Ha pasado bastante tiempo desde que comenté el último juego por aquí. Una mudanza y una nueva casa en la que guardar la ludoteca han tenido gran parte de la culpa. En cualquier caso, tengo intención de retomar la costumbre de hablar de los juegos de mesa que más nos gustan, y hoy es el turno de otro clásico que no debería faltar nunca, la Jenga.
Seguro que todo el mundo lo ha visto alguna vez: una torre de piezas de madera apiladas, de la que hay que ir retirando bloques para colocarlos en lo más alto sin que la estructura se venga abajo. Diversión asegurada para jugadores de todas las edades.
El juego como tal nació en Ghana, gracias a Leslie Scott. Durante los años 70 fue perfilando el juego en su familia a partir de unos bloques de madera que había comprado en una serrería; en 1983 lo presentó en la Feria de Juguetes de Londres, con el nombre de Jenga, que significa «construir» en swahili. Posteriormente el juego se exportó a EE.UU. y Canadá, y acabó distribuido por el gigante Hasbro en medio mundo. Según su creador se han vendido más de 50 millones de unidades. Y eso hablando sólo del juego oficial. Es muy habitual encontrar clones del mismo en jugueterías, mercadillos de artesanía, etc.