Cuando la luz brilla por su ausencia

El pasado jueves se celebró en el pub Opium de Santander una fiesta de presentación del festival CuVa 2009. Allí se pudo disfrutar de dos pequeños acústicos, a cargo de versiones reducidas de los grupos Varsovia y Lazy.

Estuve por allí, y llevé la cámara. Sin embargo, las fotos de recuerdo fueron especialmente complicadas. Sin escenario ni iluminación especial para directos, la sala del Opium es un lugar muy agradable para estos conciertos tan cercanos, pero muy complicada para hacer fotografías.

Durante las actuaciones, la sala tenía muy poca luz. La zona de los músicos tenía algo más, pero no les iluminaba directamente. El resultado: todo un pequeño reto. En estos casos, hay que forzar un poco la cámara… y la mía ya tiene sus años, y se nota. Las nuevas máquinas van mejorando mucho a la hora de captar imágenes con poca luz, pero aún así con un poco de maña se pueden conseguir fotografías interesantes… no perfectas (hay que olvidarse de enfoques súper-nítidos y detalles definidos, y dar la bienvenida al ruido) pero sí interesantes.

Al menos suelo llevar siempre a los conciertos el objetivo 50mm, con una apertura de 1,8. Esto es, no tengo zoom, se trata de una focal fija, pero con esa apertura máxima se pueden hacer fotos con poca luz (recuerden: a menor valor de f -apertura-, más se abre el objetivo y más luz entra). Aún así, tuve que aumentar el valor de ISO (la sensibilidad con la que trabaja el sensor de la cámara) a 1600, el máximo de mi Nikon. Con ese valor el ruido que sale en las imágenes es claramente visible, pero mejor eso que nada. Por último, apuré al límite mi pulso, disparando a velocidades de 1/30 y de 1/40 de segundo. El disparo en ráfaga siempre ayuda a que alguna de las imágenes salga menos movida.

Una vez en casa, he jugado con las fotografías para sacarlas un poco más de juego: al disparar en formato RAW (no hacerlo es pecado, en estos tiempos, y más en estas situaciones) he podido forzar más las zonas de sombra, a costa de hacer más visible el ruido. Desde el mismo RAW he filtrado un poco este ruido, y he bajado la saturación de los colores (en blanco y negro quizás se disimule mejor el ruido, pero no quería perder el tono cálido).

El resultado es el que aparece en las imágenes que acompañan a estas líneas. La galería completa se puede visitar en mi cuenta de flickr. Como decía, no son fotos perfectas, pero sí cumplen como recuerdo de una noche muy agradable. Y sí, podría haber usado el flash y no habría tenido ninguno de estos problemas. Pero me sigo negando a molestar a los músicos con mis luces (aunque siempre haya alguien que lo hace), y a perder el encanto de la luz ambiente.

Seguiremos fotografiando.

Fotografiando gota a gota

Las fotografías de gotas de agua cayendo sobre una superficie líquida siempre me habían llamado la atención. Las formas que se generan parecen cosa de magia. Nunca lo había intentado, hasta que me encontré con este video de Gavin Hoey en el que explica de manera sencilla cómo conseguirlo. Tenía a mano todo el material que necesitaba, así que hace unos meses me puse a experimentar con ello. Publiqué una foto de esa sesión, pero hasta hoy no me he puesto a terminar de ordenar y seleccionar el resto de fotografías.

Para la sesión seguí bastante fielmente las instrucciones del video. Tomé por unas horas la cocina con mis cachivaches y monté el pequeño escenario para las fotografías. Como recipiente, lo más apropiado que encontré fue una bandeja para horno, de cristal, que tenía las medidas que quería. Era transparente, así que puse debajo una cartulina negra. Otra cartulina blanca en vertical tras la bandeja me sirvió para reflejar la luz del flash.

Para dejar caer las gotas usé una bolsa de las que se usan para la fruta; para situarla, la enganché con una pinza a un tirador de un armario. Un agujerito con un alfiler y listo: ya tenía gotas de agua, regulares y cayendo siempre en el mismo sitio.

Para enfocar tuve algún problema. Como explican en el vídeo, lo ideal es poner un bolígrafo en el punto donde están cayendo las gotas, y enfocar manualmente. Por encuadre y objetivo utilizado, no me llegaba la mano para hacer eso, pero mediante ensayo y error conseguí un resultado razonable.

Situé el flash en el lateral izquierdo del montaje, apuntando a la cartulina blanca. Puse su potencia al mínimo, y lo disparé inalámbricamente desde mi cámara (usando los destellos del flash incorporado para ello). Es lo único complicado respecto a equipo que utilicé.

