Aquellas firmas, esta casa

Escuchando: Our House (Madness)

fotos de nuestra casa

Hoy, hace un año, también llovía. Y estábamos nerviosos. Después de darle muchas vueltas, de mover mil papeles, de desesperarnos por mil burocracias, de muchas dudas y de más ilusiones, cambiamos el descanso del mediodía por una visita a la notaría donde firmamos nuestra hipoteca. Al salir, corriendo, fuimos a nuestra nueva casa y nos hicimos las primeras fotos en un balcón que hoy ya no existe.

fotos de nuestra casa

Comenzó, también hace un año, una obra de tres meses en la que comprobamos que los gremios son de otro planeta, que pagar a alguien para que la gestionase nos evitó unas cuantas canas, y que una reforma se lleva mejor cuando se vive en la acera de enfrente.

fotos de nuestra casa

fotos de nuestra casa

fotos de nuestra casa

fotos de nuestra casa

Todo terminó en una mudanza infernal (todavía quedan por ahí un par de cajas sin abrir), en unos primeros días de invierno sin agua caliene ni calefacción, y en un piso que con los meses ha ido cogiendo personalidad y ha demostrado ser tan acogedor como queríamos. O más.

fotos de nuestra casa

Sin duda, hace un año acertamos. Seguiremos disfrutando…

Pieza a pieza

Escuchando: Tu mediodía (Depedro)

piezas de lego

Tres meses después de aquel ocho de octubre en el que algo muy especial había comenzado, ella tuvo la idea de ir juntando grandes piezas de colores de Lego, una cada mes.

Hoy, con la ilusión habitual hemos colocado una más, y ya son cuarenta y ocho. Como siempre, como cada día, hay mucho que celebrar; en lo que queda de jornada, a no ser que se queme el mundo y haya sido yo el pirómano, no me busquen.

Seguiremos informando. Mañana.

Nuestra casa

Escuchando: Our House (Madness)

nueva casa

Ayer fue uno de esos días que pasan volando; uno se despierta con normalidad y termina el día con una hipoteca, ahí es nada. Cosas de mayores. Ya hacía tiempo que buscábamos piso, sin prisa ni pausa, pero en los últimos meses todo se había acelerado, para frenarse al final y terminar en un sprint que tuvo ayer como meta una notaría.

Buscar piso es una experiencia muy peculiar, sobre todo si se puede hacer con calma y sin una necesidad apremiante. Desde un principio decidimos acotar mucho la búsqueda: nos gusta la zona en la que vivimos ahora, queríamos (sí o sí) tener ascensor, no estar agobiados de espacio, toda la luz posible… y un precio razonable. Con esos criterios comenzamos a peinar la zona y descubrimos que tampoco había mucho donde elegir. Poca construcción nueva hay en el centro de Santander, y la mayoría de las casas demuestran sus años con portales poco accesibles y sin ascensor. Las que lo tienen, lo tienen de oro (o similar) y lo reflejan en su precio.

Y por supuesto, a la gente le cuesta mucho bajarse del guindo. A pesar de cómo está el patio, se siguen pidiendo auténticas barbaridades por pisos que se caen a pedazos.

No voy a decir que hayamos visitado muchísimos pisos. Sí unos cuantos, dentro de nuestro presupuesto y algo por encima (negociar siempre es una opción a tener en cuenta). Pisos de 60 metros cuadrados con tres mini-habitaciones, zulos con poca luz, pisos con mosaicos en el suelo, áticos agaterados hasta el infinito y más allá en los que en la mitad de los metros ni mis sobrinos podrían ponerse en pie, propietarios que echan pestes de las tiendas de los chinos del barrio, agentes inmobiliarios (que hemos evitado en la medida de los posible) que hablan más de la cuenta, la tristeza que produce visitar un piso procedente de embargo… ha habido un poco de todo.

