Mis 12 meses, mis 12 fotografías (V)

Escuchando: Un año más (Mecano)

Como en los años anteriores, hoy es día de repasar el archivo y publicar un resumen fotográfico de lo que ha dado de sí este 2008 que ya termina, segundo más, segundo menos. Venciendo la inevitable tentación de poner doce fotos suyas, aquí va la selección de este año:

Enero: Somo. Las playas no son sólo para el verano
Febrero: Córdoba.
Marzo: Lara, la preciosa niña de mis amigos Carlos y Patri.
Abril: Nuestra pequeña consola casera.
Mayo: Tielve, Asturias.
Junio: Estambul.
Julio: The Gift en las fiestas de Santander.
Agosto: Por fin veo en directo a Love Of lesbian, y por partida doble.
Septiembre: Salamanca.
Octubre: Días de lluvia por Santander
Noviembre: Visita a Madrid, exposición sobre Star Wars incluida.
Diciembre: Toulouse.

2008 deja un mundo con guerras, bombas, crisis, hambre… un panorama poco optimista. El año que estamos a punto de estrenar podrá ser mejor o peor: todo dependerá de lo que hagamos con cada uno de sus días. Aprovéchenlos.

Feliz 2009. Seguiremos informando.

Le Sherpa

Escuchando: Photograph (Air)

Entrar de nuevo en la catedral de Santa Cecilia de Albi me ha producido el mismo asombro que la primera vez. Y Cordes Sur Ciel ha sido un interesante descubrimiento. Un día bien aprovechado que hemos terminado en uno de mis rincones más visitados de Toulouse, la crepería Le Sherpa. Un lugar muy recomendable.

Seguiremos informando

Día de mercados

Escuchando: Skateaway (Dire Straits)

Tras una visita al mercado de Victor Hugo, comimos en uno de sus restaurantes. Después, paseo por el mercado navideño de la Plaza Capitole. Toulouse sigue siendo esa ciudad a la que da gusto volver de vez en cuando. A pesar del frío de estos días.

Mañana toca excursión por los alrededores. Seguiremos informando.

Ni frío ni calor

Escuchando: Rainy Day (SonLosGrillos)

Vuelvo a Toulouse y a sus alrededores, a pesar de que aún no he terminado de seleccionar y editar las fotos de mi última visita, hace más de un año. Volveré con más, sin duda. Y lo haré aún en 2008, para cambiar de año en casa.

Seguiremos informando, si es posible como corresponsal en el extranjero.

Desconectando de Internet en 5, 4, 3, 2, 1…

Escuchando: Santa’s coming over (Low)

Un brindis con amigos a los que hace tiempo que no veo, una cena con toda la familia, la cara de mi sobrino (el mayor, el pequeño no se enterará de mucho aún) al ver sus regalos…

Por detalles como esos, ya merece la pena esto de la Navidad. Sean moderadamente buenos, disfruten de la noche.

Seguiremos informando.

El sobre que los llevará a la ruina

Escuchando: Thank you very much (Kaiser Chiefs)

Hace un par de días un cliente me pagó con un cheque. Fui a cobrarlo a una sucursal de la entidad bancaria en cuestión; se trata de la misma Caja que abandoné cuando uno de sus cajeros me dio un billete falso.

Me cambiaron el cheque por su equivalente en efectivo, en billetes sorprendentemente pequeños, por lo que el fajo era relativamente voluminoso. Pedí un sobre para llevarlo mejor. Tampoco pensé que iba a ser para tanto. Tras buscar uno, y guardar unos segundos de silencio mirándome, la empleada me preguntó: «¿Eres cliente de Caja Cantabria?». Ante mi negativa, procedió a reñirme por el gasto que les estaba ocasionando. Y me dio el sobre, pero como detalle excepcional. Salí de allí soltando un gracias lo más cortante posible. Una pena que me dejase tan descolocado que no acertase a responder nada mejor. O a pagarles el puto sobre, al menos.

En fin. Por cosas como ésta uno se alegra de llegar sano y salvo a fin de año. He perdido la cuenta de las veces que alguien me ha perdonado la vida.

Seguiremos informando.

Crónica de un día histórico para Santander

Escuchando: A Great Day For Freedom (Pink Floyd)

Pensaba que no se iba a avisar, que se retiraría por la noche. Pero no. Anoche lo leí en la prensa (y no sólo en la local), hoy era el día esperado. A las nueve y media de la mañana se iba a proceder a quitar la estatua de Franco que presidía nuestra Plaza del Ayuntamiento, en Santander. Todo un acontecimiento. Se trata además de la última estatua ecuestre (parece que sin caballo hay una en Melilla) que queda en las calles de este país. Y como bien puntualiza Fito, es una efigie un tanto hipócrita, ya que el caballo tiene una pata levantada, y eso debería significar que el homenajeado ha muerto en batalla. Cuando se plantó la estatua, ni había muerto Franco ni lo haría posteriormente por otra causa que no fuese la edad.

