Viajes en pantalla pequeña

Escuchando: Getting away with it (James)

Apenas veo la televisión, pero hoy he hecho un descubrimiento que tendré que investigar: el programa de viajes de La Sexta. Lo he cogido a medio episodio, pero me ha enganchado al sillón. Supongo que la temática ha ayudado, estaba dedicado a Escocia.

He recordado mi (más que) breve estancia en Edimburgo, hace años ya, reconociendo calles, edificios y lugares. Me ha hecho ilusión. Me ha sorprendido el estilo desenfadado -casi gamberro- y ágil del programa, con uno de los actores de Cámara Café como presentador. Y la música, de lujo: Belle & Sebastian, Arcade Fire

Definitivamente, habrá que verlo algún día más. Y también, claro está, habrá que volver a tierras escocesas; me quedó mucho -todo- por ver. Ya habrá tiempo. De momento se acercan otras inminentes vacaciones. Pero de eso hablaré en otro momento. Es sábado por la noche y las cañas no se toman solas.

Seguiremos informando.

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Escuchando: A mistake (Fiona Apple)

Hace unas semanas que nuestro Diario Montañés renovó totalmente su diseño, calcando el mismo de otros compañeros de Vocento (El Correo, Diario Vasco, La Rioja…)

Los primeros días aquello era un sin dios. Todo estaba cambiado, aparecían noticias repetidas, otras no llevaban a ninguna parte. Ahora parece que ya le están cogiendo el pulso al nuevo sistema.

Aunque, eso sí, siguen haciendo sus experimentos. Siempre hay un botón de capturar pantalla listo ante cualquier fugaz metedura de pata.

Seguiremos informando.

La torre oscura

Escuchando: On the tower (Sondre Lerche)

Hace unos días, cuando el verano se acababa pero parecía que estaba llegando, me acerqué a la Cámara Oscura de Santander. Sí, tenemos una, hace meses, aunque casi nadie lo sepa.

¿Qué? ¿Dónde? ¿Cuando?

La cámara oscura es el antepasado directo de la cámara fotográfica. De hecho, se trata de eso: de una cámara enorme que proyecta las imágenes del exterior, captadas a través de espejos, sobre una pantalla redonda en una habitación a oscuras. Si se instala en un lugar elevado, con buena visibilidad en derredor, se obtiene una atracción turística más que interesante.

En Santander se ha instalado en Peña Cabarga, un lugar con unas vistas privilegiadas. Para ello se ha revivido el Monumento al Indiano (el pirulí, vaya) y se ha instalado en su primera planta. Las imágenes se captan a través de un periscopio y se proyectan en la sala donde se encuentran los visitantes.

Está abierto todos los días, y seguirá así hasta el puente del Pilar, con visitas -gratuitas- en horario ininterrumpido durante todo el día. No encuentro datos exactos de los horarios ni en su página web.

Yo tuve mala suerte: aunque subí un día despejado, desde arriba se veía bruma, y se reducía mucho la visibilidad. Además, la guía que nos atendió dejaba bien claro que estaba harta de repetir siempre la misma parrafada, y lo de la entonación lo dejaba para sus ratos libres. Al principio fue incluso un poco brusca, aunque pareció suavizarse un poco más tarde. La visita, con todo, fue más que breve.

En cualquier caso, lo recomiendo. Es muy divertido ver funcionar su enorme óptica; y aunque la visibilidad sea reducida la mayoría de los días, resulta gracioso ver despegar aviones del aeropuerto, o a las vacas pastando a los pies de la torre.

Yo conocía la que se encuentra instalada en la Torre Tavira de Cádiz, en el centro de la ciudad, con vistas más bulliciosas y un guía con mucho más salero. Sin embargo en la nuestra, con un buen día (viento de nordeste) nos aseguraron que se veía todo Cantabria y parte de las comunidades limítrofes. Ahí es nada.

Suban y vean. Seguiremos informando.

Sempre em frente, nunca pra trás

Escuchando: Changes (Seu Jorge)

Viernes de estrenos, y no sólo en las salas de cine: también en el diseño en esta página…

Las novedades son más internas (adios a las tablas, hola a las hojas de estilo) que externas, aunque se nota el lavado de cara. O eso creo. Espero que les guste. Todo debería seguir funcionando igual… o mejor: ahora en el recuadro que tienen en la esquina superior izquierda aparecerá la última entrada de mi twitter. Y para los que sepan lo que es y lo echaban de menos: vuelvo a tener un feed RSS; que ya tocaba.

