¡Felices Fiestas!

Escuchando: Villancico para mi cuñado Fernando (Love of Lesbian)

Postal navideña

Por un 2010 lleno de ilusiones…

Seguiremos informando.

Fotografía por Roberto Ortiz
Nikon D70 con objetivo 18-70mm.
Disparo de 10 segundos, f25 a 31 mm.
Luz natural, luces navideñas para el fondo, flash indirecto de relleno a 1/128 de potencia.

Buscando regalos

Escuchando: Tu pequeña tienda (Manolo García)

Me encanta hacer regalos, pero sobre todo cuando es un día cualquiera y no una fecha impuesta. Me abruma la sensación que tengo siempre, a estas alturas del año, de andar comprando por comprar, hasta completar la lista de compromisos.

Además, uno tiene sus manías: evito regalar cualquier cosa por cumplir; en la medida de lo posible pienso en detalles que gusten y me gusten. No siempre es fácil.

En mi familia, por tradición y logística los regalos se intercambian en Nochebuena (en nuestra casa, en cambio, somos de costumbres regias). Por eso, ya he superado la fecha límite para comprar por Internet (con nevadas y fiestas mediante, las probabilidades de que los regalos no lleguen a tiempo son demasiado altas). Otra cosa que evito, siempre que puedo, son los centros comerciales. Me aturden. Por eso, acabo siempre en algunas tiendas del centro, por donde siempre me paso en busca de inspiración. Aquí van algunas recomendaciones (en Santander), por si a alguien más le vienen bien.

Me encantan las librerías. Para regalar, para comprar, para visitar. En Santander hay dos grandes establecimientos, de los de toda la vida: Estvdio y Gil.

Gil tiene varios locales, uno de ellos muy cerca de mi casa, pero mi preferido es el que está en la Plaza de Pombo, un lugar en el que uno siempre se siente a gusto. Con dos plantas y un ambiente muy agradable, siempre merece la pena pasarse por allí. Además, tienen una sección de cómics bastante digna.

En Estvdio me suelo perder en su local de la calle Burgos, enorme y con algunas secciones de obligada visita (para mí): las estanterías de LEGO, la zona de viajes, la colección de puzzles o los juegos de mesa.

Aunque en Santander no tenemos FNAC, desde hace poco hay alternativa, salvando las distancias. ABAC, que pertenece al grupo Eroski, es otro sitio que suelo frecuentar, en la calle Castilla. Destacable su sección de cómics y de juegos de mesa y educativos. Desde hace unas semanas venden también libros en formato electrónico.

Ahora, que para locales de obligada visita, sobre todo si se buscan regalos originales para grandes y pequeños, hay dos imprescindibles: las librerías Merienda en el Tejado (en la calle San José, ideal para encontrar libros infantiles fascinantes) y la nueva Mundanalrüido (calle San Celedonio, más centrada en las artes plásticas, pero también con sección infantil). Si alguien no las conoce aún, que se pase sin falta. Merece la pena disfrutar de establecimientos así en Santander.

Por supuesto, nunca está de más pasarse por Nexus-4, la tienda de cómics y juegos de mesa por excelencia en nuestra ciudad. Intento limitarme las visitas, porque la carne es débil y las tentaciones infinitas. Andan sorteando un espectacular lote de productos estos días, además.

¿Discos? Mi refugio suele ser la tienda Tipo, en la calle Peñas Redondas. Otra opción: discos Gong, cerca de las estaciones, con un buen surtido en series de televisión.

En tiendas de regalos al uso ando un poco más flojo, pero suelo visitar Ferro (calle Floranes esquina con Alonso), o Spazio (San Fernando). Y también me suele gustar echar un vistazo a las tiendas Natura (en Santander, en la calle del Martillo).

¿Moda y complementos? No es mi estilo, pero Dayaday (C/ San Francisco) suele dar ideas rápidas.

Ya que ir de compras por obligación acaba siendo agobiante, siempre está bien hacerlo al menos en tiendas agradables y originales, ¿no les parece?

Compren con moderación y buen gusto, seguiremos informando.

Libros, barcos y asuntos pendientes

Hace unos días llegó a mis manos un pequeño catálogo de Navidad que ha editado la santanderina librería Estvdio. Contiene sobre todo referencias de libros relacionados con Cantabria, potenciales regalos en estas fechas.

Me llamó la atención uno de los volúmenes mencionados, dedicado al I Festival del Mar de Santander. Está editado por la Fundación Villas del Cantábrico, los mismos con los que tengo algún asunto pendiente (de momento, sólo he recibido la callada por respuesta).

Intrigado, aproveché una visita el otro dia a esta librería para ojear (y hojear) este libro. Sorpresa, las tres fotografías que presenté en su día a un concurso sobre este I Festival del Mar aparecen entre sus páginas.

