Desconciertos

Escuchando: Las hermanas Sánchez (Abraham Boba)

Desconciertos, ese es el nombre del ciclo que este año está acercando interesantes propuestas musicales a dos escenarios de Santander. El primero, uno de los teatros más conocidos de la ciudad, fue el lugar donde se pudo disfrutar de las músicas de Giant Sand y de Cracker (este último me lo perdí, lástima). Aún pasará por allí la maravillosa Dayna Kurtz en mayo. Recomendarlo es poco.

Pero no quería hablar de esos conciertos. Quería compartir el descubrimiento del otro foco musical de la propuesta: el Café de Las Artes, un espacio que desconocía hasta la llegada de estos conciertos. Se trata de una sala con una decoración muy especial, pensada para dar cabida a todo tipo de espectáculos. El fin de semana pasado visité allí una exposición fotográfica (dentro del festival Foconorte), y el próximo me acercaré a disfrutar de su espectáculo de Cabaret.

Cuando se trata de conciertos, este Café ha demostrado tener una atmósfera muy especial: iluminación cálida (ideal para sentirse cómodo, lo peor para hacer fotografías), butacas, sillas y sillones de todo tipo y condición, cojines para las primeras filas y un escenario rodeado por el público convierten la sala en un espacio ideal para disfrutar de las músicas del ciclo. Unas músicas que, hasta la fecha, están resultando sorprendentes. Le Loup se encargaron de inaugurar el ciclo, Brian Hunt de continuarlo (otro que me perdí), y Abraham Boba nos encandiló construyendo sus canciones en público hace unos días.

En abril el islandés Mugison tomará el relevo. Promete, y mucho; como el resto de conciertos. Ojalá el público siga respondiendo tan bien, algo de agradecer cuando las propuestas son más arriesgadas y sorprendentes de lo habitual en esta ciudad.

Seguiremos informando.

A platos puestos

Escuchando: Yo quiero verte danzar (Franco Battiato)

El sábado fue uno de esos días extraños y agradables en los que uno sale de casa a buscar un grifo, y acaba en un mercadillo solidario comprando libros de Julio Verne, justo antes de tomar un té con amigos y terminar en un curioso centro cultural pinchando música con vinilos (por primera vez).

Lo más curioso fue esto último, claro. Sucedió en Eureka, un Centro Cultural Europeo que ha abierto sus puertas hace unos meses en Santander. Se trata de una propuesta con una pinta estupenda y muy buenas ideas, que mezcla el punto de encuentro, la información y el espacio expositivo de una manera muy agradable.

Y entre las propuestas de Eureka está Trans-Europe Express, una cita semanal y abierta a la participación popular para conocer Europa a través de sus músicas… con la peculiaridad de que el protagonista es el vinilo. Y hay que reconocer, además, que la selección de discos que tienen en el local es una gozada.

Total: que al cabo de un rato por allí acabé cambiando los vasos por los platos, y aunque con vinilos me reconozco torpe, acabé mezclando -entre ayudas y peticiones- todo tipo de músicas, desde Editors y su Papillon hasta los Animals con su House of the Rising Sun, pasando por los Rolling, los Beatles, Police, Frankie Goes To Hollywood, Sara Montiel, Alaska o Franco Battiato.

Y me lo pasé pipa, para qué negarlo. Habrá que repetir algún día.

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El primer gran concierto del año

Escuchando: Rollin’ & Tumblin’ (Imelda May)

Me había despistado, y si no llega a ser por mi amigo Javi me quedo sin invitación. Me he perdido casi todos los conciertos de Juvecant de este año, pero a éste tenía muchas ganas de ir. Y menos mal que lo hice.

La noche comenzó con el directo de la banda cántabra Chicktones, que nunca defraudan. Pero el plato fuerte de la velada llegó con ella, con Imelda May. Estética rockabilly sobre el escenario, una banda de auténtico lujo, y una voz absolutamente prodigiosa. Si esto es el adelanto musical de lo que va ser 2010, este año promete. Un concierto sencillamente inolvidable… aunque para recordarlo mejor me llevé la cámara, fue una manera muy elegante de estrenar el año fotográfico.

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Cuva: un festival para disfrutar como niños

Escuchando: Patience (Micah P. Hinson)

El largo fin de semana pasado se convirtió en un encierro voluntario y gustoso en el Palacio de Festivales de Santander. Allí se celebro el festival CuVa (Cultura y Vanguardia) por tercer año consecutivo. Y en esta ocasión hubo novedades; la principal de ellas fue la ampliación de las actividades para el disfrute de los más pequeños.

