Escuchando: Canción de amor y oficina (Ismael Serrano)
Estos días están pasando demasiado rápido, cargados de trabajo, de sueño, de obligaciones. Los ratos de calma parecen demasiado breves, aunque sí: ahí están. Igual que las pequeñas y humildes celebraciones: películas en las que, sin hacer ruido, ganaron los buenos… victorias simbólicas que vienen a compensar meses de nervios, de preocupaciones, de malos tragos.
Me quedo con la sensación de que en este mundo existen personajes que son -sin más- malas personas, de manera irracional, sin medias tintas, sin remordimientos. Punto de partido. Pero también con la certeza de que uno puede encontrarse gente con principios, con verdades, con cabezonería bien entendida, con miedos pero sin dejarse vencer por ellos. Gente de la que uno puede, debe, estar bien orgulloso.
Yo hace ya más de año y medio que lo estoy. Otra pequeña celebración.
En las zanjas de Madrid buscan un tesoro
que esconde un dragón dormido bajo tus pies.
¡Qué torpes e ingenuos son!
Yo tengo el tesoro:
duermo con él.