Objetivo, Birmania

Escuchando: Help! (The Beatles)

El número de fallecidos en Birmania a causa del ciclón Nargis sigue aumentando. Se habla ya de 100,000. Una cifra que marea, que hace difícil imaginarse la magnitud de esta catástrofe. Como si la mitad de mi ciudad hubiese desaparecido de repente.

Hoy se celebra el día mundial de la Cruz Roja, y además en Santander. Quizás la próxima vez que vayamos a tirar el dinero en algún tono del chiquilicuatre de turno, o en votar en el reality de moda, convenga recordar que también existe esta página. Entre otras.

Seguiremos informando.

Ker Plunk!

Escuchando: My favourite game (The Cardigans)

Vagabundeando un día por eBay encontré uno de esos juegos de mi infancia que tenía ya olvidado, pero que al instante recordé con todos sus detalles… ¡cuántas partidas jugué con mis hermanos!

Ya no recuerdo si nos lo compraron en España, o fue uno de esos regalos que nos trajeron unos familiares desde Suiza (como el primer Lego Technic, años antes de que los vendiesen aquí); lo que es seguro es que se llamaba Ker Plunk!

Su mecánica es muy sencilla: consta de un tubo hueco, con una banda central llena de agujeros, por los que se meten unas varillas de plástico, formando una «alfombra» en medio del tubo, al entrelazarse. En la parte inferior del tubo hay una pequeña abertura lateral; el tubo se coloca sobre un platito con cuatro compartimentos -uno por jugador- y en cada turno se gira el tubo para que la abertura coincida con nuestro hueco del plato. Por la parte de arriba del tubo se echan canicas, que se posan sobra las varillas. Una vez hecho todo esto, por turnos se van retirando las varillas de una en una, intentando evitar que caigan las canicas. Si caen, irán directas a nuestro hueco en el plato. El que menos canicas tenga al final de la partida, gana. Es más complicado de explicar que de jugar, viene a ser como una mezcla del Mikado con la Jenga.

El nombrecito parece ser una onomatopeya alemana, por estas tierras he encontrado una versión más moderna (y hortera) llamada Canica Pum!, pero no es lo mismo: a mí me gustaba mi versión sobria y setentera. Y hace unas semanas encontré uno nuevo y embalado en eBay. Demasiado tentador para dejarlo pasar. Sobre todo porque lo vendían en Montana y la paridad euro/dólar está para aprovecharla. Por tres euros escasos, más gastos de envío (doce euros más, aproximadamente), en unos pocos días teníamos nuestro Ker Plunk! en casa. Era el mismo que recordaba de niño, aunque la caja y el embalaje son algo más modernos. Y todo en perfectísimo estado, nuevecito.

Sobra decir que en pocos días se convirtió en una nueva atracción de la casa (tenemos una cantidad sorprendente de juguetes, para ser [cof, cof] adultos), y el salón ya ha sido escenario de algún duelo al sol. Es fácil picarse, es uno de esos juegos peligrosos por lo adictivo.

En fin: qué peligro tiene eBay.

Seguiremos jugando.

PD: La señora que me lo vendió fue eficaz y muy rápida, pero el paquete era para verlo. No sólo llenó la caja de sellos, sino que escribió mi nombre y dirección exactamente cómo se lo mostraba eBay. Para futuras compras, creo que tendré que tener cuidado con los acentos.

La pared del eco

Escuchando: Test for echo (Rush)

El lago Konigsee, en Alemania, tiene forma alargada y estrecha, y está rodeado de impresionantes montañas. Es muy típico realizar una excursión recorriéndolo en pequeños barcos, y visitar así la pintoresca capilla de San Bartolomé, sólo accesible desde el lago.

En estas excursiones, hay una tradición muy llamativa. En cierto momento del trayecto, el barco se detiene y apaga el motor. El capitán coge una trompeta e interpreta unas pocas notas en dirección a una imponente pared rocosa. Al cabo de unos segundos, la melodía se repite de forma increíblemente clara por todo el lago. Es la pared del eco.

