Hola, soy Coco y antes era un cuadrúpedo

Escuchando: Making mistakes (Joseph Arthur)

Siento estar tan monotemático últimamente, pero es que me lo ponen a huevo. Hoy vamos a aprender la diferencia entre izquierda y derecha. La derecha es la de la cuchara; y la del cuchillo. La izquierda es la del tenedor.

De derecha a izquierda, Salgado, Gorostiaga y Del Olmo. Con éste último se podría hacer un comentario jocoso acerca de la casualidad o intención de que esas nubes parezcan emitidas de su brillante (en algunos aspectos) cabeza. Pero me quedo mejor con esta frase de sus declaraciones:

Por su parte, el consejero de Industria recordó que hace cuatro años el PCTCAN era «un huerto, un letrero y un cuadrúpedo» y cuatro años después tiene una superficie de 237.000 metros cuadrados, con más de 110.000 construidos, y crecerá en otros 90.000.

Si el consejero dice que el Parque Científico y Tecnólogico de Cantabria hace cuatro años era un cuadrúpedo (¿un cuadrúpedo?), a pies juntillas nos lo creeremos. ¿Quienes somos nosotros para dudar de su siempre sapientísima palabra?

Seguiremos informando.

¡Arriba, excursionistas!

Escuchando: I got you babe (Sonny & Cher)

El viernes, gracias a la promoción de Público, me hice con la película Acción Mutante, la única película de Álex De La Iglesia que me ha dejado buen recuerdo. La vi hace años, quizás ahora me decepcione. Pero desde luego, releer su argumento me ha arrancado algunas sonrisas. En concreto, el punto señalado para la entrega de un rescate es «el bar La Mina Perdida, en el planeta Axturias, remoto paraje habitado tan sólo por mineros«.

Pero en Asturias, con ese, hay mucho más que mineros. Hoy he pasado este día de la marmota en Oviedo, fotografiando detalles insignificantes, recordando paseos por sus calles, y disfrutando de las mismas. Muy gratificante.

Al caer el sol, terminé la jornada conociendo un nuevo FNAC (tentado estuve con hacerme de algunos libros, pero lo procrastiné a la espera de terminar los que tengo entre manos), entrando en IKEA y saliendo con unas pocas compras con tendencia a lo innecesario, por marcar las diferencias y no aparentar ser una de esas personas con voluntad que salen de allí por la salida sin compra.

La vuelta a casa se hizo más amena recordando canciones de Ismael. Un buen sábado. Pero mañana esperemos que sea domingo…

Seguiremos informando.

Historia del crítico que fue a ver un concierto en Santander y terminó en Barcelona

Escuchando: Meine Stadt (Emir Kusturica and the No Smoking Orchestra)

Dos pataletas sobre el concierto de ayer…

La primera: no haber podido hacer fotos libremente como esa persona que se paseaba cámara en mano por el escenario. Ahora sé por qué: las fotos han aparecido en la página web del grupo. Fantásticas. Envidia insana.

La segunda: leer la crónica del concierto que aparece hoy en El Diario Montañés. La transcribo a continuación…

El músico y cineasta serbio Emir Kusturica acompañado de la No Smoking Band actuó anoche en la Sala Argenta del Palacio de Festivales ante más de mil espectadores. La banda del doble ganador de la Palma de Oro de Cannes y del doble ganador del León de Oro de Venecia. En su gira española, que hoy concluye en Madrid, la interpretación enlatada del himno soviético ha sido preludio de sus noches musicales. Kusturica y los suyos entraron sin ningún ánimo bélico. ‘Unza unza time’ y un depurado ritmo de fanfarria gitana desquiciada a punto de descarrilar y trufada de acordes de guitarra punk provistos por el señor Kusturica. El cineasta anunció, en efecto, una noche punk. De ello se encargó, sobre todo, el líder oficioso de la banda, Dr. Nelle Karajic, que no se estaba quieto. ‘Fatal wounds’ y ‘When life was a miracle’, con la banda a todo trapo: vientos, acordeón y violín alimentando una maquinaria enloquecida, fiel practicante de ese subgénero conocido como nuevo primitivismo, que alumbró la Yugoslavia pos-Tito. Rock iconoclasta desde los Balcanes.

Lo primero que se me viene a la mente al leer el texto anterior es que el redactor no ha pasado en el concierto más que los cinco primeros minutos. Obviar en la crónica todo el jaleo que se montó después es como basar la crónica del partido de fútbol de ayer en el pitido inicial del árbitro. Patético.

