Ya sólo nos falta el bombero pirómano

Escuchando: Something’s wrong (K’s Choice)

Si seguimos con este ritmo, se nos agotará la capacidad de asombro y todo nos dará igual. Triste panorama. Es raro que Santander salte a la actualidad nacional, y cuando se da el caso suele deberse a alguna desgracia.

Hoy tenemos por aquí a la selección nacional (de fútbol) jugando contra Estados Unidos (de Norteamérica), y a la Patrulla Águila animando el cotarro (y gastando combustible en tiempos de crisis). Pero desafortunadamente, hemos proporcionado dos titulares más, noticias que dejan mal cuerpo y una sensación inequívoca de que algo va mal. Muy mal.

Un policía destinado a la unidad de atención a mujeres maltratadas (y presidente de la Asociación de Policía Local), condenado por agresión a su ex-pareja. Había oído rumores de esto (el culebrón judicial ha durado bastante tiempo), pero ahora hay sentencia firme, y todo el asunto ha salido a la luz. Espeluznante que energúmenos así vistan de uniforme y se paseen con un arma. Y peor aún: la sentencia le condena a 118 días de trabajos a la comunidad, y 90 euros. Uno va a terminar perdiendo toda esperanza en que la justicia haga honor a su nombre.

Más. Un médico residente de nuestro hospital apuñala gravemente a una compañera, que por suerte parece que se encuentra fuera de peligro. Actos incomprensibles. ¿Qué mierda tiene la gente en la cabeza?

Los policías atacan a quienes deberían defender, los médicos agreden a los que deberían sanar… Podrían parecer chistes, pero maldita la gracia. Algo se ha podrido en nuestra sociedad, nos guste o no reconocerlo.

Seguiremos informando.

La historia del becario de la redacción que luchaba, activamente, contra la inmigración

Escuchando: Making mistakes (Joseph Arthur)

A veces escribo aquí de forma atropellada, y rara es la vez que no se me escapa alguna errata. Afortunadamente, tengo una buena y eficaz correctora 😉

Claro, que esto es una página que escribo por gusto y por amor al arte, así que tampoco considero esos deslices como algo por lo que me tenga que flagelar. Otro gallo cantaría si hablásemos de una publicación de peso, con miles de lectores, y con ánimo de lucro añadido al de informar.

Lo de las erratas en los periódicos, sobre todo en las ediciones digitales, me hace pensar que nadie se relee lo que escribe. Algo relativamente grave, teniendo en cuenta que supuestamente son los profesionales del asunto.

En fin. En El Diario Montañés, nuestra prensa local, los ejemplos están a la orden del día. Y cuando se me escapan, algún amigo tiene a bien señalármelos. Al mediodía he recibido por correo un enlace y una captura de pantalla del diario de hoy, en el que se puede leer:

Nace la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género para luchar «activamente» contra la inmigración.

Con dos cojones; y cierra España. El lapsus me ha recordado una conversación oída al vuelo hace unas semanas en el autobús. Una manifestación de Amnistía Internacional estaba pasando por delante del urbano, y en algún asiento cercano alguien sentaba, además del trasero, cátedra:

– Estos de Amnistía Internacional, ¿qué es lo que hacen?

– Son los que están por la igualdad de la mujer, y tal.

Pues eso, que ya puestos a oír campanas sin saber muy bien dónde, sólo puede terminar estas líneas con:

OTAN NO. Bases fuera.

PD: Y todo esto no quita para que la cita de mañana sea muy recomendable. Seguro que sólo por Mario ya merece la pena.

El patio de su Caja es particular

Escuchando: And it rained all night (Thom Yorke)

Puede que no sea objetivo, y que estas líneas que vaya a escribir estén influenciadas por los hechos de que no practique el pádel, por un lado, y de que tenga cierta tirria (justificada, creo) a cierta entidad bancaria de la región. Pero al fin y al cabo, ésta es mi página: el Scattergories es mío y me lo llevo cuando quiero.