[OE]Comprobé que esta vez sí habian incluido mi nombre, de una forma un tanto críptica, pero lo han hecho (hay un índice de fotos, pero las de los participantes en el concurso aparecen con un código de participación, y hay que buscar en otro listado el nombre concreto del autor).

Lo reconozco, me llenó de orgullo y satisfacción real descubrir mis imágenes allí. Esta foto de la bahía aparece en pequeño, pero las otras dos tienen mucho más protagonismo: esta imagen aparece llenando una doble página al inicio de un capítulo, y esta otra cierra el libro también a doble página. Ahí es nada.

Así que agradezco a la Fundación Villas del Cantábrico el que haya pensado en mis fotografías para lugares tan relevantes en su libro. Ahora, que si tan bien les vienen las imágenes que amablemente les cedí, lo mínimo que se puede esperar es que me respondan al asuntillo que tenemos pendiente: saltarse las normas de su propio concurso está muy feo, y no he olvidado que utilizaron una de estas fotografías (la de la brújula) para el diseño de un folleto repartido por toda la región, sin citar mi nombre como estaba mandado (por ellos). Sigo esperando a que alguien me responda… y todo este asunto del libro me ha recordado que la espera está siendo demasiado larga, habrá que volver a insistir.

Seguiremos fotografiando.

Los primeros copos

Escuchando: Snowy (Josh Rouse)

Fue un buen plan para el domingo. Salimos con calma, y pusimos rumbo a Asturias. Después de un buen rato de viaje y muchas curvas de desfiladero, paramos a tomar el aperitivo en Arenas de Cabrales (mosto de manzana, Martini o caldito, a elegir). Desde allí cogimos una carretera por la que no se va de paso, que lleva a los tres pueblos que Dios no quiso: Tielve, Sotres y Tresviso. Sólo el último pertenece a Cantabria, pero la única forma de acceder a él por carretera es rodeando por Asturias.

En esta ocasión no íbamos tan lejos ni tan alto, nuestro destino era el primero de estos pueblos: Tielve, un pequeño pueblo asturiano que merece la pena por varios motivos… el primero es el espectacular paisaje, y el segundo es totalmente gastronómico. Éste era el fin nuestra excursión, y no otro.

Cuando llegamos a El Carteru comenzaba a nevar con fuerza. Afortunadamente no fue a mayores: no es sitio para tomárselo a broma, si se pone a nevar en serio hay que bajar lo más rápido posible, o el riesgo de quedarse allí es muy alto.

Claro, que no nos íbamos a morir de hambre: la comida fue, como de costumbre, deliciosa y abundante. Con los tortos (con queso de Cabrales, manzana y cebolla) uno ya se puede empezar a llenar, pero no conviene: hay que hacer hueco a las alubias, a la bandeja de paella, y sobre todo al cabrito, especialidad de la casa. Todo ello en abundancia, lo que hace difícil llegar al postre, con tartas caseras de queso y naranja. Una pena que faltase el té del puerto para ayudar con la digestión.

Después de comer, unas fotos de recuerdo, unas risas con mi sobrino pequeño que veía nevar por primera vez, y vuelta a casa aprovechando aún la luz del día. Estuvo bien, muy bien.

Seguiremos informando.

Cuva: un festival para disfrutar como niños

Escuchando: Patience (Micah P. Hinson)

El largo fin de semana pasado se convirtió en un encierro voluntario y gustoso en el Palacio de Festivales de Santander. Allí se celebro el festival CuVa (Cultura y Vanguardia) por tercer año consecutivo. Y en esta ocasión hubo novedades; la principal de ellas fue la ampliación de las actividades para el disfrute de los más pequeños.

Así, durante las tres mañanas del festival los protagonistas fueron los niños, y por unas horas se mezclaron los chupetes y las guitarras, la música y los primeros pasos… de baile.

Los niños pudieron jugar a mezlar canciones y vídeos gracias al equipo, la paciencia y el buen hacer del DJ Sponge y del VJ Villarino, que aportaron su conocimiento y una tonelada de equipo que hizo las delicias de los chavales. Por la mañana con los pequeños, por la tarde y por la noche con los mayores, el DJ y el VJ fueron los trabajadores más incansables del evento.

Los niños tuvieron, además, talleres relacionados con la música, cuentos, guiñoles… y conciertos: algunos de los artistas que tocaban por la noche estuvieron también cantando para los más pequeños. El canadiense Brendan Croskerry desplegó su simpatía, aunque la barrera del idioma fue su principal inconveniente. Luis Auserón tuvo como enemigo el peso de una noche de juerga, como buena estrella del rock. Y Lazy, sencillamente, lo bordaron al interactuar con la música y con los niños, dejándolos acercarse al escenario y tocar con ellos.