Pero no acaba ahí la cosa. Las negritas que aparecen en el texto son mías. Gracias a un comentario en la noticia, de alguien llamado Isaac, se puede comparar la crónica con la publicada el 25 de enero en el Periódico de Cataluña. Las frases remarcadas arriba están calcadas literalmente. Demasiadas casualidades: incluso hay sentencias que han quedado sin mucho sentido tras el proceso de cortar y pegar. Vamos, que es posible que el redactor de El Diario Montañés ni siquiera se asomase por el Palacio de Festivales. Por favor, un poco de seriedad. ¿Este es el periódico más serio de nuestra región? Para perpetrar estas cagadas, mejor que dediquen el espacio a la desaparición del tomate o a algún tema similar por el que se vayan a preocupar.

Anoche me quedé hasta las dos de la mañana para escribir mi pequeña crónica, repasarla, y editar mi fotografía cutre; por amor al arte. Hay gente a la que le pagan por mucho menos.

Seguiremos informando.

Zona de no fumadores

Escuchando: Was Romeo Really A Jerk? (Emir Kusturica and the No Smoking Orchestra)

Espectacular el concierto que se ha vivido esta noche en el Palacio de Festivales de Santander. El director de cine Emir Kusturica y su No Smoking Orchestra han revolucionado la sala hasta límites insospechados.

La cosa había comenzado bien: lleno hasta la bandera, y mucho público joven, que siempre está bien comprobar que se moviliza ante una cita tan apetecible. Tras un ligero retraso, la banda arrancó su recital con Unza Unza Time. Y eso fue sólo el principio.

Kusturica es el compositor de muchos de los temas, y además se encarga de la guitarra rítmica. Pero el verdadero maestro de ceremonias es el vocalista de la orquesta, el Dr. Nelle Karajlic. Energía a raudales que ha empleado a fondo hasta derribar las barreras que separan a los músicos de su público. Canciones interpretadas entre las butacas a golpe de tuba, bailes con acomodadoras y asistentes al concierto, gente que se levanta a bailar… y finalmente un motín en el que la banda ha incitado a todo el mundo a subir al escenario.

El resultado: música contagiosamente divertida, un centenar de personas pegando botes como posesos en una sala de seria tradición, y todo el auditorio puesto en pie bailando. Digno de ver, ha sido una auténtica fiesta.

Eso sí, al rato el cantante se ha enfadado al no poder seguir sembrando el caos a su gusto (el personal de la sala se ha negado a llegar más allá de límites que hiciesen peligrar la seguridad de los asistentes), pero ha diluido su cabreo rápidamente con más música, y el concierto ha terminado sin incidentes: con muchos bailes, un público entregadísimo, y dejando un festivo y excelente sabor de boca.

Realmente, una noche para recordar; será fácil; aunque, por si acaso, no he podido evitar comprar un dvd en directo del grupo, a la salida del concierto.

Grande, muy grande lo de esta noche. Seguiremos informando.

50 años de ladrillos

Escuchando: Another brick in the wall (Pink Floyd)

Mis LEGOs

El 28 de enero de 1958, la empresa juguetera danesa LEGO patentaba un ladrillo de plástico que ha hecho historia. Hoy se cumplen 50 años del nacimiento de LEGO tal y como lo conocemos…

Es una pena que la inmensa colección de piezas con la que jugué de niño (y bastante después, también) se haya quedado por el camino. Aunque quién lo diría, porque poco a poco voy llenando la casa de pequeños ladrillos de colores: todas las fotos que encabezan estas líneas son de hace unos minutos.

Sí, soy adulto y juego con LEGO siempre que tengo ocasión (a veces pienso que la mayoría de los consumidores actuales de LEGO son mayorcitos, los niños están enganchados a las consolas)… así que me uno a las celebraciones: ¡Feliz cumpleaños, ladrillo!

Seguiremos informando.

Las fotos son de Google y Cantabria es nuestra

Escuchando: Photograph (Air)

Tenía que recoger el revelado de una foto para un concurso el mismo día en que terminaba el plazo de entrega. Al final, conseguí presentarme, por los pelos. Aunque vista la foto, me daba un poco igual: el experimento que había probado al revelar había dado tan buen resultado que no sabía si me apetecía más dejarla para el concurso o llevarla a enmarcar para colgarla en casa.

