El Día del Libro, sea como sea

Escuchando: Bookshop Casanova (The Clientele)

Libros a liberar en el Día del Libro 2012

Todos los años igual: me tomo la celebración del Día del Libro con un entusiasmo infantil. Supongo que tener muy buenos recuerdos de mis libros de infancia ayuda. No he dejado de leer desde entonces, a temporadas más, a temporadas menos, pero siempre con algún libro cerca.

Hoy espero sacar un rato para acercarme a alguna de mis librerías preferidas de la ciudad, pero además lo celebraré «liberando» algunos libros, dentro de la iniciativa de BrookCrossing del colectivo Al Norte del Norte. En concreto, yo voy a dejar repartidos por Santander, en espera de nuevo dueño, los libros que aparecen en la imagen que encabeza estas líneas. Ya iré soltando pistas de dónde acaba cada uno. Son libros para todos los gustos, espero que alguno pueda ofrecer ratos de lectura tan placenteros como los que me han dado a mí. No acostumbro a desprenderme de mis libros, pero en este caso se trata de volúmenes que tenemos en casa repetidos después de unir nuestras respectivas colecciones. Regalando los míos consigo liberar un poco de espacio en la biblioteca, que ya está justita.

Para hoy, se me ocurren mil libros que recomendar. El imprescindible: Okela, de mi amigo Pedro, por si queda alguien sin leelo (el 1 de mayo estará firmando ejemplares en la tardía Feria del Libro de Santander). Para los que buscan algo diferente, se pueden pasar por Libro de Notas. ¿Libros infantiles? Me quedo con esa joyita de Santi Balmes y Lyona, Yo mataré monstruos por ti. Estos días vuelve Eduardo Mendoza con una nueva aventura del inolvidable detective Ceferino, también a tener en cuenta. En fin, hay tanto por leer, que cuesta decidirse. Pero lean. Háganse el favor.

Vivimos en tiempos acelerados en los que ya nos cuesta hacer una sola cosa a la vez con atención. Trabajamos pendientes del correo electrónico, comemos viendo la televisión, vemos la televisión pendientes del móvil, miramos el móvil mientras hablamos con otras personas, escuchamos música mientras hacemos deporte o la colada… ganamos tiempo para hacer todo a medias, y hay momentos en los que se agradece poder desconectar y centrar toda nuestra atención en una historia, unos reinos lejanos, unos personajes que nos conmuevan, que nos hagan reír, que nos permitan evadirnos por un rato, e imaginar. Que nos recuerden que podemos prestar atención, analizar y pensar sobre lo que leemos. Y de paso recordar cómo era eso de las ortografía y la sintaxis, que a este paso acabaremos todos escribiendo con los vicios que leemos en Internet y en los programas de mensajería. El horror. Lean, da igual si se trata de papel o de libros electrónicos.

Hablando de libros electrónicos, y en relación con lo anterior: si quieren probar, si quieren dar el salto, yo sigo recomendando los aparatos con pantalla de tinta electrónica, esos que son más sosos y más baratos. Se lee con mayor comodidad, la batería dura una barbaridad, y la experiencia es más parecida al papel. Sí, con un iPad o una tableta de pantalla de colorines se pueden hacer muchas más cosas (gastarse más dinero entre ellas), pero también tendremos muchas más interrupciones, o tentaciones de tenerlas (los avisos de las redes sociales, del correo electrónico, la curiosidad de consultar una web…)

Sea como sea, el libro electrónico ha venido para quedarse, por mucho que el mundillo editorial siga mirando para otro lado y silbando con disimulo. Ojalá pronto se equipare el IVA de ambos formatos, que sigue siendo totalmente injusto. Aunque el mayor problema sigue siendo que muchas novedades (y fondos de catálogo) directamente no se publican más que en papel (el caso de Murakami y su 1Q84 sigue siendo sangrante), y cuando lo hacen suelen estar por encima de los 10€. Teniendo en cuenta que sólo compramos el derecho a poder leerlo, pero no a prestarlo ni regalarlo, y que los gastos de fabricación y distribución son mucho menores, me sigue pareciendo una política de precios suicida. Sobre todo cuando la plataforma que se han inventado en este país para vender libros electrónicos, Libranda, es tal despropósito que resulta mucho más sencillo buscar en Google por las trastiendas más oscuras. Ahí Amazon tiene mucho que enseñar. Comprar un libro en su tienda es insultantemente sencillo, y con un click (literal) lo tenemos en nuestro dispositivo. A ver si aprenden los demás.

