Los discos de mi vecino

Escuchando: The house of the rising Sun (Nina Simone)

Alucino. En colores.

Muchas veces he hablado de mis vecinos. Mal. Que si ponen música de OT a tope, que si gritan… ese tipo de gente. Tampoco es que me relacione yo mucho, la verdad. Buenos días. Pues parece que va a llover. Hay que ver qué frío que hace. El clásico ¿a qué piso va? lo tengo que dejar fuera del repertorio, no tenemos ascensor.

Pero siempre hay excepciones. Como la de mi vecino de la puerta de al lado. No sé cómo habrá salido la conversación, pero le dijo a mi madre que tenía un montón de vinilos que ya no quería, y que no sabía qué hacer con ellos. Mi madre se acordó de que tiene un hijo raro que se acaba de comprar un tocadiscos.

Acabo de llegar de su casa. Y alucino. En colores. Creo que tengo encima de mi cama lo que estimo en un centenar de vinilos. Muchos de música clásica, creo que todo lo que conozco de oídas está ahí, y mucho más… incluyendo estuches con óperas y cosas así… también decenas de discos de jazz, auténticas joyas… ahora mismo esucho uno de Nina Simone, un vinilo francés comprado en Saint Germain-des-Prés, París. Alucinante.

Y muchas más cosas: Marilyn Monroe, Marlene Dietrich, Édith Piaf, West Side Story, Hair… todos de hace muchos, muchos años, la mayoría comprados en Londres… vamos, auténticas joyas.

Y sí, se lo he preguntado. Le he preguntado a mi vecino si de verdad se quería deshacer de todo esto. Me ha dicho que sí, que no tiene tocadiscos ya. No he insistido.

Seguiremos escuchando.

Nunca es tarde para la última ronda

Escuchando: Seven Drunken Nights (The Kilkenny Brothers)

La semana pasada vi la noticia en un telediario. Los pubs ingleses ya no están obligados a dejar de servir alcohol a partir de las once de la noche. Nativos profundamente borrachos aparecían en pantalla celebrándolo.

Las onces de la noche. La campana. Last orders. Se me fueron los recuerdos a aquel pub de Shepherd’s Bush, donde cayeron algunas pintas hace unos años. La campana y last orders. Y claro, acabé acordándome también de la película.

La vi hace ya un tiempo, pero me ha entrado el mono y necesitaba verla otra vez; he pasado hoy por el videoclub y la he vuelto a alquilar. Se llama así, Last Orders. Última ronda, o últimas voluntades, da igual. Una película que os recomiendo… muy sencilla, pero de esas que se quedan grabadas… (bueno, hoy literalmente, además…)

El protagonista es Michael Caine. Y se muere. No, no estoy destrozando la película a nadie, ese es el principio: se muere, y su último deseo es que sus cenizas sean esparcidas en una pueblecito de la costa. Sus amigos de toda la vida se reúnen donde siempre, en el pub de toda la vida, y desde allí emprenden un viaje con sus cenizas, de pub en pub, de pinta en pinta, emborrachándose a medida que van saliendo anécdotas, recuerdos, secretos, rencores, peleas, risas, amores, traiciones, deudas…

La vida es lo que tiene. Y una pinta nunca viene mal.

Hasta esa última ronda, seguiremos tomándonos siempre la penúltima. Nos vemos en los bares…

Sláinte!

Mi dvd tiene vértigo

Escuchando: Miracle drug – live (U2)

Ha caído en mis manos el nuevo dvd de U2, un concierto de su Vertigo Tour… No es exactamente el mismo show que pude disfrutar en Madrid, porque pertenece a la parte americana de su gira: cambia el montaje del escenario (no llevan la misma pantalla, por ejemplo, llevan algo parecido) y cambia también un poco el repertorio y su orden. Prefiero mil veces el vertiginoso inicio de Madrid al del concierto de este dvd.

En cualquier caso, para los que no lo experimentásteis en vivo, es una buena forma de comprender lo que fue aquel concierto. Y a los que estuvimos en algún espectáculo de la gira nos sirve para recordarlo, aunque no creo que se nos haya olvidado a ninguno.

Ahí aparecen también los momentos que lastraron un poco el concierto. El rollito de CoeXisT en el Sunday no me acabó de convencer. Y el momento teléfono móvil antes de One queda aún más fuera de lugar cuando se ve por la tele. Nada grave, son dos horas y veinte minutos de puro espectáculo, se les puede perdonar. A pesar de que no haya With or without you.

El vídeo está muy bien, con tomas muy cercanas y algunos ángulos bastante espectaculares. Lo que me ha decepcionado un poco es el sonido, eso sí: sólo suena muy bien, no espectacularmente bien. Y teniendo una pista de audio en DTS (que es lo más de lo más, ni Dolby ni gaitas) se podría haber aprovechado más la cosa…

Está bien, aunque puestos a quedarse con un dvd de U2, no elegiría éste. El de Boston suena mil veces mejor. Y el de Slane Castle, además de sonar mejor, tiene un repertorio sin desperdicio y con la sensibilidad a flor de piel (inmenso el One allí).

Y claro, nunca, nunca jamás conseguirán repetir una versión del Sunday Bloody Sunday como la del Rattle & Hum.

Voy a subir un poco más el volumen.

Seguiremos informando.

PD: Pocas bandas hay capaces de superar en espectáculo a U2. Pero las hay. Y están de gira. Madrid, Barcelona y Valladolid. Habrá que empezar a moverse.