Creo que este CuVa Kids ha sido una iniciativa preciosa, recibida con entusiasmo por parte de padres e hijos. La ilusión con la que todos ellos han disfrutado de las actividades hace indicar que ha sido una buena idea, y que se ha llevado a cabo de una forma más que satisfactoria. Seguro que recordarán con cariño su primer festival.

El festival para adultos también ha tenido grandísimos momentos, aunque la afluencia de público siempre acaba resultando un poco decepcionante. Propuestas interesantes, precios ajustados, ambiente inmejorable, y pereza santanderina. Una combinación muy habitual, desgraciadamente.

Aún así, se ha notado más mimo y más cuidado en muchos aspectos de la organización. Quizás lo más llamativo haya sido el espacio llamado El Cuarto de Estar, un rincón decorado de manera increíble por el grupo de teatro del Palacio de Festivales, que fue escenario para los DJ’s y para los grupos locales, que este año tocaron además justo antes del cabeza de cartel de la noche, en horario de máxima audiencia. Lazy, Arrancacorazones y Band Dessine demostraron estar a la altura de las circunstancias, sin ninguna duda.

Musicalmente creo que todos recordaremos la edición de este año por el demoledor concierto que nos regaló ese genio llamado Micah P. Hinson. Acompañado además por los afables Tachenko, su directo mezcló sentimiento, distorsión, versiones e historietas varias, y nos mantuvo pegados a la butaca con la boca abierta. Un gran tipo, sin duda, y lo mejor del festival. Muchos ya lo sabían, y esa noche sí que el teatro estuvo lleno.

La francesa Emilie Simon a muchos les dejó fríos (un adjetivo que suele definir su estilo) pero yo disfruté como un niño de su sonido perfecto, de los arreglos en sus grandes canciones, y de su futurista puesta en escena.

Conciertos, exposición, mercadillo, mesas redondas, cine… con tantas actividades hubo muchas anécdotas para al recuerdo. Como esa señora que se apuntó al sarao pensando que lo de CuVa iba relacionado con otros sones… pero aún así probó y se quedó a ver la película sobre Joy Division. O el sentimiento de amor-odio con el que muchos hemos salido del directo cutre-discotequero que presentó Joe Crepúsculo, personaje controvertido como pocos.

Pero quizás el que más juego haya dado en materia de anécdotas haya sido Luis Auserón. Aparte de su concierto infantil en horario de resaca, fue divertido hacerle una improvisada sesión de fotos en un rincón muy curioso, o verle compartir escenario con unos invitados que pusieron la guinda a su concierto, o emocionarse cuando Los Arrancacorazones le dedicaron una estupenda versión de Anabel Lee, o verle saltar del asiento cuando Micah interpretó el mismo tema de Jeff Buckley que él…

Ha sido un festival fantástico, hemos salido todos con muy buen sabor de boca, y el nivel musical ha sido muy alto (con más mérito teniendo en cuenta que fallaron dos grupos y un cabeza de cartel a ultimísima hora). Además, como en los años anteriores, la gente del Palacio de Festivales ha contribuido a que nos sintiéramos como en casa, gracias a todos ellos. Esperemos que el próximo año por estas fechas se pueda disfrutar de la cuarta edición, y que todos, sin importar su edad, sepan disfrutar como niños.

Seguiremos informando.

Visitas a Minas Tirith 2009

Ludoteca de Minas Tirith 2009

A pesar de que ha sido un puente tremendamente ocupado con otros jaleos, conseguimos sacar un rato (dos, de hecho) para acercarnos a las Jornadas Minas Tirith en el Palacio de Exposiciones de Santander. Todo un mundo de juegos de mesa para probar y competir.

Nuestras visitas tuvieron que ser demasiado fugaces (no quedaba otra) pero aún así nos dio tiempo a probar cuatro juegos. En esta página sólo voy a hablar en detalle de aquellos que tenemos en casa, que he jugado durante un tiempo, por lo que no me detendré mucho en estos que probamos deprisa y corriendo. Bastará con unas breves líneas sobre la primera impresión que me causaron.

Tablero de Carambol

El primero de todos ello fue Carambol. Alguna vez había visto el descomunal tablero en Nexus (una tienda de cómics y juegos de Santander) pero no sabía más de él. Es una variante de Carrom, que parece ser el juego más popular en la India (nos dijeron que sale en Slumdog Millionaire), y su mecánica mezcla el billar con las chapas. Básicamente, hay que meter las fichas de un color disparando con los dedos una ficha un poco más grande. Divertido, aunque hay que pillarle el truco. El tablero está hecho a mano en La India, y su precio lo atestigua.

La siguiente prueba la hicimos con el Mamma Mia!, un juego de cartas que teníamos pendiente probar en casa de unos amigos. Hay que generar pedidos de pizza consiguiendo reunir las cartas de sus ingredientes. La buena memoria es más que recomendable. Muy divertido, a tener en cuenta.