Nota al margen: recuerden que si quieren probar la tinta electrónica, en muchas bibliotecas públicas (la Central de Cantabria entre ellas) pueden pedir prestado un aparato de éstos durante 15 días. Libros para leer en él no prestan (salvo los clásicos que vienen de serie), pero el dispositivo para hacer la prueba sí.

A lo que iba: que disfruten hoy de sus lecturas, visiten alguna librería (hay volúmenes que nunca se podrán digitalizar), dejen un rato apagada la televisión y piérdanse entre las páginas de algún libro. Es un vicio que yo espero no perder nunca.

Seguiremos leyendo.

Agfa Optima Sensor

Agfa Optima

Hace unos días por fin tuve un rato para probar una de las últimas cámaras que ha llegado a la colección de casa, la cámara de su comunión. Se trata de una Agfa Optima Sensor Electronic, de comienzos de los años 80.

Agfa Optima

Después de encontrar unas pilas de botón que la reviviesen (usa electrónica para la medición de luz), metí un carrete de blanco y negro (Kodak T-Max 400) y me fui a recorrer lugares comunes para ver si salía algo.

Agfa Optima

Y sí, la cámara sigue en perfecto estado. Con este tipo de cámaras con enfoque manual por escala (con tres posiciones marcadas) hay veces que el foco se me va un poco, pero en general cumple con creces; estas cámaras están fabricadas para funcionar muchos años como el primer día.

La sesión de aquella tarde de niebla fue un repaso de mis rincones habituales… se pueden ver todas las fotografías (resultado de un revelado casero y una visita al escáner) en mi cuenta de flickr…

Una cámara más con la que poder jugar. Seguiremos fotografiando….

#29M

Ayer estuve en las dos manifestaciones que discurrieron por Santander a lo largo del día de Huelga General. [OE]Mucha gente, muchos detalles y pancartas fotografiables, y un pequeño reportaje que queda resumido en el vídeo que encabeza estas líneas.

Seguiremos fotografiando…

Regresan Xiu Xiu [actualización: decepcionando]

Escuchando: Bunny Gamer (Xiu Xiu)

Fue en el último festival Tanned Tin que se celebró en Santander, en el año 2004, despidiéndose en lo más alto. Siempre recordaré el concierto de las hermanas CocoRosie, y del tema que interpretaron con un invitado muy especial: Antony (sí, el de Antony & The Johnsons, en nuestra ciudad). Pero hubo muchos más momentos inolvidables aquellos días, y otro de ellos lo protagonizó un grupo que ofreció un concierto absolutamente marciano. Literalmente. Salimos del teatro discutiendo de qué planeta habrían salido.

Aquel grupo se llamaba Xiu Xiu, son los de la fotografía que encabeza estas líneas, y esta noche regresan a Santander, a la sala BlackBird. No es un grupo para todos los gustos, pero sí muy recomendable para los que quieran disfrutar de algo radicalmente diferente. Avisados quedan.

Seguiremos informando.

Actualizado: Ha sido un concierto totalmente decepcionante. La banda se ha debido de tomar mal la escasa asistencia de público (una veintena de personas). Han tocado durante 40 minutos escasos, a base de ruidismo e improvisación de relleno. Después han desenchufado y se han ido sin decir ni mu. Un bajón, buena forma de echar a perder el recuerdo que tenía de ellos. Parece que lo de ser profesionales sobre el escenario, y estar a las duras y a las maduras no va con ellos. Una pena.

Las Damas de Salerno

Escuchando: The times they are a-changin’ (Bob Dylan)

El sábado por la noche estuve en el concierto de unas damas muy especiales. Con motivo del Día de la Mujer Trabajadora, varios colectivos organizaron una velada inolvidable, con mucho arte sobre el escenario. Un repertorio con grandes y variadas versiones, poesía, danza, y un público que llenaba todos los rincones de la sala convirtieron la cita con Las Damas de Salerno algo irrepetible.

De entre todos los momentos de la noche, me quedo con el que dedicaron al viejo Bob, y a uno de sus clásicos: The times they are a-changin’. Una canción que se escribió en 1963, pero podría haber sido ayer.

Come gather ‘round people
Wherever you roam
And admit that the waters
Around you have grown
And accept it that soon
You’ll be drenched to the bone.
If your time to you
Is worth savin’
Then you better start swimmin’
Or you’ll sink like a stone
For the times they are a-changin’.

Seguiremos informando…

PD: Las fotos que me llevé de recuerdo, aquí.