Así, durante las tres mañanas del festival los protagonistas fueron los niños, y por unas horas se mezclaron los chupetes y las guitarras, la música y los primeros pasos… de baile.

Los niños pudieron jugar a mezlar canciones y vídeos gracias al equipo, la paciencia y el buen hacer del DJ Sponge y del VJ Villarino, que aportaron su conocimiento y una tonelada de equipo que hizo las delicias de los chavales. Por la mañana con los pequeños, por la tarde y por la noche con los mayores, el DJ y el VJ fueron los trabajadores más incansables del evento.

Los niños tuvieron, además, talleres relacionados con la música, cuentos, guiñoles… y conciertos: algunos de los artistas que tocaban por la noche estuvieron también cantando para los más pequeños. El canadiense Brendan Croskerry desplegó su simpatía, aunque la barrera del idioma fue su principal inconveniente. Luis Auserón tuvo como enemigo el peso de una noche de juerga, como buena estrella del rock. Y Lazy, sencillamente, lo bordaron al interactuar con la música y con los niños, dejándolos acercarse al escenario y tocar con ellos.

Creo que este CuVa Kids ha sido una iniciativa preciosa, recibida con entusiasmo por parte de padres e hijos. La ilusión con la que todos ellos han disfrutado de las actividades hace indicar que ha sido una buena idea, y que se ha llevado a cabo de una forma más que satisfactoria. Seguro que recordarán con cariño su primer festival.

El festival para adultos también ha tenido grandísimos momentos, aunque la afluencia de público siempre acaba resultando un poco decepcionante. Propuestas interesantes, precios ajustados, ambiente inmejorable, y pereza santanderina. Una combinación muy habitual, desgraciadamente.

Aún así, se ha notado más mimo y más cuidado en muchos aspectos de la organización. Quizás lo más llamativo haya sido el espacio llamado El Cuarto de Estar, un rincón decorado de manera increíble por el grupo de teatro del Palacio de Festivales, que fue escenario para los DJ’s y para los grupos locales, que este año tocaron además justo antes del cabeza de cartel de la noche, en horario de máxima audiencia. Lazy, Arrancacorazones y Band Dessine demostraron estar a la altura de las circunstancias, sin ninguna duda.

Musicalmente creo que todos recordaremos la edición de este año por el demoledor concierto que nos regaló ese genio llamado Micah P. Hinson. Acompañado además por los afables Tachenko, su directo mezcló sentimiento, distorsión, versiones e historietas varias, y nos mantuvo pegados a la butaca con la boca abierta. Un gran tipo, sin duda, y lo mejor del festival. Muchos ya lo sabían, y esa noche sí que el teatro estuvo lleno.

La francesa Emilie Simon a muchos les dejó fríos (un adjetivo que suele definir su estilo) pero yo disfruté como un niño de su sonido perfecto, de los arreglos en sus grandes canciones, y de su futurista puesta en escena.

Conciertos, exposición, mercadillo, mesas redondas, cine… con tantas actividades hubo muchas anécdotas para al recuerdo. Como esa señora que se apuntó al sarao pensando que lo de CuVa iba relacionado con otros sones… pero aún así probó y se quedó a ver la película sobre Joy Division. O el sentimiento de amor-odio con el que muchos hemos salido del directo cutre-discotequero que presentó Joe Crepúsculo, personaje controvertido como pocos.

Pero quizás el que más juego haya dado en materia de anécdotas haya sido Luis Auserón. Aparte de su concierto infantil en horario de resaca, fue divertido hacerle una improvisada sesión de fotos en un rincón muy curioso, o verle compartir escenario con unos invitados que pusieron la guinda a su concierto, o emocionarse cuando Los Arrancacorazones le dedicaron una estupenda versión de Anabel Lee, o verle saltar del asiento cuando Micah interpretó el mismo tema de Jeff Buckley que él…

Ha sido un festival fantástico, hemos salido todos con muy buen sabor de boca, y el nivel musical ha sido muy alto (con más mérito teniendo en cuenta que fallaron dos grupos y un cabeza de cartel a ultimísima hora). Además, como en los años anteriores, la gente del Palacio de Festivales ha contribuido a que nos sintiéramos como en casa, gracias a todos ellos. Esperemos que el próximo año por estas fechas se pueda disfrutar de la cuarta edición, y que todos, sin importar su edad, sepan disfrutar como niños.

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¿Dónde está Logroño?

