Escuchando: Lápiz y tinta (El último de la fila)
Mes: septiembre 2004
Where the skies are so blue
Escuchando: Sweet Home Alabama (Lynyrd Skynyrd)
Leer el periódico, y más si es uno provinciano (para lo bueno y para lo malo) como el nuestro, siempre deja unas cuantas anécdotas dignas de comentar…
Hoy me he encontrado un poco de todo; desde la sonrisa de desbordante alegría de la nueva Miss América (anteriormente conocida como Miss Alabama) hasta los sombríos y expeditivos métodos de las autoridades rusas; desde una crítica a la película que vi ayer a pruebas de que sin irse muy lejos uno puede viajar hacia atrás en el tiempo…
Y entre todo lo que he leído, entre espectáculos sangrientos y sangrientos espectáculos, me quedo con una frase de una carta al director, que a mí me ha arrancado una sonrisa, y debería dar que pensar…
«Sobre la presencia de obispos en actos oficiales, o aprenden a comportarse o habrá que reclamarles el derecho de réplica a sus sermones.»
Seguiremos informando…
Cabeza o número
Escuchando: S.O.S (Kevin Moore)
Something’s gonna change I can feel it. Last night I just stayed at home alone. I was tearing out the pages from my diary, when a bird flew past my
head. So I put them back again, ‘cause I know (Itsallrighttofeelthewayifeel)
Ayer no sabía si salir o no salir. Había estado en casa toda la tarde; pero sabía en qué bar me iba a encontrar a mis amigos, y tampoco era lo que más me apetecía; quedarme en casa viendo una película también era tentador. De hecho, llegué a elegir la película (gato negro, gato blanco). Pero al final, y después de que sólo me faltase lanzar una moneda al aire para decidirme, acabé saliendo a tomar algo…
Fue una noche muy tranquila, con desagradables lluvias, con agradables conversaciones. Desde nuestros tópicos (ese toro, cómo no), hasta canciones infantiles (y fueron ellas, por una vez) o reflexiones varias sobre el parto (así, en general).
Hoy estaba prevista visita al cine. Una vez decidida la película ya estrenada que queríamos ir a ver (Mar adentro), tuvimos que hacer un cambio de planes de ultimísima hora, porque había más interesados que entradas. Y se nos habían adelantado.
Al final acabamos viendo La Terminal. Teniendo en cuenta que Tom Hanks me cae mal, y que Spielberg me parece un director de lo más empalagoso, os podréis hacer idea del entusiasmo con el que yo voté la propuesta. Pero bueno, al final la película se deja ver, para durar dos horas no se me ha hecho pesada… En general me ha parecido una historia que habré olvidado dentro de un mes, con diálogos que habré olvidado mañana. Tiene algún que otro punto surrelista que me ha gustado, alguna frase que no me ha gustado, pero por lo demás, no es el tipo de cine que me apasiona. Siempre he preferido las películas sin final feliz. Raro que es uno.
Seguiremos informando…
PD: Con los últimos cambios que hice a este diario, he conseguido enterarme de cuándo alguien acaba aquí por casualidad (o sea, vía Google) y las palabras que ha buscado para ello. He tenido bastantes visitantes en busca de información sobre el encierro de Ampuero, amén de otras búsquedas curiosas relacionadas con los títulos de mis últimos mensajes. Lo que está claro es que estoy a tiro de Google. El que no me encuentra, es porque no quiere…
¿Nos lo prometes?
Escuchando: My Love (Marlango)
Este mañana he madrugado, tenía examen. Pero al otro lado de la barrera, me liaron y he estado de guardíán, sin centeno ni centena, porque no llegaban. Menos mal que me llevé el portátil y estuve organizando un poco mi colección de música, para aprovechar el tiempo…
Antes de volver a casa, un vistazo al periódico en su edición digital… En la sección de Cultura, reseña del concierto que aún me duele haberme perdido…
…un concierto que tendrá segunda parte. Porque Marlango prometió volver para satisfacer a los muchos aficionados que se quedaron sin entrada.
