Sólo un milagro podría salvarnos

Escuchando: Loom (Ani DiFranco)

En una pequeña ciudad donde se acaba de suspender la celebración de la Navidad, un niño pobre envía una carta a Papá Noel…

No falla. A poco que se acerquen estas fechas, Antena 3 desempolva su colección de películas navideñas de sobremesa. Todo un género digno de estudio sociológico. Puede que esto ya lo haya comentado en navidades anteriores, pero es que siempre me llama mucho la atención.

La de hoy se llama «Un lugar sin Navidad». Protagonizada por un niño, claro. No me hace falta verla para saber que el infante en cuestión las va a pasar putas, y en algún momento de la película, alguién le dirá (siempre, siempre, siempre lo dice alguuien) eso de… «sólo un milagro podría salvarnos»

Y efectivamente, el milagro lo perpetra ese vagabundo desaliñado y maloliente que está siempre entre el McDonalds y el Blockbuster, mendigo al que el niño protagonista, en gesto que le honra, regaló sus últimos 50 centavos.

Mendigo que, por supuesto, en realidad es Santa Claus, al que Mamá Noel ha echado de casa, al enterarse que la relación del gordinflón representante de Coca Cola con su reno Rudolph iba más allá de lo estipulado en el convenio de animales voladores. Huyendo del puto polo, Santa acabó en California, pero el sueño americano no está hecho para un jubilado barrigudo (y menos si va tocando las pelotas con una campana), así que acabó durmiendo en la calle y tapándose con unos cartones que en su día fueron cajas de regalos.

Manos mal que le quedaba la magia. La magia de la navidad. Y un niño al que salvar. Y 50 centavos. Que debe de ser lo que le cuesta a Antena 3 una de estas películas.

Seguiremos informando.

Noray

Escuchando: When my ship comes in (Stiltskin)

Poste o cualquier otra cosa que se utiliza para afirmar las amarras de los barcos. Así lo define el diccionario, de una forma bastante vaga, por cierto…

Siempre he tenido cierta debilidad por los norays, me gusta fijarme en ellos, sacarles fotos… Y eso que no tengo barco, para mí no tienen ninguna utilidad. Pero me gustan como símbolo.

Como símbolo de vivir al lado del mar. Como símbolo de permanecer inmutable: cambia el tiempo, cambia la marea y unas veces puede parecer que está más alto, o más bajo, más cercano o más lejano; pero siempre está ahí, dispuesto no a echar un cable, sino a recogerlo. A servir como punto de apoyo, de acceso, de referencia, de seguridad. Un lazo con lo conocido.

Y a pesar de ello, suelen ser feos, estar estropeados, ser poco llamativos. Si no tienes un barco, no te fijarás en ellos a menos que tropieces con uno. Y eso, más que alegrar, duele.

Qué cosa, esto de los norays…

PD: Esto de madrugar para hacer fotos da sueño, pero una luz maravillosa. Esta vez, ni ajuste de contraste, ni de brillo, ni de saturación, ni nada de nada. La foto salió tal cual. Ojalá estuviese todo el día amaneciendo… hasta el atardecer…

Luces, cámara… ¿villancicos?

Escuchando: Tricks of the light (Mike Oldfield)

Sí, lo sé, no es propio de mí, me he dejado llevar. Esta tarde he estado en la inauguración del alumbrado navideño santanderino, rodeado de niños (bien) y de villancicos a todo trapo (mal).

Me explico: me sigue pareciendo brutal la comercialización de las navidades. Poco queda ya de festividad religiosa en unas fechas que los grandes almacenes estiran de tal modo que cada año nos llegan antes. Fechas en las que sin pararse a pensar, se tira la casa, la persiana, el marco y la ventana por la misma. Fechas en las que hay que estar felices por cojones, porque es navidad (insértese aquí sonido de matasuegras con el campana sobre campana de fondo).

El espíritu navideño de hay que ser buenos que estamos en navidad me repatea. Yo prefiero ser moderadamente bueno todo el año, que hipócritamente perfecto durante unas semanas.

