Espejos

Escuchando: La otra mitad (Maga)

Me obsesionan los espejos,
desde que perdí una mitad
dentro de uno de ellos…

Cuesta adaptarse a la realidad cuando se comprende que lo que se ha estado mirando durante mucho tiempo no era más que un juego de espejos, una ilusión…

Y las ilusiones no duran para siempre cuando los espejos rompen por dentro.

Es hora de recoger, intentando no cortarse con los fragmentos de los recuerdos.

Las cien últimas páginas

Escuchando: Ahah… (El columpio asesino)

Todos tenemos nuestras manías. Yo tengo, entre otras, la de las cien últimas páginas.

Cuando leo un libro, voy más rápido o más despacio dependiendo del momento y de lo densos que estemos (el libro y yo). Pero cuando ya sólo me faltan cien páginas para terminarlo, suelo hacerlo del tirón, aunque me quede hasta las tantas.

Así me pasó hace poco con Mauricio, y me ha vuelto a pasar anoche con Microserfs, la versión original de Microsiervos. Definitivamente, uno de mis libros preferidos, aunque no se lo puedo recomendar a cualquiera. Es jodidamente friki. Mucho (pero me resulta todo tan, tan cercano…)

Si alguien lo quiere leer.. que se busque la vida, no se lo pienso prestar a nadie: la última vez que lo hice con mi edición en castellano, se perdió y después lo descatalogaron.

Y ahora que lo he terminado… ¿qué leo? Tengo aún pendientes algunos libros de mis favoritos (Millás, Mendoza, Saramago…), pero también dos de mis compras de hace unas semanas en FNAC: jPod (del mismo autor que Microsiervos, es una historia similar pero actualizada a los tiempos de Google) y NO LOGO, un libro sobre el poder de las grandes marcas.

Luego me lo pienso…

Seguiremos informando.

Días de tormenta

Escuchando: Weather Storm (Massive Attack)

Hoy me acordaba del día en el que nos enteramos de la feliz noticia.

Estábamos de vacaciones, habíamos ido a pasar el día a Ubrique. Fotos, picoteo, paseos por el pueblo… el día se puso gris, y acabamos reponiendo fuerzas con unos cafés y unos trozos de tarta. Y entre risas, bromas, y conversaciones sobre lo humano y lo divino, nos lo contaste.

Se convirtió en el tema del viaje, en el centro de muchas bromas, en algo a celebrar… y lo hicimos: en el pub de al lado cayeron algunas cervezas a vuestra salud. Esa noche, en una última parada fotográfica antes de abandonar Ubrique, con el pueblo iluminado de fondo, estuvimos todos hablando y felicitando a la futura mamá.

Parece mentira que hayan pasado ya todos los meses que tenían que pasar, y lo que entonces parecía algo bonito y lejano, hoy es ya el pequeño Alejandro. Magno, su otro yo. Felicidades, mil enhorabuenas. Hoy somos todos un poco más tíos.

Ha sido sin duda la noticia agradable de un día que empezaba con nuestra tierruca en los telediarios a base de accidentes, de explosiones de gas, y que ha continuado con la mayor tormenta en Santander de los últimos 25 años. Brutal, la ciudad anegada; afortunadamente me ha pescado en casa.

Me gustan las tormentas cuando estoy a resguardo, una de vez en cuando reconforta… pero desgraciadamente me temo que no va a ser la única tormenta que se avecine, y no todas me van a coger bajo techo.

Sí, se acercan más días de tormenta.

Ha sido un día extraño, muy extraño. ¿Por qué te has ido tan lejos?

Buscando en el baúl de los recuerdos

Escuchando: Too old too rock n’ roll, too young to die (Jethro Tull)

Oh-oh-oh.

Hay que ver las cosas que encuentra uno por casa (porque siempre hay una madre que guarda todo como oro en paño)

He encontrado la cámara de mi padre. Una Olympus Pen EE-2, del año 68. Ahí es nada. Preciosa, claro. Y no es una cámara normal, de hecho se parece a uno de mis juguetes: con un objetivo de focal fija a 28mm, saca las fotos sólo en medio fotograma, por lo que se presta a composiciones variadas… o simplemente a duplicar el número de fotos por carrete. Guardado también con ella estaba un flash de la época, fabricado por Bosch.

Gracias, Google, por ayudarme a encontrar el manual de usuario por Internet. Parece que los años han pasado, y no en balde, por la cámara: por lo que estoy viendo el fotómetro no funciona (¿el selenio se ha deselenizado?) pero no pasa nada, la cámara también tiene un modo (semi) manual en el que me fija la velocidad de disparo (1/40) y yo puedo cambiar la apertura (f3.5 a f22), y eso sí que lo hace bien, el diafragma funciona como debe, al menos aparentemente. Así que, por lo que leo en el retro-manual, puedo hacer fotos a 1/200 y (supongo) f3.5, o bien a 1/40 con apertura manual.

En resumen: que voy a ver si encuentro un carrete de blanco y negro (que es lo que se merece un juguete así) y hago el experimento de intentar revivirla… que debe de llevar fácilmente unos 15 ó 20 años guardada en un cajón.

Seguiremos informando.