La boca del lobo

Escuchando: Memory of water (Marillion)

Es curioso ver cómo a veces olvidamos episodios, detalles, recuerdos. Quizá sea más curioso aún descubrir cómo reaparecen, de cuando en cuando, como si hubiesen ocurrido ayer. Hacen click y te das cuenta de que siempre estuvieron allí.

A mí me ha pasado hace poco con una juguetería. Mi juguetería. Estaba al lado del cine de mi infancia, que hoy es una tienda de muebles. Y no era una tienda de juguetes enorme como las secciones de los grandes almacenes, como las de las películas. No. Era pequeña, y era la tienda de mis vecinos.

Para mí siempre fue un misterio. Eran unos señores muy educados, muy serios, demasiado. Y sin embargo, trabajaban en una juguetería; madrugaban, e iban allí: el sueño de todo niño, un lugar en el que es difícil imaginar a alguien con el semblante serio.

Era una juguetería especial, sí, porque era tan seria como mis vecinos. Uno no se encontraba a mano los alegres juegos que salían por la tele. No, los juguetes allí parecían taciturnos, perdían el brillo con el sol en el doble escaparate, o se aburrían dignamente tras estanterías de cristal que llegaban hasta el techo. Año tras año, los mismo juguetes, desconocidos, me miraban desde lo alto. Ellos buscaban un dueño que los tratase con respeto, y yo intentaba averiguar cuánto tiempo llevaban allí esperando. Soñaba con poder quedarme un día con ellos a solas, y abrir con precisión y cuidado de cirujano todas aquellas cajas con letras de colores descoloridos.

Claro que también estaba la escalera. Al fondo de la pequeña tienda, una escalera de hierro, de caracol, ascendía hasta el segundo piso, que nunca conocí. Para mí, siempre fue una estructura de complicados escalones que se perdía en las alturas, que desaparecía en un agujero negro como una boca. De lobo, por ejemplo. Mi vecino (él, siempre él) se dejaba engullir de vez en cuando por ella, y reaparecía con una bicicleta, con un futbolín, con una nave espacial; era el tesoro que guardaba aquel agujero tenebroso.

No sé si perdí antes el interés por aquellas cajas, o por la juguetería. Sí sé, aunque lo había olvidado, que mi vecino un día fue engullido por el agujero, y por sí mismo, y nunca más volvió a bajar los escalones de la boca del lobo. Se quedó allí, se rindió, balanceándose al extremo de una cuerda que debería haber sido un juguete.

Y lo había olvidado, hasta que hace unos días pasé por delante del local, ahora una agencia de viajes; el recuerdo hizo click y me vi reflejado en los escaparates. Hice sombra con las manos en la puerta, intentando vencer la oscuridad del interior, entrecerrando los ojos para distinguir la sombra de una escalera que ya no tiene la misma forma, ya no es tan grande, ya no es de caracol.

Pero sigue teniendo colmillos.

Es curioso ver cómo a veces olvidamos episodios, detalles, recuerdos.

Pues no sabía que se llamaba salamandra

Escuchando: Going places – live (Paul Weller)

Día agradable del de hoy, para variar. A pesar del pésimo tiempo, mañanita con excursión nevada, unas pocas (muy pocas) fotos, y reparadora comida. La sopa, que no falte.

Y por la tarde, relax absoluto en Liérganes, de donde casi nos han tenido que levantar con calzador. Ya de paso, hemos aprovechado la ocasión para concretar más detalles sobre lo que pasará el próximo sábado. Ya va estando todo matizado. Ya no queda nada. Y tengo muchas ganas.

En cinco días, ponemos rumbo a Cádiz.

Seguiremos informando.

Yo soy la ficha roja

Escuchando: Parchís, chis, chis (Parchís)

Necesito vuestra colaboración para que no se me tambalee la infancia.

A ver. Hoy nos comentaba Dordoka durante la comida que ayer estuvo jugando al Trivial. Bien. Una de las preguntas la interrogaba acerca de la puntuación que hay que conseguir con el dado, en el juego del parchís para sacar una ficha de casa.

¿Fácil, no? Un cinco. Claro.

Pues no. Error. Según el Trivial, la respuesta correcta es un seis.

¿Un seis? ¿cómo que un seis?

Eso no es lo peor. Una consulta entre la clientela del bar donde se desarrollaba la partida, al parecer, dio como resultado que mucha, mucha gente opinaba que efectivamente, hacía falta sacar un seis.

¿Nos estamos volviendo locos, o qué? Es un cinco, un cinco. Y me da igual que me hagan rimas fáciles. Cinco. Cin-co. 5. De toda la vida.

Así que ya tenemos la duda. ¿Es sólo en el parchís cántabro donde se juega con el cinco? ¿va por regiones? ¿hay diferentes escuelas? ¿cómo jugáis vosotros?

Yo, de toda la vida, he jugando sacando cincos. Y todas las personas con las que he jugado, lo han hecho igual.

Es más, incluso ellos (y debían de saber del tema) lo hacían así.

Dejo los comentarios abiertos al debate. Gracias.

Seguiremos informando.

Paso uno, cerrar los ojos

Escuchando: How to disappear completely (Radiohead)

Día de lluvia, de viento, de frío.

Uno de esos en los que me gusta quedarme en casa escuchando a la lluvia golpear en la repisa de la ventana.

Libros, revistas, discos, y alguna película.

Ahí afuera ya es navidad, aquí dentro sólo un día más. Un día, como decía mi abuela, de castañas y mesa camilla; de acurrucarse, y de imaginar cómo tiene que ser echar de menos lo que nunca se tuvo.

Seguiremos informando.