El libro digital, y tal

Escuchando: Faking the books (Lali Puna)

Por todas partes se habla de él. Nos lo quieren vender como el regalo perfecto y original para estas navidades. Es el futuro. El año que viene, pasar páginas de papel en un libro será algo muy de 2009, del pasado. Ha llegado el libro digital.

Hace tiempo que los libros digitales andan merodeando el mundo de la electrónica y asustando a libreros y editores. Ahora, parece, han saltado a la primera plana de la actualidad. Pero… ¿qué es un libro electónico, exactamente? ¿cómo funcionan? ¿tienen futuro? ¿merece la pena comprar uno ya? No voy a desvelar las respuestas a todas estas preguntas porque, básicamente, no las tengo. Pero como tecnófilo reconocido, dedicaré unas líneas a expresar mi opinión sobre un cacharro que, nos guste o no, dará mucho que hablar y otro tanto que leer.

A escasos centímetros de la base de carga de mi iPod tengo un tocadiscos y un montón de vinilos. Con esto quiero dejar claro que soy una persona que intenta estar tecnológicamente a la última (o a la penúltima, que estos vicios son muy caros) pero a la vez muy apegado a algunas viejas tradiciones. Con los libros tengo la misma sensación: la versión electrónica me atrae, pero espero no perder nunca el placer de pasar páginas en un libro de papel, con su tacto y olor inconfundibles.

Y es que, dejando a un lado cuestiones lógicas y prácticas, los que hemos crecido con un libro en las manos, y escuchando música en discos de vinilo, seguiremos siempre apegados a esas costumbres, por nostalgia, por recuerdos, por fetichismo o por lo que sea. Me consta que en el caso de los libros, no soy el único que piensa así, y la panda de nostálgicos es más bien una legión.

Sin embargo, eso no puede impedir que demos la espalda totalmente al futuro, y el futuro pasa por el libro digital, como el de la música ha pasado por los reproductores portátiles, los ordenadores, y el formato MP3.

¿Qué es un libro digital? Básicamente se trata de un ordenador muy sencillo, del tamaño aproximado de un libro, con un peso similar, y dotado de una pantalla en la que podemos leer los textos que almacenemos en él. Es esta pantalla la que guarda el secreto de los libros digitales. No es una pantalla de ordenador o de móvil como las que estamos acostumbrados a utilizar. Se trata de una pantalla con tinta electrónica: una tecnología que permite reperesentar las páginas de los libros de forma similar al papel, sin causar cansancio a la vista (como ocurre tras una lectura prolongada usando una pantalla de ordenador) y con un consumo energético mínimo (la imagen queda representada de una manera fija, y sólo se requiere energía para cambiarla por otra).

Por tanto, los libros electrónicos tienen un tamaño y peso similares a los de los libros de papel, son capaces de almacenar mucha más información (al fin y al cabo, hablamos de texto, básicamente), no cansan la vista, y como consumen poca energía, su batería suele durar semanas enteras, o meses. La pantalla no tiene luz, por lo que se comporta de forma similar al papel. Podemos, además, añadir marcadores, anotaciones, aumentar el tamaño de la tipografía, etc. Suelen disponer de algún tipo de conexión inalámbrica (Wifi ó 3G, básicamente) para comprar o descargarse nuevos títulos, además de poder conectarlos al ordenador o ampliar su espacio de almacenamiento mediante tarjetas de memoria.

Suena bien, ¿no? No todo es tan bonito. Como en toda tecnología recién llegada al mercado, los primeros modelos son sencillos y tienen un precio muy elevado. Así, lo que podemos encontrar en nuestras tiendas ahora mismo son modelos con pantallas relativamente pequeñas (unas 6 pulgadas, como un libro de bolsillo), sin color (como mucho, unos pocos niveles de gris), y con unos precios que pocas veces bajan de los 250 ó 300 € (las pantallas utilizan tecnología patentada de un único fabricante, de ahí que sea complicado rebajar los costes). Además, las páginas tardan un poco en actualizarse (nada de ver vídeos o navegar por Internet con ellos) y su manejo resulta aún rudimentario, ya que las pantallas no suelen ser táctiles, y los botones poco intuitivos (salvo excepciones: Nook, el modelo que comienza a vender ahora la librería Barnes & Noble tiene una segunda pantalla, normal, a color, táctil, para ayudar con los menús y la navegación)

Es importante no olvidar que este libro digital sólo es el soporte, necesitaremos llenarlo de contenidos. Podremos llevar encima decenas o cientos de libros, pero… ¿de dónde los sacamos? La industria editorial se enfrenta al mismo problema que ha sufrido la musical: formatos, digitalización de contenidos, distribución, protecciones contra copia, piratería…

Está claro que un aparato así, sin contenidos, sin libros con los que alimentarlo no sirve para nada. Parece que el modelo que se está imponiendo (en EE.UU., que nos llevan ventaja en el tema) consiste en asociar cada modelo a una tienda electrónica. Algo parecido a lo que ocurre con un iPod y la tienda de iTunes. Aparte de eso, existen muchos libros en Internet, tanto legales como ilegales. Éstos últimos se pueden encontrar (principalmente en inglés) siguiendo los cauces habituales. Los libros legales son básicamente obras con más de 100 años que ya no tienen derechos de autos. Los clásicos, sí.

Hay que tener cuidado con los formatos de estas ediciones electrónicas. Los libros electrónicos suelen leer formatos coumnes (PDF, Word, texto plano), pero existen formatos específicos para este tipo de publicaciones (EPUB, por ejemplo), y otros asociados a modelos concretos (por ejemplo, el Kindle de Amazon usa el formato AZW). Un formato propiertario como el de Amazon nos permitirá comprar libros en su tienda, pero no leer esos libros en modelos de otras marcas, ni cargar ficheros en formato EPUB. Como siempre, ojo con atarse a un modelo y a una marca.