Lo que sí me gusta de las navidades es la oportunidad que da a los reencuentros: divertidas cenas familiares, amigos que viven fuera que vuelven a la tierruca por unos días…. todas esas cosas… Y lo que menos me gusta es echar de menos a quien ya no está… un sobrino de tres años y medio al otro lado de la balanza lo suele compensar…

Dicho todo esto, ¿qué leches pinto yo en la inauguración de las luces navideñas? Pues nada, no pinto nada: hago fotos. Me apetecía comprobar si era capaz de sacar algo enfocado con la cámara a pulso, sin flash y sin trípode. Y navideñas o no, las luces siempre dan mucho juego…

El alumbrado de este año, es, poco más o menos como los anteriores. O sea, los árbolitos que descubrió ayuntamiento hace unos años, y los adornos de siempre, que nunca me han dicho gran cosa. Salvo alguna calle en la que han sido un poco más originales (Lealtad) y el árbol con dos figuars que han plantado delante de la Catedral, en el mini-estanque, lo demás no deja de ser contaminación lumínica gratuita y un montón de dinero desperdiciado en bombillitas.

Y para rematarlo, una bota gigante (?) en el ayuntamiento, que echa humo (??) y en la que están encaramados tres (???) papás noeles. Tres, no uno, no, para que los niños te hinchen a preguntas.

En fin, he hecho algunas fotos que me han gustado, Me doy por contento. Dentro de una semana repetiré la sesión, espero, en otra ciudad que tengo muchas ganas de conocer. Y ahora me voy a ver Kasbah, que la están dando en La2, y sale Ernesto Alterio, que me cae muy bien.

Seguiremos informando.

PD: Vale, sí. Tambien sale Natalia Verbeke. Razón de más para prestar atención 😉

¿Qué sistema operativo eres?

Escuchando: Pagan Poetry (Björk)

You are Amiga OS. Ahead of your time.  You keep a lot of balls in the air.  If only your parents had given you more opportunities to suceed.
Which OS are You?

Creo que hasta ahora no había puesto ninguno de estos tests que se han puesto de moda últimamente… Con éste me ha podido la curiosidad. No he conseguido ser MacOS, pero tampoco he acabado siendo un Windows. Amiga está bien…

Claro que lo está…

Si lo probáis, dejadme en los comentarios lo que os ha salido… 😉

Gracias, Chema. Seguiremos informando.

Fecha de caducidad: hasta el día en que todos seamos sensatos

Escuchando: Trapos sucios (Fito & Fitipaldis)

Estamos tan acostumbrados a algunas cosas, que nos las tragamos sin digerir, por espeluznantes que sean. Muertos día tras día en esa guerra (sic) que ganamos (sic), hasta verlos como algo cotidiano, números sin rostro. Hasta que un día a alguna televisión se le escapan imágenes crudas de algún asesinato en nombre de un ideal trasnochado, y todos nos echamos las manos a la cabeza. Qué perra es la guerra. Nos ha jodido.

Lo peor no es que pase con guerras en países que nos queden más allá de la línea del horizonte. Eso es malo, pero lo peor es que nos ocurra con horrores más, tristemente, cotidianos.

Ya existen días internacionales dedicado a todo; seguramente haya más de 365 causas, y se repitan. Y generalmente no son más que símbolos sin importancia, más por moda que por conciencia. Hoy es el día en contra de la violencia doméstica (me niego a usar la nomenclatura institucionalizada, el género es otra cosa, pero como a la RAE no le hace casi ni el Tato, pues nada…)

Seis decenas de mujeres asesinadas a manos de sus parejas en lo que va de año. Un goteo constante, noticias en telediarios que ponen los pelos de punta, y que pronto son olvidadas por un nuevo caso. Y luego otro, Y otro más.

Y detrás de cada uno de ellos, lágrimas escondidas, sonrisas fingidas en el exterior, qué bien se os ve; miedos, angustias de puerta para adentro. Heridas visibles, y peor aún, cicatrices que no se ven.

Sí, es el perfecto obrero, ingeniero, carpintero, bombero, hijo, cuñado, parado, alcalde… Encantador, feliz, entrañable, piadoso, va todos los domingos a misa; pero lo que no sabéis es que es un hijo de la grandísima puta.