Los hechos: el viernes estaba por el centro y cuando fui a atravesar la Plaza de Velarde (o Porticada) no pude: me encontré con una mole de banderines, stands y anuncios rodeando un recinto que contenía una pista de pádel. Por lo visto, tenemos la suerte de contar con un campeonato con los mejores jugadores del mundo, en nuestra ciudad. Bien, estas cosas siempre dan prestigio y atraen gente. Supongo. Y Santander necesita gente con más prestigio, que se está llenando de melenudos que ni siquiera visten de marca :p

Ahora en serio: si se quieren traer estos saraos a la ciudad, me parece genial… pero, ¿es esa plaza el mejor sitio para montar algo así? Recuerdo que cuando se inauguró ese desértico cuadrado de la ciudad (me sigue pareciendo espantoso, los bancos son impracticables, y agradeceré al que me diga dónde hay una papelera) la idea era llenarlo de actividades para el disfrute de los ciudadanos.

Efectivamente, he visto que allí se han organizado espectaculos teatrales, y me ha parecido bien. Se instaló una pista de patinaje sobre hielo en Navidad, y aplaudí la idea. Si este verano podemos disfrutar allí de conciertos gratuitos al aire libre, seré el primero en alabar la idea (sobre todo si están enfocados a un público que no peine canas)

Ahora bien: nuestra ciudad tiene un Palacio de Exposiciones, un Palacio de Deportes (ambos inaugurados a bombo y platillo), tiene instalaciones deportivas municipales, clubs de pádel… ¿y tienen que instalar un mastodonte cerrado al público (entrada con invitación) pero abierto a las inclemencias del tiempo, en tan céntrica plaza? ¿Es esta la forma más inteligente de aprovechar esa plaza? ¿Así se pretende que se convierta una zona de disfrute? ¿para quién?

Será que soy malo y tendencioso, pero el hecho de que el principal patrocinador, nuestra Caja Cantabria -con banderines y logotipos empapelando el recinto montado- tenga su sede principal en esa plaza no me parece casual. ¿Piensa la Caja que la plaza es su patio privado, para montar allí sus fiestas?

Si es así, no me da pena que por falta de previsión, en ese patio particular haya pasado lo inevitable: que cuando llueve, se moja. Como los demás.

Seguiremos informando.

Todos en coche a comprar

Escuchando: No cars go (The Arcade Fire)

«Antes de tomar cualquier decisión sobre peatonalizar calles las autoridades municipales deberán oirnos y tenernos en cuenta. No queremos más calles peatonalizadas, porque se ha demostrado que, en la actualidad, una calle sin tráfico empobrece la vida ciudadana y el comercio.»

Se puede decir más alto, pero no más claro. El autor de tan controvertidas declaraciones es Javier Güezmes, presidente de la Agrupación de Comerciantes del Centro de Santander. Ayer, en este artículo de nuestro periódico (he resistido a duras penas la tentación de poner un diminutivo que rima con cucurucho) local se despachaba a gusto.

Creo que una afirmación tan desafortunada como «una calle sin tráfico empobrece la vida ciudadana» no se merece ni siquiera el esfuerzo de ponerse a rebatirla. Cae por su propio peso. Mírenlo: plof.

«Deben escucharnos. Nosotros somos los que sabemos qué hay que hacer y cómo debe hacerse, pero no nos toman en cuenta para ninguna decisión. Y lo que queremos es que potencien el centro con medidas adecuadas, sabiendo lo que se hace.»

No cabe duda de que es un digno representante de su agrupación. Para los que no lo sepan, el comercio en Santander siempre se ha distinguido por unos rasgos muy característicos: la antipatía, la prepotencia, la falta de educación. Con excepciones, por supuesto. Pero es indudable: los comerciantes (sobre todo los de toda la vida) te perdonan la vida si entras en su local, no se molestan en saludar, y te miran con desprecio si te atreves a abandonar sus dependencias sin comprar. Es triste, pero los santanderinos nos seguimos sorprendiendo gratamente cuando en otras ciudades los dependientes saludan, sonríen, o te dejan deambular por sus tiendas sin mayor problema. Tenemos falta de costumbre (insisto, con agradables excepciones, menos mal).

