Believe it or not

Escuchando: Believe it or not (Joey Scarbury)

Ayer mientras cenaba, la tele me acompañaba con imágenes de la última matanza en Bagdad, esta vez han sido una treintena larga de niños. Y yo me preguntaba si realmente ahora la vida en Irak es mejor que el año pasado. Para la gente de a pie, para los currantes, para los niños. Lo dudo.

Minutos después el telediario saltaba a la noticia del primer debate entre Bush y Kerry. A Kerry tampoco es que lo tenga especial simpatía, pero pasa como en España. Cuando uno de los candidatos es sencillamente inaceptable, sólo se puede aspirar a votar al menos malo.

Y pasé a ver la cara de profunda estupidez de Bush en pantalla, sus titubeos, sus confusiones entre Bin Laden y Hussein (esto lo hicieron los dos candidatos, qué mas da, sólo se trata del malo de turno, el nombre es lo de menos…) En fin. Todo eso me hizo pensar que había elegido el día perfecto para acercarme a la Filomoteca a ver Fahrenheit 9/11, el documental de Michael Moore.

Y es que esta semana, por problemas de distribución, han sustituido de la programación la peli china Hero (que he visto en DVD, muy recomendable…) por el incendiario documental de Moore. Como me imaginaba que el tema de entradas iba a estar complicado, me pasé cuando salí de trabajar a por la mía, tres horitas antes…

E hice bien, cuando llegué al cine 20 minutos antes de la peli, ya estaba colgado el cartel de no hay localidades.

Michael Moore y sus documentales despiertan amor u odio, sin términos medios. Es lógico. Si hablamos de Fahrenheit 9/11, hay que tener claro lo que se va a ver: una película anti-Bush, ariete de la campaña que este cineasta mantiene contra su presidente. Por lo tanto, que nadie se espere datos neutrales y presentados objetivamente. Moore es tendencioso, y usa todos los trucos a su alcance para denunciar, acusar y señalar con el dedo. Y en eso es un genio.

Por otro lado, en esta ocasión, Moore se ha rodeado de un ejército de abogados y documentalistas para blindarse y que nadie pueda reprocharle nada a lo expuesto en su película. Hasta la fecha, y que yo sepa, nadie ha conseguido demostrar que lo que cuenta Fahrenheit 9/11 sea falso. Puede estar sacado de contexto, puede estar exagerado, pero es lo que hay.

Y lo que hay es digno de verse. Por muy defensor de la guerra, por muy pro-Bush que se sea, me cuesta imaginar que tras ver este documental uno no sienta al menos cierto desasosiego, cierta inguietud… cierta tristeza por el mundo que nos ha tocado vivir.

Yo fui con ganas de reirme de Bush, y lo hice. Aunque haya veces que se trate de reírse por no llorar, claro.

Un detalle: me hizo ilusión encontrarme en la banda sonora la canción que acompaña a estas líenas. Me trajo recuerdos de infancia, me encantaba aquella serie…

Seguiremos informando.

PD: Pequeña tragedia de la noche de ayer… después de salir del cine, cuando me iba a encajar el iPod en las orejas, descubrí que se me acababa de perder uno de los capuchones de silicona de mis auriculares tuneados. Y en una cuesta y de noche, a saber dónde había ido a parar. Sic. Menos mal que tengo otros de reserva, pero son más pequeños, y más incómodos. A ver si me hago de un repuesto, aunque me imagino que me salga el gramo de silicona más caro que a la Pamela Anderson media teta.