A ver si es verdad. Seguiremos informando…
Seis centímetros cuadrados
Escuchando: I Lied (Telefon Tel Aviv)
Demasiado frío para salir, demasiado aburrido para quedarse en casa. De fondo, el murmullo de la lluvia en la calle. Otro fondo, otra capa, algún disco, ni siquiera recuerdo cuál es, sonidos repetitivos y minimalistas para no desviar mi atención de la actividad que me traigo entre manos: no hacer absolutamente nada.
El Equipo A. La canción del Equipo A. Rompe la quietud, la atmósfera, me hace abrir los ojos de golpe. Tengo que cambiar la melodía del móvil, ya ni siquiera recuerdo por qué puse esa tontería. Pero tontería o no, está sonando. En la pantalla, un número que desconozco. Me lo quedo mirando unos segundos antes de descolgar, más por dejar de oír el timbre que por ganas de hablar.
No soy la persona más original del mundo, tampoco tengo ganas de serlo esta noche, así que contesto con un previsible ¿diga? y espero. Espero unos segundos en los que no se oye nada al otro lado de la línea. De pronto una voz, femenina, agradable, pausada, con el tono de quien ha ensayado cien veces la misma frase, pero aún así consigue recitarla con naturalidad: Hola Miguel, soy Julia, ¿te acuerdas de mí…?
Es mi turno para dejar pasar unos segundos de conversación en riguroso silencio. Básicamente, por dos razones. La primera, que no conozco a nadie que se llame Julia; la segunda, anecdótica, sin importancia: que no me llamo Miguel.
Hay veces que no comprendo mis reacciones. Ésta es una de ellas. Mi cerebro procesa y prepara la frase Lo siento, te has equivocado de número. En claro motín hacia mi persona, mi boca pronuncia ¿Julia?
Esta vez sin pausas, mi teléfono me lanza a la oreja la siguiente frase de la conversación: Si, Julia, de la facultad, quedamos un par de veces hace algunos años. He encontrado tu número y me han entrado ganas de saludarte, de saber qué ha sido de tu vida…
El motín continúa, mi cerebro se pasa al otro bando y me quedo a solas frente a mi imaginación. Ah, ya, suelto con toda la naturalidad de la que soy capaz. Gracias por llamar, qué ilusión, cuánto tiempo. Pues yo sigo por aquí, la verdad es que no he hecho gran cosa en estos años. Buscar trabajo, hacer alguna chapucilla. Nada importante, nada que me haya cambiado mucho la vida, la verdad… ¿y tú?
En lugar del esperado ¿no eres Miguel, verdad? lo que escuché fue un breve relato de un final de carrera (¿de qué carrera?) duro, largo, doloroso. De una búsqueda desganada de trabajo, de un empleo en Barcelona, me costó un poco adaptarme a vivir allí, pero después de unos meses tenía un grupo de gente muy legal con el que podía contar para cualquier cosa. Me relató sus pequeños éxitos, sus grandes fracasos, cómo con el tiempo la novedad dio paso a la añoranza, la derrota, el regreso de nuevo a casa de su madre (¿ya, pero a dónde?) hace un mes.
Este monólogo lo he acompañado intercalando constantes frases de asentimiento, alguna pregunta, palabras de ánimo, de apoyo; todo ello cortesía de la parte amotinada de mi cuerpo, la que me tiene amordazado el sentido común.
Tras esta avalancha de información. de nuevos unos instantes de silencio. Ella de nuevo: Bueno, no te entretengo más, a ver si nos vemos algún día y recordamos los viejos tiempos, ¿vale? Más que acordarme, en mi caso sería descubrirlos, pero aún así, asiento: claro, claro, cuando quieras. Llámame cualquier día, ya sabes dónde estoy (¿lo sabe?)
Despedida y cierre. Me quedo mirando la pantalla de mi teléfono. Seis centímetros cuadrado llenos de sorpresas.