Sigo recuperando y publicando fotografías de aquel viaje del año pasado… y ya he llegado a la parte de las vacaciones en la que pasamos de Austria a Alemania. Una buena ocasión para recordar anécdotas como ésta.

Seguiremos informando.

MAME no hay más que una

Escuchando: Tom Sawyer (Rush)

Hace ya tiempo que andaba buscando un rato para hablar con calma de la que se ha convertido en una de las atracciones de nuestra casa. Nuestra particular consola, que ha terminado acaparando la atención en más de una reunión casera, nochevieja incluida.

Personalmente, nunca he sido muy dado a los juegos de ordenador. En su día me aficioné a las aventuras gráficas, pero de eso hace ya mucho tiempo. Las consolas nunca me llamaron la atención… salvo la última hornada de Nintendo, todo hay que decirlo. La DS es un juguete que puede dar mucho juego, por lo que he trasteado con alguna, y la Wii me parece muy divertida y original. Eso sí, me da la impresión de que son caprichos a los que pasados unos meses se les deja de prestar atención. No lo sé.

El caso es que los juegos con gráficos ultrarrealistas, con acción trepidante y violencia a raudales nunca han sido lo mío. Siempre he sido mucho más clásico: pienso, afirmo, y dudo que cambie de opinión, que las partidas más adictivas son las de los juegos aparentemente más sencillos. El Tetris, por ejemplo.

Dicho todo esto para sentar los antecedentes, voy al grano. Cuando hice mi mudanza, no me molesté en traer un viejo ordenador que estaba ya casi para el despiece: mi primer portátil, de hace ya muchos, muchos años. La tapa no tenía ninguna resistencia, la batería era simbólica, Widows XP se arrastraba…. No parecía tener mucho sentido cargar con él, si apenas lo iba a usar.

Y así quedó la cosa, hasta que en casa de unos amigos, me pidieron ayuda para configurar el MAME en su ordenador. Qué cosas, había oído hablar de ello, pero nunca le había prestado mucha atención. MAME es un programa, un emulador de los juegos de las máquinas recreativas: Tetris, Pac-man, Space Invaders, Street Fighter… los juegos de toda la vida, vaya.

Echamos a andar el MAME en su ordenador, y esa noche, ya en nuestra casa, nos picó el gusanillo y lo instalamos también en mi iMac. Era divertido, pero la violencía con la que atacábamos el teclado me hacía temer por alguna de sus teclas. Pensé en comprar un par de gamepads para poder jugar más a gusto, porque la verdad es que era muy divertido….

Luego me puse a maquinar, que es algo que hago con cierta frecuencia. Me acordé de ese portátil abandonado, y me pregunté si sería capaz de ejecutar el emulador en él. Cómo sólo había una forma de averiguarlo, me puse manos a la obra.

Lo primero de todo fue formatear el disco duro e instalar un Windows XP con lo mínimo. El ordenador es un AMD a 1Ghz, con 256Mb de memoria RAM, así que tras la limpieza funcionaba de una forma más que decente. Además, sin ningún tipo de conexión con el exterior, y sin intención de instalar nada más, esperaba que siguiese estable por mucho tiempo. El emulador MAME me dió algún quebradero de cabeza, porque sus últimas versiones parecían demasiado exigentes para el equipo, y se entrecortaba el sonido, o la imagen perdía fluidez. Tuve que probar versiones un poco más antiguas para encontrar una con la que todo funcionase correctamente. Y lo conseguí. Después, todo fue cuestión de conseguir algunos miles de juegos gracias a los sospechosos habituales.

Ya tenía un ordenador con MAME instalado, y todos los juegos imaginables que alguna vez pasaron por los salones recreativos. No era mal comienzo. Pero faltaba un paso: instalarlo en el salón, conectado a la televisión y al sistema de cine en casa. Lo del sonido fue coser y cantar: un cable para conectar la salida de auriculares del ordenador a una entrada de línea del amplificador, y listo. Sin problema.

