Escuchando: Into the groove (Superbus)
Imagino que en muchas ciudades estén igual. En casi todas. Llega la campaña electoral y todos, sean del color que sean, se ponen a remover tierra, a levantar calles, a plantar jardines. Las obras de cuatro años en un par de meses.
Así andamos en Santander y alrededores. Sólo que esta vez, además, los ejecutores de las remodelaciones parece que están siendo descuidados, acelerados, y despistados.
Asfaltan la carretera a toda prisa, dejando parches y apareciendo agujeros a los pocos días. Se olvidan de volver a pintar los pasos de peatones. No pasa nada, sólo hay un colegio a un lado y un asilo al otro. No sé cuantos cortes de luz llevamos en las últimas semanas, por cables que ofrecieron resistencia al movimiento obrero. Por idénticas razones he visto caer agua al más puro estilo fluvial por alguna que otra calle, con los consiguientes cortes en el suministro.
En otra localidad cercana, hasta se han atrevido con los conductos de gas, con espectáculo pirotécnico incluido. La traca, oiga. Pero tampoco hay que irse a lo dramático, a los accidentes, a lo espectacular. No. Lo mejor de todo siempre son los pequeños detalles.
Últimamente el servicio de transportes está reorganizando algunas líneas de autobús, y añadiendo otras. Falta hacía. El otro día, sorpresa, he descubierto que un autobús pasa por mi pequeña y secundaria calle… ¡incluso hace una parada!
Que alegría, que alboroto. A los pocos días descubrí que había crecido en la acera un poste, con su cartel explicativo, indicando el punto donde el pequeño autocar debía realizar sus paradas.
Al día siguiente el poste había desaparecido.
Un día más tarde, volvió a aparecer. Pero en la acera de enfrente. En el mismo lado que la puerta del autobús, esta vez.
Pues eso; los pequeños detalles.
Seguiremos informando.