¿Estamos locos o qué?

Escuchando: Poor cow (Peter Björn & John)

Reivindican un encierro para mujeres y sólo con vacas

Un grupo de mujeres ha lanzado una campaña en un portal universitario para «reivindicar» un encierro de vacas, en lugar de toros, y sólo para féminas en los Sanfermines de Pamplona.

«Las vacas también quieren correr» es el nombre de la campaña, propuesta en el portal universitario www.estudlin.net, para pedir un encierro por separado, en el que sólo puedan participar mujeres.

En las carreras de los Sanfermines, está permitida la participación de mujeres, pero éstas representan una minoría entre los miles de corredores que tratan de esquivar a los toros en el recorrido de ochocientos metros por las calles de la capital navarra.

«Un encierro para vacas pondría a Pamplona en la vanguardia de las fiestas tradicionales con igualdad total entre hombres y mujeres», se indica en el manifiesto.

La organización de los Sanfermines, que hoy llegaron a su ecuador con el cuarto encierro de las fiestas, no ha respondido a esta sugerencia.

Y por increíble que parezca, es una noticia real. Cosas veredes, amigo Sancho.

¿A quién le importa? [El cierre de la Filmoteca y otros mamoneos políticos]

Escuchando: Échale la culpa a Hill (Indigo)

Has sido tú. No, tú. Es tu culpa. Y tu más. Lo has roto. Ya estaba así cuando llegué. Se lo voy a decir a la seño. Ya no te ajunto.

¿Un patio de colegio? ¿Los Simpson? No, que va. Una discusión política cualquiera. Dos puntos por encima de lamentable, y uno por debajo de patético. Pero todo se andará.

En Santander ha cerrado la Filmoteca Regional, que depende del Gobierno de Cantabria. Y si ahora mismo sus puertas están cerradas es por decisión del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria. Todo este tiempo ha funcionado sin licencia. La Filmoteca, no el Tribunal, claro.

Estos días, si no me he perdido ningún episodio de tan bochornoso culebrón, se está a la espera de un permiso de obra para acometer las modificaciones pertinentes, y reabrir sus puertas, esta vez con licencia. A saber cuándo.

¿Cómo se ha llegado a una situación tan ridícula? Sencillo: seguiendo los criterios de lo políticamente correcto. Y en estos tiempos que corren, lo políticamente correcto es ciscarse en los muertos del oponente, usar cualquier asunto como arma arrojadiza, y sobre todo, lo más importante: pasarse por el arco del triunfo, vulgo cojones, la cultura, el interés por los ciudadanos y cualquier desviación filantrópica. Mucho mejor ser licántropo. Aú.

No creo exagerar. El Ayuntamiento de la ciudad (de un color) acusa a los responsables de la Filmoteca (del otro bando) de no tener licencia. Éstos a su vez contraatacan con el argumento de que fueron los primeros los que inauguraron las instalaciones así, fuera de la ley. Y tú más, y mi padre tiene un camión, y el mío es policía. Unos por otros, la casa sin barrer, y las escobas en alto cuales espadas láser. Fium, fium. Se lo pasan pipa. Sería hasta divertido, si no fuese porque no tiene ni puta gracia. La Filmoteca era de lo poco que teníamos en esta ciudad de lo que nos podíamos sentir orgullosos, y han conseguido su objetivo: cerrarla para pelearse a gusto. En lugar de poner un poco de voluntad por parte de todos para solucionar y agilizar el problema, se ha llegado hasta los tribunales y nos hemos quedado sin sala. Aplauso y ovación cerrada. Con representantes así, ¿quién necesita enemigos?

Puesto a señalar con el dedo, la Filmoteca tampoco se va a librar de algún comentario recriminatorio. Echo de menos la época en la que un ciclo duraba una semana, o un par de ellas, y se podía disfrutar en ellos de una cuidadísima selección de clásicos en versión original; o de un repaso al mejor cine independiente reciente. Pero en los últimos meses esa programación se había vuelto más caótica y agresiva. Ciclos fraccionados, clásicos y documentales convivían en forzada armonía con cuasi-estrenos de cartelera. Y como la sala está subvencionada, al igual que otro de los tres cines que quedan en la ciudad, resulta que el restante en discordia, el único que es loable iniciativa privada, ve cómo con dinero público se le representa delante de las narices una función de algo muy, muy, muy parecido a la competencia desleal.

Para los que se hayan perdido, resumen rápido: pocos cines, y se putean. Los que se pueden convertir en arma política, se usan como tal, y se consigue cerrar de esta guisa la Filmoteca de la ciudad.

En fin. Se trata de un ejemplo más en el que se pone la política por encima del sentido común, la confontación por mantenerse en el poder, o arrabatarlo, por encima del bienestar de los que han votado, y deberían botar. He dicho un ejemplo, pero no el último: la semana pasada se presentó el Santander Summer Festival, que se realiza gracias al apoyo (que podrá ser mayor o menor) del Ayuntamiento de la ciudad. Pocos días han pasado hasta que las juventudes del equipo colorao han emitido un curioso comunicado en el que se culpa, señalando con el dedín, al Ayuntamiento de no apoyar la iniciativa, de torpedearla, de ser culpables de su cambio de fechas, y casi casi del cambio climático.