Lo de la televisión fue otro cantar. Tenía por algún lado un cable con el que conectar la salida de TV del ordenador al euroconector correspondiente, y funcionaba… pero los colores eran demasiado estridentes, y el tamaño de los juegos en la pantalla del televisor se reducía en la mayoría de los casos… y con una televisión de tubo de 21 pulgadas había que arrimarse bastante para poder jugar con comodidad. Aún así, era entretenido, funcionaba, y merecía la pena tener todos esos juegos en el salón.

Fue el momento de hacer la única inversión que ha requerido el invento: un par de gamepads (con cable, nada de lujos), que conectados a un viejo hub que tenía por casa, completaron nuestra pequeña consola casera.

Funcionaba, sí; pero era mejorable. Investigué formas de automatizar el arranque para que no me tuviese que preocupar de ejecutar programas o seleccionar juegos… y encontré algunas muy vistosas que se escapaban de las posibilidades de nuestro humilde ordenador; y otras que tras pruebas varias, acabaron convirtiéndose en la solución ideal: Game Launcher ejectuado automáticamente al iniciar Windows nos permitía tener un menú con todos los juegos disponibles (o con una selección de nuestros favoritos), y elegir el adecuado usando los gamepads. Era, realmente, como tener una consola con miles de juegos clásicos.

Para personalizar aún más Game Launcher me descargué capturas de pantalla de cada juego, y animé el menú con una canción: Tom Sawyer, de Rush. Elección que responde a motivos extremadamente frikis.

Las pasadas navidades cambiamos de televisión, y nuestros juegos salieron ganando… ¡y cómo! La nueva tele tiene entrada VGA, y eso ha eliminado todos los problemas y ajustes de la pantalla. Ahora se ve todo perfectamente… y con 37 pulgadas las piezas de tetris y el comecocos se ven desde el sillón… y desde cualquier otro lugar de la casa.

Poco a poco, habíamos conseguido tener un aparato al lado de la tele que bastaba con encender, y conectar un par de mandos, para poder echar unas partidas a juegos que no pasan de moda. Todo un éxito, de crítica y público.

Claro, que con todo eso ya montado, era tentador hacer alguna prueba más. No sólo de juegos de recreativas vive el hombre, y hubo algunos clásicos de PC que merecía la pena intentar echar a andar. Al menos uno: los Lemmings. Los primeros intentos fueron un fracaso: la versión para DOS no funcionaba bien bajo Windows, y la versión para Windows era espantosa. La solución pasó por instalar un emulador de MS-DOS, y asunto resuelto: los Lemmings en todo su esplendor, y a toda pantalla. Para manejarlo de forma más cómoda, reciclé otro trasto que tenía por ahí tirado: un viejo trackball inalámbrico. Perfecto.

Claro que… teniendo un ratón en el sillón… esa pantalla… y un ordenador… ¿por qué no intentarlo con las aventuras gráficas? Fue entonces cuando descubrí ScummVM, un emulador (para muchas, muchas plataformas… lo he conseguido instalar en mi PDA, incluso). ¿Por qué usar un emulador en un PC para emular juegos de PC? Por lo mismo que ocurría con los Lemmings: para evitar problemas de sonido, controles, resolución…

ScummVM además tiene un menú con el que es muy sencillo elegir los juegos cómodamente desde el sillón. Y funciona con los clásicos entre los clásicos: Monkey Island, Indiana Jones, Maniac Mansion, Day of The Tentacle… ¡qué tiempos aquellos!

Juegos de recreativas, Lemmings, aventuras gráficas…. al final sí que aproveché aquel viejo ordenador, sin duda. Mi último experimento ha sido un poco temerario: he cogido prestado un adaptador inalámbrico de otro PC que no usamos mucho, y he conectado nuestra consola a la red casera, rompiendo su aislamiento ¿Para qué? ¿para navegar? ¿para leer el correo? No, para escuchar música…

He instalado iTunes en ese portátil, y gracias a su capacidad para conectarse a librerías de música de equipos en la misma red, podemos escuchar en el salón la música que yo tengo en mi iMac, o la que tiene ella en el iBook. Fácil, y eficaz. Ahora, al arrancar la consola, se puede elegir si se quiere usar para jugar, o para escuchar.

