Por fin seré lesbiano

Escuchando: La niña imantada (Love of Lesbian)

Parece que se ha terminado de concretar el primer plan para este inminente verano. Esta vez toca huir de festivales mastodónticos y masificados, con luchas de carteles y ofertas que están llegando a extremos grotescos. Ante los grandes males, pequeños y humildes remedios: este año toca visita a un festival más recogido.

En concreto, el próximo agosto estaré en el Sonorama. Una entrada de precio muy razonable (50 euros, con disco de Jet Lag de regalo), que incluye acampada (aunque tiraremos de albergue) , un cartel con mucho artista nacional y un par de reclamos extranjeros, y detalles más que llamativos (almuerzo en las bodegas, por ejemplo).

Y lo mejor de todo: por fin podré ver en directo a mis admirados Love of Lesbian; y en compañía -ahí es nada- de mi niña imantada y de mi vecina del Ártico. Que se prepare Aranda.

No será la única fiesta lesbiana del verano: según su MySpace, su siguiente concierto será en Santander, el 28 de agosto. Habrá que enterarse dónde. Seguro que va hasta mi cuñado Fernando.

Seguiremos informando.

42 de mayo

Escuchando: Freakie goes to Hollywood (Love of Lesbian)

Hoy, 25 de mayo, se celebra el Día del Orgullo Friki, y también el Día de la Toalla. Ahí es nada. No voy a dejar pasar la jornada sin aportar mi granito de arena, para compensar el Universo respecto a toda esa gente que se considera normal.

Es, en definitiva, un buen día para dar a conocer mi tienda de camisetas experimento con escaso ánimo de lucro, pero que me ha tenido un buen rato divertido y entretenido. De momento, a la espera de poder subir algún diseño más elaborado, ahí quedan unas pocas camisetas con algo de texto, y bastante frikismo.

¡Feliz día!

Cólera, ratones, gatos y flatulencias

Escuchando: Mouse (Chroma Key)

Estas últimas semanas he intentado exprimir un poco mi agenda para poder dedicar ratos al vicio de la lectura. Estos son los últimos libros que he leído:

Un día de colera, de Arturo Pérez-Reverte. En su día devoraba sus libros, luego me saturó un poco, pero descubrí hace poco El pintor de batallas y me gustó bastante. Este día de cólera (su narración sobre los acontecimientos del 2 de mayo de 1808) me lo han prestado, y también me ha dejado buen sabor de boca. Vaya por delante que no soy un gran conocedor de los detalles de aquel día, pero este relato me ha parecido un acercamiento interesante. Ofrece una avalancha de datos y nombres superior al de una novela al uso, pero consigue hilar muchas pequeñas historias en un libro que se deja leer con sorprendente agilidad. Lo mejor, su manera de desmitificar la guerra, cualquier guerra, como apuntó ya con El húsar, su primera novela.

Maus, de Art Spiegelman. Una incursión en un género que había abandonado con la infancia, el cómic. Este volumen, eso sí, no es un juego de niños, todo lo contrario. El único cómic hasta la fecha con un premio Pullitzer narra las memorias de un superviviente de Auschwitz, con mucho menos azúcar y encanto que los best-sellers con pijama de rayas, pero con un recurso narrativo altamente original; así, los judíos aparecen en la historia como ratones, mientras que los nazis son dibujados como gatos. Un relato crudo, inteligente y escalofriante que más que leerse, se devora. Imprescindible.

El asombroso viaje de Pomponio Flato, de Eduarzo Mendoza. Junto con Millás, es uno de mis escritores preferidos de este lado de la frontera. Creo que pocas novelas suyas me quedan por leer (Una comedia ligera, básicamente) y éste es su último libro, una incursión en la novela histórica al más puro estilo de La vida de Brian. Prefiero no dar muchos más detalles, y recomendarlo, directamente. Arranca más de una carcajada. Está dos puntos por encima de Horacio Dos, y uno por debajo de Gurb.

Este fin de semana empezaré algún libro más, que tengo algunos prestados por casa. Puede que aterrice en Mundodisco, o en la Barcelona de El juego del Ángel (a ver si se merece todo el revuelo que ha causado…)

Seguiremos leyendo.

La máquina tiene sus días

Ayer estuve trasteando en los ratos libres con algunas de mis fotos. Tenía unas cuantas pendientes de editar, de hace un par de fines de semana. Fotos con mala luz, con el equipo básico, y tiradas en los ratos en los que no llovía, de las que he conseguido sacar algo jugueteando con Photomatix para generar imágenes HDR. Para los curiosos, se trata de imágenes de Tielve (Asturias) y de Tresviso (Cantabria).