Si en lugar de tanta acusación, se molestasen y perdiesen media hora en informarse antes de hablar por hablar, podrían entender algunas de las razones que han llevado al festival a una edición más reducida y retrasada. Podrían deja de tirar piedras y preocuparse de apoyar de alguna forma (y me refiero, sí, al vil metal) la iniciativa; así, como en Bilbao, quizás otros gallos con mayor caché nos cantaren.

Pero no. Bienvenidos a la política. Y tú más.

Un accidente esperando a ocurrir (II)

Escuchando: Who’s gonna ride your wild horses (U2)

Dos veces he pisado la playa este fin de semana, dos veces me he tenido que reubicar al encontrar la zona plagada de cristales. Restos de San Juan y sus excesos, calculo. En mi época, también se bebía en la playa. Pero ni se nos ocurría dejar las botellas, romperlas, o no recoger al levar anclas. Hoy en día parece que todo da igual, y miedo me da esa actitud.

Y ya que estoy en modo abuelo Cebolleta, sigo: este sábado me he mezclado, después de mucho tiempo, con el populacho de mi ciudad. Explícome: por las noches salgo menos que antes, y cuando lo hago paso de aguantar gilipolleces, voy a tiro hecho a sitios donde sé que me va a gustar la música, el ambiente, y la gente. La vida tiene un minutaje demasiado caro como para desperdiciarlo haciendo el tonto entre borregos.

Pues bien: el sábado, después de cerrar la playa con un partido de voley-ídem, decidimos apurar el calendario y acercarnos a uno de los locales adscritos a la quincena del pincho, que terminaba ese día. El mecanismo de esos quince días es exactamente el que parece: pinchos creativos, diferentes y baratos. Dicho y hecho. Con nuestras mejores pintas playeras nos dirigimos a plantar una pica en uno de los locales habituales para estos menesteres en Santander.

Y dejen que les cuente un secreto: mi ciudad está llena de gilipollas. Operación verano, y se nos llena el pueblo de una mezcla de lo peor de la fauna local con lo mejorcito del resto de la nación. Por algo nos llaman la playa de Madrid.

Y sí, he dicho gilipollas. Y niñatos. Porque los dos apelativos son perfectamente aplicables a tres imbéciles imberbes, subidos en un descapotable que dudo que hayan sudado para ganarse, con lo que alguna mente enferme podría llamar música atronando por los altavoces de su equipo hi-fi, oh yeah, y uno de ellos, el más embravecido, sentado no en, sino sobre el asiento trasero, sacando medio cuerpo por encima del de sus amigos, mientras buscaban aparcamiento a voz en hormonado grito. Patéticos. Pena que no se cayese y se abriese la cabeza. Sólo por el susto, ¿eh? Luego que le cosieran con hilo de Lacoste, y le curasen con alcohol destilado de un perfume de Armani.

O al menos que les pusieran una multa. Pero no, claro. En esta ciudad, si eres hijo de, o lo pareces, te libras. Y en eso estoy de acuerdo: eran hijos de.

Pues ese sólo es un ejemplo de una noche en el que nos encontramos más cochazos saltándose a la torera las líneas y las normas, y gente guapa, muy guapa, porque hay que lucirse, arregladísimos y monísimos todos, mirando siempre por encima de un hombro imaginario y vulgar.

Y nosotros, luciendo con estilo el desaliño, disfrutando de los pinchos, y hablando de política con posturas encontradas, pero sin sangre. Con sangría.

Seguiremos informando.

Regreso al futuro

Escuchando: Different names for the same thing (Death Cab For Cutie)

El futuro es como el presente, idéntico al pasado. Una vez más se demuestra que Santander es una ciudad de derechas, muy de derechas. Al menos una gran mayoría (absoluta) de sus ciudadanos. Y es curioso porque en el día a día también es fácil encontrarse con mucha gente crítica con nuestro ayuntamiento. Pero parece que a los descontentos les vence la pereza durante la jornada electoral de turno… aunque también puede influir la (evidente) falta de una alternativa seria.

En cualquier caso, los bandos los seguirán proclamando los del mismo ídem. Al menos, eso sí, se renueva el alcalde. Quizás la juventud del que se acaba de ganar el cargo aporte algo de frescura al panorama. Sinceramente, lo dudo, pero de ilusiones se vive.

Son, sin más, reflexiones post-electorales, en uno de esos días en los que resulta que todos han ganado: Nadie dijo que las matemáticas fuesen una ciencia exacta.

Seguiremos informando.

