Porque todos llevamos un friki dentro…

Escuchando: The history of everything (Barenaked Ladies)

…y algunos también por fuera: feliz Día del Orgullo Friki. Un buen momento para acordarme de que tengo aún por seleccionar y editar unas cuantas fotos de la visita a la exposición de Star Wars en Madrid. Sirva una de ellas para adornar estas líneas.

Recomendación friki del día: supongo que muchos ya la conocerán, pero por si acaso, no dejen de echar un vistazo a la serie The Big Bang Theory. Unos físicos superdotados compartiendo piso, con la típica vecina rubia americana intentando poner algo de cordura en sus vidas. Sí, The IT Crowd es muy divertida, pero en esta serie Leonard y Sheldon son realmente más frikis que yo.

Ahí queda eso. Disfruten del día, seguiremos informando.

PD: De regalo, el tema principal de la serie, por Barenaked Ladies. ¡Bang!

Una ciudad a pedales

Escuchando: Bicycle race (Queen)

Desde hace unos meses las bicicletas están invadiendo Santander, gracias a una iniciativa municipal para promover un transporte más ecológico en una ciudad muy pequeña con problemas de tráfico y aparcamiento mucho más grandes. Una propuesta digna de elogio y muy interesante en principio, que se ha llevado a la práctica de una forma que me parece un tanto discutible, para variar.

Pongámonos en antecedentes. Hace un par de veranos el ayuntamiento puso a disposición de los ciudadanos algunas bicicletas, en algunos puntos muy turísticos de la ciudad. Fue una iniciativa tímida pero que tuvo un desbordante éxito. Las bicicletas se podían coger durante una hora, de manera gratuita. Sólo había que solicitarla en una caseta ubicada junto a ellas.

Todo hay que decirlo, llevo desde entonces buscado un buen momento para coger una, porque si es cierto eso de que montar en bicicleta no se olvida, entoncés sé hacerlo. Hace años que no me subo en una. Claro, que con los cambios que han introducido en el sistema de préstamo de bicicletas, no será gracias al ayuntamiento si lo hago. No me convence, gracias.

Y es que viendo el éxito del invento, las mentes pensantes de nuestro consistorio han decidido ir un paso más allá, y han implementado un sistema de préstamo (de momento, es gratis; a partir de octubre ya no lo será) más automatizado y ambicioso, a imagen del que ya existe en otras ciudades.

Ahora, uno puede coger una bicicleta en una de las paradas existentes en la ciudad (el objetivo es llegar a 200 unidades distribuidas en 15 estaciones), usarla durante un tiempo máximo de 24 horas y dejarla aparcada en otra parada. De este modo se pueden realizar todos los desplazamientos que sean necesarios, de manera cómoda y sencilla. O así nos lo intentan vender, cual moto.

Dicho así, suena bastante bien. Pero el tema comienza a hacer aguas a poco que uno investigue. En primer lugar, está de más promocionar un transporte tan ecológico como la bicicleta en una ciudad en la que los carriles-bici son brillantes. Brillan, pero por su ausencia. Los que existen son testimoniales, y válidos únicamente para dar un corto paseo por algunas zonas turísticas alejadas del centro. Los que se están proyectando siguen la misma idea. Pero si uno realmente piensa utilizar una bicicleta para moverse por la ciudad, tendrá que jugarse el tipo en medio de una circulación generalmente infernal. Primero llenamos la ciudad de bicis, luego ya pensaremos por dónde circularán: ese parece el plan maestro de nuestro ayuntamiento. Esto es: mucho transporte verde, pero de cara a la galería, por aparentar. No es necesario que sea práctico, ni una verdadera alternativa.

Empezamos mal, pero la cosa va a peor. La concesión del sistema de préstamo de bicis se la ha llevado una empresa francesa, que ya ha implantado esto mismo en otras ciudades españolas (Sevilla, por ejemplo). No sé si alguien se habrá leído la página web del servicio, porque incluso han dejado alguna frase en francés. En fin.

Navegando por esa página, nos podemos enterar de los detalles. Existen tres tipos de abonos: diarios, semanales y anuales. Con cualquiera de ellos podemos hacer uso de tantas bicicletas como queramos, cada una de ellas durante 24 horas seguidas como máximo, y con el límite que indica el abono correspondiente: un día, una semana, un año. De momento, el servicio es gratis, y a partir de octubre se hará de pago. Por los precios que se manejan en otras ciudades, algo asequible… en caso de resultar realmente práctico.