Hay veces que no comprende sus reacciones. Ésta es una de ellas. Su cerebro procesa, pero su cuerpo se amotina y acaba tomando sus propias decisiones. Ana vuelve a dejar el teléfono sobre la cama, mientras se pregunta por qué se ha inventado una historia, por qué ha acabado contando sus fantasías a un desconocido. Es agradable compartir recuerdos, aunque sean falsos. Repitiéndose mentalmente esa conclusión, cien veces, mil veces, como castigo por sus locuras, como premio por ellas, apaga la luz y se queda dormida.
Hablando no se entiende la gente
Escuchando: City Girl (Kevin Shields)
Parece que me toca volver a viajar, por trabajo, y que definitivamente será a Mykonos. Y una vez más, todo parece indicar que me quedaré allí el fin de semana después de las reuniones. Tampoco es que sea la ilusión de mi vida pasarme unos días solo en la Ibiza griega, pero si hay algún sitio desde el que sacar buenas fotos (y todo me hace pensar que es el caso), merecerá la pena… o eso espero…
Y volveré a ser, otra vez, extranjeros en tierras extrañas, sin hablar castellano en cinco días, sin comprender ni poder leer nada de lo que me rodee…
Hace poco leía en un suplemento dominical una entrevista a Tom Sharpe (sí, el de Wilt), decía que vivía en España, pero que pasaba de aprender el idioma, que se limitaba a ir a las tiendas, sonreír y señalar con el dedo. A cambio de esta incomunicación voluntaria, ganaba la paz de no ser molestado por conversciones ajenas, ganaba no enterarse de frases al descuido sonoro. Es una curiosa manera de plantearse la vida. A veces me da envidia (y no me despego los auriculares de las orejas). Otras veces no.
Claro, que ya puestos a irse a otro páis, con un idioma extraño al oído y a la lectura, ¿por qué no Japón? Si voy a Tokio me gustaría ser el Bob que se aloja en el hotel Hyatt. Me gustaría encontrarme con una Charlotte en su bar, al azar, los dos perdidos. Una Charlotte que supiera mirar como nadie al infinito con aire pensativo, o explorar con mirada curiosa todo lo que la rodease. Que me hablase con una voz ronca, perezosa, que no le costase nada lanzar media sonrisa, pero que fuese un logro arrancarle una completa. Que me llevase a karaokes y me cantase canciones de The Pretenders disfrazada con una peluca rosa. Que nos contásemos nuestras vidas, que me propusiera montar un grupo de Jazz, que no nos tocásemos un pelo, que no nos volviéramos a ver y que nunca se olvidase de mí…
Hoy, después de un buen rato manoseando películas en el videoclub sin que ninguna me llamase la atención, sin que encontrase nada que me apeteciera realmente ver esta noche, he acabado echando mano de mis fondos. Después de mucho tiempo, después de escuchar cientos de veces la banda sonora y de enamorarme miles de veces de la señorita Johansson, he tenido una esperada recaída, y he vuelto a ver, esta vez en versión original, como tiene que ser, Lost In Translation.
Y porque mañana madrugo, que me dan ganas de volverla a ver otra vez más…
Seguiremos informando…
Cómo desmantelar una bomba nuclear
Escuchando: One (U2)
Fechas, imágenes promocionales, títulos… empiezan a aparecer los primeros datos fiables del próximo disco de U2.
Su título será How to dimantle an atomic bomb, y saldrá a la venta el próximo 22 de Noviembre. El primer single llevará por título Vertigo, y se pondrá a la venta el 8 del mismo mes. Ese single saldrá a la venta en varios formatos y versiones, en cd y en dvd. Así, podrá incluir desde otra canción nueva (Are you gonna wait forever?) hasta remixes, grabaciones en directo y una versión de, ni más ni menos, Kraftwerk (Neon Lights)
La gente que ha escuchado el disco (no sabemos si esto incluirá la opinión del chorizo que presuntamente levantó una copia al descuido a The Edge) dice que no tiene ni gospel, ni experimentos electrónicos, ni rap, ni nada de eso… es un disco de rock guitarrero. Por supuesto, también suelta alguno la frase que siempre se dice ante el lanzamiento de cualquier nuevo disco: Es el mejor disco que han hecho nunca. Claro. Ya lo veremos.