Estos días se expone una selección de fotografías presentadas a ese concurso, Cantabria Nuestra; una convocataria que suelo mirar con respeto porque habitualmente las fotos ganadoras son bastante espectaculares. De 300 fotos presentadas a concurso, se exponen este año 80; he pasado esta tarde, y ¡sorpresa!, la mía estaba entre ellas. No tengo muchas esperanzas de resultar premiado, porque hay fotos entre sus vecinas de pared realmente sobresalientes (me han gustado especialmente algunas de la Isla de Mouro en pleno temporal), pero el hecho de verla allí me ha hecho ilusión.

Después, aprovechando el paseo, me he acercado al Palacete del Embarcadero, donde dentro de la feria Foconorte, se exponen unos pocos Googlegramas de Joan Fontcuberta. Su planteamiento es sencillo: consiste en enormes recreaciones de mosaicos mediante programas informáticos de teselación fotográfica, cogiendo imágenes directamente de Google. O sea: collages a base de pequeñas fotografías, seleccionadas automáticamente buscando en Google palabras relacionadas con la temática de la obra. Curioso, entretenido, divertido de ver… aunque fotográficamente de poco interés (por no hablar de los derechos de autor que supongo que habrá obviado al tomar prestadas las imágenes de Internet).

Una tarde, en fin, de exposiciones para aparcar por un rato el trabajo.

Seguiremos informando.

Músico negro, músico blanco

Escuchando: Unza, Unza Time (Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra)

Hace unas semanas tuvimos en Santander un recital de Woody Allen, al que no me animé a asistir. Me han dicho que estuvo entretenido, pero prefiero quedarme con sus películas; su faceta como intérprete de clarinete no me deja de parecer una curiosidad, sin más.

Puede parecer raro esto de que un director de cine se ponga a dar conciertos. Muy habitual no es. Y sin embargo, en un par de semanas volvemos a tener a un cineasta sobre el mismo escenario. Y esta vez me interesa más. Hoy he comprado ya mi entrada.

Hace algunos años me enteré de que tenía una banda porque me topé con un videoclip suyo (el mismo que encabeza estas líneas) por la televisión. Fue hace tiempo, pero se me quedó grabado: la música, las imágenes, el ritmo, todo recordaba a sus películas. Emir Kusturica es, ante todo, el director de, entre otras joyas, una de mis películas fetiche: Gato negro, gato blanco. Pero además está al frente de la No Smoking Orchestra, una banda de músicos de la ex-Yugoslavia que acercan al rock & roll su folklore, mezclándolo, ya de paso, con la música gitana… entre otros muchos ritmos.

El resultado es delirante, vital, optimista, loco, desenfrenado, anárquico…. y absolutamente recomendable. Aprovechen, que aún quedan entradas.

It’s unza, unza, unza, unza time!

Pequeños placeres de la vida

Escuchando: Glory Box (Portishead)

La tarde comenzó con un buen rato de lectura; tenía el nuevo libro de Noah Gordon (La Bodega) a medias y, acompañado de la música de Portishead, comencé a pasar páginas hasta que me quedaron cien para terminarlo; tengo una pequeña manía con la última centena de hojas de un libro: suelo leerlas sin parar hasta el final del volumen. Así me ha pasado hoy, y la nueva novela de Gordon me ha dejado la impresión de contener una historia sencilla, pero contada con su habitual capacidad para enganchar al lector. No es su mejor libro, pero entretiene. Quizás tengo sobrevalorados los recuerdos de sus anteriores trabajos.

Después, ya con ella, he vuelto a recaer en el vicio de la lectura. Tras hacer un poco de caso a las tareas que procrastinamos durante la semana en casa, el sillón nos ha atraído como un centro de gravedad dominguero, y hemos compartido el espacio y las posturas con abrazos a medio cerrar para sujetar libros a medio abrir.

Yo sujetaba uno de mis regalos de Reyes, un delicioso y escueto libro sobre pequeños placeres: el olor de las manzanas, el croissant de la acera, el primer trago de cerveza, viajar en un viejo tren, una invitación por sorpresa a cenar, leer en la playa, el cine, el periódico del desayuno, llamar desde una cabina… una lectura muy agradable para una noche de domingo; uno de los capítulos, casualidades, estaba dedicado también a los domingos: «esa sensación de que nos sentiremos a gusto hasta la noche, como un estar en zapatillas mental.» El libro apenas tenía cien páginas, y tan sólo he tardado en leerlo un rato agradable, con música de Yann Tiersen sonando desde el cuarto de los juguetes.

Con el siguiente libro a leer ya preparado, la colorida cena tranquilamente disfrutada, los cacharros fregados y el sueño asomando, el centro de gravedad de la casa se ha trasladado sugerentemente a la cama. Es hora de apagar el ordenador.

Seguiremos informando.