fichas de un color disparando con los dedos una ficha un poco más grande. Divertido, aunque hay que pillarle el truco. El tablero está hecho a mano en La India, y su precio lo atestigua.

La siguiente prueba la hicimos con el Mamma Mia!, un juego de cartas que teníamos pendiente probar en casa de unos amigos. Hay que generar pedidos de pizza consiguiendo reunir las cartas de sus ingredientes. La buena memoria es más que recomendable. Muy divertido, a tener en cuenta.

Jornadas Minas Tirith 2009

En nuestra siguiente visita probamos Robotory, un juego abstracto del estilo de los que nos suelen gustar. Rápido y con chicha, arruina totalmente la experiencia de juego lo cutre que es el tablero: un cartón endeble que cuesta mantener plano sobre la mesa sin que se muevan las fichas. Una pena.

Por último, estuvimos jugando a Hive (La Colmena), un juego sin tablero, con fichas hexagonales que representan a distintos insectos. Cada uno de ellos tiene unos movimientos particulares, y el objetivo es rodear con piezas a la abeja reina contraria. Dicho así suena sencillo, pero tiene mucha miga. Fue el juego que más me gustó de los cuatro que probamos.

Una pena no haber tenido más tiempo para pasar allí. La ludoteca que ponían a disposición del público estaba bien surtidita, y también había algún stand con venta de juegos. Además, había bastante gente de la organización siempre dispuesta a explicar las reglas o jugar una partida.

Ha sido la primera vez que he estado en un evento de estas características, pero sin duda repetiré. Seguiremos jugando.

Enlaces:
Jornadas Minas Tirith 2009
Juegos en BoardGameGeek:
Carambol y Carrom
Mamma Mia!
Robotory
Hive – La Colmena

En la mesa sí se juega

Escuchando: Trapped in Toyland (Mr. Big)

Sí, en las mesas se juega, y mucho. Nace hoy una pequeña página llamada así, En la mesa sí se juega. Se trata de un pequeño weblog dedicado a los juegos de mesa, en concreto a los que llenan los armarios de nuestra casa. Poco a poco iré haciendo un repaso personal, a mi manera, de nuestra ludoteca particular. Como no podía ser de otra forma, será también una excusa para jugar con la cámara y fotografiar juguetes de forma original (o al menos, intentarlo).

Como ya ocurre con mi pequeño blog de fotografía, lo que ocurra en este nuevo rincón aparecerá también reseñado aquí, y así nadie se perderá nada. Sin más, dejo que los curiosos visiten esta novedad; ya tengo allí preparado un texto de bienvenida, mis comentarios sobre el backgammon y el parchís, un montón de fotos curiosas y un recordatorio de las jornadas de juegos de mesa que se celebran este fin de semana en Santander.

Ahí queda eso… seguiremos informando.

¡Vive! ¡Vive!

Escuchando: PDA (Interpol)

Cuando la antepenúltima tecnología funciona bien, da mucha rabia que se estropee. Eso es lo que me pasó hace unas semanas con mi agenda electrónica. Hoy en día ya nadie usa trastos de esos. Lo de la PDA es cosa del pasado. Hoy en día todo el mundo lleva teléfonos inteligentes (a veces más que algunos usuarios) y cosas por el estilo.

Y sin embargo, mi querida Palm seguía dándolo todo, como el primer día (o mejor, con accesorios para tener wi-fi o GPS, con sincronización con mi Mac, con emuladores para el Monkey Island, la MAME, el Donkey Kong y mil chorradas más) hasta que hizo plop y murió de repente. Destornillador en mano, llegué a la conclusión de que se había quemado un diodo (pistas: había un diodo reventado y olía a chamusquina). Después de unos cuantos intentos conseguí que todo volviese a funcionar… salvo la iluminación de la pantalla; un pequeño detalle que la volvía inutilizable.

Habría sido el momento perfecto para renovar, y para sustituirla por uno de esos teléfonos tan molones que venden ahora. Pero no. Lo que hay interesante ahora mismo o es muy caro, o implica un contrato de permanencia abusivo, o las dos cosas. Además, tampoco hay tantas alternativas: el sistema operativo Palm OS ha desparecido del mercado; las nuevas Palm son muy caras y exclusivas de Movistar; al iPhone le pasa lo mismo; el iPod Touch tiene bluetooth limitado por software y no sirve para conectarse a Internet si no hay wi-fi; los teléfonos con Android tienen buena pinta, pero son aún caros y están llegando con cuentagotas al mercado; y sí, sé que hay un Windows Mobile, pero no, gracias.

Total, que substituir a mi PDA no era tarea fácil. Al final la respuesta llegó desde Hong-Kong, en forma de pantalla de repuesto. No es que sea especialmente razonable invertir en un aparato de este estilo que va ya para cinco años, pero las razones sentimentales han vencido a la lógica: han sido muchos viajes con ella en el bolsillo, muchas notas tomadas ahí, muchos ficheros Excel con los gastos de escapadas o listas de la compra; muchas horas de partidas a juegos de esos que enganchan sin querer, muchas consultas a planos de metro, muchos mapas de ciudades siempre a mano…

En cinco minutos he cambiado la pantalla y ha vuelto a la vida. Igual dentro de poco falla la batería o el condensador de fluzo. Espero que no. Pero hasta entonces, volveré a llevarla siempre encima. Ya no fabrican trastos así, por desgracia.

Seguiremos informando.