Sólo dos pisos, en cerca de un año de búsqueda, han conseguido que se nos despierte el interés: encajaban en el presupuesto y nos imaginábamos viviendo allí. En el resto de los casos, ni con imaginación parecía buena idea.

El primero de ellos tenía una orientación privilegiada, aunque no nos convencía la distribución. Fue por entonces cuando nos animamos a incorporar un factor que habíamos evitado: la reforma, a lo grande. Y descubrimos, gracias a un buen contacto, que no es tan costoso ni tan complicado como se pueda pensar. Al menos sobre el papel. Este primer piso quedó descartado, por falta de metros. Una vez puestos a encajar nuestros trastos, estábamos encajonados desde el día cero. Lo desechamos, a pesar de que era muy barato (y más que lo fue tras nuestra negativa) pero hicimos bien: aparte de ser pequeño, se salía un poco de la zona, el portal no convencía, y a la larga iba a tener vistas mucho menos despejadas. Sirvió, eso sí, para que nos centrásemos y supiésemos mucho mejor lo que buscábamos.

Ampliando un poco el presupuesto, acabamos llamando de nuevo al primer piso con el que iniciamos el proceso. En su momento tenía un precio tan disparatado que ni lo visitamos (y eso que, nos decían, ya lo habían bajado unos siete millones de las antiguas pesetas). Un año después, había bajado lo suficiente para empezar a planteárselo. Una primera visita a la casa nos dejó ilusionados, y una negociación con los propietarios acabó con una rebaja de casi un 27% del precio de unos meses atrás (y un 36% sobre el precio con el que comenzaron).

Tras hablar con nuestro contacto, y zanjar un presupuesto para la reforma necesaria (en este caso, bastante importante) conseguimos cuadrarlo todo, se concretó y firmamos un contrato de arras hace casi dos meses. Después todo se retrasó: los propietarios (gente de palabra… la palabra «quizá«, en concreto) han estado hasta hace una semana poniendo en regla todos sus papeles, y mientras nosotros nos comíamos las uñas porque teníamos que hacer malabares para mantener en su sitio todas las piezas de nuestro puzzle: reforma, licencia de obra, el mes de agosto -en el que todo se para- acechando, hipoteca, tasación, alquiler actual… Llegó un momento en el que parecía que todo se torcía, e incluso encontramos al ganador absoluto del premio al empleado de banca gilipollas. Uno se acaba desanimando cuando comprueba lo mal que puede trabajar la gente.

Al final el viernes pasado se desbloqueó toda la burocracia pendiente, y en tiempo record (porque a pesaos no nos gana nadie) conseguimos reunirnos todos en la notaría ayer, en una firma con algún tinte surrealista (si no, no seríamos nosotros).

Cinco minutos después de firmar estábamos llamando para poner en marcha las obras de la reforma, que dentro de dos meses dejarán la casa como nueva, esperamos. Todo ello, despreocupándonos, sin vivir allí aún, y dejándolo en manos de nuestro aparejador. Cuando terminen, mudanza y a estrenar casa. De momento, el verano lo pasaremos disfrutando de la actual, y de su terracita (que será lo único que echaremos de menos después, seguramente)

Nos quedan dos meses ahora para buscar muebles (y cocina, y electrodomésticos…), simular en el ordenador (sí, somos así) y hacernos a la idea de que tenemos casa e hipoteca como los mayores. Pero a nuestra manera, claro.

No puedo terminar sin agradecer a un montón de gente que nos ha ayudado en todo este proceso, aunque suene a discurso de entrega de premios: a la famila por mil motivos, a las chicas de la notaría porque lo han hecho todo mucho más fácil (a pesar de ser ingenieros), al amigo que nos puso en la pista de nuestra hipoteca (de las más baratas que han firmado en la notaría en mucho tiempo, nos dicen), a nuestro contacto campechano en el banco (una pena que haya estado de vacaciones a última hora), a ella por ser la mejor compañera en esta aventura, y a nuestros futuros vecinos por la paciencia: la próxima semana irán los obreros con los mazos.