Gracias por la paciencia, si alguien ha seguido leyendo hasta aquí. El que pase de visita por casa, que recuerde que tiene la oportundad de jugar unas partidas al Tetris, o al Columns, o aquel juego de la arañita, o al Out Run, o al Golden Axe, o al Pac-man, o al After Burner, o al Space Invaders…. o a lo que quiera. Los tenemos todos. Las monedas (hay un botón para el insert coin), de momento, corren de nuestra cuenta…. aunque igual acabamos dejando una hucha allí cerca, por si acaso 😉

Seguiremos jugando.

Limpieza de primavera

Escuchando: Spring 2008 (Architecture in Helsinki)

Limpieza de malas vibraciones, del trabajo, de las preocupaciones, de los vecinos ruidosos, de las lluvias, del frío…

Ayer pude aprovechar un rato para volver a colgarme la cámara -ya tocaba-, salir a pasear y hacer fotos por mis lugares comunes. Bienvenido sea siempre el buen tiempo por estas fechas, que siempre anima…

Seguiremos informando.

Heima

Escuchando: Sé Lest (Sigur Rós)

Pocos grupos me emocionan tanto como Sigur Rós. He tenido la inmensa suerte de verlos dos veces en directo (una de ellas a un par de metros, haciendo fotos); además, su música fue el principal ingrediente del ambiente en mi primera exposición de fotografía: su disco Takk era lo que animaba a la gente a sentarse en la penumbra de aquella improvisada sala de proyección.

Sigur Rós ha publicado hace poco un DVD. Cuando me enteré de que no se trataba de la grabación de un concierto, sino de una mezcla de actuaciones y entrevistas, me desanimé un poco. Pensé que podría llegar a ser algo que se ve una vez, y poco más. Aunque lo dudaba.

Hace unos días pude, por fin, ver Heima. El nombre significa «en casa«, y es un homenaje de la banda a su hogar, a su tierra natal: Islandia.

Empecemos por el planteamiento, que es más interesante de lo que puede parecer a simple vista. Sigur Rós acababa de terminar la gira mundial de Takk, y de regreso a Islandia decidieron ofrecer una serie de pequeños conciertos recorriendo el país, gratuitos, sin anunciar, y acomodando sus instrumentos en los lugares más insólitos, o espectaculares, o las dos cosas a la vez.

Actuaciones en pequeños pueblos de pescadores con una banda de vientos, fábricas abandonadas, percusión con rocas volcánicas en una cueva, un pequeño teatro, el salón de una casa, espacios naturales asombrosos, conciertos rodeados de niebla, de gente acampando, con coros tradicionales, en una concentración contra de la contrucción de un embalse (la revista National Geographic de este mes se dedica un reportaje al asunto, por cierto)… la sucesión de canciones y de propuestas es deliciosa. Si todo esto se acompaña de una producción perfecta, y de un sonido envolvente y cristalino, el resultado deja con la boca abierta.

Bien, pues así es el segundo DVD de Heima. El de los extras. El secundario.

El primer disco contiene la película Heima en sí. Mezcla todas estas maravillosas actuaciones con pequeñas entrevistas, y con imágenes hermosísimas de Islandia. En serio: es difícil de explicar con palabras. Su música se mezcla con los paisajes naturales de una tierra que parece de otro mundo, con escenas (allí) cotidianas, con tomas tanto de los músicos como de su público, con niños, padres, abuelos, parejas, familias enteras disfrutando de su música… resulta especialmente llamativo lo de los niños, correteando entre los instrumentos o comiéndose con los ojos tan abiertos como la boca el espectáculo que tienen delante.

Especial mención merece la fotografía de la película. Cualquier aficionado a las cámaras se morirá de envidia ante esos paisajes, y se quitará el sombraro ente los encuadres y el buen gusto de las imágenes.

En definitiva, Heima es lo más hermoso y emocionante que he visto en mucho tiempo. Hace días que tenía intención de escribr unas líneas reconociéndolo y recomendándolo. Pensaba poner un enlace al trailer de la película. Pero, ayer me he enterado, el grupo ha decidido compartir esta pequeña maravilla, y ha publicado la película entera, sus 97 minutos, en YouTube.

