Donde los jóvenes mueren antes de tiempo

Escuchando: Lejos de la gran ciudad (La Habitación Roja)

Leído ayer en El Diario Montañes:

«¿Quizá tenga más fuerza la opinión de una señora al que le molesta el ruido los sábados por la noche que las de cientos de jóvenes que salen a divertirse como en el resto de ciudades de España? ¿Quizá valga más una comunidad de vecinos del Sardinero que la opinión de gente que quiere divertirse en su semana grande al igual que lo hacen en Bilbao en su Aste Nagusia o en Pamplona en los San Fermines? ¿Tendrá algo que ver esa mentalidad cerrada de este chico es un poco ‘rarito’ porque viste así o se besa con alguien asá? ¿Hablamos de cultura destinada a los jóvenes o nos quedamos con los conciertos de El Consorcio en la Plaza Porticada?»

Se trata de un extracto de esta carta al director, sin desperdicio. No puedo estar más de acuerdo. En ocasiones, opiniones y voces jóvenes como ésta dan frescura al periódico. Otras veces demuestran que aunque no todo está perdido con la juventud de hoy en día, hay casos concretos en los que sí. Sin remedio. Ni siquiera un periódico de pueblo como el nuestro se merece una página como ésta. Flaco favor les hace. Otra vez.

En fin. Qué ciudad. Seguiremos informando.

PD: La foto es del Santander Summer Festival, de su primera edición.

Abrir la boca y despejar todas las dudas

Escuchando: Seriously Guys I Hate You (The Automatic)

Este es otro de esos casos por los que maldita la gracia que se nos conozca. Santander entró de lleno en la mierda de los programas de prensa marrón inmundo cuando la famosilla de turno se vino a vivir aquí, tras casarse con un mocetón del norte.

Ella es Carmen Martínez-Bordiu, famosa por ser la nieta de Franco y por… bueno, supongo que por nada más. Él es un tal José Campos, cántabro de pro. Los dos despiertan admiración doquiera que aparecen. Su boda en esta nuestra ciudad provocó oleadas de curiosos arremolinados en los aledaños del hotel del convite. Y esa manada de marujas desocupadas salió en la tele, y todo.

Siempre he tenido mi propia opinión sobre este tal Campos. Ahora, que ha sido leer una entrevista a su persona en el periódico local de ayer, y se me han confirmado todas las sospechas. Que juzgue cada cual.

En primer lugar, tiene su mérito quedar tan mal con tan pocas preguntas. Quizás sea culpa del redactor, que haya mezclado y tergiversado sus respuestas. No lo sé. Todo es posible. Lo que no se le puede negar al entrevistador es cierta dosis de cinismo y mala leche. Algunas de sus inocentes preguntas versan sobre su buena facha, sobre si acabará siendo duque de Franco, su régimen preferido, la estatua de Franco, si le gusta ponerse cara al sol

Pero sus respuestas… ¡ah, sus respuestas! Canela en rama, oiga. Primero afirma tener 41 años, dato del que no tengo por qué dudar. Unas preguntas después niega ser franquista, porque él no lo vivió. Hombre, no sé. Yo seguro que no. Pero con 41 años, algún recuerdo, aunque borroso, le quedará, ¿no?

Mi parte preferida es cuando dice ser apolítico. Pues que bien. Y coherente como el que más. Porque poco después afirma (y cito textualmente) que «estoy afiliado al PP, aunque no soy constructor ni voy pidiendo favores de terrenos a nadie«. Sic.

Otra perla es su apología de la incultura al afirmar haber leído sólo un libro en su vida, y que su mejor logro haya sido dejar los estudios.

Bien pensado, es lógico. Este jovenzuelo de la democracia, de 41 años, no necesita favores de ningún facha, ni hacer alarde de sapiencia. Eso sí, si leyese más, descubriría que el término braguetazo viene perfectamente explicado en el diccionario.

En fin. La viva imagen de todo lo que más detesto de mi ciudad.

13, Rue del Percebe, Santander

Escuchando: Into the groove (Superbus)

Imagino que en muchas ciudades estén igual. En casi todas. Llega la campaña electoral y todos, sean del color que sean, se ponen a remover tierra, a levantar calles, a plantar jardines. Las obras de cuatro años en un par de meses.