Como objetivo usé mi 70-300, cerrando todo lo posible el diafragma (f29) para asegurarme un poco más el enfoque (a mayor valor para f, menos luz entra, pero mayor profundidad de campo). La velocidad a la que disparé fue de 1/500, la más rápida con la que puedo sincronizar el flash.

Una vez montado todo lo anterior, fue ya tan sólo cuestión de disparar e ir haciendo pruebas. Cuesta al principio pillar el truco y apretar a tiempo para capturar el impacto, pero una vez que se consigue va todo sobre ruedas. Los resultados son siempre un poco imprevisibles, y por eso lo mejor es hacer muchas fotos, cuantas más mejor. En digital es gratis, y así aumentarán las posibilidades de obtener buenas tomas.

De unos 70 disparos que realicé, me quedé finalmente con 20 imágenes. Como disparo siempre en formato RAW pude ajustar posteriormente en el ordenador el balance de blancos, y así darle a las fotografías el tono de color más adecuado. En esta ocasión, me gustó jugar con los azules.

Los resultados de ese primer experimento con agua se pueden observar en mi flickr, y también en este pequeño vídeo que he preparado:

Volveré a intentarlo, es divertido. Seguiremos fotografiando.

Me pidieron Justicia

He hablado aquí varias veces ya de fotos mías que han aparecido sin mi consentimiento en periódicos, folletos, congresos… Lo bueno de publicar las imágenes en Internet es que muchísima gente las puede ver. Lo malo de publicar las imágenes en Internet es que muchísima gente tiene un porcentaje de caradura superior a la media. Aún así, compensa. Eso sí, siempre publico las fotos con un tamaño pequeño y marca de agua. Por si acaso.

Protejo lo mío, sin duda, pero eso no quiere decir que no ceda ninguna de mis imágenes. Generalmente me niego si quien me lo pide tiene fines comerciales (me niego a regalarlas, quiero decir; hago presupuestos a toda velocidad si es necesario) y no suelo tener problemas si es por una buena causa y se acredita convenientemente.

Por ejemplo, esta semana una de mis fotografías aparecerá en Forskningstorget, una feria sobre ciencia que se celebra en Oslo.

Hace unas semanas recibí un correo electrónico en el que me pedían permiso para utilizar una de mis imágenes para ilustrar un panel dedicado a la Justicia. La fotografía en cuestión es la que aparece bajo estas líneas: la escultura de la Justicia que preside uno de los patios del Castillo de Dublín. Una escultura curiosa porque está de espaldas a la ciudad, y porque tiene los platillos agujereados para que la lluvia no los desequilibre.

Como la iniciativa y las formas me parecieron interesantes, no tuve reparos para hacerles llegar una versión en alta resolución de la imagen, y con ella han creado un panel que se usará en la exposición. Mi nombre aparece junto a la fotografía, tal y como me prometieron. El texto está en noruego, pero gracias al traductor de Google he podido intuir qué es lo que han escrito.

Así de fácil es, a veces, publicar una fotografía en Noruega 🙂

Seguiremos fotografiando.

Cuando los organizadores no cumplen las bases de sus concursos

Este fin de semana comienza en Santander el II Festival del Mar, una cita que llenará nuestra bahía de grandes veleros. Ya en 2002 recibimos en la ciudad a la regata Cutty Sark, en 2005 se celebró el primer Festival con motivo del 250 aniversario de la ciudad, y ahora se repite el evento, englobado dentro de la candidatura de Santander a la capitalidad europea de la Cultura. Siempre ha sido todo un espectáculo, así que bienvenido sea.

Ayer me encontré por casualidad en un restaurante un folleto sobre el evento. Pensé que iba a ser el programa, pero no: era un formulario para inscribirse en una regata Amsterdam – Santander, y llegar a nuestra ciudad en alguno de los veleros que participan en el Festival. Nada más abrir el folleto me encontré con una de mis fotos, la brújula que aparece sobre estas líneas. Siempre hace ilusión encontrar una de mis imágenes ilustrando un evento de esta magnitud. Tras la sorpresa inicial, recordé que esa imagen en concreto la había presentando a un concurso sobre el Festival del Mar de 2005. No gané. pero está claro que la fotografía les ha venido muy bien. Investigando un poco he encontrado las bases de aquel concurso, para descubrir que el uso de la imagen por su parte ha sido fraudulento: debería aparecer mi nombre.

