Una tortuga que optó por creerse lo justo para no convertirse en nada

Escuchando: la marea (Vetusta Morla)

Su disco ha sido uno de los pocos que me ha enganchado últimamente, hasta escucharlo sin parar una y otra vez. Ayer visitaron Santander, dentro de la programación de la UIMP. Gratis y en un teatro pudimos disfrutar del directo de Vetusta Morla.

Uno podría pensar que presentando su primer disco se trata de unos novatos, pero llevan nueve años haciendo tablas en directo, puliendo unas canciones con las que redondear un repertorio corto pero sin fisuras: su concierto no tuvo ni un segundo de relleno.

Si el disco suena bien, el directo es otro nivel. Batería y percusión, dos guitarras, bajo y voz se mezclan con un sonido limpio y contundente. El de ayer fue un recital espectacular, luchando además con la habitual desventaja de tener al auditorio sentado. Por mi parte, cuando comenzó a sonar La cuadratura del círculo no pude más, y acabé pegando brincos en el pasillo. Un par de canciones después, cerraron la noche con el público al completo en pie, bailando y cantando. Bravo por ellos: no sé si su carrera seguirá manteniendo el listón a esta altura, pero ahora mismo es uno de los grupos más interesantes que pululan por el panorama nacional; sin trampa ni cartón.

La marea me dejó arenas de plata
que pondré en el reloj
del tiempo que no pasa.
La marea me dejó islas inundadas
donde atrapar con mi red
una historia de piratas.

La marea me dejó
la piel cuarteada,
la miel en los labios,
las piernas enterradas…

Diario bizantino

Escuchando: Memorize the city (The Organ)

Ayer hicimos una pausa en el caos que supone volver de viaje y encadenarlo con una boda, y nos sentamos un rato delante de la televisión. Mientras estábamos de vacaciones, mi hermana me había grabado un capítulo de un programa de Javier Sardá, Duti Fri, dedicado a Estambul; nos pusimos a verlo con idea de recordar calles, rincones y paisajes.

La idea del programa es buena (dar una visión de una ciudad buscando españoles residentes en ella) pero si todos los episodios son como el estambulita, creo que me ahorraré la tortura de ver otros capítulos. Las escenas con ese humorista llamado Carlos Latre (al que nunca he conseguido encontrar la más mínima gracia) daban vergüenza ajena. Y el mismo Sardá también, mostrando muy poco respeto por algunas tradiciones turcas (el baile de los derviches, por ejemplo, durante el que simula dormirse).

Creo que la última vez que vi a Sardá hacer algo interesante en televisión, los premios se llamaban gallifantes.

Otra visión de Estambul, más subjetiva y personal, es la que he ido apuntando en una guía Moleskine de la ciudad. Ya hace algunos viajes que he cogido la costumbre de alejarme de ordenadores y escribir un diario al viejo estilo, garabateando sobre la marcha los detalles y lugares que visito. Si alguno tiene curiosidad y consigue descifrar mi letra, lo puede leer porque ya ha pasado por el escáner.

Seguiremos informando.

PD: Fotografía, cortesía de Dordoka en el Leb-i Derya 🙂

El fútbol es así

Escuchando: We are the Champions (Queen)

En lo respectivo al fútbol, siempre me he considerado apático. Hay ocasiones, no obstante, en las que es complicado no dejarse llevar por el ambiente. Lo de esta Eurocopa ha sido muy curioso.

Durante mis vacaciones en Estambul no estaba planeado que el fútbol dictase ningún horario, pero nos vimos envueltos en la vorágine de la ciudad animando a su selección, y acabamos coreando junto a ellos en su victoria frente a Croacia (irónicamente, creo que Bruno y Pablo vivieron la otra cara de la moneda de vacaciones en el país derrotado aquella noche).

La celebración de aquella victoria fue escandalosamente ruidosa: los turcos viven el fútbol como una religión más, a pesar de su escasez de victorias y mala suerte. Muy en nuestra línea, vaya. Por eso, cuando pasaron a semifinales, Estambul se convirtió en una fiesta de la que era difícil no formar parte.

Unos días después, aún allí, vimos cómo España mandaba a casa a la selección italiana. Fue en una taberna cercana a nuestro hotel, con una clientela mayoritariamente pro-italiana, camarero incluido. Junto a un grupo de españolas que andaba por allí, pusimos el toque patrio en el local, y celebramos también nuestra victoria…. un par de minutos más tarde que el resto del mundo: la señal de la televisión se perdió milésimas de segundo antes de que se lanzase el última y decisivo penalti. Murphy es algo más que una cerveza.

Comentando los resultados con algún turco, bromeábamos sobre una hipotética final Turquía – España. No pudo ser: nuestra última noche allí los turcos cayeron derrotados ante Alemania. Vimos el partido en el hotel, horas antes de emprender el regreso, y nos dio pena que en el último momento se quedasen fuera. Lo viven tanto, y de una forma tan intensa, que es imposible no simpatizar con esa otra selección roja.

Ayer, con el país paralizado, España se hizo con la copa. Seguro que en Turquía se alegraron también de ver a Alemania perder. Estuve viendo el partido, y celebré la victoria, aunque sin excesos… Estoy seguro de que hoy será un lunes de resaca para muchos. Es lo que tiene el fútbol.

Seguiremos informando.

Calcetín o sardina

Escuchando: Pastis (Los Petersellers)

Ayer fue una tarde de compras de última hora, hoy es un día de últimos preparativos. Un día en el que tengo abiertas las aplicaciones de diseño, de programación, la maleta y las guías de viaje. Y aunque estoy escuchando Russian Red, no me puedo quitar de la cabeza el Pastis de Los Petersellers… especialmente la estrofa que dice:

Imperio, imperio,
imperio Bizantino.
Imperio, imperio,
imperio Otomano…

Seguiremos informando, antes de la desconexión.

Pierda el tiempo con nosotros

Escuchando: Fin de un viaje infinito (Deluxe & Amaral)

Esto (se puede pinchar en la imagen para ampliarla) no tienen nada que ver con mis vacaciones, pero está relacionado con los viajes, en su variante más absurda. Lo encontramos hace unos días comprando un billete de autobús por Internet para una amiga, en la página web de Alsa.

Trayecto: desde Santander a Bilbao. Duración: 8 horas. ¡¡¡¿Cómo?!!!

Mirando con detalle el itinerario, esas ocho horas (casi tiempo suficiente para llegar a Cádiz desde Santander) tienen su explicación: el autobús sale de Santander a las ocho y media de la mañana. A las doce menos cuarto llega a Oviedo (¿Oviedo?), desde donde emprende el camino de regreso. A las tres de la tarde vuelve a pasar por Santander (pero… ¿?) y llega por fin a su destino a las cuatro y media.

La solución perfecta para aquellos a los que les gusta viajar en autobús, pero lo consideran un medio demasiado rápido.

Qué cosas. Resulta irónico que el lema que encabeza la página web de Alsa sea «hacemos tu viaje más fácil». Pues menos mal.

Seguiremos informando.