Para vosotras

Escuchando: Woman (Joseph Arthur)

Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Compañía Imbira

Tengo la suerte de estar rodeado de mujeres fascinantes, trabajadoras, luchadoras, creativas, inteligentes, imaginativas y maravillosas. Como nos pasa a casi todos nosotros.

Ojalá algún año su día, este 8 de marzo, signifique sencillamente agradecimiento y no reivindicaciones. Ojalá todos sepamos apreciar, siempre, la suerte que tenemos.

Gracias por estar ahí.

Seguiremos informando.

PD: La fotografía pertenece al espectáculo «Más allá de los elementos», de la compañía de danza Imbira.

Las cámaras de los móviles

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

La tecnología avanza que es una barbaridad. Todavía recuerdo mi primer móvil con cámara (que era externa, un accesorio que se quitaba y se ponía). Hoy en día todo el mundo lleva en el bolsillo un móvil con chorrocientos megapíxeles, con el que va inmortalizando y compartiendo su vida. Yo acabo de cambiar de móvil, y me resulta irónico que la pequeña cámara que incluye tenga más megapíxeles que mi querida réflex.

Ahora bien, si nos ponemos serios… ¿realmente es cierto todo lo que nos vende la publicidad de terminales móviles? ¿Podemos definitivamente dejar nuestras cámaras compactas en casa y disparar con el móvil, obteniendo calidades similares? Son preguntas con respuestas complicadas.

[OE]Posiblemente si el móvil que tenemos sea de gama alta, obtengamos instantáneas que puedan compararse con las de las compactas más sencillas. Ahí está la cámara del iPhone 4S para demostrarlo. No olvidemos tampoco que se trata de un terminal que tiene un precio aproximado de unos 700 €.

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

En mi caso, mi móvil nuevo es bastante más humilde, y entre los criterios que he seguido para elegirlo, la cámara ha sido uno de los que menos he tenido en cuenta. Al fin y al cabo, estoy acostumbrado a llevar una pequeña Nikon compacta siempre encima. Sin embargo, el fabricante del terminal (Sony Ericsson) exhibe unas prestaciones bastante golosas para la cámara que incluye. Cito, literalmente:

Cámara de 8,1 megapíxeles con iluminación de la cámara
Sensor CMOS Exmor™ R para móviles de Sony
Zoom digital de 16 aumentos
Apertura f/2,4
Grabación de vídeo HD (720p)
Función 3D Sweep Panorama

Sony Erisson Xperia Ray

Eso de «iluminación de la cámara» se refiere a la luz LED que ayuda cuando hay poca luz. Más que un flash, es una linterna: se enciende y apaga a voluntad.

Dejando a un lado sus capacidades de vídeo y fotografía 3D (que aún no he investigado con calma), decidí salir a la calle armado únicamente con esta cámara del móvil, para recorrer algunos de mis lugares comunes y probarla sobre el terreno. Las imágenes que acompañan estas líneas muestran los resultados.

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Las fotografías tienen buena pinta. No he realizado ningún tipo de ajuste ni de edición sobre ellas, sólo las he redimensionado para publicarlas aquí. Uno de los primeros aspectos que he (re)descubierto es que, sin ningún género de dudas, el zoom digital no sirve absolutamente para nada. Nada nuevo. Un zoom digital no es más que un recorte de una zona de la imagen, reescalado al tamaño original de la foto. Lo mismo que podríamos hacer en casa con nuestro ordenador, pero peor. A continuación, una imagen usando el máximo valor del zoom digital:

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Aquí en pequeño disimula algo, pero el archivo original es apenas utilizable. Un desastre. Como comparación, la siguiente imagen muestra esta foto frente a una similar, recortada y ampliada desde el ordenador (a la derecha):

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Conclusión: el zoom digital ni tocarlo. No merece la pena. Un consejo que se aplica a mi móvil… y a todos los demás, amén de cámaras digitales y demás cacharros que lo ofrezcan como característica. Caca.

Quitando eso, el móvil se comporta bastante bien. El enfoque automático funciona con rapidez, y también se puede enfocar tocando directamente la zona deseada en la pantalla.

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Dispone también de un modo de disparo que genera una fotografía panorámica. Para ello hay que ir desplazando el móvil a medida que recorremos la escena. En teoría se encarga de ir tomando fotografías y unirlas en una única imagen. Creo que tengo que cogerle el truco, porque los resultados no me han convencido: poca resolución e importantes distorsiones en cuanto nos fijamos en los detalles:

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Vamos, divertido para hacer la gracia, pero poco práctico si queremos ampliar y enmarcar el resultado para adornar el salón.