PD #1: Lo mejor de ayer, la reunión de amiguetes después de votar. Cervecitas, rabas, unas tapas, comilona y sobremesa delante de la televisión. Opiniones e ideologías dispares, en la misma cantidad que las bromas y las risas. Ay, si todo el mundo se lo tomase así…

PD #2: No me he recorrido la ciudad buscando los dos carteles más ridículos que pudiese encontrar. No. Las dos fotos que encabezan estas líneas corresponden a la esquina de mi calle. Cuando me lo ponen a huevo, cuesta resistirse.

Señor agente, señor agente…

Escuchando: De do do do de da da da (The Police)

Esta semana, entre los muchos detalles con los que nos ha agasajado nuestro otrora (futura, supongo) excelentísimo ayuntamiento, ha tenido especial relevancia la creación de la figura del Agente de Movilidad. Que es como un policía local, pero sin pistola, y un bolsillo de fácil acceso a la libreta de multas. Parece que aún con las ampliaciones de los aparcamientos de pago no da para cubrir gastos.

En cualquier caso, al César lo que es del César: los agentes de movilidad no están sólo para recaudar. Y a las pruebas me remito. Ahí tiene, al del circulito rojo, charlando tranquilamente con un amiguete, no sé si propietario de la moto o del coche rojo que le sirve de sustento. Es igual. Moto y coche, ambos, aparcados en una parada de taxis. Con dos cojones. Y un agente.

Seguiremos informando.

La habitación muy roja

Escuchando: Tened piedad del ex presidente (La Habitación Roja)

Tened piedad del ex-presidente
y de la prensa independiente.
Somos libres, buenos cristianos,
pero atados de pies y manos.

Tened piedad del ex-presidente,
que fue garante de Occidente.
Él todavía no ha asimilado
que su tiempo ya ha terminado.

Y mientras recuerda sus días de gloria
nos avergonzamos.
No sabe de historia, no tiene memoria,
pero está dispuesto….

A ayudar a los demás
en nombre de la libertad.
¡Qué gran final!

Y en el Teatro Nacional,
alguien algún día
lo representará.

Tened piedad del ex-presidente,
de su brillantez desbordante.
Qué puede importar lo que dice,
todos los gobernantes ¡MIENTEN!

Y mientras recuerda sus días de gloria
nos avergonzamos.
No sabe de historia, no tiene memoria
pero está dispuesto…

A ayudar a los demás,
en nombre de la libertad.
¡Qué gran final!

Nos sacará de ese rincón
donde la historia nos dejó.
¡Qué gran nación!

Familia poco numerosa

Escuchando: An investment in logistics (The Unfinished Sympathy)

Hasta ahora no había tenido la obligación de hacerla. Pero siempre hay una primera vez, y acabo de entregar mi Declaración de la Renta.

Para hacerla, he descargado el programa PADRE. He usado la versión para Windows. La versión para Mac se llama Su Puta MADRE, y no existe.

No ha salido ni tan mal. Aunque me he quedado con la impresión de que en este país, ser emprendedor consiste en estar en desventaja. Algo me dice que no debería ser así.

Seguiremos informando.

Queda inaugurado este simulacro de trozo de parque

Escuchando: I started something I couldn’t finish (The Smiths)

Ayer visité el nuevo Parque de Las Llamas, inaugurado el viernes en Santander. Me dan risa estas inauguraciones de pacotilla y cartón piedra. Y no me vengan con gaitas: he visto como trabajaban en el parque estas últimas semanas, para que todo estuviese listo. Ojalá en obras más importantes y necesarias se diesen tanta prisa. Lo que se abrió al público el viernes (en una inauguración que por estar en campaña electoral tiene un más que sospechoso tufillo a ilegal) no es más que una pequeña parte del parque, con mucho cemento, con zonas peligrosas para niños, otras poco accesibles, sin servicios de ningún tipo (ni cafetería, ni retretes, ni nada de nada), con las plantas por crecer, el cesped recién plantado…

No cabe duda de que, una vez terminado, será un lugar interesante. Seguramente. Y si cuando acabe la campaña siguen programando allí conciertos y juegos para los niños, será un parque -incluso- muy interesante. A día de hoy no parece más que el decorado de una película, en el que los de siempre se han hecho una colorida foto. Ridículo.

Seguiremos informando.

Cuán triste es tener razón

Escuchando: Trapos Sucios (Fito & Fitipaldis)

El paso de peatones que se olvidaron de pintar hoy se ha convertido definitiva y oficialmenten en sendas plazas de aparcamiento de pago. Da igual que los niños del colegio o los ancianos del asilo no puedan cruzar. La pela es la pela.

Y la foto es la foto: ya están inauguradas las escaleras mecánicas al aire libre en Santander. Somos lo más de lo más. De un moderno que ya quisieran muchas ciudades más grandes.

El viernes posaron para los flashes los gerifaltes de nuestro ayuntamiento.

El domingo, uno de los seis tramos de las escaleras había dejado de funcionar.

Hoy, dos de los seis tramos de las escaleras han dejado de funcionar.

En fin. Seguiremos informando.