Merci beaucoup, Pau

Escuchando: L’Aventurier (Indochine)

Indochine es una banda francesa con muchos años de carrera a la espalda. Sus últimos discos son soberbios, sus directos (al menos por lo que he visto por Internet y en algún dvd que me traje hace tiempo de tierras galas) espectaculares, y las probabilidades de verlos en España… muy remotas.

Parece mentira que las fronteras nos aíslen de esta forma de bandas enormes, ignorando músicas que tenemos a tan pocos kilómetros. No es el único caso, ahí están los lusos The Gift, práctica e injustamente desconocidos por estas tierras.

Volviendo a Indochine, acaban de editar disco (genial), y andan presentándolo en una gira por Francia, que tiene prácticamente todas las localidades vendidas. Por eso, fue toda una sorpresa que a través de un amigo consiguiese una invitación para su concierto en Pau, cortesía de los teloneros: Glow (que estuvieron por Santander hace un par de años).

El día señalado fue el pasado jueves. Excursión musical a Francia, ida y vuelta. Mereció la pena, vaya si lo hizo. Pau está cerca de la frontera, y se llega en poco más de tres horas. El concierto de los teloneros comenzaba a las 19:45, y para las siete de la tarde ya teníamos el coche aparcado frente al Palacio de los Deportes donde se celebraba el concierto.

La primera sorpresa: ya había cerca de 5000 personas haciendo cola. La segunda sorpresa: no se oía absolutamente nada, estos franceses no levantaban la voz ni lo más mínimo, y la fila estaba escrupulosamente formada, con una anchura no mayor de 3 personas. Igual que en España, vaya.

Un kebab después, conseguimos nuestras invitaciones, y a indicación del encargado de seguridad, tuvimos que dejar las cámaras en el coche. Ni grandes ni pequeñas: nada de cámaras. Bu.

El Palacio de los Deportes era un poco más pequeño que el de Santander, calculamos que había allí unas 6000 ó 7000 personas como mucho. Los teloneros comenzaron puntuales, y me gustaron más que en Santander (aquí fue en teatro, sentados, y en Pau estaban más en su salsa).

Con un poco de retraso, salieron a escena Indochine. Es inútil tratar de describir lo que fue aquello. Grabé algunos vídeos cutres con el móvil, que se pueden ver sobre estas líneas, de recuerdo. El montaje era realmente espectacular y lo iban desvelando poco a poco: un juego de luces precioso, una estética industrial muy conseguida, y cinco pantallas gigantes (tamaño cine) que envolvían el escenario, apareciendo y desapareciendo según la ocasión, y con unas proyecciones de quitar el hipo. Animaciones, pequeñas películas, vídeos grabados para la ocasión, y un hilo conductor: los dictadores, la guerra, los vencedores, los vencidos y su desolación. Grandioso.

Sumemos un sonido perfecto, unas canciones increíbles, y el lujo de verlos en su tierra, con todo el mundo entregado coreando las letras, y el resultado fue… inolvidable. Son una institución allí, y entre el público había bastantes familias. Por imaginarse un paralelismo, es como si en España Mecano o Radio Futura siguieran en activo, y publicando los mejores trabajos de su carrera. Padres e hijos compartirían gustos. Pues algo así ocurre con Indochine.

Puede que U2 les ganen en cuanto a espectáculo, pero… pocos más pueden acercarse al nivel de lo que ofrecen Indochine en directo. Definitivamente, uno de los mejores conciertos en los que he estado.

El viaje de vuelta, entre comentar la jugada, series, libros y músicas varias, se hizo muy ameno. Qué gran noche, sin duda… qué gran noche…

Seguiremos informando.

Sus cosas buenas

Escuchando: Big City Secret (Joseph Arthur)

Se puede criticar mucho la ciudad de Santander, con su mentalidad, sus lluvias, sus problemas y sus achaques. Pero.. ay, cuando después de una semana de otoño invernal aparece un día como el de ayer, es un auténtico lujo cambiar la sobremesa por un paseo en bici bordeando una de las bahías más bonitas del mundo, cargando las pilas en la playa, haciendo algunas fotos y volviendo a trabajar bien oxigenado, vitaminado y mineralizado.

Y por eso, pese a todo, nos gusta Santander. Ea.

Seguiremos informando.

PD: Lo de arriba es una panorámica construida a partir de 20 fotos. Para verla en grande, click.

Qué necesario es el rock & roll

Escuchando: Antes de que cuente diez (Fito & Fitipaldis)

Suerte que tenemos Palacio de Deportes en Santander: con la que está cayendo estos días, está bien poder disfrutar de los conciertos bajo techo. Esta noche toca ración de música en directo. El señor Adolfo Cabrales, más conocido como Fito, abre aquí su nueva gira.