Así andamos en Santander y alrededores. Sólo que esta vez, además, los ejecutores de las remodelaciones parece que están siendo descuidados, acelerados, y despistados.

Asfaltan la carretera a toda prisa, dejando parches y apareciendo agujeros a los pocos días. Se olvidan de volver a pintar los pasos de peatones. No pasa nada, sólo hay un colegio a un lado y un asilo al otro. No sé cuantos cortes de luz llevamos en las últimas semanas, por cables que ofrecieron resistencia al movimiento obrero. Por idénticas razones he visto caer agua al más puro estilo fluvial por alguna que otra calle, con los consiguientes cortes en el suministro.

En otra localidad cercana, hasta se han atrevido con los conductos de gas, con espectáculo pirotécnico incluido. La traca, oiga. Pero tampoco hay que irse a lo dramático, a los accidentes, a lo espectacular. No. Lo mejor de todo siempre son los pequeños detalles.

Últimamente el servicio de transportes está reorganizando algunas líneas de autobús, y añadiendo otras. Falta hacía. El otro día, sorpresa, he descubierto que un autobús pasa por mi pequeña y secundaria calle… ¡incluso hace una parada!

Que alegría, que alboroto. A los pocos días descubrí que había crecido en la acera un poste, con su cartel explicativo, indicando el punto donde el pequeño autocar debía realizar sus paradas.

Al día siguiente el poste había desaparecido.

Un día más tarde, volvió a aparecer. Pero en la acera de enfrente. En el mismo lado que la puerta del autobús, esta vez.

Pues eso; los pequeños detalles.

Seguiremos informando.

Una manifestación de andar por casa

Escuchando: Our House (Madness)

El sábado, miles de jóvenes se manifestaron en ciudades de toda España. El objetivo: demandar soluciones al problema de la vivienda en este país. En Santander hubo manifestación, pero la verdad es que daba más lástima que otra cosa. Pero bueno, ahí estuvimos.

No deja de sorprender que todas las personas que conozco se quejen de cómo está el temita, pero luego sólo haya un puñado de gente dispuesta a manifestarse. Ochenta almas, según estimaciones que he leído (aunque me da a mí que están hechas al estilo COPE). Imagino que la gran mayoría de los jóvenes de esta aburguesada ciudad estaban ocupados inspeccionando que la asistenta les planchase bien el polo de Lacoste, para lucirlo por la noche en el bar de moda, escuchando reggaeton y con una copa de garrafonazo en la mano. Demasiado liados como para sumarse a un pequeño griterío en el que los zapatos náuticos iban a desentonar entre Doc Martens.

El fin de la manifestación fue de lo más simbólico. Obsérvese la imagen sobre estas líneas. Aparte de que la estatua que asoma allá por la izquierda, con cagarrutas de paloma, es la del generalísimo (minúsculas intencionadas), el manifiesto se leyó ahí, delante de esa gran carpa: Plan General de Ordenación Urbana de Santander. Participa en el futuro de tu ciudad. La carpa, simbólicamente, estaba cerrada. Lástima, finalizar ahí la manifestación habría sido el final perfecto.

Pero no se queda ahí la simbología. Esa carpa es tan grande que ocultaba a la manifestación del edificio del Ayuntamiento, y viceversa. El pueblo y su alcalde, separados por grandilocuencia pagada con dinero de todos. Sublime, y real como la ciudad misma.

Seguiremos informando.

La fiesta de Santo Tomás de Aquino

Escuchando: It’s a sin (Pet Shop Boys)

Carta al director publicada hoy en nuestro periodicuco local:

«Sr. director

El veintiocho de enero conmemora la Iglesia la festividad de Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor. ¿Se acuerdan de cuando en España teníamos un gobierno católico? Entonces los estudiantes lo celebrábamos con un día sin clase (Santo Tomás de Aquino, aquí no tenemos que venir mañana).

Hoy tenemos un gobierno de bolcheviques y masones, enemigos de la Iglesia pero no de la fiesta, que ahora se celebra por lo civil y se llama Día del Docente.»

Pues claro que sí, ¡tiene toda la razón del mundo! Es más, amigo y tolerante lector de la prensa, yo que trabajo en una las facultades de tan decadente institución, me voy a permitir hacerle unas confesiones que conseguirán que escalofríos constantes y repetidos recorran su espalda.