También estuve preparando unas fotos para un concurso local al que pretendo presentarme. Ayer ajusté las imágenes seleccionadas para que se viesen tal y como yo quiero, y poder llevarlas a revelar sin sobresaltos. Sin embargo, parece que no va a ser tan sencillo.
[OE]

En este concurso, con el boletín de inscripción te regalan las ampliaciones a presentar. Todo un detalle, ya que también hay que comprar algo de cartón pluma y cartulina para realizar su montaje de acuerdo a las bases. Las copias las realizan en uno de los establecimientos más populares de Santander, que tiene dos tiendas en la ciudad. He ido al más cercano a mi casa a solicitar los revelados, pero sin leer la letra pequeña: las copias para el concurso sólo las realizan en la otra tienda, más céntrica y moderna.

El detalle conlleva un inconveniente mayor que el paseo hasta el centro (hace un día agradable, no ha sido problema). En esa otra tienda he tenido alguna mala experiencia con los revelados. Y cuando digo mala, es mala, mala.

El asunto es sencillo: uno ajusta en casa curvas, niveles y perfiles de color para que todo se vea en su justa medida, y luego lo meten en una máquina que lo re-ajusta todo a su criterio. Con resultados desastrosos en muchos casos.

Hoy, cuando la dependienta ha escrito «Auto» en el pedido de mis fotos, he preguntado si había manera de que la máquina no fuese de salvavidas por la ídem. Pero no. Me ha dicho que saldrán tal y como yo lo entrego, aunque la máquina tiene sus días: a veces salen las fotos más azules, otras más verdes… Muy amable y honesta, entre líneas me ha dejado entender que los resultados suelen ser peores a los obtenidos en su otra tienda.

Tendré estas copias para el viernes por la tarde. Si no me gustan, pagaré por un revelado en otro sitio, porque prefiero presentarme a un concurso con las fotos que yo he sacado, y no con las que ha interpretado una máquina. Y todavía se atreven a escribir en las bases que las fotografías no se podrán retocar con programas informáticos.

En resumen, como consejo a los que se quieran presentar a este concurso: si utilizan estos revelados gratuitos, háganlo con tiempo para poder encargar otras copias en condiciones, si los resultados no son los esperados.

Seguiremos fotografiando.

No vino el rey, tampoco me importó

Escuchando: Dulce introducción al caos (Extremoduro)

Ha sido un fin de semana bastante festivo en Santander. Ayer, el fútbol -que es así- sacó a la población a las calles, a celebrar éxitos a los que el Racing nos tiene poco acostumbrados. Siento bastante apatía por el tema, rancio que es uno, pero en cualquier caso enhorabuena a los premiados. Aunque, eso sí, uno ya duda de su memoria: ¿no había cambiado nuestro Ayuntamiento sus ordenanzas hace no mucho para prohibir el asalto a las fuentes incluso en caso de celebraciones deportivas? Un día, es un día, supongo…

Personalmente, me quedo con otro éxito: el del sábado, con tintes musicales. Se hace raro que un grupo elija nuestra ciudad para comenzar su gira, y más cuando se trata de un regreso bastante esperado. Y sin embargo, es lo que ha hecho Extremoduro. Su vuelta a los escenarios viene además precedida de un tema, adelanto de su nuevo disco, que no sólo suena bien, suena muy bien. Canción, que junto con el resto de sus -ya, sin duda- himnos, consiguió que la expectación para el concierto fuese enorme: todas las entradas agotadas días antes, con el consiguiente llenazo absoluto el sábado.

Cerca de nueve mil personas en el Palacio de Deportes es algo digno de ver. Pocos han conseguido llenar así, y Extremoduro se añade a la lista de forma contundente. Por una vez, Santander sale de su letargo y pereza habitual ante citas musicales distintas a las propuestas por las radiofórmulas o los programas de televisión de moda. Esperanzador.

El concierto estuvo muy bien: más de dos horas de rock sucio, sudoroso, de empujones y bailes, de frases políticamente incorrectas, de calor, de estribillos memorables. Si hay que ponerle un par de pegas al grupo, es fácil encontrarlas: que Robe no se despiste con las letras, y que Uoho -a la guitarra- intente terminar los conciertos de una forma más digna; o que al menos parezca que sabe guardar la verticalidad. Detalles que no empañaron un concierto francamente divertido. Hubo otras cosas que sí me lo empañaron un poco: es lamentable que haya gente cafre con tan poca educación como para arrancar un asiento y exhibirlo como trofeo, o para ensañarse con las paredes. A gente así deberían pillarla con las manos en el desaguisado, y hacérselo pagar bien caro. Gentuza.

En fin: larga vida a Extremoduro (o lo que duren, a este ritmo), y viva el Racing, que es lo que toca hoy.

Seguiremos informando.

He grabado una cinta

Escuchando: The Wombats (Le’s dance to Joy Division)

Hasta que tenga tiempo de grabar una sesión con calma y en condiciones (mi Podomatic anda cubierto de telarañas) he encontrado una solución intermedia: grabar una cinta con algunas canciones. Bueno, más o menos.