Un agosto de hace cinco años

Escuchando: Smiling to camera (Second)

Fue en agosto de 2001 cuando comenzó la odisea, y me gasté buena parte de mis ahorros en una cámara de fotos. Digital. Y eso, hace cinco años, era toda una revolución. Aún la tengo, aún funciona, aún la uso. Desde el primer día hizo fotos más que dignas, estuvo especializada en inmortalizar a mi por entonces recién nacido sobrino, me acompañó en viajes, cenas, fiestas…

Con el tiempo, una cámara totalmente automática se me acabó quedando pequeña, y volví a invertir, en mi querida Canon (¡la Kamera!), que me sigue acompañando muchas veces. Luego llegaría la bestia negra, mi réflex digital, a la que me costó acostumbrarme, pero que ya forma parte de mí… no quedó ahí la cosa: flashes, objetivos, cámaras de emergencia… y últimamente una vuelta al carrete sólo comparable a cuando me compré hace poco un tocadiscos.

En cinco años, la fotografía ha pasado de ser una curiosidad a convertirse en mi mayor afición, mi hobby preferido, mi forma de interpretar, de recordar, de regalar, de homenajear.

Mi ordenador me dice que he disparado, en este tiempo, 29891 veces; esto es, unas 16 fotografías al día. Y aunque aún me queda tanto por aprender, por probar, que el día en que me canse de cargar con las cámaras queda lejos, muy lejos, cinco años después parece un buen momento para mirar un poco hacia atrás, hacer balance, repasar y recordar algunas de mis fotografías.

Afortunademente, la casualidad se ha puesto de mi parte, y podré hacerlo de una forma muy especial. El próximo 12 de agosto, expondré algunas de mis imágenes en el espectacular Palacio Duque, en Santoña. Me han invitado a participar en el festival MusiConcept, una cita centrada en la música electrónica, pero que durante el día dará cabida a exposiciones de fotografía, pintura, cortometrajes, visuales, grafitti, conferencias, sesiones de dj, mercadillo, oenegés, desfiles de moda… todo ello en las enormes salas del palacio, y en sus jardines.

Y por supuesto, están todos ustedes invitados.

Yo, por mi parte, seguiré disfrutando de la fotografía. Porque, como siempre, las mejores fotos son siempre, siempre, las que me quedan por hacer.

Seguiremos informando.

Treinta euros de música (esto es la pera)

Escuchando: Mr. Hat (Sexy Sadie & Big Toxic)

Ayer me gasté algo menos de treinta euros en discos. Compra que me ha venido bien hoy, porque necesito terapia de choque.

Y es que, además de hacer compras, acabé ayer el día en las casetas que plantan al lado de mi casa en esta la semana grande (minúsculas intencionadas) de Santander. ¿Casetas? Sí, sí, con portalón luminoso al más puro estilo Feria de Abril y todo. En fin, estos días esta zona está hasta arriba de gente: toros, sevillanas y olé. Ain’t my cup of tea, pero en lugar de quejarme y protestar por el ruido (como hacen vecinos de otras zonas cuando hay conciertos) me dejo caer a tomar algo… como ayer, en buena compañía (y mi camiseta más anti-taurina, eso sí)

Ahora bien, por mucha voluntad que le ponga, no me sale. Hay una peña taurina que monta una carpa, con discoteca y barra (mucho dinero, miedo me da pensar que el ayuntamiento dedique dinero a subvencionarlo…) en la que meten mucho, mucho ruido. Sólo hay algo que me irrite más que tener que tragarme la peor morralla musical de los últimos 15 años… y es que encima el dj y sus amiguetes animen el cotarro micrófono en mano, al más puto estilo verbenero. Que sí, que sí, que soy un elitista de mierda, y debería ser más mundano, disfrutar, bla, bla, bla. Sin duda.

Pero nadie es perfecto.

Total, que los discos que me compré ayer me vienen de perlas como reconstituyente musical. La sección de ofertas de Tipo siempre me sorprende. Recuerdo: no llegó a 30 euros. Y me llevé: la nueva edición del Automatic Imperfection, que incluye seis temas más y un dvd con un concierto, entre otros extras; un cd single con remezclas también de Marlango; un doble recopilatorio de Metropolis; un recopilatorio de Subterfuge; una reedición de un disco de Najwa con temas extra; el disco de Sterlin, y el grandes éxitos de Sexy Sadie, con dvd de videoclips y temas en directo.

¡Más volumen!

Las palabras son innecesarias

Escuchando: Enjoy the silence (Depeche Mode)

El concierto estaba yendo genial. Estábamos bastante cerca del escenario, sin agobios de gente, con sitio para movernos. El sonido era perfecto, el montaje digno de un grupo de su categoría.

Eso sí, la cerveza, te la vendan al precio que te la vendan (y en Anoeta fue a precio de oro) tiene sus efectos secundarios, así que la mitad del grupo aprovechamos un tema un poco más tranquilo para acercarnos a los baños.

Ya estábamos volviendo cuando comenzó la locura. Personal Jesus. En lugar de volver corriendo donde el resto de la gente, nos quedamos un poco más lejos, cerquita del escenario pero con todo el sitio del mundo para botar. Y vaya si lo hicimos. Qué locura. Y justo después, Enjoy the silence. Delirio ya, oiga.

Porque este verano estoy poniendo el listón muy alto, que si no habría sido el mejor concierto de mi vida. Sólo (¡sólo!) ha sido uno de ellos…

Seguiremos informando.