Y tú, mira que eres sosa, con el marido que tienes, todo el día triste, siempre con esa cara de muermo, nunca sales, nunca nos cuentas nada… pero lo que no sabéis es que vivo en un infierno.

No hay ni una sola justificación posible. Cuando uno es un energúmeno, el «te juro que voy a cambiar» acaba siendo, no nos engañemos, un «la maté porque era mía». Cuando tú no has tenido nada en la vida, imbécil. Ni decencia, ni sentido común. Y lo único a lo que deberías aspirar es a pudrirte en la cárcel.

Es lo único que se puede hacer: denuncias y castigos ejemplares, hasta el día en que todos seamos sensatos, y no sea necesario dedicarle un día especial a una causa tan irracional. Ojalá lo veamos.

Seguiremos informando.

Tontos. Con fundamento.

Escuchando: The Sun always shines on TV (A-ha)

A mí esto de la tele me va a acabar causando problemas de estómago. La tele de mi cocina, me refiero. Que se junta con los gustos televisivos familiares, que no comparto, y provocan que acabe comiendo o cenando a la mayor velocidad posible para salir huyendo. Como alma que lleva el diablo, etc.

Si el fin de semana, una cena me la amenizaron los niños cantores de Europa, el otro día también he tenido una noche en la que luché contra el reloj para evitar encontrarme con Ana. Y sus siete. Que no sé qué serán, esos siete. Pero guionistas no. Actores, tampoco.

Y luego está lo de las comidas. Esa es otra. Porque, lo siento, yo soy asi. No discuto que sea un as de los fogones, un genio de lo sabores, incluso habrá gente que diga que es un perfecto comunicador. Pero es que es ver al Arguiñano cantando en la tele, y ponerme de mal humor. En la cocina, rodeado de cuchillos y filos, uno acaba teniendo ideas que para nada se corresponden con mi habitual carácter tranquilo y pacífico hasta el aburrimiento.

No sé. ¿Y si se estropea la tele? ¿Y si hago que parezca un accidente?

Seguiremos conspirando.

Y tú.. ¿de quién eres?

Escuchando: Growing Up (Peter Gabriel)

Hay un montón de detalles en los que hay que alinearse, no suele haber término medio. Naranja o limón. Windows o Linux. Pc o Mac. Operación Triunfo o música. Cerveza o copazo.

Con las agendas electrónicas pasa algo parecido. O te gusta Palm, o te gusta PocketPC. Miscrosft o los otros, para variar.

Yo he de reconocer que con estos aparatejos tengo una relación amor/odio. Me explico: me compré una Palm, hace ya la tira, la más sencilla que había, y no tardé en acostumbrarme a apuntar todo allí. Es de lo más útil. Pero no tenía ni colorines, ni luz en la pantalla ni mucha memoria, ni nada de nada. Así que al cabo de unos meses la cambié por el otro extremo de la gama de Palm. Una que tenía casi de todo.

Sin embargo, pasaron los meses, y acabé usándola más como reprodcutor de música que como agenda, asi que la malvendí (je je) y me compré un iPod. ¿Resultado? era musicalmente feliz, pero se me olvidaba todo. Así que volví a caer y me compré otra agenda, vuelta al principio: otra vez la más sencilla de la gama de Palm. Blanca, a juego con el iPod 😉

Y con ella he seguido hasta ahora, pero creo que voy a experimentar a pasarme al lado oscuro: hay un PocketPC en una mesa del trabajo que no se usa desde hace años, y creo que voy a experimentar un poco con él. Es más grande y pesado que la Palm, pero bueno, ya estoy acostumbrado a ir con mil trastos a todas partes… Además he conseguido que se hable con mi Apple a través de una red inalámbrica, que me parecía el paso más complicado…

Y es que a pesar de su sistema operativo (¿cómo se puede hacer un windows en el que NO se puede cerrar una aplicación, sólo minimizarlas?) hay programitas para PocketPC que no he conseguido echar a andar en las Palm, como los de planos de ciudades, una de las cosas más útiles que se pueden meter en estos cacharros (junto a diccionarios, un Mahjongg y el Bejeweled, por supuesto…)

En fin, me salió la vena de entusiasta tecnológico, como me llama alguno… Seguiremos informando.