En una versión modernizada (pero igualmente cuidadosa) de mi tocayo, he preparado una pequeña recopilación de canciones que me rondan por la cabeza estos días, y que casi seguro sonarán mañana viernes en mi sesión del Metropole

Es sencillo y divertido esto de Muxtape. Le falta el toque añejo de separar los temas en cara A y cara B, pero me gusta, aún así. Tanto como esta colección de reliquias en forma de casettes (de donde he tomado prestada la imagen que encabeza estas líneas). Cuántos recuerdos.

Seguiremos escuchando.

Tres días que se convirtieron en cinco meses

Escuchando: Exhibiciones (Tachenko)

Sí, iban a ser tres días, pero al final mis fotografías pasaron a ser parte del mobiliario del Palacio de Festivales durante más de cinco meses. Todo un honor.

Hoy, finalmente, he retirado la exposición. Algunas fotografías se convertirán en regalos, otras pocas adornarán las paredes de casa, y con el resto… ya pensaré qué hacer.

Tener la oportunidad de exponer allí ha sido toda una experiencia, y no me cansaré de agradecer a toda la gente que me ayudado con ello. Así da, literalmente, gusto.

Gracias también, por supuesto, a todos los que pasaron a verlo.

Seguiremos informando.

La historia del becario de la redacción que luchaba, activamente, contra la inmigración

Escuchando: Making mistakes (Joseph Arthur)

A veces escribo aquí de forma atropellada, y rara es la vez que no se me escapa alguna errata. Afortunadamente, tengo una buena y eficaz correctora 😉

Claro, que esto es una página que escribo por gusto y por amor al arte, así que tampoco considero esos deslices como algo por lo que me tenga que flagelar. Otro gallo cantaría si hablásemos de una publicación de peso, con miles de lectores, y con ánimo de lucro añadido al de informar.

Lo de las erratas en los periódicos, sobre todo en las ediciones digitales, me hace pensar que nadie se relee lo que escribe. Algo relativamente grave, teniendo en cuenta que supuestamente son los profesionales del asunto.

En fin. En El Diario Montañés, nuestra prensa local, los ejemplos están a la orden del día. Y cuando se me escapan, algún amigo tiene a bien señalármelos. Al mediodía he recibido por correo un enlace y una captura de pantalla del diario de hoy, en el que se puede leer:

Nace la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género para luchar «activamente» contra la inmigración.

Con dos cojones; y cierra España. El lapsus me ha recordado una conversación oída al vuelo hace unas semanas en el autobús. Una manifestación de Amnistía Internacional estaba pasando por delante del urbano, y en algún asiento cercano alguien sentaba, además del trasero, cátedra:

– Estos de Amnistía Internacional, ¿qué es lo que hacen?

– Son los que están por la igualdad de la mujer, y tal.

Pues eso, que ya puestos a oír campanas sin saber muy bien dónde, sólo puede terminar estas líneas con:

OTAN NO. Bases fuera.

PD: Y todo esto no quita para que la cita de mañana sea muy recomendable. Seguro que sólo por Mario ya merece la pena.

Un paseo por las nubes

Escuchando: Como nubes a mi té (Maga)

Ayer por la mañana, mientras me perdía entre fotos de flickr, encontré una frase que me llamó la atención: aprender a ver la lluvia como un inconveniente, no una razón para quedarse en casa. Buena filosofía, que nos tomamos al pie de la letra, justo después.

El mal tiempo no pudo evitar que disfutásemos de una espectacular excursión a Tresviso, un pueblo de Cantabria que aún no conocía, al que sólo se puede llegar desde nuestra región mediante una ruta a pie (que aún no he hecho, ayer no era el día más indicado, además) o en coche dando un rodeo por Asturias.

La lluvia no deslucía el paisaje, ayudaba a hacerlo más espectacular mediante constantes y caudalosas caídas de agua, se mirase donde se mirase. La primera parada fue en Asturias, en Tielve, rincón que ya conocía y del que tenía un recuerdo magnífico y gastronómico. Ayer la fabada y el cabrito no me hicieron cambiar de opinión. Inmensos.

Después, carretera de montaña hasta llegar a Tresviso, un pueblo en el que todo va a su ritmo, donde nos entonamos con un fantástico té del puerto, y nos pegamos un paseo aprovechando que no llovía (aunque no pensaba yo pasar tanto frío a estas alturas del año). Allí también nos encontramos con gente muy acogedora, y con un resquicio de cobertura que nos permitió enterarnos, foto incluido, de que la pequeña Claudia acababa de nacer. Bienvenida. Viva la tecnología, cuando ofrece estas pequeñas sorpresas.

Al final, después de muchas curvas, baches, niebla, ríos embravecidos y cambios de vehículo, llegamos a casa para comprobar que se nos había pasado el día volando y ya era hora de dormir y descansar. Buena forma de aprovechar un sábado lluvioso.

Seguiremos informando.