Dice Javier Güezmes que «el centro urbano sigue muy vivo y la prueba es que abren y cierran establecimientos continuamente«. Para mí eso más que un buen síntoma, es el indicio de que hay un problema (alquileres muy altos, etc.), pero si lo dice él, que es el profesional del sector…

«A los santanderinos y visitantes les gusta el centro de la capital de Cantabria, pero no hay que desertizarla impidiendo circular en coche. […] Deben establecerse tiendas, zonas de ocio y de estancia para el ciudadano, todo lo que les haga agradable ir hasta ellas«

Dicho de otra forma: hay que convertir el centro de la ciudad en un puto centro comercial, en el que haya que pagar hasta por descansar. ¿Calles peatonales? ¿Una ciudad con menos tráfico? ¿Carriles para bicicletas? ¿Dónde se ha visto eso? Bueno, quizás en el resto de las ciudades que miran hacia adelante en lugar de hurgar en modelos rancios y aburguesados. Parece que el señor presidente de esta Agrupación no ha paseado por las calles más comerciales de otras ciudades del país, por no hablar de esos países que dicen que hay por Europa (ni siquiera hace falta irse tan lejos, basta con ir a Torrelavega). Muchas de ellas son peatonales, y bullen de actividad, de compradores y de animación.

Aquí, visto lo visto, tendremos tráfico, ruido, contaminación, y tenderos contentos. Santander se dirige irremediablemente al futuro. Y qué pena da.

Seguiremos informando.

Mi banco (y cada día el de menos gente)

Escuchando: Money (Pink Floyd)

Hace unas semanas tuve que hacer, como todos los trimestres, mi declaración de IVA. Me tocaba pagar (da rabia, pero es buena señal, al fin y al cabo), así que me dispuse a seguir el proceso habitual, gracias a mi certificado digital: realizar el pago y presentar la declaración por Internet.

La primera en la frente: al intentar pagar, la página web de la Agencia Tributaria me dice que el banco ha generado el siguiente error: El segundo NIF no se corresponde con el titular de la cuenta.

Un error genial, sin duda: el número de cuenta y mi NIF estaban correctamente escritos, soy el único titular de esa cuenta… y sólo hay una casilla para meter un NIF, así que dudo que me haya equivocado en el segundo.

Intento usar sin éxito el chat de ayuda de Hacienda, así que mando sendos correos electrónicos contando mi problema: uno a la Agencia Tributaria, y el otro a mi banco… aunque sospechaba quién iba a tener la culpa.

Hacienda no me respondió al correo hasta una semana después, diez minutos antes de terminar el plazo de presentación de esa declaración. Como para una prisa. Por supuesto, lo único que me decían era que me pusiera en contacto con mi banco.

Mi banco, que es un banco online, tardó dos o tres días en contestarme.

«En atención al mismo [correo], le informamos de que la opción por la que nos consulta se encuentra deshabilitada en nuestra página web. Le pedimos disculpas por las molestias ocasionadas.«

Cojonudo. Desactivan la posibilidad de usar sus cuentas para el pago de impuestos, y no avisan a sus clientes. ¿Y si dejo la presentación de mi declaración para el último día? Cogí todo mi cabreo y lo redacté en forma de respuesta a su correo; al día siguiente me dijeron que…

«En primer lugar, queremos presentarle nuestras más sinceras disculpas por las molestias ocasionadas. Nuestro departamento de sistemas está trabajando día a día para dotar de mayor operatividad y funcionalidades a la web de Openbank, y esperamos que a lo largo de este año pueda apreciar dichos cambios.«

La página web de este banco ha cambiado recientemente. Pocas veces he visto un rediseño tan desastroso. Antes sólo era fea. Ahora, en Safari, directamente, no se puede usar. En el resto de navegadores es, directamente, una mierda difícil de utilizar. Han desaparecido funcionalidades, o las han escondido. Les ha dado por ponerse a enviar recibos en papel. Un auténtico desastre. Pero bueno, no pasa nada: sólo es un banco online, si tienen una página web que es una puta mierda tampoco es un problema tan grave. Además, están en ello, y a lo largo de este año lo irán arreglando. A su ritmo.

Por supuesto, me tuve que comer mi banca online y mi certificado digital: presenté mi declaración con dinero en efectivo, personándome en la oficina de un banco cualquiera.