No olvidemos que no sólo se leen novelas o ensayos. Los libros electrónicos parecen el destino ideal de la prensa escrita. Por las mañanas nos podríamos descargar el periódico del día, y leerlo cómodamente en nuestro libro electrónico. Hace unos meses leí que a un periódico le podía resultar mas rentable regalar un lector electrónico a sus suscriptores, que tener que imprimir y enviar el diario en papel a sus casas. Si se piensa bien, tiene sentido. Las revistas podrían tener la misma oportunidad, pero en este caso las pantallas monocromáticas suponen un escollo. No me imagino mi National Geographic sin colores, por ejemplo. Y de leer cómics, ni hablemos.

Otro aspecto interesante es el de los préstamos. Algunos modelos contemplan la posibilidad de prestar un título a otro usuario de libro electrónico. Aquí el tema se puede poner bizarro, ya que hay casos en los que se imita tanto el modelo tradicional, que se llegan a situaciones absurdas: por ejemplo, prestar un título digital a un amigo, y que se borre de nuestro lector hasta que nos lo devuelva. Una forma curiosa de entender el progreso, sin duda. Más interesante resulta pensar en la futura evolución de las bibliotecas. Podríamos conseguir el préstamos de un libro sin salir de casa, y descargarlo directamente a nuestro lector electrónico. Y lo que es mejor, 15 días después el libro se «devolvería solo«, al borrarse de nuestro equipo. Además (si no hay trabas legales de por medio), las bibliotecas nunca se quedarían sin ejemplares por estar prestados. Si se suben al carro a tiempo, y lo hacen con dos dedos de frente, nuestras bibliotecas pueden ganar muchos usuarios.

Con este panorama, ¿merece la pena la inversión? Las ventajas son innegables. Aunque parece poco práctico llevar siempre encima una biblioteca de cientos de volúmenes, para un viaje llevar 3 ó 4 libros no es tan descabellado. Por otro lado, podríamos leer en inglés, por ejemplo, y tener siempre a mano un diccionario en el que consultar dudas. O llevar encima algunos manuales técnicos que nos puedan venir bien en nuestro trabajo diario. Y por supuesto,para descansar, podríamos ojear (que no hojear) la prensa diaria. Todo ello sin cansarnos la vista, y recargando la batería una vez al mes, como mucho. No está mal.

Sin embargo, también tiene sus inconvenientes. Como todo aparato recién llegado al mercado, es muy novedoso pero le queda mucho camino por recorrer. Ya existen prototipos con pantalla a color, pero no llegarán al mercado hasta finales del año próximo, y a precios (supongo) prohibitivos. Para leer algunos títulos (o el periódico) los modelos actuales pueden resultar pequeños. Las pantallas táctiles también supondrán una gran ventaja, al permitirnos anotar, subrayar, y desplazarnos por los menús de forma más sencilla. Por no hablar de que se acabrá imponiendo el gesto de «pasar página» realizado con el dedo sobre la pantalla, para avanzar en la lectura. Seguro, será un guiño al pasado. Otro inconveniente: un lector digital es un juguete tecnológico, hoy en día, caro. Habrá que cuidarlo, y será más goloso para los amigos de lo ajeno. Y no es lo mismo perder un libro de bolsillo, que un lector de 300 €. Por último, hay que analizar bien lo que ofrece el mercado, no sólo en cuanto a lectores, sino también en cuanto a títulos editados.

En España, actualmente, la oferta literaria digital es escasa y desorganizada. Las editoriales y las librerías se tienen que poner las pilas para que los ediciones digitales sean una alternativa al papel. Para ello, la distribución y los planes de precios serán vitales. Veremos a ver cómo avanza todo esto. De momento, los que peor lo pueden pasar son los pequeños libreros, que tendrán que intentar subsistir con los clientes nostálgicos, u ofrecer una venta de ediciones digitales eficaz, personalizada y asequible. Que se fijen en las tiendas de discos, y en lo que pasa cuando un negocio ignora un cambio hasta que resulta demasiado tarde.

El libro digital se va a imponer, y dentro de unos años será tan común como los lectores de MP3. Yo creo que va a ser así. Ahora. ¿conviene comprarse uno ya, y unirse a la moda? Pues depende. Si tenemos que pasar dos horas al día en transporte público, y nos interesa tener a mano siempre varios volúmenes… sí, ¿por qué no? La inversión puede ser rentable.

Si lo que sentimos por los libros electrónicos es más curiosidad que necesidad, la lógica ahora mismo dicta esperar a que estos primeros modelos básicos evolucionen. Los que compraron las primeras televisiones planas gastaron un auténtico dineral en aparatos que hoy palidecen en características frente a los actuales, con un precio 10 veces menor. Con los lectores de libros electrónicos pasará lo mismo. Ahora mismo son caros para lo que ofrecen, pero cuando se extiendan más, la tecnología avance y se conviertan en un objeto de consumo habitual, los precios bajarán y la mayoría acabaremos dando el salto.

Al fin y al cabo, con una quinta parte de lo que vale uno de estos lectores podemos comprar hoy mismo unos cuantos libros de los de siempre, en papel, y cuando los terminemos de leer ya veremos cómo anda el patio.

Seguiremos informando.

PD: El libro digital «analógico» de las fotos es Microsiervos, de Douglas Coupland, para los curiosos.