Tiene disco nuevo bajo el brazo, se llama «Antes de que cuente diez«, pero suena a lo de siempre. Tras cuatro discos en los que no ha dejado de pegarnos estribillos, melodías y frases, parece que el filón comienza a agotarse: las nuevas canciones nos suenan ya en la primera escucha. No hay nada nuevo, los mismos trucos y los mismos sonidos (este hombre debe de tener desgastados los discos de Dire Straits), con otras frases quizás no tan brillantes.

Eso es lo malo: que este disco es más de lo mismo. Lo bueno es que lo que hace, lo hace muy bien, y musicalmente este hombre sigue estando por encima de la media (claro, que tal y como está el patio de la radiofórmula, se lo ponen fácil…)

De todas formas, esta noche Fito y sus Fitipaldis demostrarán por qué están donde están, por qué venden lo que venden, y por qué llenan sus conciertos (entradas agotadas de nuevo en Santander, y es de los pocos que lo consiguen). Puede que éste no sea su mejor disco, pero estoy seguro de que su directo será tan brillante como siempre. Fito lleva muchos años sobre un escenario, y eso se nota. Vaya si se nota. Si además se rodea de músicos de primera, la fiesta está asegurada. Por si fuera poco, esta vez el montaje promete ser espectacular: según la nota de prensa, «pantalla de leds principal en la trasera del escenario de 40 metros cuadrados fraccionada en tres partes y con movimiento, 12 pantallas de leds de 2 x 1 metros, colgadas de la estructura lateral del escenario, pantallas laterales de retroproyección de 25 metros cuadrados cada una«… ahí es nada, ya como los grandes.

Habrá teloneros, también: La Cabra Mecánica, que se están despidiendo de los escenarios. Hace ya un tiempo los vi en directo, fui sin muchas ilusiones y me sorprendieron gratamente. Fito en su nuevo disco hace una versión de un tema de Lichis y su gente: Todo a Cien (irreconocible, como ya pasara con Deltoya). A ver si hay suerte y vemos algún dueto sobre el escenario.

Esta noche tenemos concierto. Será el primero de la temporada otoñal, que promete, y mucho. Seguiremos informando.

PD: Iré sin cámara -grande-, así que las fotos chulas se las dejaré a otros 😉

Precio y calidad

Escuchando: Dolce Vita (Ryan Paris)

Hoy en día los críos visitan por primera vez un centro comercial desde su cochecito de bebé. Forma parte de su mundo. No siempre ha sido así. La gente de mi generación vimos -muchas veces sin comprender ni darnos cuenta- cómo las tiendas de pan y leche cerraban unas semanas para convertirse en autoservicios, cómo aparecían supermercados, cómo el tendero de siempre era un personaje cada más difícil de encontrar.

En nuestra infancia, las visitas a unos grandes almacenes eran todo un acontecimiento. Laínz, Ribalaygua y SImago fueron los clásicos del centro santanderino. Una excursión al Corte Inglés de Bilbao era ya como irse de vacaciones por un día.

En aquellos años 80 que con tanto cariño recordamos muchos fue cuando aparecieron los primeros centros comerciales tal y como los conocemos hoy. En Santander abrieron un PRYCA y se revolucionó la ciudad. ¡Allí había de todo! ¡Era enorme! ¡Y se iba en coche! Aquellos primeros carros que se llenaban y luego se cargaban entre toda la familia en el Seat 131 sabían a futuro.

Hoy llegar a cualquier ciudad siempre es igual: uno se encuentra con un Carrefour a las afueras, y sabe que ya está a tiro de transporte urbano del centro. Estamos acostumbrados a comprar en grandes superficies, cansados de hacerlo muchas veces. Demasiadas ofertas, demasiado ruido, demasiadas prisas, demasiada gente. Por eso, cuando el otro día un amigo me envió el enlace al vídeo que encabeza estas líneas, me serví cuarto y mitad de nostalgia.

Seguiremos informando.

Vinieron a tocar un rocanrol en la plaza del pueblo

Escuchando: Rock and roll en la plaza del pueblo (Tequila)

La remodelación de la Plaza del Ayuntamiento de Santander ha terminado, por fin. No sé quién es el que se encarga de planificar las obras en esta ciudad, pero lo de tener toda la plaza levantada e intransitable en los meses de verano ha sido digno de colleja talla XXL. El pasado fin de semana, y cuatro meses más tarde de lo que había dicho el alcalde allá por principios de verano, se ha inaugurado oficialmente.