Escuchando: Fuera de la carretera (Brendan Croskerry)

El año pasado por estas fechas, muchos en el Palacio de Festivales nos quedamos con la boca abierta (y bastante vergüenza ajena, la verdad) al escuchar en directo una canción que Josh Rouse había compuesto, en castellano, a la ciudad de Valencia (el músico norteamericano vive en un pueblo de esa comunidad). Fue un adelanto, pero parece que ninguno de sus amigos españoles ha podido pararlo a tiempo, y la ha editado.

Me da poco y quiero más.
Camarero, ponme un Kas…

Este año parece que de nuevo en el festival CuVa correremos un riesgo parecido: Brendan Croskerry, canadiense residente en Logroño, tiene en su disco Goodbye Harrier un par de temas interpretados en castellano, a su manera. Fuera de la carretera es quizás el más llamativo, sobre todo por la estrofa:

¿Dónde está Logroño?
Está en La Rioja
¿Dónde está La Rioja?
Donde beben el vino…

Eso sí, salvando estos pequeños y desconcertantes agradecimientos a sus ciudades de adopción, cuando cualquiera de los dos se pone a cantar en inglés la cosa mejora, y mucho. Rouse dio un conciertazo el año pasado, y Croskerry promete hacer lo mismo en unos días, y por partida doble: para adultos y para niños.

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Donde esté Monigote, que se quite Don Bigote

Escuchando: Indeleble (Los Petersellers)

Me faltaba uno. De los tres conciertos de la semana pasada, me quedaba hablar de uno, del útimo de ellos. En una de esas ocasiones en las que o no hay nada que hacer o todo coincide en la misma noche, Los Petersellers tocaban de nuevo en Santander el mismo día en que Lazy presentaba en directo su disco. Afortunadamente, el horario hizo que diese tiempo a todo, sacrificando los bises de unos y los primeros minutos de los otros.

Los Petersellers, ¡qué recuerdos! Habían visitado dos veces Santander, hace ya años y con su formación original. La primera vez fue en la Plaza de Cañadío, por todo lo grande, con cómics de recuerdo. La segunda fue de tapadillo (nos colaron), en una fiesta privada en el Club de Tenis (lugar elitista y snob por excelencia de nuestra ciudad), en la que los descubrimos tocando resignados ante una pandilla de niños no mayores de 10 años. Decidieron omitir del repertorio Uma Thurman me toca la banana, y cuando tocaron Mazinger Z sólo los intrusos nos la sabíamos. Aquella noche terminamos de bar en bar con ellos y sus historias.

Desde entonces ha llovido mucho, el grupo ha cambiado (ni el batería ni el bajista son ya los originales, grandes Bulbul y Albertín Sobórnez), e incluso Monigote, su inigualable cantante, había tenido que dejar temporalmente la formación por problemas de salud (migrañas brutales, por lo que he investigado después). Las canciones y sus festivos conciertos seguían adelante, pero eso ya no tenía que ser lo mismo. En Santander tenía intención de comprobarlo, para bien o para mal. Una ocasión perfecta para recuperar mi vieja petercamiseta, a la que ya se le notan los años.

Llegamos tarde al concierto, y nos llevamos varias sopresas. La primera: en la puerta ni nos pidieron la entrada; yo iba con invitación (¡gracias, Piticli!) pero aquello parecía barra libre. Segunda sorpresa: el concierto era en un sitio tranquilito, con mesas donde la gente cena o toma una copa… pero esa noche estaba a rebosar, con gente bailando por todas partes, habían tenido que abrir zonas normalmente cerradas para dar cabida a los peterfans.

Tercera sorpresa, ésta no tan agradable: ya estaban tocando, y la voz no era de Monigote sino de su substituto, Don Bigote. No lo hacía mal, pero no era lo mismo. Había ido a ver a Los Petersellers, pero en realidad estaba viendo al doctor: al doctor Shecter, guitarrista y único miembro original de la banda. Lástima.

Las canciones, sin embargo, me metieron en el concierto. Con Intelectual (¡cabrón!) ya estaba pegando botes. Se fueron sucediendo himnos de siempre (Manolo, con ellos, sigue siendo gay) con algún tema nuevo, y poco a poco aquello se iba volviendo más y más festivo. Comprobamos con agrado que el quinto Peterseller, Casiotón (¡dis-po-si-ti-vo!), sigue con ellos gozando de buena salud. Da, da, da.