[OE]Ante todo: se trata de mi fotografía. De eso no tengo ninguna duda. Pueden comparar el folleto que encabeza este artículo con la imagen original, tomada desde la cubierta del velero Shabab Omán:

Presenté la fotografía al concurso organizado por Villas del Cantábrico, y no gané. En su día me di por satisfecho al comprobar que en un reportaje sobre el concurso por la televisión local, esta fotografía llenó la pantalla durante unos cuantos segundos. Pero ahí quedó todo.

Leí y acepté las bases de aquel concurso. Ya las había olvidado, pero al reencontrarlas ahora se puede comprobar directamente su postura respecto a las fotografías no premiadas:

Los concursantes autorizan a la organización del concurso la reproducción de sus obras en cualquier medio sin abono de derechos. La organización citará el nombre del autor en las posibles reproducciones.

Así pues, tienen todo el derecho del mundo a usar mi fotografía en sus campañas, pero no así: deben citarme. Obviamente, mi nombre no aparece por ninguna parte del folleto.

Me parece fantástico que alguien organice un concurso fotográfico para hacerse de una colección de imágenes de manera económica: lo que se gasten en premios siempre será menor que el precio de contratar a un fotógrafo para un reportaje tan exhaustivo. Ahora bien, tienen que indicar claramente en las bases del concurso que pueden utilizar las fotografías no premiadas para sus fines particulares. En este concurso lo hacían, y los que nos presentamos lo leímos y lo aceptamos.

Yo, como concursante, acepté y cumplí las bases del concurso. Villas del Cantábrico las ha incumplido y, mala suerte, me he dado cuenta. Supongo que esta pataleta no quedará aquí, y me pondré en contacto con ellos: creo que se les ha traspapelado una explicación, y me la deben.

En cualquier caso, habrá que visitar el puerto este fin de semana. Guardo un buen recuerdo del anterior festival. Seguiremos fotografiando.

PD: Ojo, este año vuelve a haber concurso de fotografía y en sus bases también indican que se quedarán con todas las fotografías no premiadas, pero en este caso ni siquiera tendrán que citar al autor para utilizarlas. El que se presente, que lo tenga en cuenta.

El animalario

Tenía pendientes de publicar algunas fotos del último reportaje que me encargaron en la Universidad de Cantabria. En una misma mañana estuve haciendo fotos a vehículos submarinos, a un super-computador, y al animalario de la Facultad de Medicina.

De las tres sesiones, la más llamativa fue ésta última. Nunca me había fijado en el edificio del animalario (y eso que la biblioteca de la Facultad de Medicina fue uno de mis rincones habituales durante la carrera, por cercanía). El acceso está muy controlado, la temperatura estable, el ambiente muy tranquilo (al menos cuando estuve yo). Resulta curioso entrar en una habitación y encontrarse con un montón de ratoncitos en sus jaulas. No es que sea especialmente aficionado a los roedores, pero aún así daba bastante pena verlos allí.

]Aparte de ellos, y de alguna rata de laboratorio, pocos animales vi por allí, aunque las instalaciones están preparadas para aves, cerdos… muy interesante, sobre todo por aquellos días, cuando la gripe A hacía su aparición y todavía se la conocía como gripe porcina.

La visita por las instalaciones incluyó estancias más o menos previsibles (como laboratorios y quirófanos) y otras más llamativas: las susodichas salas con jaulas, o el laboratorio de conducta (donde se mete a los ratones en laberintos y pruebas varias, grabándolos con cámaras para analizar sus reacciones).

Lo único complicado de las fotos fue trabajar con una iluminación muy poco fotogénica (escasa y fluorescente) y sin tirar de flash para no asustar a los sujetos en estudio. Fue una mañana curiosa aquella, sin duda. Seguiremos fotografiando.

Bilbao: sobre-exponiendo por accidente

El sábado pasado estuve callejeando por Bilbao, una ciudad que siempre me ha parecido muy fotogénica al fotografiarla en blanco y negro. El día estaba gris, además, así que con más razón dejé en casa la cámara digital y metí en la bolsa la Nikon F70 cargada con un carrete de blanco y negro, y el objetivo fijo de 50mm.

A última hora de la tarde me acordé de que en esa cámara había forzado el valor de ISO del carrete cuando usé película Redscale, y comprobé para mi desgracia que teniendo metido un carrete de ISO 400, había estado disparando con la cámara configurada a ISO 100. Esto es, la cámara había estado calculando que necesitaba mucha más luz la de la requerida, por lo que todas las fotos que había disparado habrían quedado, irremediablemente, sobre-expuestas. Quemadas, más bien. Horror.