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Con el modo de medición de luz configurado al centro (configuración que suelo utilizar por inercia y defecto) podemos obtener algunas imágenes sobreexpuestas… pero en general realiza la medición de manera correcta con luz directa, contraluces, etc.

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Y sí, tenemos 8 megapíxeles en una cámara tan pequeña. Ahí es nada. ¿Sirven para algo? No. Y no hablo de que la mayoría de las veces nos sobren (generalmente, las fotos que hagamos con el móvil serán para compartir por Internet, no para imprimir y enmarcar), sino de que un sensor tan pequeño con esa resolución hace lo que puede. La siguiente imagen tiene buena pinta:

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

No tiene ningún tipo de zoom aplicado. Si hacemos en el ordenador un recorte al 100%, el resultado es este:

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

No es para tirar cohetes, ni mucho menos. Dejo aquí la fotografía original para quien quiera verlo en detalle.

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Por último, hice algunas pruebas más ya de noche cerrada. Fotografías a pulso con el móvil, sin más. No se defiende mal. Esa tecnología Exmo R que anuncian en las especificaciones consigue resultados decentes, sobre todo si usamos tamaños contenidos para las imágenes:

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

¿Qué conclusiones he sacado de todo esto? Las que esperaba. Que una cifra alta de megapíxeles no quiere decir nada. Que lo del zoom digital es un insulto. Y que para la mayoría de las ocasiones es una cámara más que razonable.

¿Voy a dejar de llevar una cámara de verdad en el bolsillo? No, no lo creo. Cuando quiera alguna foto rápida para compartir en redes sociales, usaré el móvil. Cuando quiera sacar una fotografía como tal, usaré mi cámara, que por sencilla que sea siempre lo hará mejor.

Foto de prueba de Sony Ericsson Xperia Ray, en Santander

Eso sí, las cámaras de los móviles siempre van a tener una gran ventaja: van a ser las que tengamos más a mano. Y eso nos puede valer para inmortalizar rápidamente un momento que de otra forma se nos escaparía de la vista. No olvidemos que cualquier gran foto se consigue con experiencia, buen ojo, encuadre y don de la oportunidad. Si tenemos en la mano un móvil o una cámara réflex, es secundario.

Seguiremos fotografiando.

El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina

Gracias a la plataforma de cine en línea Filmin (muy recomendable, sobre todo para gente que busque algo más que taquillazos comerciales) he descubierto una película búlgara que bien se merece unas breves líneas en este blog.

La cinta tiene un título llamativo: El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina. Se trata de un viaje por la memoria y por Europa, con el juego del backgammon como uno de sus protagonistas. Su sinopsis dice así:

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Eso de los móviles inteligentes, y tal.

Escuchando: Phone (Magic Kids)

Sony Ericsson Xperia Ray

¿Tienes teléfono nuevo o es que te alegras de verme?

Durante estos días se está celebrando en Barcelona el Mobile World Congress, una de las citas anuales más importantes del mundo de la telefonía móvil. Se están presentando allí multitud de nuevos terminales, que en general siguen las pautas habituales de los últimos meses: cuanto más grande y más potente, mejor.

Lejos ha quedado aquella época en la que el teléfono más interesante era el que conseguía integrarlo todo en un menor tamaño. Ahora el tamaño sigue importando, pero al revés: los fabricantes pretenden que nos metamos en el bolsillo pantallas de 5″ montadas en dispositivos que empiezan a ser un poco ridículos llevados a la oreja (hablamos de teléfonos, no lo olvidemos).

Lo mismo pasa con la potencia. Una vez superado el gigahercio de velocidad, la moda es multiplicar los núcleos: dos, cuatro, los que hagan falta… ¿los que hagan falta para qué? Pues no lo tengo muy claro. Para jugar a juegos en tres dimensiones con una resolución mayor que nuestras teles, o para editar fotografías y videos desde el mismo teléfono, porque para otras tareas más mundanas empiezan a andar ya sobrados de potencia. Al final, la mayoría de usuarios, los de a pie, distinguen un móvil normal de un smartphone con una pregunta muy simple: «¿Tiene WhatsApp, o no?» (todavía recuerdo cuando se pensaba que el 3G se iba a extender gracias a las videollamadas, y al final lo ha conseguido una reencarnación de nuestro viejo Messenger).

