S.P.Q.R.

Escuchando: Rome wasn’t built in a day (Morcheeba)

Uno no puede conocer una ciudad en dos días y medio. Y menos si la ciudad es Roma. Afortunadamente, una de mis hermanas había estado hace unos meses allí, y eso ha ayudado mucho.

Han sido unos días agotadores, divertidos, de buen tiempo (uno) e impresionante frío (los dos siguientes), de callejear, de visitar monumentos, de hacer fotos, de desesperar a mis hermanas haciendo fotos, de compras (para la familia, yo me he venido de vacío esta vez), de no pagar en los autobuses, de comer bocadillos, de comer pizza, de pegarnos algún homenaje… y todo ello en una ciudad ruidosa, caótica, sucia, con un tráfico de infarto (sobre todo para los peatones no acostumbrados)… en un ciudad que hay que conocer, sin más. Grandiosa, con sus virtudes y sus defectos.

Lo peor: la decepcionante Plaza de España (menos mal que iba avisado), y el poco ambiente en la ciudad el frío lunes por la noche (nos costó encontrar un sitio donde cenar). Otro punto negro también ha sido literal: en la cámara, una mota de polvo. Nada grave, pero la tengo que pegar un repaso.

Lo mejor: las vistas desde la cúpula –qué paliza a subir escaleras, oiga– de la Basílica de San Pedro (la plaza, a pie de tierra no me pareció tan impresionante como esperaba), la Fontana de Trevi, y en general el lujo de pasear por una ciudad en la que cada rincón tiene una historia de miles de años, historia conservada a pesar del tráfico, del ajetreo de la ciudad y de su dejadez.

Roma. Habrá que volver. Tiré un par de monedas. Para asegurarme.

Seguiremos informando.

Cierren un ojo, asómense y verán

Escuchando: Dress up in you (Belle & Sebastian)

Y yo sin enterarme. Millás ha publicado un nuevo libro, El ojo de la cerradura. Es su continuacíón a Todo son preguntas. Si el primero me pareció genial, estoy seguro de que éste no va a ser menos. Pueden leer un fragmento acá, y participar en el sorteo de ejemplares acullá. Yo lo he hecho, aunque creo que pasaré ahora mismo por la librería que tengo enfrente del trabajo.

Seguiremos informando.

«Por un puñado de euros» y otras historias aburridas

Escuchando: If you’re feeling sinister (Belle & Sebastian)

Esta mañana he participado en una escena en la que un cliente estafado le grita a un director de sucursal bancaria que se lava las manos, con algunos extras haciendo de clientes. Nadie se ha salido de su papel. La escena final ha tenido lugar en la sede central de la entidad, donde mi personaje ha presentado personalmente una reclamación. Es ridículo tener que perder el tiempo en algo así. Pero soy más cabezota que cualquiera que se considere cabezota.

Por la tarde, he estado trabajando un rato, también pensando en alguien a quien quiero mucho, y que hoy ha comprado un billete de avión para irse a otro país. Al final de la tarde, ha sufrido un ataque por sopresa de cansancio, de aburrimiento y de pereza, y me he rendido con cierta desgana. He vuelto a casa, he cenado y he visto el sexto episodio de The IT Crowd. Uno de los protagonistas llevaba una camiseta con un 42. Me he puesto la sintonía de la serie como melodía del móvil. Soy un puto friki.

Es la noche ideal para escuchar Belle & Sebastian. He terminado de leer una revista que tenía casi terminada; he terminado de leer un libro que tenía casi terminado; me he puesto a escribir ésto; y ahora, aunque dejo por contestar algún correo electrónico y algún mensaje en el móvil, me voy a la cama. Soy un puto friki asocial. A veces.

Seguiremos informando.

Un fin de semana convencional

Escuchando: A punch-up at a wedding (Radiohead)

Dicen las convenciones que la gente de mi edad se casa y esas cosas. También cuentan que cuando un amigo se casa hay que organizar una despedida de soltero. Y esas cosas.

Nunca he sido muy convencional, pero bueno: este fin de semana toca despedida en Madrid, en Alcalá de Henares. No es que esté especialmente animado, pero sé que al menos acabaremos haciendo algo diferente.

Hasta el domingo.

Anunciado en T.V.

Escuchando: Everybody’s gotta learn sometimes (Beck)

A veces pienso que lo único que se salva de la televisión son los anuncios. Y no todos, claro.

Me ha llamado la atención uno. Creo que es de un coche. No estoy seguro, sólo me he fijado en dos cosas. La primera, que su última imagen es muy parecida a una de mis fotos. La segunda, que la canción que suena es de Beck, y es el tema principal de la banda sonora de Eternal Sunshine, etc.

Qué cosas.

¿Has probado a apagar y volver a encender?

Escuchando: Paranoid Android (Radiohead)

He visto los cuatro primeros episiodios, y me he descojonado sin remedio en cada uno de ellos. The IT Crowd, una telecomedia sobre el departamento de informática de una gran empresa. Una pareja de protagonistas y un hábitat de trabajo tan tan tan friki, que estoy por demandarles y pedir derechos de imagen.

Para ponernos en situación: la serie está ambientada en el sótano de la empresa, totalmente repleto de chatarra informática, trastos inútiles, muñecos, carteles fikis (MP3 is not a crime), desorden… allí trabajan Roy (siempre con camiseta, se le puede llamar cualquier cosa menos persona normal), y Moss (vestido por su madre, inteligente y con dificultadas para comunicarse con cualquier cosa que no tenga un teclado). Su tranquila vida se ve interrumpida por la llegada de Jen, su nueva jefa, que no tiene ni puñetera idea de ordenadores. La mezcla da como resultado unos diálogos totalmente desternillantes. Bueno, para mí al menos.

Y es que ver cómo alguien se desespera ante la inutilidad de la gente con un ordenador, busca la respuesta de cualquier pregunta en Google, o avisa a los bomberos de un incendio por correo electrónico, me resulta tan divertido como preocupante, por los parecidos razonables.

Totalmente recomendable, aunque de momento sólo circula por ahí en versión original, y muchos chistes cuesta pillarlos por la combinación de los dos idiomas: el inglés y el friki.

En fin. Seguiremos informando. Y si tienen algún problema, recuerden: llamen al 0118 999 881 999 119 7253.

Tengo una película

Escuchando: Tengo una casa (Los Enemigos)

Diez años después, la he vuelto a ver. El experimento de pasar la cinta de vhs a dvd no ha salido todo lo bien que esperaba, pero menos da una piedra.

Era más o menos como la recordaba. La tarta no era de chocolate, era de huevo. Y ahí están: un jovencísimo Ernesto Alterio, un Nancho Novo ya haciendo de Nancho Novo, y una Silke que empezaba a hacer de Silke. Una cabaña, un Seat 1500, unas botellas de whisky, una guitarra y poco más.

Quizás no es tan buena como me pareció en su día, pero sigo pensando que es una película que hay que ver. Tiene la frescura que les falta a casi todas las que se facturan por aquí.

Sí, definitivamente ha estado bien volver a verla.

Seguiremos informando.