Llevo años soñando con hacer la foto de ese momento: la estatua volando sobre la plaza, suspendida de una grúa. Así que esta mañana no me lo he pensado dos veces: he cogido los bártulos y me he plantado en la plaza a primera hora. Y allí he estado hasta las dos de la tarde, una pequeña paliza que ha merecido la pena. Obviamente, como se puede observar sobre estas líneas, he conseguido la foto que buscaba. Me he vuelto a casa satisfecho.

La mañana, de todas formas, ha dado bastante de sí. Aquí va mi pequeña crónica de lo que ha sido un día histórico (no exagero) para esta pequeña ciudad.

A las nueve y media pasadas llegaba al ayuntamiento. Lo primero que vi fue una grúa enorme… pero aparcada a un lado de la plaza. Pegado a la estatua había un pequeño camión con un brazo de grúa más pequeño. Comenzaba a llover, así que me refugié en un portal a ver cómo se iban desarrollando los acontecimientos.

Por suerte, los operarios de la grúa grande buscaron cobijo en el mismo portal, y así me pude enterar de la logística de la operación. Había opiniones encontradas sobre si la estatua pesaba cinco u ocho (toneladas, entiendo). Si su peso se acercaba más a la cifra menor, el camión podría levantarla. Si no podía con ella, habría que utilizar la grúa grande. Pero como la plaza tiene un subterráneo debajo, no podían plantarla cerca de la estatua, sino a partir del segundo carril de la calle que pasa por delante del ayuntamiento, y habría que cortar totalmente el tráfico en esa zona. Eso, en esta ciudad, habría supuesto el caos. Así que todos esperaban que el camión fuese capaz de cumplir con su cometido.

Elegí un buen portal, sin duda. A los pocos minutos aparecieron unos periodistas de La Sexta, y entrevistaron al paisano que tenía yo al lado. Por sus respuestas y por lo que comentaba la gente, debía de ser un acérrimo y famoso defensor del dictador (por aquí abundan). El hecho de que las televisiones nacionales andasen al acecho ya hacía sospechar que la retirada de la estatua iba a tener buena repercusión en los medios.

Gran parte de las oficinas y ventanas de la zona estaban tomadas por curiosos, cámaras de televisión y fotógrafos. Por ejemplo, el balcón de la sede del PRC (Partido Regionalista de Cantabria, que gobierna la región en coalición con el PSOE) era un hervidero. Por allí andaba el fotógrafo de El Diario Montañés, entre otros.

Seguía lloviendo, pero me acordé de que en la mochila llevaba mi remedio casero para estos casos. Una bolsa de plástico con un agujero del tamaño adecuado, y una goma elástica hicieron el milagro, y salí de mi refugio para darme un garbeo con calma por la plaza y sus alrededores. A pesar de la lluvia, la afluencia de gente era más que notable.

Las cámaras no eran las únicas que estaban encendidas, también los ánimos: me encontré con un pequeño tumulto de gente, y al adentrarme un poco en él descubrí a dos hombres discutiendo acaloradamente, defendiendo sus posiciones respecto al dictador. Fútbol, religión, política… hay temas de los que no merece la pena discutir porque nadie va a cambiar de opinión razonadamente; pero este país -y esta ciudad- es así.

No sé cuántas fotos se habrán disparado esta mañana. Miles, sin duda. Profesionales, aficionados con cámaras réflex, curiosos con máquinas compactas, de carrete, desechables… y muchos, muchos móviles. Me sorprendió ver a muchos abueletes haciendo fotos con ellos. Las viejas causas sirven para acercarles a las nuevas tecnologías.

Había parado ya de llover, y yo me había hecho fuerte en una zona cercana a la salida del parking subterráneo, al lado de un aparcamiento para motos. Mientras, los operarios (que seguro que nunca habían trabajado con tanto público) se afanaban en separar las patas del caballo de su pedestal. No fue tarea fácil, y les llevó toda la mañana. Franco se resistía a abandonar la plaza. Yo aprovecha los ratos muertos para retransmitir en mi twitter (y automáticamente en facebook) algunos de los mejores momentos.

A media mañana, un chico aparcó su moto a mi lado, se apeó, y se puso a observar el panorama. Al cabo de un rato, oí cómo se le acercaba un hombre y le preguntaba si podía prestarle la moto un momento. Petición suficientemente curiosa como para despertar mi interés. Lo que pretendía el sujeto era acercar la moto a la valla que protegía la zona de obras, para subirse en ella y saltarla. Por otros sitios es que le iba a ver la policía, añadió. Obviamente, el propietario de la moto le dijo que no, y el hombre desapareció.

Pero lo volvimos a ver. Se buscó la vida, lo consiguió, y apareció subido a la estatua, para desplegar una bandera de la Falange. Tuvo sus cinco minutos de gloria, antes de que la policía lo sacase de allí. Y entonces tuvo más minutos de gloria, ya que las televisiones y fotógrafos lo asaltaron y roderaron.

Para redondear la anécdota, una de las policías que había bajado a este sujeto de la estatua se puso a hablar por su móvil por allí cerca. No pude evitar escuchar cómo contaba que habían sacado a una persona de la estatua portando una bandera de la República. Sic.

