El plan A y el plan B

Escuchando: Ticket to ride (The Beatles)

Llevo unos días con la salud tocada. Nariz y garganta, básicamente. Y ayer, en lugar de tomarme un jarabe para la tos, quedé con un amigo prontito para tomar una caña. Nos liamos, nos liamos, y esa caña acabó siendo un litro y medio de cerveza, entre risas, mis esfuerzos para hablar, los suyos para oírme, y planes varios.

Entre esos planes estaba el plan A. Un plan para mañana sábado. El plan tenía muy buena pinta, era casi insuperable. Para que se hagan ustedes una idea, incluía una ruta durante todo el día por Cantabria, en descapotable, y parando para hacer fotos y pegarnos comilonas. Cualquiera dice que no a eso…

Bueno, yo lo he dicho. He aplazado al plan A (espero que no por mucho tiempo) porque hoy después de comer me llamó otro amigo para proponerme el plan B. Una idea tan original, sorprendente e inesperada, que no he podido decir que no, a pesar de que me parece un poco locura, a pesar de que apenas me queda voy, y de que lo que me conviene es quedarme en casita…

El plan B parece que también incluye un descapotable, sorpendentemente.

Me quedaría aquí explicando los detalles, pero… lo haré a la vuelta: mañana cojo un autobús a las siete de la mañana, así que cuando vuelva de tierras asturianas el domingo, les explico cómo he pasado el fin de semana. Ilustrado con fotos, claro.

Séanme buenos. No me rompan nada.

Seguiremos improvisando.