Escuchando: The Restless Waves (Dirty Three)
Cuando ayer al mediodía pasé por delante de la playa en el autobús, ya me di cuenta de que esas olas no eran normales. Era fácil medir su altura. Como un faro, poco más o menos. Espectacular.
Por eso, visto lo visto ayer, no me ha extrañado leer hoy esto en el periódico. Ayer la fuerza del oleaje se llevó por delante una de las siluetas más características de nuestra bahía: el arco de piedra en el islote de La Horadada. Cuentan en ese artículo la historia o leyenda de esa hendidura, citando…
…un texto del escritor montañés Amós de Escalante a propósito del origen legendario y fantástico del horadamiento de la roca, desde ayer perdido. Dice así Escalante: «el pueblo os dirá que allá, en los hondos cimientos de la catedral, donde no llegan humanos, yace escondido el barco que las trajo» y reflejaba cómo ese barco de piedra horadó la isla cuando en el siglo XIII arribó a Santander con las cabezas de los mártires Emeterio y Celedonio, patronos de la capital desde 1791 por decisión del obispo Menéndez Luarca.
Una pena. Pero ojalá todo lo que se perdiese en el mar fuera sólo eso, un trozo de roca.
Seguiremos informando.