iPhone 3G (Parte III – Y en mi caso concreto…)

Escuchando: Apple candy (Ben Lee)

Después de dar mi opinión sobre el iPhone 3G como terminal, y sobre la estrategia de Telefónica para comercializarlo, voy a cerrar esta pequeña serie con unas líneas un tanto más subjetivas: ¿me compensa a mí, en concreto, este nuevo iPhone? Yendo al grano: no. Pero lo explicaré con un poco más de detalle.

En primer lugar, el principal inconveniente es el precio. Soy un usuario de telefonía móvil de pocas palabras, y en cuanto a conexiones de datos me conformo con consultar el correo de cuando en cuando. Actualmente apenas llego al consumo mínimo del contrato que tengo (por poco tiempo más, espero) con Vodafone. Pagar un mínimo de 27 € al mes, incluyendo un plan de datos que no me convence, no es una idea que me atraiga especialmente. Además, evitaré en lo sucesivo y en la medida de mis posibilidades firmar cualquier tipo de compromiso de permanencia. Estoy escarmentado con mi funesta experiencia con Vodafone (a la que dedicaré aquí el espacio que se merece en breve). Como curiosidad, mi antigua permanencia con los de rojo terminaba el día que comenzaba a venderse el iPhone en España. ¿Una señal? No, sólo una casualidad. Pagar más de lo necesario en mi factura telefónica, gastarme más de 300 euros en un terminal con algún que otro fleco, y atarme por dos años a una operadora son factores que inclinan la balanza hacia el «no».

Aún así, si el nuevo iPhone mereciese realmente la pena, me podría liar la manta a la cabeza, abrir la compuerta de las locuras y darme el capricho. Pero… hay que ser realista: es un juguete extraordinario, pero no el que yo necesito.

Entre los trastos que llevo habitualmente encima están: una buena cámara compacta, mi antigua agenda electrónica, mi iPod y mi teléfono. Siempre he sido reacio a las soluciones «todo en uno» ya que generalmente suele significar llevar encima un aparato que aúne un teléfono, una mala cámara, una agenda poco flexible y un reproductor de música incómodo. ¿Es el iPhone la excepción a esta regla? Veamos…

Sobre la cámara, sin comentarios. No deja de ser una cámara de móvil, y además de las malas. Nada de flash, ni de vídeo (al menos de serie). La cámara que incluye mi actual Nokia ya es mejor. Y aún así, las fotos de verdad las hago con una cámara también de verdad.

Respecto a sus funciones como agenda electrónica: su integración con mis ordenadores de Apple donde gestiono mis contactos y mi tiempo lo hacen atractivo… pero eso ya lo hace mi veterana Palm, que se sigue portando tan bien como el primer día (qué gran compra fue). Navegación con Opera, correo electrónico (todo ello cortesía de la conexión de mi móvil, sea éste cual sea), mapas con un receptor GPS externo usando Bluetooth, WiFi con una tarjeta SD si es necesario, una fantástica gestión de ficheros de Office y PDFs, juegos para no aburrirse (o al menos para no aburrirme a mí, que con un Tetris tengo suficiente)…. y un sistema operativo austero pero tremendamente eficaz (una lástima que haya perdido la batalla frente a Windows Mobile). Puede que el iPhone le plante cara a mi actual agenda a golpe de brillante interfaz, pero en cuanto a funcionalidades no voy a descubrir nada nuevo.

El iPhone es también un iPod, claro está. Ya tengo uno, tiene un disco duro de 30 GB, y está absolutamente lleno de música. Últimamente tengo que seleccionar mucho y borrar algún que otro disco para no quedarme sin espacio. Obviamente, cambiarlo por un reproductor de música con la mitad de capacidad no me parece una idea especialmente interesante. Y además, para aprovechar plenamente un iPhone habría que reservar espacio para aplicaciones, vídeos, fotos, etc. Definitivamente, con menos de 16 GB no iba a ser un buen cambio. No me cabe la menor duda de que aparecerán en el mercado modelos de iPhone con 32 GB, con 64 GB… pero hasta entonces no me lo plantearé seriamente. ¿Para qué comprarlo si además voy a llevar un iPod de mayor capacidad para escuchar música?

Otra duda que me ofrecen tanto el iPhone como el iPod Touch es su idoneidad como reproductores de música. Los iPod tradicionales (clásicos, los llaman ahora) superan esa asignatura con nota. Su interfaz está muy depurada para su cometido principal: reproducir música (y otro tipo de contenido multimedia de forma accesoria). Yo habitualmente llevo el iPod encima y salvo para seleccionar el disco a escuchar, no vuelvo a mirar la pantalla para nada en horas. Y si quiero hacer una pausa o cambiar de volumen, puedo hacerlo sin mirar porque ya sé dónde están los botones correspondientes. ¿Ocurre lo mismo con un iPhone o con iPod Touch? ¿O es necesario interactuar más con su interfaz y con la pantalla táctil al carecer de botones físicos? Usarios de estos aparatos: se apreciará vuestra opinión. Algún día tocará renovar mi iPod (por otro, de eso no hay duda) y no sé si para un uso mayoritariamente musical las espectaculares pantallas táctiles compensan la diferencia de precio respecto a los modelos tradicionales.

El iPhone es también un teléfono, por cierto. Pero en ese aspecto, los fabricantes tradicionales del sector (Nokia, principalmente) tienen más experiencia y unos terminales de calidad a los que la gente ya está acostumbrada. Y desde hace unos cuantos años, además, permiten enviar y recibir mensajes multimedia. Por ejemplo.

En resumen: un iPhone 3G es un aparato con una pinta excelente, pero que no me va a ayudar ni a prescindir de ninguno de mis juguetes habituales, ni a hacer mi bolso más ligero. Unificarlo todo, si se consiguiese de forma óptima, puede tener ventajas, pero también algún inconveniente: si quiero ir a la playa o de fiesta, me llevo sólo mi teléfono, y dejo el resto del arsenal tecnológico a buen recaudo.

Tiempo habrá para que Apple pula su producto, lo rebaje, estimule a la competencia para ofrecer serias alternativas (que ya comienzan a aparecer), y lo enfrente a otras plataformas como Windows Mobile, Android, Symbian, o Palm (si algún día consigue resucitar). Pronostico meses interesantes en el mercado. Por lo tanto, me parece insensato lanzarse a gastar los ahorros en un terminal que es bueno, pero no perfecto, atándose por dos años a una operadora que está abusando claramente de su exclusividad.

Seguiremos informando.