Openbank en algún momento funcionó bien. Ahora no. Ni mucho menos. Su servicio es absolutamente vergonzoso. Se admiten sugerencias para un posible cambio de banco. Me interesa sobre todo que no me asen a comisiones a la hora de hacer transferencias, y que tengan oficinas físicas en Santander. Gracias.

Reflexión de luto

Escuchando: Rest In Peace (Stiltskin)

Ayer, cuando volvía a casa al mediodía, comentaba con un amigo que tenía ganas de que terminase de una vez el barullo de la campaña electoral. No podía imaginar que pocos minutos después, al encender el ordenador, me iba a enterar de que ya había finalizado, y de la peor manera posible. Triste desgracia es ésta que tenemos, una vez más, de ir a votar de luto.

Ninguna causa, por muy lícita que pudiere llegar a ser, puede pasar por encima del derecho a la vida. Los valientes del tiro por la espalda sobran en este país, sobran en esta sociedad, y espero que se pudran en la cárcel como los hijos de puta que son. Escoria.

Mañana es el día para -por favor- dejar a un lado discusiones absurdas, cifras, gráficos, debates, encuestas, reproches y mentiras. Un día para que, independientemente de nuestro ideario, nos acerquemos a votar. No hay abstención que valga: ante las pistolas, nuestra mejor arma debe ser una humilde papeleta. Así de sencillo.

Descanse en paz…

Hola, soy Coco y antes era un cuadrúpedo

Escuchando: Making mistakes (Joseph Arthur)

Siento estar tan monotemático últimamente, pero es que me lo ponen a huevo. Hoy vamos a aprender la diferencia entre izquierda y derecha. La derecha es la de la cuchara; y la del cuchillo. La izquierda es la del tenedor.

De derecha a izquierda, Salgado, Gorostiaga y Del Olmo. Con éste último se podría hacer un comentario jocoso acerca de la casualidad o intención de que esas nubes parezcan emitidas de su brillante (en algunos aspectos) cabeza. Pero me quedo mejor con esta frase de sus declaraciones:

Por su parte, el consejero de Industria recordó que hace cuatro años el PCTCAN era «un huerto, un letrero y un cuadrúpedo» y cuatro años después tiene una superficie de 237.000 metros cuadrados, con más de 110.000 construidos, y crecerá en otros 90.000.

Si el consejero dice que el Parque Científico y Tecnólogico de Cantabria hace cuatro años era un cuadrúpedo (¿un cuadrúpedo?), a pies juntillas nos lo creeremos. ¿Quienes somos nosotros para dudar de su siempre sapientísima palabra?

Seguiremos informando.

Historia del crítico que fue a ver un concierto en Santander y terminó en Barcelona

Escuchando: Meine Stadt (Emir Kusturica and the No Smoking Orchestra)

Dos pataletas sobre el concierto de ayer…

La primera: no haber podido hacer fotos libremente como esa persona que se paseaba cámara en mano por el escenario. Ahora sé por qué: las fotos han aparecido en la página web del grupo. Fantásticas. Envidia insana.

La segunda: leer la crónica del concierto que aparece hoy en El Diario Montañés. La transcribo a continuación…

El músico y cineasta serbio Emir Kusturica acompañado de la No Smoking Band actuó anoche en la Sala Argenta del Palacio de Festivales ante más de mil espectadores. La banda del doble ganador de la Palma de Oro de Cannes y del doble ganador del León de Oro de Venecia. En su gira española, que hoy concluye en Madrid, la interpretación enlatada del himno soviético ha sido preludio de sus noches musicales. Kusturica y los suyos entraron sin ningún ánimo bélico. ‘Unza unza time’ y un depurado ritmo de fanfarria gitana desquiciada a punto de descarrilar y trufada de acordes de guitarra punk provistos por el señor Kusturica. El cineasta anunció, en efecto, una noche punk. De ello se encargó, sobre todo, el líder oficioso de la banda, Dr. Nelle Karajic, que no se estaba quieto. ‘Fatal wounds’ y ‘When life was a miracle’, con la banda a todo trapo: vientos, acordeón y violín alimentando una maquinaria enloquecida, fiel practicante de ese subgénero conocido como nuevo primitivismo, que alumbró la Yugoslavia pos-Tito. Rock iconoclasta desde los Balcanes.