Los contenidos seguirán siendo los mismos, eso sí. Este nuevo cuaderno tiene aún muchas hojas en blanco. Seguiremos escribiendo.

La familia y uno más

Escuchando: The beat goes on (Carita)

Ayer Apple presentó la mayor renovación de la gama iPod de la historia del producto. Todos y cada uno de los modelos han sufrido algún retoque, y tememos además un nuevo juguete con el que babear.

Por partes…

El iPod Shuffle es el que menos ha cambiado. Y la verdad es que ha sido a peor. Los nuevos colores me parecen bastante más feos que los anteriores. Se salva el rojo, para mi gusto. Mantiene capacidad y precio. 79 € por un giga. La verdad es que este producto tiene un futuro dudoso: no creo que merezca la pena aumentar su capacidad, porque entonces se echaría en falta la pantalla para navegar por las canciones. El único destino que le veo es una sucesiva bajada de precio hasta desaparecer.

El iPod nano ahora es gordito y cabezón. Me siguen sin convencer los colores, salvo al clásico plateado y el rojo. Habrá que verlos en vivo, de todas formas. Tiene buena pinta, muy delgado. Reproduce vídeo, tiene Coverflow, mucha autonomía, y ha bajado sustancialmente de precio: 139 € (por fin se abandona la paridad euro-dólar) por 4 GB, 189 € por el modelo de 8 GB.

El iPod de toda la vida ahora se llama Classic. Diseño similar, pero en plateado y en negro, un poco más delgado, y lo más destacable: bajada de precio y aumento espectacular de capacidad. Por 239 €, 80 GB de capacidad. Por 339 €, 160 GB. 160, oiga.

Y el recién llegado: un iPhone sin el Phone no es una i, es un iPod Touch. Nada nuevo que no hayamos visto: todo lo bueno del teléfono de Apple, pero centrándose en el reproductor multimedia. Y con wi-fi y Safari para navegar, además. Se echa en falta una aplicación de correo, los mapas de Google, Bluetooth… y sobre todo: más capacidad… con lo bien que se tienen que ver ahí las películas, y la delicia visual que tiene que ser navegar por su biblioteca musical, con 16 GB como máximo sabe a poco. Cuando superen los 30Gb de mi actual iPod, lo miraré con otros ojos. De momento, prefiero tener sitio de sobra, antes que fardar moviendo los dedines.

Sorpresa final: bajada brutal de precio del iPhone, que se queda en un único modelo de 399 dólares. 200 más barato que ayer, reducción de un tercio en el precio. Si me hubiese comprado uno hace 15 días, tendría un mosqueo de época (si lo hubiese hecho hace 14 no, porque Apple devuelve la diferencia… un agradable detalle). No se saben más detalles acerca de su desembarco en Europa, aunque la rebaja se agradece.

En resumen: que uno no sabe cuál le gusta más… el nuevo Touch es un juguete alucinante, pero no perfecto, aún. El nano promete, pero el Classic sigue siendo para mí la opción más equilibrada.

Eso sí. El día de ayer ha dejado una noticia triste. No sé si se habrán dado cuenta: ya no existe ningún iPod blanco. Bu. Sólo por eso, ya he cogido más cariño, incluso, al que tengo en el bolsillo.

Seguiremos informando.

Personajes descuartizados

Escuchando: Tanto rollo con el infierno (Deluxe)

Hace poco he leído la última novela de Arturo Pérez-Reverte: El pintor de batallas. Me gustó, mucho, a pesar de que sus últimas obras (desde La reina del sur) me habían provocado la suficiente indiferencia como para no molestarme en leerlas. Ya habrá tiempo.

Estos últimos días había visto anunciado en televisión el estreno de una serie basada en los personajes de La piel del tambor, también de Pérez-Reverte. Ayer, durante su primer episodio, estaba en casa y decidí probar suerte… a pesar de mi habitual aversión a la programación de la caja tonta.

La serie es infumable. Las primeras imágenes me hicieron pensar que estaba ante el principio de un episodio de Los Serrano o un engendro similar. Luego ya aparecieron curas en pantalla y comprendí que a pesar de tanto bombo, la serie tenía la pinta cutre habitual en la mayoría de la producción patria.