Ha sido una obra bastante controvertida, aunque el resultado final es mejor de lo que esperaba. Ha quedado más amplia, y en estos días de buen tiempo otoñal está siempre animada. Para ganar amplitud, eso sí, no sólo han quitado la estatua del dictador: también ha desaparecido la farola de las Cuatro Estaciones, punto emblemático de la antigua plaza. Una lástima. No es lo único que me atrevo a criticar: las entradas, ascensores, y demás adminículos del parking subterráneo son enormes (parece que la legislación actual obliga), feos y entorpecen un poco la visión del Ayuntamiento desde enfrente. Y aunque a nuestro regidor se le hinche el pecho al afirmar que la marquesina de autobús la ha diseñado Norman Foster, hay que decirlo todo: o Foster es muy alto, o no ha probado a sentarse en ella. La genialidad está en conjugar comodidad y diseño. O al menos utilidad y diseño. Mejor no pensar en cuánto nos hemos podido gastar en la tontería.

También hay que decir algo de la fiesta de inauguración, claro está. Me la perdí, como otros muchos, a causa de la pereza y de la lluvia. De todas formas, el plan no era especialmente atractivo. Hemos tenido un final de verano en el que los espectáculos y actividades culturales han conseguido que nos creamos un poco eso de la candidatura a la Capital Europea de la Cultura en 2016. Desgraciadamente, los responsables de programar eventos con tanto tino debían de estar mirando para otro lado cuando se gestó esta inauguración: El Pulpo y la Bogus Band, una banda de Zaragoza que se dedica a -cito textualmente- «em>renovar grandes éxitos del Pop y del Rock«. Vamos, que montaron una verbena de pueblo.

Como digo, el plan no me resultaba especialmente atractivo, pero lo que más me ha jodido es que el Ayuntamiento se moleste en traer a una banda de Zaragoza que no aporta más que un refrito de las canciones de siempre. Si pagamos y traemos a alguien de fuera, que sea por algo. Y si no, hay músicos y grupos en nuestra región que lo hacen igual de bien o mejor, y con más cariño. Esto último igual ya no tanto, porque yo me sentiría un poco insultado por el agravio.

Es un ejemplo más de un Ayuntamiento que está moviendo muchas cosas (bienvenido sea) pero que cada vez deja más patente una sensación de hacer por hacer, de falta de planificación y de sentido común. La plaza del Ayuntamiento está terminada, pero seguimos con media ciudad levantada, gracias a ese concurso de búsqueda del tesoro llamado Plan E. Todo el centro es un barrizal, pero como hay que ejecutar antes de fin de año, no hay más remedio. ¿Planificación? ¡Bah, eso es de nenazas!

Lo peor no es tener tantas calles con obras. Lo que me asusta es que se vayan terminando y no haya rastro de sensatez. Grandes calles peatonalizadas, plazas de aparcamiento evaporadas, y ni rastro de carriles-bici ni de nuevas estaciones de préstamos. Los trabajos no dejan circular, cuando terminan no hay donde aparcar, los vecinos no saben qué hacer con sus coches, y las bicicletas sólo sirven para bordear la playa. ¿Para esto tenemos una concejalía de movilidad sostenible? ¿Alguien me lo puede explicar?

En fin. Seguiremos informando desde la ciudad del puedo y no quiero.

Lo que pasa es que me gusta pasear

Escuchando: Mirando al cielo (Fito y Fitipaldis)

Aunque tenga esto un poco abandonado, sigo por aquí, no me he perdido. Llevo unas semanas ajetreadas entre ideas girando en la cabeza, trabajo, carteles, reorganizaciones, reuniones, algún que otro achaque y paseos mirando al cielo.

El resto del tiempo, libre, lo he pasado combatiendo los primeros fríos con buena compañía, manta y sofá, intentando averiguar cómo Ted conoció a la madre de sus hijos. Que todavía no lo tengo muy claro.

Seguiremos informando.

El camino sigue

Escuchando: First day of my life (Bright Eyes)

Veo la previsión del tiempo: lluvia y más lluvia. No me importa; hace exactamente tres años teníamos un día de perros y donde mejor se estaba era en casa. En la suya, en concreto, que ahora es la nuestra.

Tres años, y podría soplar velas con la misma ilusión que un niño de la misma edad. Y esto… esto es sólo el principio.

Si el camino sigue, y esta nave va,
¿qué mas da?

Seguiremos disfrutando.

¿Y para beber?

Escuchando: Deborah Carne (White Rose Movement)

Albóndigas. La fotografía no tiene trucos, en Bilbao cenar una hamburguesa puede ser una tarea titánica. Con la mitad de ésta me di por satisfecho. Y eso que no era la más grande del menú. Estaba bien rica, eso sí.

Ahora que ya he dejado hecha la digestión, seguiremos informando.