Están locos estos romanos

Escuchando: Soy un accidente (El último de la fila)

He vuelto, pese a los imprevistos de última hora.

¿Qué posibilidades había de que el autobús que nos llevaba hoy desde el centro de Roma al aeropuerto se averiase en medio de la autopista? Pues sí, me ha pasado. La caja de cambios.

Afortunadamente, tras un cambio de autobús con las maletas a cuestas, en medio de un respetable atasco, llegamos a tiempo para facturar.

¿Qué posibilidades había de que, un par de horas después, el autobús que nos llevaba desde la terminal al avión se averiase en medio de la pista? Pues sí, me ha pasado. Menos mal que ya casi habíamos llegado.

Dicen que no hay dos sin tres, pero afortunadamente a la tercera fue la vencida: el avión no se ha estropeado, ni nada.

Roma, como la recordaba: sucia, ruidosa, desordenada, turística, con indigentes durmiendo en las mismas calles por las que circulan Ferraris. Y cada dos pasos, una lección de Historia y/o un vendedor ambulante de bolsos falsos de Prada.

En una palabra: Roma.