Jornadas Minas Tirith 2009

En nuestra siguiente visita probamos Robotory, un juego abstracto del estilo de los que nos suelen gustar. Rápido y con chicha, arruina totalmente la experiencia de juego lo cutre que es el tablero: un cartón endeble que cuesta mantener plano sobre la mesa sin que se muevan las fichas. Una pena.

Por último, estuvimos jugando a Hive (La Colmena), un juego sin tablero, con fichas hexagonales que representan a distintos insectos. Cada uno de ellos tiene unos movimientos particulares, y el objetivo es rodear con piezas a la abeja reina contraria. Dicho así suena sencillo, pero tiene mucha miga. Fue el juego que más me gustó de los cuatro que probamos.

Una pena no haber tenido más tiempo para pasar allí. La ludoteca que ponían a disposición del público estaba bien surtidita, y también había algún stand con venta de juegos. Además, había bastante gente de la organización siempre dispuesta a explicar las reglas o jugar una partida.

Ha sido la primera vez que he estado en un evento de estas características, pero sin duda repetiré. Seguiremos jugando.

Enlaces:
Jornadas Minas Tirith 2009
Juegos en BoardGameGeek:
Carambol y Carrom
Mamma Mia!
Robotory
Hive – La Colmena

En la mesa sí se juega

Escuchando: Trapped in Toyland (Mr. Big)

Sí, en las mesas se juega, y mucho. Nace hoy una pequeña página llamada así, En la mesa sí se juega. Se trata de un pequeño weblog dedicado a los juegos de mesa, en concreto a los que llenan los armarios de nuestra casa. Poco a poco iré haciendo un repaso personal, a mi manera, de nuestra ludoteca particular. Como no podía ser de otra forma, será también una excusa para jugar con la cámara y fotografiar juguetes de forma original (o al menos, intentarlo).

Como ya ocurre con mi pequeño blog de fotografía, lo que ocurra en este nuevo rincón aparecerá también reseñado aquí, y así nadie se perderá nada. Sin más, dejo que los curiosos visiten esta novedad; ya tengo allí preparado un texto de bienvenida, mis comentarios sobre el backgammon y el parchís, un montón de fotos curiosas y un recordatorio de las jornadas de juegos de mesa que se celebran este fin de semana en Santander.

Ahí queda eso… seguiremos informando.

¿Dónde está Logroño?

Escuchando: Fuera de la carretera (Brendan Croskerry)

El año pasado por estas fechas, muchos en el Palacio de Festivales nos quedamos con la boca abierta (y bastante vergüenza ajena, la verdad) al escuchar en directo una canción que Josh Rouse había compuesto, en castellano, a la ciudad de Valencia (el músico norteamericano vive en un pueblo de esa comunidad). Fue un adelanto, pero parece que ninguno de sus amigos españoles ha podido pararlo a tiempo, y la ha editado.

Me da poco y quiero más.
Camarero, ponme un Kas…

Este año parece que de nuevo en el festival CuVa correremos un riesgo parecido: Brendan Croskerry, canadiense residente en Logroño, tiene en su disco Goodbye Harrier un par de temas interpretados en castellano, a su manera. Fuera de la carretera es quizás el más llamativo, sobre todo por la estrofa:

¿Dónde está Logroño?
Está en La Rioja
¿Dónde está La Rioja?
Donde beben el vino…

Eso sí, salvando estos pequeños y desconcertantes agradecimientos a sus ciudades de adopción, cuando cualquiera de los dos se pone a cantar en inglés la cosa mejora, y mucho. Rouse dio un conciertazo el año pasado, y Croskerry promete hacer lo mismo en unos días, y por partida doble: para adultos y para niños.

Seguiremos informando.

Parchís

Cubiletes y tablero de parchís

Voy a continuar hablando del clásico entre los clásicos, al menos en España. No hay casa que se precie que no tenga guardado en algún sitio un tablero de parchís.

El parchís es la variante española y moderna de un antiguo juego originario de la India, el Pacisi, del siglo XVI. Según cuenta la Wikipedia, el tablero actual de forma de cruz es tan solo una representación del original que no fue otro que el jardín del emperador Akbar el Grande. El centro del tablero representa el trono en que se colocaba el emperador en el centro del patio. Por su parte, las fichas eran las muchachas indias más bellas que se movían de casilla en casilla y se disputaban el honor de jugar para el emperador. Los dados que decidían la suerte de los participantes consistían en cauríes, conchas de moluscos que contaban un punto si caían con el hueco hacia arriba. El nombre del parchís proviene de la palabra pacisi, que significa veinticinco en hindú ya que veinticinco eran las conchas lanzadas en cada tirada.

Tablero de parchís

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