El fin de una semana oscura y cansada

Escuchando: By this river (Brian Eno)

Llevo varios días dándole vueltas a todo lo que me está pasando esta semana, y hace poco encontré la canción perfecta para acompañar estas líneas. La canción triste de la película más triste. Y gracias a la tecnología, pueden ustedes pinchar aquí y escucharla de fondo.

Ya la semana pasada hubo un par de noticias que se me quedaron dentro. Un alumno de la Universidad murió atropellado cruzando la carretera por donde yo tantas veces paso despreocupadamente. Su padre le había acercado en coche a clase, y un minuto después, un día normal se había convertido en una fatal tragedia.

También, por esos días, no podía quitarme de la cabeza otra noticia de un señor mayor, enfermo de Alzheimer, que había desaparecido de su casa. Su historia acabó siendo también otra triste desgracia, pues acabó cogiendo un tren con destino a su pueblo, el viaje se interrumpió por culpa de la nieve, se apeó, echó a andar, se desorientó, se perdió y murió. Es el tipo de noticias que uno lee en la prensa, y se queda triste, pensándolo, durante unos días. A mí me pasa, al menos.

Con este espíritu comencé lo que iba a ser tan sólo una semana sin más, cinco días que iban a terminar con un viaje en familia que llevamos tiempo preparando.

Pero no, ha querido la fatalidad que esta semana la vayamos a recordar, desgraciadamente. El lunes murió un familar, cercano -debería haberlo sido más, pero las familias tienen roces incomprensibles, absurdos muchas veces-. Se levantó con su familia, desayunó, fue a trabajar, y sufrió un infarto.

La semana, sin más, se había convertido ya en una dolorosa reunión de familiares, de visitas a iglesias, velatorios y cementerios.

Estas cosas pasan.

Desgraciadamente, la historia se ha vuelto a repetir, y esta tarde iré a hacer una visita fugaz a Bilbao, por un motivo igualmente triste. En este caso se trataba de una persona ya mayor, que había sufrido una operación hace poco. Ley de vida, supongo. Malditas leyes.

Dos desgracias en una semana han conseguido que lo que iba a ser un divertido viaje haya quedado reducido a una excusa para desconectar, con los ánimos un poco bajos.

Tampoco tiene mucho sentido buscar más razones. Son cosas que pasan. eso sí, nunca estaré de acuerdo con eso de que no somos nadie. Claro que lo somos, ahí quedan los recuerdos para demostrarlo. Sí que lo somos, somos todo aquello que hacemos, que pensamos, que compartimos.

Un accidente, una fatalidad, el tiempo o las circunstancias pueden truncar en un momento dado nuestra vida o la de una persona cercana. Hay que asumirlo y vivir con ello, aunque sea duro. Pero siempre hay una estrategia mejor que vivir preocupado por ello: la que consiste en disfrutar de lo que se tiene, mientras se tenga.

Disfruten, rían, abracen, sonrían, besen, jueguen. No hace falta excusa, hoy mejor que mañana, y mañana más.

Seguiremos informando.

La fiesta de Santo Tomás de Aquino

Escuchando: It’s a sin (Pet Shop Boys)

Carta al director publicada hoy en nuestro periodicuco local:

«Sr. director

El veintiocho de enero conmemora la Iglesia la festividad de Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor. ¿Se acuerdan de cuando en España teníamos un gobierno católico? Entonces los estudiantes lo celebrábamos con un día sin clase (Santo Tomás de Aquino, aquí no tenemos que venir mañana).

Hoy tenemos un gobierno de bolcheviques y masones, enemigos de la Iglesia pero no de la fiesta, que ahora se celebra por lo civil y se llama Día del Docente.»

Pues claro que sí, ¡tiene toda la razón del mundo! Es más, amigo y tolerante lector de la prensa, yo que trabajo en una las facultades de tan decadente institución, me voy a permitir hacerle unas confesiones que conseguirán que escalofríos constantes y repetidos recorran su espalda.

Y es que.. ahora a la Universidad acuden… ¡mujeres! ¡y con minifalda! ¿Habráse visto? ¿qué será lo próximo? ¿homosexuales? ¿el derecho a voto? ¿dónde vamos a ir a parar?

Hay que parar esto. Propongo que la asignatura de Religión sea obligatoria en el plan de estudios de todas las carreras. Y que empecemos el día recitando el Jesusito de mi vida.

Esto con Franco no pasaba.

PD: Hay que joderse.

No me puedo quejar

Escuchando: Money (Pink Floyd)

Ya terminé, por fin, mis trámites con las declaraciones de IVA del pasado año. Me han sobrado dos días, incluso. No me puedo quejar.

