Escuchando: Our House (Madness)
El sábado, miles de jóvenes se manifestaron en ciudades de toda España. El objetivo: demandar soluciones al problema de la vivienda en este país. En Santander hubo manifestación, pero la verdad es que daba más lástima que otra cosa. Pero bueno, ahí estuvimos.
No deja de sorprender que todas las personas que conozco se quejen de cómo está el temita, pero luego sólo haya un puñado de gente dispuesta a manifestarse. Ochenta almas, según estimaciones que he leído (aunque me da a mí que están hechas al estilo COPE). Imagino que la gran mayoría de los jóvenes de esta aburguesada ciudad estaban ocupados inspeccionando que la asistenta les planchase bien el polo de Lacoste, para lucirlo por la noche en el bar de moda, escuchando reggaeton y con una copa de garrafonazo en la mano. Demasiado liados como para sumarse a un pequeño griterío en el que los zapatos náuticos iban a desentonar entre Doc Martens.
El fin de la manifestación fue de lo más simbólico. Obsérvese la imagen sobre estas líneas. Aparte de que la estatua que asoma allá por la izquierda, con cagarrutas de paloma, es la del generalísimo (minúsculas intencionadas), el manifiesto se leyó ahí, delante de esa gran carpa: Plan General de Ordenación Urbana de Santander. Participa en el futuro de tu ciudad. La carpa, simbólicamente, estaba cerrada. Lástima, finalizar ahí la manifestación habría sido el final perfecto.
Pero no se queda ahí la simbología. Esa carpa es tan grande que ocultaba a la manifestación del edificio del Ayuntamiento, y viceversa. El pueblo y su alcalde, separados por grandilocuencia pagada con dinero de todos. Sublime, y real como la ciudad misma.
Seguiremos informando.