Made in USSR

Escuchando: Back in the USSR (The Beatles)

Hoy mi madre me ha recibido con una frase aliñada con un toque de preocupación. Venía a ser algo así:

Te han traído un aviso de que te he llegado un paquete. De Ucrania.

Como la oficina de correos cerraba diez minutos después, dejé las explicaciones para más tarde y salí corriendo. Poco después ya estaba en casa con un paquete amarillo con caracteres cirílicos, y mi nueva cámara en el interior. Viva eBay.

Que sí, que sí. Que no lo voy a discutir. Que lo mío ya es vicio. Pues vale. A otros les da por fumar.

No me digan que no es preciosa. Una Lomo Lubitel 166 Universal. Tecnología rusa 100%, y en perfecto estado. Usa carretes de 120, más grandes que los habituales, los mismos que ella. Esta tarde he conseguido comprar algunos a un precio razonable -también me han intentado vender a precio de oro alguno caducado, cuando en otras tiendas me los han regalado-, así que mañana con suerte podré hacer unas cuantas fotos al viejo estilo. O intentarlo al menos.

Yo controlo. Lo puedo dejar cuando quiera.

Seguiremos informando.

Tac tic

Escuchando: Time is running out (Muse)

El saxofonista estaba llegando al punto álgido de Lily was here cuando chocamos. Ella corría desde el pasillo amarillo, yo desde el azul, y el encontronazo provocó una nota improvisada, una nota de color verde, como la mirada que acompañó su sonrisa de disculpa. El sonido de un metro aproximándose hizo que nos levantásemos corriendo; recoger libros y bolsos y bajar las escaleras nos llevó un par de aturdidos minutos; suficientes para perder el metro. Por los pelos.

Tres minutos de espera. Ella en el otro extremo del andén, con una naturalidad que me desarma, me sonríe, lejana, y segundos después se olvida de mi presencia para consultar un plano de metro. Canturrea. Me enamoro, y aún me sobra minuto y medio. Intento reunir valor e ingenio, pero nunca lo he conseguido en menos de dos minutos. No me da tiempo, un nuevo tren entra en la estación. Avergonzado por mi falta de arrojo, cruzo las puertas abiertas del vagón, con los ojos cerrados.

Los abro. Vuelvo a estar en el andén. Me giro, no entiendo. Las puertas se vuelven a cerrar delante de mí. El tren se pone en marcha, pero retrocede por donde ha venido y se pierde en el túnel. Me giro, no entiendo. El reloj de la estación marca el tiempo transcurrido desde el último metro. 2:50. 2:49. 2:48. Me cuesta comprender el sentido de la cuenta atrás. Me giro, no entiendo. Ella vuelve a guardar el plano de metro en su bolso, me sonríe.

Dentro de un minuto y veinte segundos se esfumará, volverá a su túnel amarillo y no la volveré a ver. Me decido, me acerco, sonrío, tímido.

– Hola. Perdona. No quiero que desaparezcas. Quédate.

– Nóisaco al etsivut sartneim odatnetni olrebah saírebed

Y una mano que no tiembla

Escuchando: El palo pinto (Cahórnega)

Que no me gustan las bodas es algo que ya he contado alguna vez. Ahora bien: algunas sí; hay días en los que uno hace excepciones con risas, sonrisas y mucha alegría.

Ayer fue una de esas ocasiones. Nuestros amigos querían tener una boda especial y diferente, y lo consiguieron. El planteamiento ya era bueno: la boda se celebró en uno de nuestros pueblos más bonitos y llamativos. La casa donde se celebró la fiesta es de auténtica postal. El buen tiempo se hizo de rogar, pero apareció y nos dejó una tarde de foto. No hubo tampoco fotógrafo al uso: fui yo el encargado de hacer un reportaje al que estoy seguro que un profesional pondría mil pegas, pero del que fue un placer hacerse cargo: supliendo los medios con guiños, lo tradicional con lo entrañable.

Y la verdad es que me gusta el resultado. Sí.

Pero no sólo hubo fotos, claro. Ni mucho menos. Hubo una novia espectacular y un novio radiante. Hubo cántabros, hubo yeclanos, un asturiano, dos valencianos, un inglés y algún madrileño. Hubo música, cantos, gaitas. Hubo niños, hubo bromas, hubo sí, quiero. Hubo cortejo de los novios por medio pueblo, hubo cocktail, hubo barril de 100 litros de sidra. Los novios cortaron la tarta con una espada tradicional cántabra, y a ritmo de Romeo and Juliet. No hubo vals: hubo folk, y el palo pinto ya es, definitivamente y sin remedio, una canción que nos emociona.

