¡Moo!

Escuchando: Cutting the cards (Arena)

¡Ya llegaron! ¡Moo!

Sí, tengo tarjetas de visita nuevas. Y son… «distintas». Literalmente: cien tarjetas, cien diseños distintos, cada una de ellas con una fotografía diferente. Todo ello en un tamaño muy pequeño, aproximadamente la mitad de una tarjeta normal, estándar y aburrida…

Conocí estas tarjetitas gracias a una promoción de Skype; me hice con una veintena de ellas bastante simpáticas, pero cuando me enteré de que también se podían encargar utilizando mis imágenes de flickr, no me lo pensé: me puse a elegir fotos.

Ha merecido la pena. Cien tarjetas, muy bien presentadas en una caja rígida (todo ello reciclable), y gastos de envío desde Londres, por menos de 20 euros.

¿Quién quiere una?

La broma o la mano del destino

Escuchando: Nunca el tiempo es perdido (Manolo García)

No tuve tiempo ni de despedirme, pero ya he vuelto. Esta vez tocaba fin de semana rural, buena compañía y aperos fotográficos para intentar presentarme a un concurso.

Y ha estado muy, muy bien… aunque no tanto como me hubiese gustado. No ha acompañado ni la luz ni el tiempo, no hemos podido ver las estrellas, y he estado torpe hasta enfocando. Incluso. Todo en esta vida necesita su tiempo. Y práctica.

Afortunadamente, los pequeños detalles no suelen serlo tanto, y hacen olvidar todo lo demás.

Seguiremos informando.

Gastronomía razonable

Escuchando: Amor de estómago (Pecker)

No estábamos todos los que somos, pero éramos todos los que fuimos. Fiesta del Orujo en Potes. Este año, más tranquila y con menos gente. Ha sido muy divertido, aunque al final el orujo ha quedado como mero acompañamiento de los homenajes gastronómicos que nos hemos pegado, en parajes idílicos de Cantabria y Asturias.

Tiene que ser muy aburrido no saber disfrutar de la vida.

Seguiremos informando, en esta semana que se presenta agotadora. I don’t care if Monday’s blue

Hola, ¿está el libro?

Escuchando: Pongamos que hablo de Madrid (Joaquín Sabina)

Me he traído de vuelta de Madrid mucho cansancio, una buena dosis de sueño, dos carretes caducados que me regalaron, un nuevo fotómetro antiguo, un caleidoscopio, un par de discos y una fonera.

Lo de la fonera ha sido una de las pocas cosas que he sacado de un SIMO más soso incluso que años anteriores. Ni siquiera la zona Apple tenía algo especial. Lo más destacable, lo dicho: la generosidad de la gente de Fon (y mejor aún con buenos contactos), y poder echar un vistazo al nuevo Windows Vista. No tiene mala pinta, lo que no es decir mucho: utilidades y aspecto calcados de otros sistemas operativos (y no miro a nadie) con prestaciones inventadas ya hace tiempo… sólo que con Windows hace falta un ordenador monstruoso para que vaya decente. Prepárense, ustedes usuarios ansiosos de Windows, a cambiar de equipo para probar lo último.

El resto de la visita a la capital se resume en: muchas risas, aglomeraciones en el metro, una visita al teatro, descubrimientos de rincones, jazz, cenas en sitios curiosos (viendo incluso alguna cara conocida), encuentros, reencuentros, presentaciones, y falta de tiempo para quedar con mucha más gente. Me hacen falta días de dos días.

Tiempo. Eso es lo que tuve que hacer en la T4 antes de coger el avión hacia Santander. Colas, retrasos, facturaciones caóticas y desayunos tardíos nos llevaron de vuelta desde el lluvioso Madrid hasta la cálida y soleada Santander. Quién me lo iba a decir.

Seguiremos informando.

No sé vivir sólo con cinco sentidos

Escuchando: Por la boca vive el pez (Fito & Fitipaldis)

Muchos, muchos planes, en todos los sentidos.

Tacto. Toquetear. Juguetes. Cacharrines. Mañana a primera hora me voy a Madrid, a disfrutar del fin de semana, y de la ya habitual visita al SIMO. Seguro que acabo saludando desde la zona Apple.

Oído. A la vuelta de la capital, una delicia para todo aquel que se precie de tener orejas. Ennio Morricone en Santander, con orquesta de cien músicos y coro de otras tantas voces. De lujo. Me emociono sólo de pensar cómo va a sonar La Misión. Mejor incluso que mis nuevos auriculares: Sennheiser es ya definitivamente mi marca preferida; y PC City una cadena de tiendas con las que hay que tener mucho ojo para que no te la cuelen en los precios.

Gusto. A Orujo. Después del concierto de Ennio, habrá que disfrutar y degustar la Fiesta del Orujo. El año pasado fue una noche gloriosa, y tenemos intención de repetir, pese a las bajas. El mecanismo de la fiesta es sencillo. Se resume en dos palabras. La primera es orujo. La segunda es gratis.

Vista. Tendré que tenerla para participar en algún concurso de fotogafía que tengo a la vista. A ver qué sale. En uno de ellos cobran un pico por la inscripción, pero a cambio regalan estancia en alojamientos rurales. Y yo ya tengo plan para un fin de semana con cámaras, unos cuantos amigos, naturaleza, chimenea y bañera de hidromasaje. ¿Suena bien? No, no: mejor.

Olfato. Un sentido que vendría muy bien para los negocios. No sé si lo tendré, pero lo cierto es que tengo mil ideas en la cabeza, otra cabeza pensante con otros tantos proyectos, y muchas ganas de hacer experimentos. En este viaje a Madrid no llevo cámaras (bueno, la de emergencia), pero sí portátil. Hay que aprovechar el tiempo.

El sexto sentido, el menos común, me lo reservo. Es el que hace que el tiempo libre que no hace mucho solía tener, haya desaparecido. No lo he perdido, sino ganado.

Deseándome buen viaje, me despido atentamente.

¿Qué es? ¿qué es?

Escuchando: What’s this? (Danny Elfman)

No, si al final voy a acabar siendo un consentido. Vaya racha, como para quejarse. Más regalos de otras tierras. Una camiseta suficientemente llamativa como para que me encante, de HANNYA, festival de cine asiático de Mollet del Vallés. Y además, una genial colección de chapas de Pesadilla antes de Navidad.

Así no dejo de ser friki. Imposible.

¡Muchas, muchas, muchas gracias!

Seguiremos informando.