Pantallas enormes, resoluciones de alta definición, procesadores con varios núcleos a velocidades de vértigo, cámaras imposibles… ¿cuál es el resultado de todo esto? Tenemos aparatos que combinan un teléfono, una agenda, una cámara y un reproductor multimedia, en el tamaño que ocuparían un teléfono, más una agenda, más una cámara, más un reproductor multimedia. Más o menos. Unos aparatos preciosos, enormes… con una batería que hace lo que puede y que tiene como objetivo prioritario conseguir llegar al final de la jornada sin dejarnos tirados a poco que toqueteemos el móvil. Tenemos tantas funcionalidades en los terminales actuales, que si las usamos -aunque sea un poco-, corremos el riesgo de que el móvil no nos dure encendido ni 12 horas, y nos quedemos sin poder hacer una mísera llamada al final del día. Hablamos de teléfonos, no lo olvidemos.

Todo esto me recuerda a cuando hace ya unos cuantos años la recién nacida Sony Ericsson lanzó al mercado un terminal (rebautizando uno previo de Ericsson, en realidad) con (una minúscula) pantalla a color. Y bluetooth. Y una cámara como accesorio externo. Una maravilla de la época, aunque la batería duraba un suspiro, también. Y luego, miren cómo ha evolucionado la cosa. Así que nada, tiempo al tiempo, nos acabaremos olvidando dentro de poco de mirar los enchufes con ojos golosos cada vez que salimos de casa con nuestro super-mega-inteligente teléfono de última generación.

Yo últimamente voy un poco a contracorriente, acabo de cambiar de móvil y he comprado (sí, libre, paso de pagárselo a plazos a la operadora de turno a cambio de permanencias) un aparato pequeño, de esos de llevar en el bolsillo sin que moleste. Raro que es uno.

Eso sí, sigo con Android. Hace algo más de dos años probé la plataforma con un HTC Tattoo que sigue funcionando, con algún que otro achaque. Y me gustó tanto, que sigue sin tentarme el mundo iPhone. Hace poco varios familiares han cambiado tambíen de teléfono. Los que han cogido por primera vez un iPhone lo usan desde el primer día con soltura y alegría. Los que han aterrizado en Android están más perdidos y tienen miedo de toquetear (no vaya a ser que rompan algo). A mí me gusta Android porque ofrece muchos más grados de libertad y personalización, pero eso no tiene por qué ser una ventaja para todo el mundo. Entiendo perfectamente a los que no cambiarían su móvil de Apple por ningún otro.

A lo que iba: tengo móvil nuevo. He abandonado HTC, es una marca que me gustaba mucho, pero me han acabado aturdiendo a base de lanzar diez terminales nuevos al mes, amén de descuidar a su comunidad de usuarios (bloqueando los móviles para intentar evitar los experimentos) y olvidando en la cuneta sin actualizaciones a sus terminales en cuanto pasaban unos meses y salían al mercado sus relevos (mi Tattoo se actualizó gracias a los desarrollos de Cyanogen, no a HTC).

Aparte de HTC, el mercado está lleno de móviles que no-son-pero-quieren-ser un iPhone, con diseños que dejan poco a la imaginación (y no quiero dar nombres, Samsung). En mi opinión, sólo un par de marcas están intentando destacar clara y eficazmente del resto: la renacida Motorola (veremos qué trae su compra por parte de Google), y la ya desaparecida Sony Ericsson (ahora Sony Mobile).

De Motorola me gusta mucho lo que está haciendo en la gama alta, con su precioso Razr. Pero por tamaño y presupuesto, quedó descartado. Sony Ericsson comenzó a acaparar titulares el pasado año, con su gama Xperia. Sus modelos se han convertido en una apuesta segura en relación calidad-precio. Además, toda su gama de 2011 se actualizará en breve a la nueva versión de Android (la 4, Ice Cream Sandwich). Ahora, en Barcelona, Sony Mobile ha presentado su nueva gama Xperia, y han conseguido desmarcarse con un diseño muy atractivo y unas especificaciones muy jugosas.

Elegí un modelo de Sony Ericsson, finalmente. En su día compré el primer modelo que vendió Sony Erisson como tal, y ahora tengo uno de los últimos que ha lanzado antes de desprenderse de Ericsson. Desde hace unos días tengo un Xperia Ray. Pequeño, precioso, moderadamente potente, con una pantalla pequeña pero con mucha resolución (se acerca a lo que puede ofrecer Apple en ese sentido), cámara decente, y con batería de sobra para llegar al final de la jornada. Las primeras impresiones han sido muy buenas, espero que siga así. De momento, sigo personalizándolo y dejándolo a mi gusto. ¿Se acuerdan de cuándo cambiar de teléfono significaba, simplemente, cambiar la tarjeta SIM?

Seguiremos informando.