Para el abono diario y el semanal el mecanismo es idéntico: uno se acerca a la parada de bicicletas, indica el abono deseado, pasa una tarjeta de crédito o débito, y ya puede retirar una bicicleta. Cuando termine el desplazamiento (o antes de que pasen 24 horas) ha de entregarla en esa u otra parada (donde haya sitio; en caso de no haberlo, en cada parada se puede consultar el estado de las otras, y tendremos 15 minutos extra para acercarnos a ellas), y vuelta a empezar. Para el abono anual, hay que solicitar una tarjeta especial (mediante carta a un apartado postal, bienvenidos al siglo XIX), que envían al domicilio, y con la que se puede utilizar el servicio durante un año, igual que en los casos anteriores.

Leyendo los detalles del servicio pronto encontramos la palabra clave de todo esto: fianza. Sí, aunque todo esto de momento resulte gratis, hay un detalle que hay que tener en cuenta. Cada vez que se obtenga un abono, cualquiera que sea, se nos va a cobrar una fianza de 150 €, cantidad que será retenida durante la duración del abono. Esto es: nos quitan de la cuenta 150 € durante un día, una semana, o un año, dependiendo del caso. Trasncurrido ese tiempo, nos devuelven ese importe… aunque ya señalan que los bancos pueden tardar hasta 15 días en hacerlo efectivo (nunca entenderé ese tipo de cosas, en los tiempos que corren).

En la práctica: uno coge una bici para dar un paseo, y se queda sin 150 € durante, al menos, dos semanas. Si es un abono anual, nos despedimos de ese dinero durante todo un año (por lo que parece, en ese caso renuevan la fianza cada 15 días, con lo cual el dinero aparecerá y desaparecerá de nuestra cuenta cual Guadiana…)

Por supuesto, en caso de que la bicicleta desaparezca, nos quedamos sin fianza (es lo justo), pero también si la bici sufre desperfectos (así, en general) o si la entregamos pasado el plazo establecido (un minuto o media hora tarde, da igual).

Entiendo que de alguna forma la empresa se tiene que cubrir las espaldas ante los desperfectos que pueda hacer la gente, pero cobrarse una fianza de ese pelo, porque sí y sin otra opción, incluso cuando se ha solicitado un abono anual y hemos tenido que enviar todos nuestros datos, me parece excesivo… Sólo podrá usar las bicis municipales quien tenga tarjeta de crédito y 150 € en el banco que no necesite urgentemente. Ah, pues muy bien. Un cálculo rápido: se pretende llegar a tener un parque de 200 bicicletas. Si cada una de ellas se alquila al menos una vez al día (en media, ya que habrá muchas que se utilicen varias veces, y otras ninguna), la empresa adjudicataria dispondrá en su cuenta bancaria de unas 200 fianzas diarias. Eso son 30000 €. A poco que mueva el dinero, los intereses de eso son un pellizco interesante, ¿no?

Me resulta también llamativo el método de prestar la bicicleta durante todo un día. Es decir, hasta pasadas 24 horas no hay ninguna obligación de devolverla a una parada. Un sistema que hace que el préstamo se enfoque más a una excursión dominguera en bici que a un medio de transporte puntual para moverse por la ciudad. Supongo que esto cambie si cuando comience a ser de pago, se cobra por horas, como hace la misma empresa en Sevilla… Mientras, me imagino que este verano será habitual ver un montón de estas bicicletas por la playa (cuando lo ideal sería dejarlas aparcadas siempre en sus paradas, para favorecer su movilidad)

No sé, no me acaba de convencer, algo lógico cuando hay de por medio tarjetas de crédito y cobros de fianza con condiciones un tanto difusas. En cualquier caso, lo realmente atractivo de todo esto sería tener el pase anual para poder usar una bicicleta siempre que apetezca; ahora, que si eso significa que durante un año me voy a quedar sin 150 €, igual es cuestión de valorar si merece la pena usar este servicio… o comprarse una bicicleta, que por ese precio ya las hay, incluso plegables.

En fin. Santander es una ciudad muy moderna, y ya tenemos incluso bicis oficiales para hacernos los ecológicos. Repito, sin carriles útiles para circular con ellas, de cara a la galería y aparentando, claro. Como es habitual por aquí.

Seguiremos informando.

Extraña recomendación para los amantes del vinilo

Escuchando: Astronomía razonable (El Último De La Fila)

Sí, es extraña la recomendación que voy a hacer, lo reconozco. Si son aficionados a los discos en vinilo, pásense por Drope.