Y es que.. ahora a la Universidad acuden… ¡mujeres! ¡y con minifalda! ¿Habráse visto? ¿qué será lo próximo? ¿homosexuales? ¿el derecho a voto? ¿dónde vamos a ir a parar?

Hay que parar esto. Propongo que la asignatura de Religión sea obligatoria en el plan de estudios de todas las carreras. Y que empecemos el día recitando el Jesusito de mi vida.

Esto con Franco no pasaba.

PD: Hay que joderse.

No me puedo quejar

Escuchando: Money (Pink Floyd)

Ya terminé, por fin, mis trámites con las declaraciones de IVA del pasado año. Me han sobrado dos días, incluso. No me puedo quejar.

Para presentar la declaración del último trimestre, y poder pagar (por internet) lo que me correspondía, tuve que investigar por mi cuenta, bajarme otro certificado, acertar con el horario del banco… y aún así me seguía fallando.

Acabé probando el servicio de atención al cliente por chat, y para mi sorpresa, me funcionó. Me atendió una operadora muy amable, Paz, que repasó mi configuración (todo corrrecto), me pidió que borrase la caché del navegador, y eso pareció solucionar el problema. No sé si tuve suerte con ella, o el servicio es así siempre, pero desde luego fue muy eficaz.

Ya puestos, aproveché para preguntar si, como me temía, para presentar el resumen anual de IVA necesitaba obligatoriamente pasar por Windows. «Puede usted general el fichero desde el programa de ayuda, pero la presentación la debe hacer desde Windows«. Más claro, el agua.

Ese resumen anual, el formulario 390, ha sido otro calvario. Como declaración, es una estupidez. Es la suma de lo presentado en las declaraciones trimestrales, cuyos datos ya tiene Hacienda, y son accesibles usando mi certificado digital.

Pero no: hay que bajarse un programa de ayuda. Ni siquiera he encontrado el formulario para imprimirlo y entregarlo en mano. Ese programa de ayuda tiene versión para Mac (oh, cielos), aunque con pinta de que no la haya probado nadie después de programarla. Han conseguido algo que parece imposible: hacer un programa para Mac feo, y con una instalación sucia que deja ficheros por todas partes.

Con ese programa de ayuda e inspiración divina (todos mis datos acesibles vía mi certificado, pero lo tengo que rellenar todo a mano de nuevo en un programa de mierda) se rellena el formulario 390. Una de las casillas pide el epígrafe o código de la actividad que desarrollo como autónomo. Lo miro en los papeles que me hicieron en Hacienda en su día. 399/2. Meto el código, y aparece su descripción:

RELOJES DESPERTADORES

¿Pero qué coño relojes…? En fin. Buñuelesco. El funcionario que me dio de alta debía de estar distracto ese día. Creo que el fallo está sólo en mi copia, y después de pedir consejo (¡gracias, abogada!) y de algunas investigaciones (¿por qué no consta en ninguna otra parte lo que significa N.C.O.P.?) he descifrado lo que soy, aparte de un marginado por la Administración Pública.

Total, que efectivamente, pude generar mi 390. EL resultado fue un fichero en formato XML. Con ese fichero y mi certificado digital ya pude presentar mi declaración… en Windows eso sí. Comprobado. No hay otra forma.

He gastado más tiempo y esfuerzo en realizar los trámites por Internet, que acercándome a hacer cola en Hacienda. Y no sólo eso, sino que ha quedado demostrado que o uno es usuario de Windows, o es ciudadano y contribuyente de segunda. Un rarito. ¿Por qué pensar en soluciones fáciles y accesibles a todo el mundo, si se puede proponer engendros difíciles de usar, crípticos, y que dejen fuera a una minoría de usuarios? Claro que sí.

Iba a poner una reclamación, pero la página de defensa del contribuyente sólo funciona en Internet Explorer, como se puede comprobar en la figura 1. No me puedo quejar. Muy gráfico.

En resumen: la Administración electrónica, a día de hoy, apesta. Y seguro que nos ha salido por un pico. Pero no hay duda: es una puta mierda.

Seguiremos informando.

Ficción. Pom.