Busquen un rato libre, olvídense de sus preocupaciones, y disfruten.

Astronomía con burbujas

Escuchando: Deborah Carne (White Rose Movement)

Estaba previsto que este fin de semana fuese ajetreado, y lo ha sido más aún.

El sábado por la mañana, primera visita a la playa de la temporada, con sesión de palas por el mismo precio. Después, cocido montañés cortesía de un amigo, una comilona agradable y distendida de la que me tuve que ausentar pronto porque el día continuaba con una boda. Ni formal ni informal; a medio camino, con más tendencia a lo primero.

Anduve con la cámara y no comí ni bebí en exceso; fotos, brindis, risas, amigos a los que hacía tiempo que no veía e hijos de mis amigos me tuvieron entretenido toda la noche.

El domingo, para terminar de rematar el fin de semana, otra comilona. Un homenaje por una causa inexcusable, en el que de once comensales, nueve fuimos carnívoros y dimos cuenta de diez kilos de carne en forma de chuletones a la piedra. Excelentes, todo hay que decirlo. Hubo hueco también para el postre, y lo acabamos regando abundantemente con orujo.

Una lástima que cuando uno se dispone a dejar pasar con calma y sin sobresaltos las horas restantes del domingo, una mala noticia trastoque todo, y el castigado estómago acabe, además, con un nudo.

Será cuestión de apurar el día para terminar de hacer la digestión, y descansar para coger con ganas la semana.

Seguiremos informando.

La venganza del Betamax

Escuchando: Blue Movie (Sneaker Pimps)

Enhorabuena a los premiados. En la lucha de formatos de alta definición (la disputa por el trono del DVD) ya hay ganador: Toshiba abandona el desarrollo de HD DVD y le deja vía libre a Sony y a su Blu-Ray.

Pensaba que la lucha iba a ser más larga, pero al final los estudios se han pasado en manada al bando de Sony, el golpe de efecto de incluir un reproductor en su PS3 ha surtido efecto, y las medidas desesperadas de Toshiba (bajada brutal de precios) no han podido evitar su batacazo.

Ahora, el que quiera comprarse un caro reproductor de alta definición para disfrutar de las películas que ya empiezan a venderse de forma -más o menos- habitual en ese formato, podrán hacerlo. O quizás convenga esperar: ya sabemos cúal va a ser el formato de discos que se convertirá en estándar de la industria, pero… ¿realmente el futuro pasa por utilizar discos? ¿se impondrá el modelo de descargas, aunque su alta definición no sea tan alta? ¿o quizás, viendo la velocidad a la que baja el precio de las tarjetas de memoria, un frágil y voluminoso -por comparación- disco no sea la mejor idea?

Todo esto, y mucho más, próximamente en sus pantallas.

La mesa del puzzle

Escuchando: Trains (Marlango)

Cuando terminamos el puzzle, estuvimos pensando en comenzar otro. Pero no; pasados unos días en los que la desnudez de la mesa era una provocación a todos los trastos apilándose en el resto de la casa, su superficie acabó con una finalidad muy distinta.

La mesa del puzzle se convirtió en el centro de operaciones de una pequeña escapada a Córdoba que empieza mañana. Todo está ya preparado: el plano con nuestro hostal localizado, el folleto de los baños árabes donde ya tenemos cita para el domingo, los billetes de tren, la tarjeta del AVE, una guía prestada, otra cedida cortesmente por la biblioteca de la universidad, la información que amablemente nos enviaron desde la Oficina de Turismo cordobesa, una Moleskine para tomar notas… ya sólo falta preparar la cámara, hacer la maleta, y acostarse pronto: mañana a las siete de la mañana tenemos que estar sentados en un tren (una más que agradable forma de viajar).

Desde mañana hasta el próximo lunes estaré felizmente desaparecido. Que ya tocaba.

Seguiremos informando.

PD: Y sí, salimos de viaje mañana, pero la elección del día vino impuesta por motivos tan poco románticos como «los billetes eran más baratos«. Aprovecho para felicitar a El Corte Inglés, por si mañana se me olvida.