Por otro lado, ayer han estado grabando el que será el videoclip de Vertigo, y lo han hecho aquí, en España, en el Delta del Ebro…
Sobre su próxima gira, aún no se sabe nada, salvo que la habrá. Y si desembarcan en España (o como mal menor, Londres, Roma o Frankfurt), sólo una desgracia podrá impedir que los vea en directo.
Seguiremos informando…
PD: Si alguien me ha escrito un correo en las últimas horas, que sepa que es muy posible que ande dando vueltas por algun limbo virtual. Llevo desde ayer por la tarde con problemas que espero se solucionen pronto (y que no se pierda nada). Como siempre, me pasan estas cosas cuando peor me viene…
Falling through pages of Martens on angels
My happiness in a hole
Escuchando: Madness (Marlango)
Genial. En dos días se me han desmontado todos los planes interesantes que tenía para estos últimos días de Septiembre. Hoy me he quedado clavado leyendo el periódico…
En la sección de Cultura, al lado del artículo sobre el concierto de ayer de Bisbal (sic), viene una reseña sobre el concierto de hoy de Marlango. Y ya lo dice en el primer párrafo:
La organización comunica que se han agotado las invitaciones, a pesar de la primera intención de ponerlas a disposición del público dos horas antes del inicio del recital.
No me lo puedo creer. Todo el puto verano esperando este concierto, y ni siquiera me dan oportunidad de hacer cola. He llamado a Caja Cantabria, al teatro donde se organiza el concierto, y me han dicho que ellos se lavan las manos. Los que lo organizan son los de la UIMP, y son ellos los que reparten las invitaciones. Si no les llevan ninguna dos horas antes del concierto, no pueden hacer nada…
He llamado a la UIMP y me han confirmado que, efectivamente, no hay ni una sola invitación. Sus alumnos tienen preferencia, son 700, y hay muchos que se han quedado sin ella. Genial. Qué le vamos a hacer, es la UIMP la que paga el sarao, así que está en su derecho de hacer lo que le venga en gana. Y lo gracioso es que demás, seguro que el 70% de los que tienen invitación va por ir, igual ni conocen al grupo…
Todo el verano aguantando conciertos bazofia, viendo carteles de auténtica morralla musical, y lo único que merece la pena es inaccesible.
Aunque no sé de qué me sorprendo la verdad. En fin. Si al final, casi mejor así…
Seguiremos informando…
La vida es una M
Escuchando: Lifting shadows off a dream (Dream Theater)
Si ayer me costó levantarme de la cama, hoy ni lo he intentado. Día de fiesta, día de sonoras lluvias, día de efectos resacosos de la noche de ayer, día para por fin dormir la falta de sueño del pasado fin de semana….
He pasado de todo el mundo, he pasado de citas, he pasado del teléfono, y me he quedado entre las sábanas hasta una hora indecente. Hoy no estoy para nadie.
Antes de que alguien me pregunte sobre lo que escribí ayer (aunque ya sabéis que nunca suelo dar más explicaciones, si alguien no entiende algo es que no lo tiene que entender…) voy a aclarar que no hablaba de nadie en particular, sino de un cúmulo de detalles… algo que me dijeron ayer me hizo acordarme de una canción de El Último, de ahí pasé a otra de Manolo García, y me acordé de muchas cosas, que puestas todas juntas y en fila, hacen que, como Manolo, yo sea siempre el último.
Mi nombre también tenía que empezar por M. La verdad es que me gusta esa letra, con sus giros bruscos, inesperados; para trazarla se cambia varias veces de dirección, radicalmente, y al final el resultado es simétrico, es agradable…
Últimamente mi vida es una M. Y la lleno de emes, también, aunque al final me desconcierten, aunque con tanto cambio de sentido, con tanto giro, ya no sé hacia dónde tengo que mirar.
Excepción hecha de una M que un día va a venir de la capital sólo para darme un tortazo para ver si reacciono. Pero creo que ni por esas…
Seguiremos informando…