50 años de ladrillos

Escuchando: Another brick in the wall (Pink Floyd)

Mis LEGOs

El 28 de enero de 1958, la empresa juguetera danesa LEGO patentaba un ladrillo de plástico que ha hecho historia. Hoy se cumplen 50 años del nacimiento de LEGO tal y como lo conocemos…

Es una pena que la inmensa colección de piezas con la que jugué de niño (y bastante después, también) se haya quedado por el camino. Aunque quién lo diría, porque poco a poco voy llenando la casa de pequeños ladrillos de colores: todas las fotos que encabezan estas líneas son de hace unos minutos.

Sí, soy adulto y juego con LEGO siempre que tengo ocasión (a veces pienso que la mayoría de los consumidores actuales de LEGO son mayorcitos, los niños están enganchados a las consolas)… así que me uno a las celebraciones: ¡Feliz cumpleaños, ladrillo!

Seguiremos informando.

Las fotos son de Google y Cantabria es nuestra

Escuchando: Photograph (Air)

Tenía que recoger el revelado de una foto para un concurso el mismo día en que terminaba el plazo de entrega. Al final, conseguí presentarme, por los pelos. Aunque vista la foto, me daba un poco igual: el experimento que había probado al revelar había dado tan buen resultado que no sabía si me apetecía más dejarla para el concurso o llevarla a enmarcar para colgarla en casa.

Estos días se expone una selección de fotografías presentadas a ese concurso, Cantabria Nuestra; una convocataria que suelo mirar con respeto porque habitualmente las fotos ganadoras son bastante espectaculares. De 300 fotos presentadas a concurso, se exponen este año 80; he pasado esta tarde, y ¡sorpresa!, la mía estaba entre ellas. No tengo muchas esperanzas de resultar premiado, porque hay fotos entre sus vecinas de pared realmente sobresalientes (me han gustado especialmente algunas de la Isla de Mouro en pleno temporal), pero el hecho de verla allí me ha hecho ilusión.

Después, aprovechando el paseo, me he acercado al Palacete del Embarcadero, donde dentro de la feria Foconorte, se exponen unos pocos Googlegramas de Joan Fontcuberta. Su planteamiento es sencillo: consiste en enormes recreaciones de mosaicos mediante programas informáticos de teselación fotográfica, cogiendo imágenes directamente de Google. O sea: collages a base de pequeñas fotografías, seleccionadas automáticamente buscando en Google palabras relacionadas con la temática de la obra. Curioso, entretenido, divertido de ver… aunque fotográficamente de poco interés (por no hablar de los derechos de autor que supongo que habrá obviado al tomar prestadas las imágenes de Internet).

Una tarde, en fin, de exposiciones para aparcar por un rato el trabajo.

Seguiremos informando.

Músico negro, músico blanco

Escuchando: Unza, Unza Time (Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra)

Hace unas semanas tuvimos en Santander un recital de Woody Allen, al que no me animé a asistir. Me han dicho que estuvo entretenido, pero prefiero quedarme con sus películas; su faceta como intérprete de clarinete no me deja de parecer una curiosidad, sin más.

Puede parecer raro esto de que un director de cine se ponga a dar conciertos. Muy habitual no es. Y sin embargo, en un par de semanas volvemos a tener a un cineasta sobre el mismo escenario. Y esta vez me interesa más. Hoy he comprado ya mi entrada.

Hace algunos años me enteré de que tenía una banda porque me topé con un videoclip suyo (el mismo que encabeza estas líneas) por la televisión. Fue hace tiempo, pero se me quedó grabado: la música, las imágenes, el ritmo, todo recordaba a sus películas. Emir Kusturica es, ante todo, el director de, entre otras joyas, una de mis películas fetiche: Gato negro, gato blanco. Pero además está al frente de la No Smoking Orchestra, una banda de músicos de la ex-Yugoslavia que acercan al rock & roll su folklore, mezclándolo, ya de paso, con la música gitana… entre otros muchos ritmos.

El resultado es delirante, vital, optimista, loco, desenfrenado, anárquico…. y absolutamente recomendable. Aprovechen, que aún quedan entradas.

It’s unza, unza, unza, unza time!

Pequeños placeres de la vida

Escuchando: Glory Box (Portishead)

La tarde comenzó con un buen rato de lectura; tenía el nuevo libro de Noah Gordon (La Bodega) a medias y, acompañado de la música de Portishead, comencé a pasar páginas hasta que me quedaron cien para terminarlo; tengo una pequeña manía con la última centena de hojas de un libro: suelo leerlas sin parar hasta el final del volumen. Así me ha pasado hoy, y la nueva novela de Gordon me ha dejado la impresión de contener una historia sencilla, pero contada con su habitual capacidad para enganchar al lector. No es su mejor libro, pero entretiene. Quizás tengo sobrevalorados los recuerdos de sus anteriores trabajos.