Para la gente de Santander, esto no necesita mucha más explicación, creo. Para los de fuera y los despistados: Drope es una tienda de discos que tenemos por aquí, desde hace mil años. Yo siempre la he conocido. En otras épocas llegaron a tener tres establecimientos en la ciudad. Y se trata del sitio idóneo para aquella gente a la que le guste pagar el doble por lo mismo. En estos tiempos que corren, seguir vendiendo los discos compactos a 24 euros podría generar un interesante debate sobre la ganancia de los intermediarios, y sobre la frontera entre libre comercio y estafa al consumidor. Pero bueno, allá ellos. Lo extraño es que sigan con el negocio abierto, aunque últimamente sus escaparates se acercan más al aspecto de una juguetería que al de una tienda de discos.

¿Y por qué recomiendo entonces la visita a un local al que, evidentemente, tengo cierta ojeriza? Pues muy sencillo: cierran una de sus dos tiendas, la de la calle Vargas (y no me da ninguna pena, claro). Estos días andan de liquidación y, entre otras ofertas, se están deshaciendo de su cargamento de vinilos, los venden a tres euros cada uno. Son discos nuevos (sin usar, quiero decir; el más moderno debe de ser de principios de los años 90) y por ese precio bien merece pasarse a mirar.

Ojo, la cantidad de morralla que tienen sus estanterías es descomunal. No sé yo si serán capaces de dar salida a esa ingente cantidad de discos de tonadilleras y artistas de canción ligera. Lo dudo. Pero entre tanto bodrio, uno acaba encontrando alguna joya. Yo ya pasé por allí y volví a casa con discos de Kylie, Paula Abdul, Lisa Stansfield, Simple Minds, Mike & The Mechanics, Mastretta, El Último De La Fila… y eso que me contuve en la sección de bandas sonoras, que sí que está bien surtidita.

Avisados quedan. Creo que la tienda seguirá abierta hasta finales de junio, así que si pasan cerca, entren a curiosear. Por una vez, venden algo a un precio interesante.

Seguiremos informando.

Rabas, vacas, judías, peces, tenis y tortitas

Escuchando: Cousteau, le Commandant (Los Petersellers)

Sí, vale: hoy es lunes. Pero al menos comienzo la semana después de un fin de semana en el que, si hago recuento, parece mentira que haya dado tiempo a tantas cosas. Ya el viernes tuve taller de redes sociales y después sesión en el bar habitual. El sábado hubo sesión de cañas y rabas, comida con amigos en casa (mención especial al foie y al vino francés), e infartante partido de tenis por la tele, con sofá y mantita. Y todo ello para terminar cenando en casa de otros amigos, y descubriendo un par de juegos: Mow y Bohnanza.

El domingo lo comenzamos tarde, pero se aprovechó igualmente, con una visita al Museo Marítimo del Cantábrico, aprovechando que este fin de semana era gratis. Se nos hizo tarde para las rabas, pero se compensó con una buena sesión de tortitas caseras, nuevamente en casa ajena. Y para terminar, otra invitación para cenar, en una casa de donde es imposible salir con hambre.

Y todo esto sin madrugar, oiga.

Seguiremos informando.

Nos ha dejado un gigante

Escuchando: Lucha de gigantes (Antonio Vega)

Últimamente su salud parecía precaria, y a pesar de ello nadie quería que llegase este día. Hoy, a medida que la noticia se iba extendiendo, todos nos sentíamos un poco más tristes. Hay genios que deberían vivir para siempre.

Lucha de gigantes
convierte
el aire en gas natural,
un duelo salvaje
advierte
lo cerca que ando de entrar
en un mundo descomunal,
siento mi fragilidad.

Gracias por tus canciones, descansa en paz.

Una fotografía vendida gracias a flickr

La fotografía que encabeza estas líneas será la imagen de un congreso médico que se celebrará el próximo mes en Santander. Los empresa de comunicación encargada del evento la encontró usando flickr, se puso en contacto conmigo y llegamos a un acuerdo. Esa es la versión corta. La versión extendida incluye malentendidos y formas de hacer las cosas un tanto discutibles, aunque al final todo se encauzó correctamente.

[OE]Todo empezó cuando durante los días que pasé en Galicia recibí un correo indicando que les gustaría usar mi fotografía para el congreso. Cuando volví a casa, un par de días después, les contesté: no iba a cederla gratuitamente para fines comerciales, pero si les interesaba podríamos llegar a un acuerdo.

La parte desagradable viene cuando, justo después de enviar ese correo me puse a investigar en la página web del congreso, para descubrir que mi fotografía ya se estaba usando en la portada del programa del evento, disponible en formato PDF. Citándome, pero sin mi permiso.

Volví a escribir un correo, a la persona que me había contactado y a los responsables del congreso. Al cabo de unas horas recibí contestación, con disculpas y una explicación un tanto enrevesada. En cualquier caso, seguían interesados en la fotografía, así que les pasé un precio, aceptaron, y ahora, sólo ahora, podrán utilizarla de manera legal.