Se hacía tarde, y aquello avanzaba, pero poco. El cansancio iba dejando su huella, y me empezaba a plantear si estar en la calle parado toda una fría mañana merecía la pena. Pero finalmente, a eso de las dos menos cuarto, los operarios se bajaron del pedestal, la grúa del camión comenzó a tirar… y Franco voló. Se escucharon algunos aplausos desde donde yo estaba. Disparé todo lo que pude para inmortalizar el momento, y corrí a a la plaza para ver cómo estaba el ambiente por allí. Animado, muy animado.

Con la estatua ya fuera de su pedestal, disparé las últimas fotos, buscando un hueco por donde echar un vistazo a lo que ocurría detrás de las vallas que protegían el recinto.

Satisfecho del resultado (en general, ha sido una mañana de lo más divertida y bizarra), y con la sensación de haber asistido a un momento histórico para nuestra ciudad, me encaminé hacia casa. A los pocos minutos, una llamada de mi hermana me informó de que acababa de salir por la televisión, al pasar por detrás de una reportera. Ni me enteré. Con tantas cámaras, raro es que no haya salido en más.

La plaza de nuestro ayuntamiento será, a partir de hoy, muy distinta. Seguiremos informando.

Un ratón no tan poderoso

Escuchando: Mouse / Now Watch What Happens (Chroma Key)

Cuando compré mi iMac, vino con ratón incluido: un Mighty Mouse, que literalmente significa Ratón Poderoso, y que en inglés es también el nombre de los dibujos animados de Super Ratón.

Es un ratón peculiar. No tiene botones: todo él es un botón, y dependiendo de si se pulsa en su zona izquierda o derecha, se interpretará como un click izquierdo o derecho. Minimalista. Además, no incorpora una rueda de desplazamiento, sino una pequeña bola que nos permite desplazarnos por los documentos tanto en vertical como en horizontal. Comodísimo.

Sobre el papel, un magnífico ratón, a juego con mi ordenador, además. En la práctica, es un ejemplo claro de cómo dar más importancia al diseño que a la funcionalidad. No es la primera vez que compruebo esto en Apple (sus auriculares más avanzados, hasta que los han rediseñado hace unas semanas, eran otro flagrante caso).

Lo de no tener botones está bien para que el ratón sea bonito. Pero no hace tanta gracia cuando para hacer click en la parte derecha, hay que levantar los dedos de la parte izquierda, y viceversa. Es cuestión de acostumbrarse, claro, pero un ratón de tres euros es más funcional, en ese sentido.

Pero lo peor es lo de la bolita. Cuando funciona, es genial. Pero dura tan poco tiempo… al cabo de unas semanas, entra suciedad, y el scroll va a saltos, o no funciona, directamente. Existen métodos de limpieza, pero no son del todo efectivos, y con el uso, la bolita acaba siendo frustrantemente inservible. ¿La solución? Desmontarlo (que no es nada sencillo) o comprar otro. Y no es precisamente barato.

Este fin de semana he tenido que revisar, ordenar, seleccionar y editar cerca de un millar de fotografías, y el viernes mi super ratón se hizo fuerte con su suciedad, que no hubo forma de limpiar. Harto de tener un ratón precioso que me saca de quicio cada pocos días, acabé comprando un Logitech (marca fiable donde las haya), que no va tan a juego por no ser blanco, pero que funciona mil veces mejor.

El diseño no lo es todo. Seguiremos informando.

No es tan difícil

Escuchando: Dinosaur Act (Low)

Hacer fotografía de conciertos es complicado, pero no tanto. Con un equipo relativamente sencillo, paciencia y mucha práctica se pueden conseguir buenos resultados. Estos días ando cubriendo el festival CuVa cámara en mano. El escenario tiene una iluminación interesante, por lo que los resultados que se obtienen son bastante llamativos.

Por eso, no acabo de entender cómo un medio supuestamente serio, y profesional, se atreve a publicar una fotografía infame, que no hay por donde coger, y de la que lo único bueno que se puede decir es que, al menos, no es muy grande. Cualquier móvil hoy en día puede hacer cosas mejores en manos del más inepto. Y el caso es que me pareció ver a un fotógrafo con un buen objetivo trabajando para ese periódico. De verdad que me gustaría que alguien me explicase cómo esto ha llegado a publicarse. Lamentable.

Me voy a la última jornada del festival. Seguiremos fotografiando.

Camarero, ponme un Kas

Escuchando: Love Vibration (Josh Rouse)

Añado el concierto de ayer de Josh Rouse a la lista de momentos a recordar. Esperaba un buen concierto, pero su simpatía (es un tipo realmente entrañable) y su repertorio superaron todas las expectativas. Él sólo, con su voz, su guitarra y una armónica, se bastó para llenar la sala. Eso sí, tiene que pulir sus escasas (tres) composiciones en castellano. Las letras de Los Lunnis tienen más enjundia.

El fin de fiesta, cantando Love Vibration a pelo y entre el público, fue el broche perfecto para la primera jornada del festival CuVa, cuya nota más destacable fue la asombrosa ausencia de público dada la calidad del cartel. No hay quien entienda a la gente.

Hoy más. Con concierto de Low a la vista, estoy seguro de que será otra gran noche. Seguiremos disfrutando.