Después, ya con ella, he vuelto a recaer en el vicio de la lectura. Tras hacer un poco de caso a las tareas que procrastinamos durante la semana en casa, el sillón nos ha atraído como un centro de gravedad dominguero, y hemos compartido el espacio y las posturas con abrazos a medio cerrar para sujetar libros a medio abrir.

Yo sujetaba uno de mis regalos de Reyes, un delicioso y escueto libro sobre pequeños placeres: el olor de las manzanas, el croissant de la acera, el primer trago de cerveza, viajar en un viejo tren, una invitación por sorpresa a cenar, leer en la playa, el cine, el periódico del desayuno, llamar desde una cabina… una lectura muy agradable para una noche de domingo; uno de los capítulos, casualidades, estaba dedicado también a los domingos: «esa sensación de que nos sentiremos a gusto hasta la noche, como un estar en zapatillas mental.» El libro apenas tenía cien páginas, y tan sólo he tardado en leerlo un rato agradable, con música de Yann Tiersen sonando desde el cuarto de los juguetes.

Con el siguiente libro a leer ya preparado, la colorida cena tranquilamente disfrutada, los cacharros fregados y el sueño asomando, el centro de gravedad de la casa se ha trasladado sugerentemente a la cama. Es hora de apagar el ordenador.

Seguiremos informando.

¡Aurelia!

Escuchando: A secret place (Yann Tiersen)

Ha sido un fin de semana completito, con concierto, sesión de Mazingert Z, muchas cañas, rabas, reuniones con amigos, cumpleaños, y una reconfortante visita al teatro.

Fue el viernes cuando Javi me recomendó el espectáculo. Esa misma tarde compramos las entradas, y el sábado por la noche pudimos comprobar cómo la familia Chaplin lleva aún el arte en las venas. El Oratorio de Aurelia fue una evasión en forma de sueños, acrobacias, títeres, mundos muy personales y del revés. Fantástico, hermoso, original, sorprendente, emocionante, fue un espectáculo del que salimos desbordantemente satisfechos.

Tendremos que prestar más antención (aún) al programa del Palacio de Festivales (donde siguen expuestas mis fotos, por cierto), para que una joya como la de ayer no se nos vuelva a pasar desapercibida. Y es que por el mismo precio de una cerveza y un par de copas, o de una entrada de cine con sus palomitas y bebida, uno tiene la posibilidad de entrar en mundos realmente mágicos. No es un mal canje.

De momento, el próximo domingo volveremos a visitar otro teatro, para que nos expliquen, sin películas, en qué consiste El Método Grönholm.

Seguiremos informando.

¡Compre! ¡compre!

Escuchando: Un plan (Manolo García)

Ayer pasé por ese centro comercial que patrocina las fiestas, la vuelta al cole y el resto de temporadas del año. Árboles de navidad gigantescos a medio desmontar, miles de carteles con la palabra mágica (rebajas), y mucha, mucha gente, nerviosa, acelerada, que después de comprar a precios de escándalo para comer hasta el hartazgo y regalar -en muchos casos- por obligación, sigue gastando dinero sin necesidad para aprovechar que en dos días todo vale la mitad.

Curiosa sociedad, la nuestra.

Hoy es el dia perfecto para hacer carambola,
rizar el rizo o hacer novillos
para ilustrarnos en la enciclopedia de los más ilustrados.
O mandar a la… a los que nos taladran: ¡compre! ¡compre!
¿Qué pasa si no quiero comprar, sólo cambiar?
¡Cambio! ¡cambio!: una bola de cristal por un hueso,
un botijillo de barro pintado por un beso…

Seguiremos informando.

Por esta noche seré monárquico

Escuchando: Peaceble Kingdom (Rush)

No existe discusión posible: los Reyes Magos le dan mil vueltas a Papá Noel. Lo que es, es.

Curiosamente, en mi familia nos damos los regalos en Nochebuena, desde hace ya muchos años; comenzó como una novedad sugerida por mis parientes más europeos, siguió por motivos prácticos (más días para jugar), y ha terminado manteniéndose por motivos estrictamente logísticos: es el único momento de las navidades en el que nos juntamos todos, con tiempo, en la misma casa.

Pero me reafirmo en lo dicho: la tradición del gordinflón no puede competir con la de los Reyes Magos. Ojalá no la perdamos. De hecho, espero que todos sigamos siendo un poco niños cada noche del cinco de enero. A pesar de que me sigue indignando el dineral que nos gastamos en estas fiestas (y el lunes en las rebajas: primero compramos sin necesidad aunque los precios estén por las nubes, y dos días después seguimos gastando porque todo está muy barato, aunque no nos haga falta; incomprensible consumismo), mañana me despertaré con ilusión e iré corriendo a ver si hay algo bajo de ese árbol que por primera vez adorna un rinconcito de esta casa.

Seguro que algo nos traen los Reyes. Hemos sido buenos, casi todo el tiempo. Y cuando no, nuestras razones tendríamos…

¡Todo el mundo a dormir! Disfruten de la noche, del despertar, de los regalos y del roscón. Nosotros lo haremos…