El guión es infantil, las interpretaciones (salvo la de Pou) son pésimas, insultantemente malas. La música aparece de forma artificial, el argumento es previsible, las situaciones son forzadas… un auténtico despropósito. Ahora entiendo la coletilla «basada en los personajes de la novela«, y no en la novela. La acción se sitúa años después, y no en Sevilla como en La piel del tambor, sino en Madrid. Se toman prestados algunos personajes del libro para caricaturizarlos en forma de aburrida teleserie de detectives. Espero que Arturo estuviese mirando para otro lado, o que se haya embolsado una buena suma por permitir este engendro.

A ver si La carta esférica de Imanol Uribe ha corrido mejor suerte. Con Carmelo y Aitana hay esperanzas de que merezca la pena.

En fin. Esto me pasa por ponerme delante de la tele. Ahora sé que los martes por la noche puedo hacer otros planes. Los responsables de la serie también: dudo que aguante mucho en antena.

Seguiremos informando.

¡No somos dignos!

Escuchando: Who do you think (Interpol)

Resulta que me han dado un premio. No a mí, sino a este rincón. Se trata de un Thinking Blogger Award, y me lo ha enviado el amigo Fanshwave, ahí es nada. No contento con eso, me ha dedicado unas líneas que no transcribo, que me sonrojo, ¡gracias!

Ahora yo debería recomendar y premiar otros cinco blogs que me hagan pensar. Tarea nada fácil, pero allá vamos.

En primer lugar, y saltándome cualquier lógica del premio a golpe de boomerang, cito como premiado a mi premiador. Reducir al mínimo. Porque sí. Porque la suya es una de esas páginas imposibles de leer con prisas; hay que disfrutarla con calma. De mayor, quiero escribir como él.

Me hace pensar y me hace reír. La originalidad llevada al día a día, con ironía y una katana. Lulamy.

No hace falta escribir mucho, cuando se hace bien, para dejar pensativo al lector. Maestro del mensaje breve: Jorge Miente.

De hecho, ni siquiera hace falta escribir cuando se publican unas fotos tan maravillosas como las de Marta. Bienvenida de nuevo.

Por último, premio a las vidas ejemplares del cantante de Love of Lesbian. Llámese como se quiera al contrapunto de la cordura.

Seguiremos pensando.

Desencanto histórico

Escuchando: Tired (K’s Choice)

Está terminando un fin de semana extraño, cansado, sin grandes penas pero sin mayores glorias. Algunos planes esperados con ilusión han salido del revés, y eso siempre es una lástima.

La fiesta de las Guerras Cántabras, por ejemplo. El viernes nos dejamos caer por la localidad cántabra en la que se representan las batallas entre romanos y cántabros, convertidas en fiestas a las que tengo especial aprecio: hace dos años me acerqué por primera vez, y me llevé dos premios; bien distintos.

Este año todo había cambiado de ubicación, estaba más desorganizado, más soso; yo anduve falto de inspiración con la cámara, cansado, y un poco aburrido después del primer paseo de reconocimiento. Lo mejor de la noche fue estar con el miembro más pequeño de la pandilla. Lo peor: la vuelta a casa en la que el coche decidió romperse en medio de la nada… hay que ser positivos: nunca había montado en una grúa, ¡cómo molan, con tantos botones y lucecitas!

El sábado, la actividad histórica de la jornada consistió en una visita al Mercado Medieval de Santander. Desde hace años me acerco, con la cámara siempre a mano, al barullo y tumulto de tenderetes siempre pintorescos. Este año, por obras, ligero cambio de ubicación también. El resultado fue un agobio monumental de gente, imposibilidad de hacer movimientos contra la corriente, y unas ganas increíbles de salir de allí.

Hoy domingo me he dejado de Historia, y he pasado la tarde en un campo de batalla más agradable y más actual: un cumpleaños infantil. Y así se ha ido terminando este fin de semana, y con él un verano que se ha ido apagando poco a poco.

Seguiremos informando.

Pisto en la gran pantalla

Escuchando: The racing rats (Editors)

Ayer, con la misma ilusión que el resto de niños en la sala, fui a ver Ratatouille, la nueva película de los estudios Pixar. Qué decir. Soy poco objetivo con ellos: desde las primeras aventuras de Woody y Buzz devoro sus películas, que he visto infinidad de veces. Ninguna me ha defraudado; la de ayer no ha sido la excepción. Una historia entretenida, un guión trabajado, y una realización técnica de quitar el hipo. Lejos queda ya aquella persecución de juguete de Toy Story. Ahora, las escenas callejeras por París son -aún más- un festín para la vista.

Una película recomendable de principio a fin, incluyendo su prólogo: el cortometraje Abducido, divertidísimo. Otro clásico que añadir a su filmografía.

A ver si llega ya WALL-E