A mitad de concierto, petersorpresa. Don Bigote llama al escenario a un invitado muy especial… y aparece Monigote. Aplausos y ovaciones. Se arranca con Big Jim y Madelman, y no hay color, es el amo. Por voz, por espectáculo y porque Monigote es mucho Monigote, deja a la altura del betún a cualquier imitador. De hecho, se lo hace saber, directamente.

Descansando de vez en cuando, y compartiendo al final escenario con su substituto, Monigote aguantó hasta el último tema, el lento, el mítico, el comunal, el que no es una canción de amor: la Petercanción (Arriming the little onion). Grandes, muy grandes. Sin Monigote no son lo mismo. Con él, vuelve la magia. Pero en cualquier caso, la fiesta sigue estando asegurada. Todos somos Petersellers.

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Están en la calle

Escuchando: Dreamland (Emilie Simon)

Hace ilusión encontrase por la calle los carteles del festival CuVa de este año. Ya queda poco para poder disfrutar de sus actividades y de sus conciertos, sobre todo del de la señorita que aparece en la foto: la francesa Emilie Simon. Si alguien se lo pierde, allá el. Yo aviso.

Y sí, me hace ilusión porque los carteles los he diseñado y maquetado yo este año, con la ayuda de Bruno para los logotipos. Hay cuatro modelos distintos, uno para cada cabeza de cartel y otro genérico. Y una segunda tirada con un cambio de última hora: Luis Auserón y Brendan Croskerry cambian de día. Para que los curiosos no se dejen los ojos intentando leer en la foto de arriba, dejo aquí la versión actualizada con más calidad.

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Gran reserva

Escuchando: The Long Goodbye (Lazy)

Comentaba en mi anterior anotación el concierto de Indochine. Fue el primero de tres directos concentrados en dos días, que han hecho de esta semana algo musicalmente memorable.

El segundo de estos conciertos tuvo lugar el viernes, en un local muy especial: la sala de teatro Miriñaque, en Santander. Aforo muy reducido para una cita entrañable, la presentación en directo de Reservoir, el primer disco de la banda cántabra Lazy.

Fue una noche increíble. Por la cantidad de caras conocidas, por lo agradable de la propuesta, y sobre todo por la música. Lazy ha encontrado un sonido en el que se desenvuelve con una maestría que los coloca en otra liga, directamente. No hablamos ya de un grupo local intentando hacerse un hueco, lo que se vio sobre el escenario fue una banda funcionando con precisión de relojero, y presentando un disco que todo aquel que tenga un par de orejas y quiera darles buen uso debería tener. Rock acústico, instrumentales, pinceladas de folk, elegancia a raudales, todo suena a clásico pero con un toque muy especial, el que han ido consiguiendo puliendo sus canciones directo a directo. El viernes sonaron perfectos, con algún que otro pequeño percance para añadir la anécdota graciosa a la velada.

Reservoir dará mucho que hablar. Estoy seguro. Gracias por un concierto tan especial.

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Merci beaucoup, Pau

Escuchando: L’Aventurier (Indochine)

Indochine es una banda francesa con muchos años de carrera a la espalda. Sus últimos discos son soberbios, sus directos (al menos por lo que he visto por Internet y en algún dvd que me traje hace tiempo de tierras galas) espectaculares, y las probabilidades de verlos en España… muy remotas.

Parece mentira que las fronteras nos aíslen de esta forma de bandas enormes, ignorando músicas que tenemos a tan pocos kilómetros. No es el único caso, ahí están los lusos The Gift, práctica e injustamente desconocidos por estas tierras.

Volviendo a Indochine, acaban de editar disco (genial), y andan presentándolo en una gira por Francia, que tiene prácticamente todas las localidades vendidas. Por eso, fue toda una sorpresa que a través de un amigo consiguiese una invitación para su concierto en Pau, cortesía de los teloneros: Glow (que estuvieron por Santander hace un par de años).

El día señalado fue el pasado jueves. Excursión musical a Francia, ida y vuelta. Mereció la pena, vaya si lo hizo. Pau está cerca de la frontera, y se llega en poco más de tres horas. El concierto de los teloneros comenzaba a las 19:45, y para las siete de la tarde ya teníamos el coche aparcado frente al Palacio de los Deportes donde se celebraba el concierto.

La primera sorpresa: ya había cerca de 5000 personas haciendo cola. La segunda sorpresa: no se oía absolutamente nada, estos franceses no levantaban la voz ni lo más mínimo, y la fila estaba escrupulosamente formada, con una anchura no mayor de 3 personas. Igual que en España, vaya.

Un kebab después, conseguimos nuestras invitaciones, y a indicación del encargado de seguridad, tuvimos que dejar las cámaras en el coche. Ni grandes ni pequeñas: nada de cámaras. Bu.

