Cuento sin principio #1

Escuchando: Ashes everywhere (Joseph Arthur)

Intentando compensar con ceremonia el abatimiento, recogió del suelo el despertador, mudo, silencioso, una brújula detenida a las doce y media. Lo enterró en lana invernal, cerró su maleta, y se dejó caer en una cama de hotel demasiado grande.

Las odiosas comparaciones

Escuchando: Iron Flower (K’s Choice)

Lo mejor de que siempre me llamen cuando alguien se quiere comprar una
cámara digital, es que puedo juguetear un rato con ellas. Y estos días lo puedo hacer co n un futuro regalo navideño, una maravillosa Canon Ixus 40, recién salidita al mercado. Si la gama Ixus siempre ha destacado por mimar el diseño y los detalles, en esta ocasión se merecen aplauso y ovación cerrada. Tan pequeña que se me pierde en la mano, ultra-delgada, con una enorme pantalla, un zoom óptico de 3 aumentos y una buena colección de ajustes personalizables a pesar de ser completamente automática, es para quitarse el sombrero ante el logro de meter tanto en tan poco espacio. Preciosa.

Ya que la tenía por casa, he aprovechado para hacer retratos de familia, y he tirado algunas fotos a mi evolución fotográfica, mis tessssoros. De izquierda a derecha, y por orden cronológico:

Kodak DX3500. Agosto de 2001, mi primera cámara digital. Miles de fotos tirada con ella, aunque con poca luz no puede hacer mucho, y se le empiezan a notar los años. Sigue siendo la cámara oficial de las cenas v-pineras, y el resto del tiempo, la cámara de mi hermana.

Canon G3. Julio de 2003. Una joya de la que no me quiero desprender. Un poco grande, pero lo compensa con creces. Una de las mejores cámaras compactas que han salido al mercado. Grandes fotos han salido de ella, y ha cubierto también unas cuantas bodas 😉

Nikon D70 + Nikkor 18-70DX. Noviembre de 2004. Fuerza bruta. En proceso de aprender a controlarla (¡y no me queda poco!), me empieza a dar las primeras alegrías. Un salto enorme frente a las cámaras anteriores.

En fin. A otros les da por coleccionar trenes. Seguiremos informando.

Cierro la puerta, cierro mi cabeza

Escuchando: Butterflies instead (K’s Choice)

Esa mañana me he dormido. 2 horas y 16 minutos, exactamente. Catástrofe, me he levantado de un salto. Odio que me pase, aunque no tenga ningun sitio al que llegar tarde, odio desperdiciar el tiempo.

Desde poco después de tan precipitado comienzo del día, hasta ahora, he estado escuchando música del mismo grupo: K’s Choice; son belgas, son dos hermanos, se acaban de separar musicalmente, lo han hecho con un recopilatorio, y yo he acabado escuchando hoy toda su discografía: cuatro discos, de los cuales el último es sencillamente bueno, y los otros tres son, para mí, una auténtica maravilla. Discos de esos en los que cualquier canción puede ser tu canción preferida.

Paseando por sus momentos más intimistas, por sus temas más comerciales y radiofónicos, sin olvidar sus ataques de rabia guitarrera, me he dado cuenta de que me sé sus canciones de memoria, que muchas de ellas, con su letra sencilla y directa, se han convertido en parte de mi universo particular (como por ejemplo, el número de segundos que tardo en echar irremediablemente de menos a alguien)

Esta tarde en el trabajo, cuando el visitante alemán se ha ido pronto a comprar souvenirs (¿qué recuerdo se lleva uno de Santander?) y me he quedado sólo, no había cerrado la puerta cuando yo ya tenía K’s Choice a tope, y me he pasado el resto de la jornada canturreando (sí, canto cuando estoy solo) mientras terminaba lo que me había propuesto para hoy, sobrándome incluso un poco de tiempo para hacer el mamón con la cámara y la luz del ratón…

A veces me aburro mucho, sí.

…nueve y diez, ¡ya!

Escuchando: Hide (K)

Hoy, en mi habitual paseo nocturno de vuelta a casa, he visto a un hombre de no muy tranquilizador aspecto, escondido en un portal, pero asomando toda la cabeza, con cara de irle la vida en seguir oculto.

El otro día mi sobrino tenía serios problemas para captar la esencia del juego del escondite. Su inocencia y su hiperactividad le delataban antes de terminar de contar.

Hay muchas formas de esconderse, hay también muchos motivos. Por miedo, por vergüenza, por un juego, para salvar el pellejo, para dar una sorpresa.

Y también estamos los que no necesitamos escondernos para no ser vistos.

He tardado, pero ya están puestas(Perdonen las disculpas)

Escuchando: Mr. Freeze (K’s Choice)

Tenía unas cuantas atrasadas, pero ya me he puesto al día. Nuevas fotos en mi página; con contraseña: el reportaje de la boda de mi hermana, y el recuerdo de aquella sesión de vídeo de (otra) boda + cena en un chino…

Y sin contraseña: mis experimentos de anoche cámara en mano (en trípode, más bien…)

Pues eso. Seguiremos informando.

Un poco de Magno es mucho

Escuchando: Money for nothing (Dire Straits)

No sé cuál será actualmente la participación de Telefónica en Antena3. Pero un pellizco debe de tener, porque los telediarios de esa cadena -que sólo debería emitir Los Simpson día y noche- muchas veces apestan a publirreportaje. Y odio los publirreportajes. Si me quieren meter publicidad que me lo digan, pero andarse con zorrerías no va conmigo…

Así, un reportaje sobre el SIMO en el que se habla única y exclusivamente de las novedades de Movistar me parece francamente lamentable.