No es que me vaya a pagar las vacaciones, pero al menos ya he amortizado, de lejos, la cuenta de pago de flickr que tengo hace unos años. Internet es un gran escaparate. Una lástima que el proceso de compra haya tenido algún encontronazo.

Seguiremos fotografiando.

Mi plan para esta noche

Escuchando: Young folks (Peter Bjorn and John)

Intentaré que en este taller del programa La Noche Es Joven de Santander, alguien aprenda que no es buena idea colgar fotos de borracheras en perfiles públicos, que los amigos de sus amigos no son sus amigos, y que no hay que hacer todos los test estúpidos que uno vea.

Tengo pocas esperanzas de conseguirlo, pero espero que al menos lo pasemos bien.

Seguiremos informando.

Todos los raros fuimos al concierto

Escuchando: Club de fans de John Boy (Love of Lesbian)

Y tanto os daba ocho como ochenta
a los fanáticos de John Boy.
Frente al estadio ya cantábais sus temas.
Primeras filas, vuestra obsesión…
[…]
La luz se desmayó,
¿con cuál van a empezar?
A ti te daba igual.
Dijiste: «acertará».

El fin de semana pasado (que yo alargué y terminé ayer) estuve en el Festival do Norte, en Vilagarcía de Arousa. Cualquier excusa es buena para acercarse a tierras gallegas, pero en este caso además la razón era de peso: el concierto de Love of Lesbian en ese festival se había convertido en una cita marcada desde hacía meses en nuestro calendario.

Era la tercera vez que los veía sobre el escenario, y la primera desde que editaran su fantástico nuevo disco. El festival tuvo momentos memorables (Standstill, Havalina, y alguno más que nos perdimos por prudencia y salud) pero de una forma totalmente subjetiva me quedo con el concierto de los lesbianos como clímax musical del fin de semana.

Se marcaron un directo sorprendente: pensaba que se iban a centrar en los temas de 1999 (y asi empezaron, con Allí donde solíamos gritar), pero nada más lejos: hubo mucho cuento chino, y más de una maniobra de escapismo.

Love of Lesbian, en mi opinión, se encuentran en un momento muy dulce de su carrera. Tiene que ser realmente reconfortante tocar los temas de su primer disco en castellano, y provocar ese entusiasmo entre el público (con Mi personulidad, por ejemplo, o al final con Houston tenemos un poema). Tiene que serlo tocar los temas de su disco anterior y provocar el mismo entusiasmo, o más (La niña imantada, Me amo, Noches reversibles y alguna más que me dejaré en el tintero, seguro). Y sobre todo, tiene que ser todo un orgullo interpretar las canciones de un disco recién lanzado, y provocar una catarsis colectiva. Así fue con 1999, con John Boy (¡temazo!), con Miau (¡desfase!) y sobre todo con el final del concierto, un cierre como sólo los lesbianos saben hacer, memorable.

Sólo tenían 50 minutos para demasiadas canciones, pero se las ingeniaron para que diese mucho de sí: cuando sólo quedaba tiempo para una canción más, y ya en pleno apogeo de disfraces (hubo gafas luminosas, careta de gato y traje espacial, bastante moderados) sonaron los acordes de Houston. Bueno, se me ocurrían mejores formas de terminar, pero era lo suficientemente festiva como para no dejar de botar. Alargaron al tema hasta convertirlo en el Ritmo de la noche (sí, ese ritmo de la noche), y enlazarlo con un poco de Shiwa, que terminamos coreando todos. Ya sin tiempo, dieron las gracias y decidieron lanzarse a la piscina: se bajaron del escenario y se mezclaron con el público mientras desmontaban sus instrumentos del escenario y sonaba, enlatado y a todo volumen, el tema Algunas plantas, lo más bailable de su nuevo disco.

En fin: creo que Santi Balmes, su cantante, no llegó a pisar el suelo y fue de mano en mano desde el escenario hasta el final del recinto del festival. Nos vimos en medio de una marea de botes, saltos y canturreos cuando pasó a nuestro lado -sobre nosotros, más bien- y lo perdimos de vista…. al final de la canción, un enorme aplauso: se lo habían ganado.

Y ahora ya soy otro fan de John Boy.

Seguiremos informando.

PD: Un par de videos para acompañar estas líneas… el primero, el final de su concierto, que alguien logró capturar. Nosotros estábamos donde Santi reaparece en la parte de chunga, chunga, chunga… El segundo video es el clip de Allí donde solíamos gritar, que acaban de publicar hoy: un repaso en imágenes a la relación que narran las letras de su nuevo disco.