Para presentar la declaración del último trimestre, y poder pagar (por internet) lo que me correspondía, tuve que investigar por mi cuenta, bajarme otro certificado, acertar con el horario del banco… y aún así me seguía fallando.

Acabé probando el servicio de atención al cliente por chat, y para mi sorpresa, me funcionó. Me atendió una operadora muy amable, Paz, que repasó mi configuración (todo corrrecto), me pidió que borrase la caché del navegador, y eso pareció solucionar el problema. No sé si tuve suerte con ella, o el servicio es así siempre, pero desde luego fue muy eficaz.

Ya puestos, aproveché para preguntar si, como me temía, para presentar el resumen anual de IVA necesitaba obligatoriamente pasar por Windows. «Puede usted general el fichero desde el programa de ayuda, pero la presentación la debe hacer desde Windows«. Más claro, el agua.

Ese resumen anual, el formulario 390, ha sido otro calvario. Como declaración, es una estupidez. Es la suma de lo presentado en las declaraciones trimestrales, cuyos datos ya tiene Hacienda, y son accesibles usando mi certificado digital.

Pero no: hay que bajarse un programa de ayuda. Ni siquiera he encontrado el formulario para imprimirlo y entregarlo en mano. Ese programa de ayuda tiene versión para Mac (oh, cielos), aunque con pinta de que no la haya probado nadie después de programarla. Han conseguido algo que parece imposible: hacer un programa para Mac feo, y con una instalación sucia que deja ficheros por todas partes.

Con ese programa de ayuda e inspiración divina (todos mis datos acesibles vía mi certificado, pero lo tengo que rellenar todo a mano de nuevo en un programa de mierda) se rellena el formulario 390. Una de las casillas pide el epígrafe o código de la actividad que desarrollo como autónomo. Lo miro en los papeles que me hicieron en Hacienda en su día. 399/2. Meto el código, y aparece su descripción:

RELOJES DESPERTADORES

¿Pero qué coño relojes…? En fin. Buñuelesco. El funcionario que me dio de alta debía de estar distracto ese día. Creo que el fallo está sólo en mi copia, y después de pedir consejo (¡gracias, abogada!) y de algunas investigaciones (¿por qué no consta en ninguna otra parte lo que significa N.C.O.P.?) he descifrado lo que soy, aparte de un marginado por la Administración Pública.

Total, que efectivamente, pude generar mi 390. EL resultado fue un fichero en formato XML. Con ese fichero y mi certificado digital ya pude presentar mi declaración… en Windows eso sí. Comprobado. No hay otra forma.

He gastado más tiempo y esfuerzo en realizar los trámites por Internet, que acercándome a hacer cola en Hacienda. Y no sólo eso, sino que ha quedado demostrado que o uno es usuario de Windows, o es ciudadano y contribuyente de segunda. Un rarito. ¿Por qué pensar en soluciones fáciles y accesibles a todo el mundo, si se puede proponer engendros difíciles de usar, crípticos, y que dejen fuera a una minoría de usuarios? Claro que sí.

Iba a poner una reclamación, pero la página de defensa del contribuyente sólo funciona en Internet Explorer, como se puede comprobar en la figura 1. No me puedo quejar. Muy gráfico.

En resumen: la Administración electrónica, a día de hoy, apesta. Y seguro que nos ha salido por un pico. Pero no hay duda: es una puta mierda.

Seguiremos informando.

Ficción. Pom.

Escuchando: Love letters (Nick Cave)

Ayer volví a la Filmoteca, después de una temporada sin ir.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Estuve viendo Ficción, la nueva película de Cesc Gay. Vi En la ciudad, y me gustó mucho. Tenía ganas de ver su nuevo trabajo. Además, coincidió su estreno (alfombra roja y demás parafernalia) con mi última visita a la capital.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Me gustó. Una película con cuatro personajes y un par de secundarios. No hace falta más.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

De hecho, la historia, salvando las distancias, y la ambientación rural -preciosos paisajes- me recordó un poco a Lost in translation. Salvando las distancias, insisto.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Javier Cámara siempre acaba interpretando unos papeles de lo más peculiares. Me gusta.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Mención especial se merece la banda sonora, muy cuidada, con algún tema, incluso, de Nick Cave.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Aunque en realidad, las canciones sólo aparecían en momentos puntuales. Había también escenas muy intensas sin música de fondo.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

O casi. Me pregunto si para ensayar la música de las procesiones de Semana Santa (Bach, un popero a su lado, oiga) hace falta tanto empeño. Uno diría que no, pero bueno. Allá lo que hace cada uno con su tiempo. Ahora bien, que ensayen en el local anexo al cine, durante las proyecciones, jodiendo la película, eso ya es harina de otro costal.