El Palacio de los Deportes era un poco más pequeño que el de Santander, calculamos que había allí unas 6000 ó 7000 personas como mucho. Los teloneros comenzaron puntuales, y me gustaron más que en Santander (aquí fue en teatro, sentados, y en Pau estaban más en su salsa).

Con un poco de retraso, salieron a escena Indochine. Es inútil tratar de describir lo que fue aquello. Grabé algunos vídeos cutres con el móvil, que se pueden ver sobre estas líneas, de recuerdo. El montaje era realmente espectacular y lo iban desvelando poco a poco: un juego de luces precioso, una estética industrial muy conseguida, y cinco pantallas gigantes (tamaño cine) que envolvían el escenario, apareciendo y desapareciendo según la ocasión, y con unas proyecciones de quitar el hipo. Animaciones, pequeñas películas, vídeos grabados para la ocasión, y un hilo conductor: los dictadores, la guerra, los vencedores, los vencidos y su desolación. Grandioso.

Sumemos un sonido perfecto, unas canciones increíbles, y el lujo de verlos en su tierra, con todo el mundo entregado coreando las letras, y el resultado fue… inolvidable. Son una institución allí, y entre el público había bastantes familias. Por imaginarse un paralelismo, es como si en España Mecano o Radio Futura siguieran en activo, y publicando los mejores trabajos de su carrera. Padres e hijos compartirían gustos. Pues algo así ocurre con Indochine.

Puede que U2 les ganen en cuanto a espectáculo, pero… pocos más pueden acercarse al nivel de lo que ofrecen Indochine en directo. Definitivamente, uno de los mejores conciertos en los que he estado.

El viaje de vuelta, entre comentar la jugada, series, libros y músicas varias, se hizo muy ameno. Qué gran noche, sin duda… qué gran noche…

Seguiremos informando.

Qué necesario es el rock & roll

Escuchando: Antes de que cuente diez (Fito & Fitipaldis)

Suerte que tenemos Palacio de Deportes en Santander: con la que está cayendo estos días, está bien poder disfrutar de los conciertos bajo techo. Esta noche toca ración de música en directo. El señor Adolfo Cabrales, más conocido como Fito, abre aquí su nueva gira.

Tiene disco nuevo bajo el brazo, se llama «Antes de que cuente diez«, pero suena a lo de siempre. Tras cuatro discos en los que no ha dejado de pegarnos estribillos, melodías y frases, parece que el filón comienza a agotarse: las nuevas canciones nos suenan ya en la primera escucha. No hay nada nuevo, los mismos trucos y los mismos sonidos (este hombre debe de tener desgastados los discos de Dire Straits), con otras frases quizás no tan brillantes.

Eso es lo malo: que este disco es más de lo mismo. Lo bueno es que lo que hace, lo hace muy bien, y musicalmente este hombre sigue estando por encima de la media (claro, que tal y como está el patio de la radiofórmula, se lo ponen fácil…)

De todas formas, esta noche Fito y sus Fitipaldis demostrarán por qué están donde están, por qué venden lo que venden, y por qué llenan sus conciertos (entradas agotadas de nuevo en Santander, y es de los pocos que lo consiguen). Puede que éste no sea su mejor disco, pero estoy seguro de que su directo será tan brillante como siempre. Fito lleva muchos años sobre un escenario, y eso se nota. Vaya si se nota. Si además se rodea de músicos de primera, la fiesta está asegurada. Por si fuera poco, esta vez el montaje promete ser espectacular: según la nota de prensa, «pantalla de leds principal en la trasera del escenario de 40 metros cuadrados fraccionada en tres partes y con movimiento, 12 pantallas de leds de 2 x 1 metros, colgadas de la estructura lateral del escenario, pantallas laterales de retroproyección de 25 metros cuadrados cada una«… ahí es nada, ya como los grandes.

Habrá teloneros, también: La Cabra Mecánica, que se están despidiendo de los escenarios. Hace ya un tiempo los vi en directo, fui sin muchas ilusiones y me sorprendieron gratamente. Fito en su nuevo disco hace una versión de un tema de Lichis y su gente: Todo a Cien (irreconocible, como ya pasara con Deltoya). A ver si hay suerte y vemos algún dueto sobre el escenario.

Esta noche tenemos concierto. Será el primero de la temporada otoñal, que promete, y mucho. Seguiremos informando.

PD: Iré sin cámara -grande-, así que las fotos chulas se las dejaré a otros 😉