Escuchando: Love letters (Nick Cave)

Ayer volví a la Filmoteca, después de una temporada sin ir.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Estuve viendo Ficción, la nueva película de Cesc Gay. Vi En la ciudad, y me gustó mucho. Tenía ganas de ver su nuevo trabajo. Además, coincidió su estreno (alfombra roja y demás parafernalia) con mi última visita a la capital.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Me gustó. Una película con cuatro personajes y un par de secundarios. No hace falta más.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

De hecho, la historia, salvando las distancias, y la ambientación rural -preciosos paisajes- me recordó un poco a Lost in translation. Salvando las distancias, insisto.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Javier Cámara siempre acaba interpretando unos papeles de lo más peculiares. Me gusta.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Mención especial se merece la banda sonora, muy cuidada, con algún tema, incluso, de Nick Cave.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Aunque en realidad, las canciones sólo aparecían en momentos puntuales. Había también escenas muy intensas sin música de fondo.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

O casi. Me pregunto si para ensayar la música de las procesiones de Semana Santa (Bach, un popero a su lado, oiga) hace falta tanto empeño. Uno diría que no, pero bueno. Allá lo que hace cada uno con su tiempo. Ahora bien, que ensayen en el local anexo al cine, durante las proyecciones, jodiendo la película, eso ya es harina de otro costal.

No me hace falta imaginarme lo que pasaría si en lugar de la cofradía de la Merced ésta, fuese un músico de jazz ensayando. O un grupo de folk. O una ruidosa reunión de amigos. Sé exactamente quién estaría llamando a la policía.

Pero no. Como el local es una capilla, y los que le dan al puto bombo lo hacen por una buena causa, que no es otra que preparar la ambientación de los atascos con corte fúnebre y marcial que sufriremos en fechas próximas, entonces no importa. Es música celestial.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Seguiremos rutando.

Los cojones, en todos

Escuchando: You not me (Dream Theater)

Tuve una empresa, y aprendí a hacer declaraciones trimestrales de IVA. Era fácil. Ahora soy autónomo, y es más de lo mismo. Sólo que me he sacado un certificado digital, por la cosa de ahorrarme viajes. Además, que siendo teleco, hay que dar ejemplo. Ea.

La anterior declaración ya la hice con mi certificado. Claro, que fue desde el PC del trabajo, y no tuve que pagar. En este último trimestre de 2006 me toca apoquinar, y tengo de plazo hasta fin de mes para hacerlo. Y como a cabezota no me gana nadie, me he empeñado en realizar el pago y la declaración desde el Mac. Total, Hacienda somos todos, no sólo los usuarios de Microsoft, ¿no?

Bien. De momento, Hacienda 1 – Roberto 0. Me rindo. Hoy no he podido terminar ningún trámite. Mañana lo vuelvo a intentar. Aquí va un pequeño resumen de la batalla de hoy.

La página de la Agencia Tributaria parece una página seria, por fin, y no una página abandonada desde 1991, como hasta hace unos meses. Aunque, curiosamente, la antigua sigue estando accesible. Y a veces incluso hay enlaces que llevan al dominio .org, y falla. Muy divertido.

La página nueva es bonita, sin duda. Y el que la diseñó se podría haber leído algún libro de usabilidade. O haber tenido sentido común. Habría ayudado. No me considero especialmente torpe en estas cosas del Interné, y aún así no he conseguido encontrar nada a la primera. Una página tan bonita como incómoda de utilizar. Al menos parecen haber tenido en cuenta ciertos criterios de accesibilidad. Lo cual, suponiendo que habrá costado una millonada indecente, nunca está de más.

El certificado en mi Firefox parece que funciona. Puedo consultar declaraciones anteriores. Indago. encuentro el modelo 300, que es el que tengo que presentar. No hay un único formulario, sino varios dependiendo del resultado de la declaración: a compensar, a ingresar, etc. Desgraciadamente, me toca pagar, así que le doy a lo de ingresar.

Veo que en una de las casillas pone «cantidad ingresada», lo que me hace pensar que no estoy siguiendo el orden correcto. Después de muchas vueltas y ayuda de alguien que ha hecho ya estos trámites, descubro que hay que pagar antes, y después rellenar el 300. Vale.