No me hace falta imaginarme lo que pasaría si en lugar de la cofradía de la Merced ésta, fuese un músico de jazz ensayando. O un grupo de folk. O una ruidosa reunión de amigos. Sé exactamente quién estaría llamando a la policía.

Pero no. Como el local es una capilla, y los que le dan al puto bombo lo hacen por una buena causa, que no es otra que preparar la ambientación de los atascos con corte fúnebre y marcial que sufriremos en fechas próximas, entonces no importa. Es música celestial.

Pom. Pom. Pom. Pom. Porrompóm pom pom.

Seguiremos rutando.

Ébano

Escuchando: Africa (Toto)

Hay libros que acaban teniendo historia propia.

Fue hace años, estaba de visita en casa de un amigo en Toulouse, cenando en su casa; sobre la mesa del salón había un libro que me recomendó con entusiasmo.

Tiempo después, de vuelta ya en Santander, pasé por un quiosco y vi allí ese libro. Lo compré. Y lo uní a mi habitual pila de tomos pendientes de leer. La casualidad quiso que en uno de mis siguientes viajes a Toulouse por trabajo, acabase llevando ese libro, precisamente. Estuve un fin de semana sólo por allí, y me acompañó en paseos, me encontré con amigos mientras lo leía, y terminé hablando sobre él con algún camarero de Le Sherpa.

El año pasado, aquel amigo que me recomendó el libro en Toulouse me regaló un ejemplar, con su dedicatoria, por mi cumpleaños. Así que ahora tengo dos. El que viajó conmigo se lo presto a quien tenga curiosidad. El otro, el que me regalaron, no sale de mi casa.

El libro es Ébano, una maravillosa visión, humana y alejada de tópicos, de África. Narrada por alguien que ha vivido allí, que ha trabajado como periodista y corresponsal, que se ha empapado de su Historia y de las pequeñas historias de sus gentes, ha descubierto sus grandezas y compartido sus miserias.

Su autor, ganador del Premio Príncipe de Asturias, es Ryszard Kapuscinski. Me gustaría recomendar toda su obra, pero no puedo: sólo he leído Ébano. Por el momento. Me basta, eso sí, para sentir un inmenso respeto por alguien capaz de escribir, de transmitir, con tanto acierto, ingenio y humanidad.

Ryszard Kapuscinski nos ha dejado esta semana, a los 74 años de edad.

Sirvan estas líneas como pequeño homenaje.

Un ataque de ego de 0,63 metros cuadrados

Escuchando: Mon Ego (M)

Todos los días veía las mismas caras. Al levantarme, al acostarme, al llegar a casa.

En aquel momento parecía buena idea. Pero unos cuantos años después, tener la orla de la carrera colgada encima de la cama me ha acabado cansando. Alguna vez se me había pasado por la cabeza quitarla, pero.. ¿con qué llenar su hueco?

Al final me he decidido, y he aprovechado su marco. Noventa y tres centímetros de largo por sesenta y ocho de alto. Hasta la fecha, no me había decidido a colgar ninguna de mis imágenes en casa, pero por motivos técnicos y personales me he encaprichado con las fotos que hice este fin de semana en la playa… y he acabado ampliando ésta:

¿El resultado? Digno de contemplarse en vivo. Una enorme ventana a la playa. Está mal que lo diga yo, pero ha merecido la pena.

Sin duda.

Seguiremos ampliando.

PD: Hay otra de mis fotos que se ha ampliado a un tamaño similar. Lo sé de buena tinta. Lo hice yo. Pero no he podido verla. Aún.

Los cojones, en todos

Escuchando: You not me (Dream Theater)

Tuve una empresa, y aprendí a hacer declaraciones trimestrales de IVA. Era fácil. Ahora soy autónomo, y es más de lo mismo. Sólo que me he sacado un certificado digital, por la cosa de ahorrarme viajes. Además, que siendo teleco, hay que dar ejemplo. Ea.

La anterior declaración ya la hice con mi certificado. Claro, que fue desde el PC del trabajo, y no tuve que pagar. En este último trimestre de 2006 me toca apoquinar, y tengo de plazo hasta fin de mes para hacerlo. Y como a cabezota no me gana nadie, me he empeñado en realizar el pago y la declaración desde el Mac. Total, Hacienda somos todos, no sólo los usuarios de Microsoft, ¿no?