A pesar de todo, jugando con el revelado y con el escáner he conseguido rescatar las fotos. Siempre pienso al disparar con película, en estos tiempos de ensayo y error digitales, que si en cada carrete consigo una imagen que me convenza y que me guste, me doy por satisfecho. De este accidentado carrete me han gustado unas cuantas, así que doy la prueba por superada.

Para recuperar una película sobre-expuesta hay que sobre-revelar. Esto es, hay que dejar que el revelador actúe durante más tiempo (al contrario de lo que podría parecer, pero no hay que olvidar que trabajamos con un negativo). En lugar de los 6 minutos de rigor que correspondían a la película, lo dejé un cuarto de hora (calculado totalmente a ojo, en mi ignorancia). Insuficiente, a pesar de todo: el negativo estaba muy oscuro (aunque se apreciaban las imágenes), señal de que en positivo estaría todo muy, muy blanco.

El siguiente paso para intentar recuperar las fotos fue el positivado, digital en mi caso: tocaba jugar con el escáner. Ajustando exposiciones, niveles y curvas antes de digitalizar cada imagen conseguí que apareciesen con una pinta medianamente razonable. Luego ya, Photoshop mediante, terminé de corregirlo todo en la medida de lo posible. Sobre-exponer para luego sobre-revelar es una técnica que, controlada (no ha sido mi caso), sirve para aumentar el contraste en las fotografías. Efectivamente, las imágenes finales (las que se han salvado, otras no han tenido mucho remedio) están mucho más contrastadas, pero también con muchísimo más grano, de lo que habría obtenido en condiciones normales. Aún así, me gustan, y el resultado no ha sido tan catastrófico como esperaba.

Para la próxima vez, tendré más cuidado, eso sí. Seguiremos fotografiando.

Cien instantáneas animadas

Fue allá por octubre cuando publiqué Instantánea, mi fotoblog. La idea era ir colgando una fotografía al día, para recuperar el hábito de ver la vida a través del objetivo de la cámara. Hace un par de días he publicado allí mi fotografía número 100, señal inequívoca de que no he cumplido la misión de publicar una imagen diaria. Aún así, a mi ritmo, pienso continuar publicando ahí algunas de mis fotografías, las visiones más personales de lo que me rodea. Algunas las he publicado también en mis galerías de flickr y de Ojo Espejo, otras sólo han aparecido en Instantánea.

Dejo aquí un pequeño videoclip con estas cien primeras instantáneas, animadas gracias al servicio web Animoto, una página que permite crear de manera rápida pases de diapositivas con música, con resultados espectaculares.[OE]

Animoto permite crear de forma gratuita videos de 30 segundos, para probar el servicio. Para la creación de videoclips de mayor duración, hay que pagar: bien 3$ por video, bien 30$ por una barra libre anual, que permite la creación de todos los videoclips que se deseen, sin límite en su duración.

Después de algunas pruebas me decidí a comprar ese pase anual, y llevo algunas semanas experimentando con ello. El funcionamiento de la página web es muy sencillo: se seleccionan las imágenes deseadas y se copian en su servidor; se elige la música (en un fichero de audio nuestro o en su colección de canciones sin royalties), y se personalizan algunos aspectos básicos (velocidad, si queremos destacar alguna fotografía, títulos y textos…)

Del resto se encarga Animoto. Genera el video sincronizando efectos y transiciones con la música, y nos ofrece el resultado con una resolución más que suficiente para su publicación en web, YouTube, redes sociales, etc. (con asistentes para ello, además).

Si el video no nos convence, podemos «remezclarlo»: Animoto generará otro cambiando los efectos y transiciones. Así hasta que lo encontremos a nuestro gusto. No permite mucho control sobre los efectos, pero los resultados son tan espectaculares que no suele ser necesario rehacer nada.

Además, si queremos el video que hemos obtenido con calidad de DVD, lo podemos descargar previo pago de 5$. En ocasiones puede estar bien, y posiblemente haga la prueba en breve.

En definitiva, un modo muy interesante de publicar nuestros pases de diapositivas. Veremos si con el tiempo se convierte en uno de mis servicios de pago habituales, como flickr.

Seguiremos fotografiando.

Lonicera nítida

Hacía tiempo que quería volver a experimentar con los tubos de extensión que compré para hacer fotografía macro. Hoy, aprovechando que tenía unas fotos en el horno, aproveché la espera para jugar un poco…

El sujeto elegido fue el pequeño seto que tenemos en el balcón, una lonicera nítida… conocida por aquí como seto bola. Y el resultado es curioso, sobre todo teniendo en cuenta el tamaño real de sus hojas:

[

Para los curiosos, usé los tubos de extensión con el objetivo 50mm f1.8. Para enfocar, puse la apertura a f1.8 (si no, apenas se ve nada), y usé tanto la rueda de enfoque manual como pequeños desplazamientos de la cámara (en trípode, por supuesto) hasta dar con un encuadre interesante.