Lo primero que se me viene a la mente al leer el texto anterior es que el redactor no ha pasado en el concierto más que los cinco primeros minutos. Obviar en la crónica todo el jaleo que se montó después es como basar la crónica del partido de fútbol de ayer en el pitido inicial del árbitro. Patético.

Pero no acaba ahí la cosa. Las negritas que aparecen en el texto son mías. Gracias a un comentario en la noticia, de alguien llamado Isaac, se puede comparar la crónica con la publicada el 25 de enero en el Periódico de Cataluña. Las frases remarcadas arriba están calcadas literalmente. Demasiadas casualidades: incluso hay sentencias que han quedado sin mucho sentido tras el proceso de cortar y pegar. Vamos, que es posible que el redactor de El Diario Montañés ni siquiera se asomase por el Palacio de Festivales. Por favor, un poco de seriedad. ¿Este es el periódico más serio de nuestra región? Para perpetrar estas cagadas, mejor que dediquen el espacio a la desaparición del tomate o a algún tema similar por el que se vayan a preocupar.

Anoche me quedé hasta las dos de la mañana para escribir mi pequeña crónica, repasarla, y editar mi fotografía cutre; por amor al arte. Hay gente a la que le pagan por mucho menos.

Seguiremos informando.

Prohibiciones sobre hielo

Escuchando: Skating away on the thin ice of a new day (Jethro Tull)

Que digo yo:

Cuando una iniciativa de éste nuestro Ayuntamiento me agrade (pista de patinaje sobre hielo al aire libre en el centro de Santander), me parezca que sirva para dar ambientillo a la ciudad, y me disponga a inmortalizarla en una foto para reconocerlo públicamente en esta página, esperaré a que se me pasen las ganas.

Uno de los monitores ha venido a decirme (por mímica, no sé si en realidad era mudo, o le dio por ahí) que no podía usar la cámara. ¿En medio de la calle, en una plaza, y no puedo sacar fotos? La próxima vez les va a hacer promoción gratis su puta madre.

Seguiremos informando, si nos dejan.

Alfonso XIV

Escuchando: Miss Carrusel (Nacho Vegas)

La verdad es que el nuevo alcalde de esta ciudad, en general, me cae bien; o al menos, mucho mejor que el anterior. No era muy difícil. El actual se está apuntando tantos importantes, como por ejemplo haber sido capaz de renovar la iluminación navideña de nuestras calles. Por lo poco que he visto hoy, que se ha procedido a su encendido, es todo mucho más sobrio, más sencillo, y -lo más importante- con menor consumo: adios bombillas, hola diodos. Adornan, pero iluminan sólo discretamente. Así no se gasta dinero de forma inútil, y cuando pasan las fiestas no parece que se quede la ciudad a oscuras por el cambio. Y en la plaza del Ayuntamiento, nada de muñecos de nieve diabólicos, ni gordinflones de rojo por duplicado. Un elegante árbol de Navidad. Bravo.

Por supuesto, este Ayuntamiento tiene, taambién, aspectos criticables. Hace unos días se ha inaugurado la remodelación de una plaza y de su parking subterráneo. El aparcamiento fue objetivo de un atentado en 2002, y después de una larga espera y de unas obras más largas aún, hemos podido observar el resultado.

¿Veredicto? Otra plaza llena de cemento, con algun toque de verde (poco), y con intentos de ser moderno en un entorno que no lo pide tanto. La nueva plaza de Alfonso XII me ha dejado bastante frío; quizás lo más sorprendente sean esas placas llenas de agua que han repartido por el suelo. No sé si cuando esté terminado del todo (el parking no se abre hasta dentro de un par días) tendrán algún chorro que avise de su presencia. De momento, lo único que he visto ha sido unos molestos recuadros de agua en el suelo, que no sólo no adornan, sino que roban sitio a la plaza. Se pueden sumar a los bancos de la Plaza de Velarde en la lista de decoración inútil de la ciudad.

Y ya para otro día dejo lo de la nueva ubicación del Museo de Prehistoria, en los bajos del Mercado del Este. Lo que hay que ver.

Seguiremos informando.