Bien. De momento, Hacienda 1 – Roberto 0. Me rindo. Hoy no he podido terminar ningún trámite. Mañana lo vuelvo a intentar. Aquí va un pequeño resumen de la batalla de hoy.

La página de la Agencia Tributaria parece una página seria, por fin, y no una página abandonada desde 1991, como hasta hace unos meses. Aunque, curiosamente, la antigua sigue estando accesible. Y a veces incluso hay enlaces que llevan al dominio .org, y falla. Muy divertido.

La página nueva es bonita, sin duda. Y el que la diseñó se podría haber leído algún libro de usabilidade. O haber tenido sentido común. Habría ayudado. No me considero especialmente torpe en estas cosas del Interné, y aún así no he conseguido encontrar nada a la primera. Una página tan bonita como incómoda de utilizar. Al menos parecen haber tenido en cuenta ciertos criterios de accesibilidad. Lo cual, suponiendo que habrá costado una millonada indecente, nunca está de más.

El certificado en mi Firefox parece que funciona. Puedo consultar declaraciones anteriores. Indago. encuentro el modelo 300, que es el que tengo que presentar. No hay un único formulario, sino varios dependiendo del resultado de la declaración: a compensar, a ingresar, etc. Desgraciadamente, me toca pagar, así que le doy a lo de ingresar.

Veo que en una de las casillas pone «cantidad ingresada», lo que me hace pensar que no estoy siguiendo el orden correcto. Después de muchas vueltas y ayuda de alguien que ha hecho ya estos trámites, descubro que hay que pagar antes, y después rellenar el 300. Vale.

Encuentro (no es fácil) el formulario para el pago. Hay una lista desplegable con entidades bancarias. Está la mía, genial. Meto mi número de cuenta. Compruebo todos los datos. Le doy a aceptar y firmar. Mi gozo en un pozo. Mensaje de error. Problemas con el certificado.

Investigo un poco por la página de Hacienda (sólo un poco, porque la palabra Microsoft en muchas frases relativas a los certificados me indica que no voy a sacar mucho en claro) y bastante más tirando de Google. Descubro que me tengo que descargar otro certificado, a nombre de la FNMT (los de la moneda y el timbre, vaya), e instalarlo en mi navegador. Las instrucciones para instalarlo son bien claras: en Internet Explorer bla bla bla bla bla bla, y en otros navegadores siga las instrucciones. Cojonudo. No lo consigo a la primera, pero parace que ya está todo. Certificados instalados, formularios localizados, vamos allá.

Compruebo de nuevo el formulario, todos los datos, lo miro todo dos veces. Todo correcto. Pulso el botón para aceptar y firmar. Parece que por fin intenta cargar algo, parece que lo he conseg…. ¡no!

Mensaje de error: el horario de mi banco es de 2 de la mañana a 11 de la noche. Está cerrado. Lo releo varias veces. Cerrado. Me pongo a imaginar por qué un banco cierra para realizar transacciones electrónicas. No consigo llegar a ninguna conclusión. Surrealista. Maldigo. Parece que esto del horario, me cuentan, lo avisan antes con un mensaje emergente al seleccionar el banco. No en mi caso. Será sólo para usuarios de Internet Explorer.

En resumen: mucho tiempo perdido para nada. Rellenando el formulario en papel y acercándome al banco lo habría solucionado mucho más rápido. O quizás si tuviese un ordenador como Dios manda, con su Windows y su Internet Explorer, en lugar de un Mac blanco de pijos, con su Firefox de alternativos, tendría menos problemas. O sea, tendría virus, y troyanos, y un dolor de cabeza cuando tuviese que formatear cada año, y tal. Pero al menos formaría parte de ese grupo de usuarios en el que piensa nuestra Administración Pública. Que no, no somos todos.

Para el próximo capítulo, el modelo 390: resumen anual de IVA. Que creo que hace falta pasar por un Windows, sí o sí. Intentaré evitarlo. No porque no tenga. Puedo arrancar un XP en mi Mac, y tengo además un PC en la mesa de al lado. Pero me niego a usarlos a no ser que sea estrictamente necesario. Y si lo acaba siendo, formularé la pertinente reclamación. ¿He dicho ya lo cabezota que soy?

En fin. Luego saldrá algún politicucho por la tele, y se le llenará la boca de frases grandilocuentes sobre la administración electrónica, y los servicios al ciudadano, y la sociedad de la información, y las nuevas tecnologías.

Y yo me cagaré en su puta madre. Y tan ancho que me quedaré, oiga.

Seguiremos informando.