A la hora de realizar la toma, cerré la apertura a f22 (para tener más profundidad de campo) y disparé (usando el disparador remoto, para evitar vibraciones) con un tiempo de exposición de 3 segundos. Para añadir un poco de iluminación lateral usé un flash separado de la cámara, a muy baja potencia (1/128), y disparado usando la opción de luz de modelado (con los tubos de extensión, se pierde la comunicación con el objetivo y no se dispara el flash automáticamente). Tras varias tomas, me quedé con la que ilustra estas líneas.

Habrá que hacer alguna prueba más… seguiremos fotografiando.

José Hierro: una escultura en negativo

Desde hace unos meses, Santander cuenta con una escultura dedicada al poeta José Hierro. Obra de la artista santanderina Gema Soldevilla, está formada por una serie de láminas de acero troqueladas, que al ser observadas frontalmente forman un retrato del escritor.

La imagen que se obtiene se vislumbra más que observarse. Se puede adivinar su rostro, pero de una forma un tanto extraña… un día, visitando la galería de David Goitia, uno de mis contactos en flickr, descubrí el porqué: lo que nos ofrece la escultura es un ingenioso negativo del retrato. Hace unos días pasé por delante con la cámara en la mano, e hice alguna fotografía para jugar con ella en casa. Aquí dejo el proceso que he seguido para desvelar el retrato en positivo.

En primer lugar, partimos de la fotografía de la escultura tal y como se ve a simple vista:

Se observa claramente el contorno de la cabeza, pero los rasgos aparecen muy oscuros y poco reconocibles. Si se trata de un negativo, tan sólo hay que invertir la imagen (con cualquier programa de edición fotográfica) para obtener el siguiente resultado:

¿Curioso, verdad? Vamos a mejorar un poco el método, para invertir sólo la escultura y dejar el resto de la imagen inalterada. Para ello, seleccionamos el recuadro correspondiente, y lo copiamos en nueva capa independiente. De hecho, yo lo he copiado dos veces, en dos capas distintas, ocultando una de ellas; luego veremos por qué.

Invirtiendo ahora los colores de la nueva capa que mantenemos visible, se obtiene algo parecido a esto:

Ahora entra en juego esa capa que había ocultado. La voy a utilizar como referencia para igualar los colores que he conseguido al invertir, con los colores originales de la escultura. Un proceso muy sencillo con el que conseguimos un resultado mucho más realista:

Por último, esas zonas de la cara que aparecen en negro, deberían ser más claras (hemos invertido también el paisaje que se ve a través de los huecos de la escultura), por lo que los seleccionamos para ajustar su color, tono, intensidad… hasta dejarlos a nuestro gusto. El resultado final podría ser algo así:

Sin duda, se trata de una escultura muy original…

Seguiremos fotografiando.

Una fotografía vendida gracias a flickr

La fotografía que encabeza estas líneas será la imagen de un congreso médico que se celebrará el próximo mes en Santander. Los empresa de comunicación encargada del evento la encontró usando flickr, se puso en contacto conmigo y llegamos a un acuerdo. Esa es la versión corta. La versión extendida incluye malentendidos y formas de hacer las cosas un tanto discutibles, aunque al final todo se encauzó correctamente.

[OE]Todo empezó cuando durante los días que pasé en Galicia recibí un correo indicando que les gustaría usar mi fotografía para el congreso. Cuando volví a casa, un par de días después, les contesté: no iba a cederla gratuitamente para fines comerciales, pero si les interesaba podríamos llegar a un acuerdo.

La parte desagradable viene cuando, justo después de enviar ese correo me puse a investigar en la página web del congreso, para descubrir que mi fotografía ya se estaba usando en la portada del programa del evento, disponible en formato PDF. Citándome, pero sin mi permiso.

Volví a escribir un correo, a la persona que me había contactado y a los responsables del congreso. Al cabo de unas horas recibí contestación, con disculpas y una explicación un tanto enrevesada. En cualquier caso, seguían interesados en la fotografía, así que les pasé un precio, aceptaron, y ahora, sólo ahora, podrán utilizarla de manera legal.

No es que me vaya a pagar las vacaciones, pero al menos ya he amortizado, de lejos, la cuenta de pago de flickr que tengo hace unos años. Internet es un gran escaparate. Una lástima que el proceso de compra haya tenido algún encontronazo.

Seguiremos fotografiando.