Hipotecados, sí. Pero seguiremos informando.

Creciente

Escuchando: See the Moon (Lazy)

Luna

La Luna es una mentirosa: cuando nos muestra una C, decrece; cuando enseña una D, está creciente, como ayer, como las ganas, como los nervios.

Seguiremos informando.

34 años y dos días

Escuchando: Nunca ganaremos el mundial (La habitación roja)

Últimamente por Santander se habla mucho de precipitaciones. De las de lluvia, porque algunos acontecimientos parece que no se animan a arrancar. Pero agua no nos falta en un junio más otoñal que veraniego. Los armarios mezclan ropa de invierno con camisetas en espera de que la balanza se incline hacia algún lado… espero que algo más caluroso.

Los acontecimientos no se precipitan, pero nos mantienen en vilo lo justo para no dedicar todo el tiempo que me gustaría a escribir aquí. Pasó mi cumpleaños con gran éxito de crítica y público, un montón de felicitaciones gracias a ese chivato llamado facebook, y algunas otras por medios más tradicionales, a tiempo o tradicionalmente tarde. Conseguí reunir a la familia (nada fácil, con tanto turno de por medio) y juntar a mis tres sobrinos, que era la primera vez que los veía a todos juntos. Algunos regalos cayeron que me dejaron, como me suele pasar, calzado, vestido y entretenido por una temporada.

Pasó también un Bloomsday en el que estuve correteando no por Dublín sino por un Santander en el que llovía a dar, como los suizos con el balón. Me río yo de los países neutrales.

En fin. A ver si nos abandonan las nubes de una vez, y podemos hacer la fotosíntesis un rato, que ya lo vamos necesitando.

Seguiremos informando.

24 de mayo

Escuchando: New Born (Muse)

Para los que hemos pasado por el colegio salesiano de Santander, el dia 24 de mayo suele ser una fecha señalada en el calendario, aunque tan sólo sea por los recuerdos. El día de María Auxiliadora significaba que no había clase, que teníamos sesión de cine, juegos, concursos, tómbola, y por la noche verbena y fuegos artificiales. Alguna vez he vuelto por allí estos últimos años, cada año se ven menos caras conocidas, aunque es fácil tener algún entrañable encuentro.

Este año no me he pasado por el Colegio, sino por el hospital, pero con una buena excusa: conocer a la recién llegada a la familia, mi sobrina Celia. Una niña preciosa, sobra decirlo. A partir del próximo año, el día de María Auxiliadora felicitaré además de un santo, un cumpleaños.

Seguiremos informando.

Limpiando la ciudad de espectros

Escuchando: Si se callase el ruido (Ismael Serrano)

No dejaremos que nadie estropee el día. No sería justo. Ya el fin de semana pasado repetimos tradiciones y maldiciones (nada grave, hay que saber reírse de los accidentes desafortunados sin importancia), brindamos y comimos tarta de ese obrador que nos habían recomendado. Grandes y agradables veladas caseras.

Hoy intentaremos desaparecer lejos del ruido, de los recuerdos que nublan días, de lo que ha quedado atrás y nos ha dejado torcidos, pero contentos.

Mañana volverán a sonar los teléfonos, volverán las prisas y las obligaciones. Pero hoy el día es suyo, y pienso estar allí para celebrarlo.

Seguiremos informando.

El camino sigue

Escuchando: First day of my life (Bright Eyes)

Veo la previsión del tiempo: lluvia y más lluvia. No me importa; hace exactamente tres años teníamos un día de perros y donde mejor se estaba era en casa. En la suya, en concreto, que ahora es la nuestra.

Tres años, y podría soplar velas con la misma ilusión que un niño de la misma edad. Y esto… esto es sólo el principio.

Si el camino sigue, y esta nave va,
¿qué mas da?

Seguiremos disfrutando.