En los bailes, en lo musical, hubo de todo, claro. Y la verdad es que nos mantuvimos bastante alejados de la pista durante gran parte de la tarde. Pero el fin de fiesta fue nuestro, sin duda. Un poco de buen pop español acabó con la mesa nueve dándolo todo.

En fin. No hacía falta más que veros, además, para comprobar que lo pasáteis tan bien como nosotros, o más. Gracias, gracias por compartir así un día tan especial.

Seguiremos informando.

Bodas, bautizos y vacaciones

Escuchando: Summer (Mogwai)

Parece que el fin del verano se precipita en forma de celebraciones. Mañana toca boda (abultarán más las cámaras que yo) y la próxima semana bautizo. Y con eso habremos llegado ya a septiembre.

Se acaba el verano, pero no pasa nada, no ha estado nada mal aprovechado, y si el otoño que llega es la mitad de bueno que el pasado, ya estoy deseando que empiecen a caer hojas.

De todas formas, el equinoccio se celebrará por todo lo alto, y por todo lo verde. Se están ultimando los detalles de un viaje que tiene muy, muy, pero que muy buena pinta.

Seguiremos informando.

PD: Aprovecho para felicitar, una vez más, a mi vecina. La del ártico, claro.

Caperucita feroz

Escuchando: Sweet child o’ mine (Guns N’ Roses)

Gran, gran película la que fui a ver ayer. Hard Candy. Una de esas historias que hacen que uno se remueva incómodo en el asiento, con tensión de principio a fin. Bonus de sudores fríos para el sector masculino de la sala, garantizado.

Una pena que casi al final de la película, en uno de los momentos más interesantes, la ¿angelical? protagonista se pusiera a hablar con voz de Darth Vader, momentos antes de que se interrumpiese la proyección por problemas técnicos. Afortundamente sólo duró unos minutos y pudimos disfrutar del final de la historia.

Eso sí, a ver si la siguiente película que voy a ver a ese cine no está relacionada, otra vez, con lo mismo.

Seguiremos informando.

Tres cuartos de siglo bien conservados

Escuchando: Smiling to camera (Second)

Lo bueno de tener una tía que lo guarda todo es eso: que lo guarda todo.

En el restaurante en el que hemos comido hoy había unas cámaras antiguas, de fuelle, de adorno. He acabado subido a una silla para verlas de cerca.

Gratas ironías de la vida, al llegar a casa por la noche me esperaba una joya, cortesía, sí, de mi tía: una cámara de fuelle, modelo Voigtlander Bessa, que por lo que he investigado, debe de ser de 1931, más o menos.

Lo que es seguro es que es preciosa, y que mi abuelo se la compró usada a un alemán, en el 36… fue la cámara con la que se hacían fotos mis padres cuando eran novios.

Aparentemente sigue funcionando, así que en cuanto consiga encontrar un carrete adecuado intentaré hacer algunas fotos con ella. Faltaría más.

Ocho y subiendo. Seguiremos coleccionando. Que eBay tiene mucho peligro.

¿Y de beber? Albóndigas

Escuchando: Say what you want (Texas)

Unas cañas, mejillones (a euro), un percance, partes. Una bicicleta que quería ser moto. Fotos, desvíos que se pasan, 13 a la mesa. Regalos. Muchos platos de cocido, un par de ellos de alubias con venado. Segundo plato. Postres, paseos, fotos arbóreas, frío. Un álbum de bodas. Una bolera. Más fotos. Noche.

Un domingo de reencuentros.

¿Tienes algo de Placebo?

Escuchando: Good Friday (CocoRosie)

Lo de ayer no fue un viernes, fue una gymkana. Tal cual.

El concierto de No Romance estuvo muy bien, a pesar de que esa sala de exposiciones no esté pensada para estas cosas. Aproveché para ver las fotos expuestas allí, sobre el pasado Summer Festival. [modo políticamente correcto ON] No me gustó mucho [modo políticamente correcto OFF]

El concierto de Simple Minds estuvo muy bien, aunque sólo me sonaban un par de canciones. Poca gente, muchas invitaciones, pero mucha animación. Jim Kerr (que no, ¡no es el pelirrojo! esos son Simply Red, tres o cuatro veces lo he tenido que aclarar esta semana) tiene ya sus años, pero se mantiene en forma. Ah, y da gusto encontrarse con gente tan maja como la responsable de prensa de la organización. Ole por ella.

La noche terminó en nuestro bar habitual, cuando llegué había bastante gente y muy buen ambiente, así que en lugar de pinchar la música tranquilita que llevaba medio preparada, improvisé (no sin mi iPod) algo más acorde. Me lo pasé muy bien, y además acabé recibiendo una visita sorpresa que fue toda una agradable ídem.

Pues sí. Un buen viernes.

Seguiremos informando.