Escuchando: The long and winding road (The Beatles)
Tanto buen tiempo, tanto solecito, tantos días de cielo azul… y se nos olvida que vivimos en Santander. Hoy la climatología nos lo ha recordado, aunque nos ha pillado a la mayoría a contrapié…
Hoy al mediodía tenía que volver del trabajo a casa por el centro -un buen paseo, pero tenía que hacer un par de recadillos- y la cosa acabó siendo una lucha contra los elementos.
Las ráfagas de viento, sobre todo en algunas esquinas traicioneras, eran brutales. Que yo recuerde, es la primera vez que el viento me arranca (dos veces) los auriculares de las orejas.
Y claro, a ésto súmesele la lluvia, alternando entre calabobos y torrencial, sin previo aviso. En el tiempo en el que se abre un paraguas, uno ya está empapado. Aunque bueno, con esta combinación de viento y lluvia, llevar paraguas es tan útil como, por decir algo, ir con un botijo en la mano. Es igual de práctico. El paraguas no es que no sea útil, es que es super califragilístico; y expialidoso, tambien. Vamos, que hay riesgo de salir volando con él.
Con una humedad en ropa más elevada de lo deseable, y alguna varilla caída en acto de servicio, llegué a la conclusión de que donde mejor se está, es en casa. Afortunadamente, también llegué allí, a casa.
Abríguense. Seguiremos informando.