Que aún no es Navidad. Joder.

Escuchando: Christmas with me (M.I.S.T.)

Dejo de escribir unos días, y resulta que llega la Navidad. ¿Cómo? ¡Pero si acaba de comenzar diciembre! La iluminación navideña en ésta la ciudad que me vio nacer se inauguró el pasado 24 de noviembre, un mes antes del advenimiento en sí. Qué alegría, que alboroto, nuestro alcalde encendió el piloto.

No, si en el fondo está bien. Total, la factura de las 350,000 putas bombillitas la vamos a pagar los contribuyentes. Eso sí, en casa a ahorrar electricidad, que está muy cara, y lo de derrochar no es ni económico, ni ecologista ni cool, ni nada de nada. Por las noches, a apagar la tele del todo -yo recomiendo hacerlo también de día-, nada de dejarla en stand-by, que gasta. En la calle, 350,000 bombillas. Pero es que es Navidad. En fin. Hasta Esperanza pondría el grito en el cielo, con lo que cuesta llegar a fin de mes.

Ergo: el circo ridículo en el que año tras año se convierten estas fiestas (¿quién dijo que la Iglesia no ha hecho aportaciones a nuestra sociedad?) ya está aquí, y este año antes que nunca. La gente ya compra antes de que lleguen las compras, cena antes de que lleguen las cenas, y canta villancicos antes de que alguien se lo pida.

Todo hay que reconocerlo: este año hay zonas de la ciudad que han quedado elegante y discretamente decoradas. ¿Un ejemplo? Venga, va: nuestra plaza del Ayuntamiento. Los fantasmas de las navidades pasadas incluían parejas de Santa Klaus (¿?), espantosos muñecos de nieve humeantes, belenes falleros de cartón piedra y otros episodios de la antología del mal gusto. Este año no: sobrios árboles de Navidad, iluminación poco recargada y distribuida con gusto… muy… no sé, europeo. Nuestra plaza tiene pinta de ciudad moderna y acorde a los tiempos que corren.

Salvo por la estatua de Franco que la preside, claro. Detalles. Tampoco es cuestión de perder el espíritu de la ciudad.

Así que nada, desde aquí felicito a nuestro excelentísimo alcalde (minúsculas intencionadas) por su manirrota gestión lumínica. Y ya de paso, por ponernos la ciudad patas arriba, abriendo zanjas, socavones, y hasta elucubrando con ponernos, pardiez, líneas de metro. Este año en la cabalgata los Reyes van a tener que ir en 4×4. Pero todo sea por un buen fin. El electoralista, por supuesto.

Claro, que tampoco sé para que se molesta. Si todos sabemos el partido que va a ganar en nuestro alcaldía. Detalles. Tampoco es cuestión de perder el espíritu de la ciudad.

Seguiremos informando.