Encuentro (no es fácil) el formulario para el pago. Hay una lista desplegable con entidades bancarias. Está la mía, genial. Meto mi número de cuenta. Compruebo todos los datos. Le doy a aceptar y firmar. Mi gozo en un pozo. Mensaje de error. Problemas con el certificado.

Investigo un poco por la página de Hacienda (sólo un poco, porque la palabra Microsoft en muchas frases relativas a los certificados me indica que no voy a sacar mucho en claro) y bastante más tirando de Google. Descubro que me tengo que descargar otro certificado, a nombre de la FNMT (los de la moneda y el timbre, vaya), e instalarlo en mi navegador. Las instrucciones para instalarlo son bien claras: en Internet Explorer bla bla bla bla bla bla, y en otros navegadores siga las instrucciones. Cojonudo. No lo consigo a la primera, pero parace que ya está todo. Certificados instalados, formularios localizados, vamos allá.

Compruebo de nuevo el formulario, todos los datos, lo miro todo dos veces. Todo correcto. Pulso el botón para aceptar y firmar. Parece que por fin intenta cargar algo, parece que lo he conseg…. ¡no!

Mensaje de error: el horario de mi banco es de 2 de la mañana a 11 de la noche. Está cerrado. Lo releo varias veces. Cerrado. Me pongo a imaginar por qué un banco cierra para realizar transacciones electrónicas. No consigo llegar a ninguna conclusión. Surrealista. Maldigo. Parece que esto del horario, me cuentan, lo avisan antes con un mensaje emergente al seleccionar el banco. No en mi caso. Será sólo para usuarios de Internet Explorer.

En resumen: mucho tiempo perdido para nada. Rellenando el formulario en papel y acercándome al banco lo habría solucionado mucho más rápido. O quizás si tuviese un ordenador como Dios manda, con su Windows y su Internet Explorer, en lugar de un Mac blanco de pijos, con su Firefox de alternativos, tendría menos problemas. O sea, tendría virus, y troyanos, y un dolor de cabeza cuando tuviese que formatear cada año, y tal. Pero al menos formaría parte de ese grupo de usuarios en el que piensa nuestra Administración Pública. Que no, no somos todos.

Para el próximo capítulo, el modelo 390: resumen anual de IVA. Que creo que hace falta pasar por un Windows, sí o sí. Intentaré evitarlo. No porque no tenga. Puedo arrancar un XP en mi Mac, y tengo además un PC en la mesa de al lado. Pero me niego a usarlos a no ser que sea estrictamente necesario. Y si lo acaba siendo, formularé la pertinente reclamación. ¿He dicho ya lo cabezota que soy?

En fin. Luego saldrá algún politicucho por la tele, y se le llenará la boca de frases grandilocuentes sobre la administración electrónica, y los servicios al ciudadano, y la sociedad de la información, y las nuevas tecnologías.

Y yo me cagaré en su puta madre. Y tan ancho que me quedaré, oiga.

Seguiremos informando.

Seis seis seis

Escuchando: 666 (Los Petersellers)

Tuvo violencia, mucha. ¿Escenas escatológicas? Sí, también. ¿Sacerdotes? Sí, uno y no salía muy bien parado. ¿Sexo? Sí, hetero y homosexual, entre otros. 666 fue un espectáculo agresivo, provocador y explícito, financiado por nuestro gobierno regional, representado en las dependencias de nuestra Universidad, e interpretado por la compañía propietaria del teatro Alfil de Madrid, donde Leo Bassi representa su Revelación.

Entonces… ¿dónde estaban los reaccionarios trasnochados? ¿Por qué esta vez las únicas aglomeraciones en la puerta fueron para entrar a disfrutar del espectáculo? ¿Es que a la parte más ultracatólica de nuestra ciudad no les habían pegado el chivatazo esta vez? ¿O sencillamente es que se trata de una parodia sobre un tema serio (la pena de muerte, en este caso), y que a través del humor llevado al absurdo pretende llamar a la reflexión?

Afortunadamente, no ha habido polémica, sólo la oportunidad de ver, gratis, un gran espectáculo, con un dominio de la expresión corporal, del escenario y del resto de la sala absolutamente encomiable. Digno de ver. Penes gigantes aparte.

Seguiremos informando.