Pero para lamentable y penoso, el que dediquen minutos de telediario a promocionar el nuevo disco recopilatorio de Alejandro Sanz. Desgraciadamente, tal y como tenemos el mundo, hay suficientes noticias de las de verdad para llenar las dos ediciones de los noticieros; pero no: la noticia realmente importante es la aparición en tiendas y mantas de los éxitos de este hombre. Y si uno fuese malpensado, que no es el caso, pensaría que el hecho de que Movistar le patrocine las giras influye. Que todo podría ser, ¿no?

En fin. Que conste que yo al señor Sanz le tengo cierto respesto musical. Ha sido capaz de reconvertir su carrera musical de ídolo de quinceañeras a músico más o menos serio. Se compone sus temas y eso le pone bastante por encima de otros engendros comerciales. Eso sí, su manera de cantar, sencillamente, me desagrada. Pero eso ya es subjetivo. Lo mismo que mi opinión sobre sus actuaciones extra-musicales: redentor de los lapidados injustamente (léase Farruquito), y Robin Hood (robar a los pobres para dárselo a los ricos, ¿era así, no?) muchimillonario siempre en defensa de la SGAE.

Por eso desde aquí quiero romper una lanza a su favor, y contribuir a que sus éxitos sean aún más conocidos. Y me autoimpongo la tarea de difundir material que por motivos puramente comerciales no aparecerá en su Greites Jis (¿saldrá el disco con anti-copia y lo tendrá que reeditar en cd normal pidiendo disculpas, como el anterior?)

Y es que hubo un tiempo en que no era Sanz, era Magno. Pero ya estaba ahí el germen del genio. O el germen, a secas. Con una portada de fotografía arrabalera, que cada vez que veo arrimo el culo a la pared instintivamente, y un título si cabe más pendenciero (Los chulos son pa cuidarlos), este disco iniciático contiene ripios que sería injusto relegar al olvido. Qué mejor que ofrecer a mis queridos lectores una muestra… El siguiente estribillo pertener al tema Señor Papá, en el que se abordan las siempre difíciles relaciones paterno-filiales, así como el problema del empleo juvenil. Pero mejor, que hable él:

Hijo Mío
tú quieres aprender a zapatelerelelelerelelero
¡No señor Papá!
entonces tú quieres ser carpinterelelelererelerelelelelerelero
¡No señor Papá!
Te gustaría aprender a carnicelerelelelelelerelero
¡No señor Papá!
entonces tú quieres ser sinverguencerelelelelerelelelero
¡Sí Señor Papá!

¿Sobrecogerdor, verdad? El disco está lleno de estos momentos inclasificables.

En realidad, pensándolo mejor, no es que se merezca minutos de telediario. Se merece el telediario entero. Voto a Bríos, se merece un cargo publico. ¡Pidásemoslo a Zapatelerelelelerelelero!

Seguiremos informando.

El manual del imperfecto caballero

Escuchando: Only Time Will Tell (Asia)

Tú no te acuerdas de mí. Pero a mí no se me ha olvidado aquella mañana. Es una de esas anécdotas que se quedan ahí mientras un montón de cosas que realmente importan, se van olvidando…

Estábamos en plena época de exámenes, y los sábados había que ir tempranito para coger sitio en la biblioteca. Una biblioteca que, en estos casos de aglomeraciones, mostraba una de sus carencias: la de sillas. Faltaban unas pocas, y cuando aquello se llenaba había que estar al cuidao de que no te la birlasen… Surrealista, pero cierto.

Había tanta gente aquella mañana que incluso abrieron una sala pequeñita que generalmente estaba reservada para grupos. Y allí me dispuse a estudiar con un amigo, a dejar pasar una de tantas mañanas…

Y llegaste tú, con tu novia. Ella, discreta, muy guapa, muy mona. Una chica de esas que no llaman la atención por nada en especial, pero la llaman. Tú, el más duro al oeste del Pecos, mezclando el look del Brando más efervescente con la del tradicional macho ibérico, mirando por encima del hombro a todos los presentes (lógico, por otra parte: estábamos sentados). Tú y tu novia dejásteis los trastos en la mesa y al poco rato os fuistéis. Café o reajuste hormonal, a saber. El caso es que os fuisteis y alguien vino y se llevó la silla de tu novia. Ale, cómo se pasan. Qué gente.

Viniste, y no tardaste en darte cuenta de lo que había pasado. Aquí se va liar, pensaste. Y la liaste, efectivamente. Como buen caballero, te sentaste en tu silla, y comenzaste a jurar, gritando, pegando puñetazos en la mesa, soltando amenazas e improperios contra el desalmado que había osado ofender a tu novia. Novia que, por cierto, no sabía dónde meterse, pero de pie, eso sí, mientras tu seguías gritando sentado y sin hacerla caso, hasta que ella se fue a buscar una silla; no sé si para sentarse o para que te callases.

Situaciones como éstas son las que le hacen pensar a uno ¿qué coño pinta una chica como ésta con un energúmeno como éste? Vale que lo del puntillo malo pueda resultar atractivo (circunstancia que me hace tener el mismo sex-appeal que un Osito Amoroso, más o menos), pero tampoco es cuestión de llevar las cosas a los extremos. Digo yo.

Eso sí, dicen que el tiempo pone a cada uno en su sitio. A ella la he vuelto a ver, en compañías que no caen tan mal a primera vista.

Y tú y yo nos hemos vuelto a encontrar en circusntancias muy distintas, hay que ver las vueltas que da la vida, ¿no?

Seguiremos informando.