Tres años, ya

Teo

Cómo pasa el tiempo. Nuestro (ya no tan) pequeño Teo ha dejado de ser un bebé grande para convertirse en un niño que hoy cumple años, y éste último la verdad es que no se lo hemos puesto fácil. Después de dos años con papá y mamá, tocó enfrentarse al cole. Poco después, le destronaron en casa dos pequeñas criaturitas que poco a poco le van ganando espacio y tiempo. Hemos dejado atrás chupetes y pañales. En verano ha cambiado el colegio por un campus en otro centro con nuevos amigos y profesores. Y con tanto cambio, sigue alternando sus sonrisas radiantes con sus incansables pataletas, como corresponde a su edad.

Es una lástima que papá y mamá muchas veces no estemos a la altura. Están siendo meses absolutamente agotadores, compaginar a Teo con los dos mellizos es un agujero negro de energía y casi siempre estamos demasiado cansados para lidiar con la rabieta de turno. Además, a la fuerza intentamos hacerle mayor de lo que es, y cuesta aceptar que nos equivocamos riñéndole por no portarse como un adulto. Deberíamos ser nosotros un poco más niños, más a menudo. Pero el tiempo, las fuerzas y la paciencia no son infinitas, desgraciadamente.

Da igual. Nos desespera varias veces al día, pero nos lo comeríamos a besos otras tantas más. Tenemos un hijo que, aparte de guapo a rabiar, está como un roble, es divertido, alegre, cantarín, bailarín y muy charlatán. Es imposible aburrirse cuando está cerca, y sus ocurrencias darían para un libro. Promete además ser un perfecto hermano mayor, el papel que le ha tocado en nuestra pequeña casa de locos. Hoy toca celebrar sus tres años con nosotros. También los tres años que llevamos ejerciendo de padres, intentando hacerlo lo mejor posible mientras vemos cómo el tiempo pasa volando.

¡Muchas felicidades, Teo!