Escuchando: Tu pequeña tienda (Manolo García)
Ir de compras por Santander siempre ha sido una experiencia curiosa. En general, la antipatía del ramo ha conseguido que los centros comerciales del extrarradio no parezcan tan mala idea. O las compras por Internet, ya puestos. Las generalizaciones son siempre malas, existen honrosas excepciones y la tendencia está cambiando, pero los santanderinos siempre nos sorprendemos cuando entramos en una tienda fuera de Santander y no necesitamos pedir perdón por molestar.
Con este panorama, es lógico que estos días nuestras calles más céntricas exhiban la cartelería de una campaña para potenciar las compras por nuestras calles. No todo tiene que ser campaña, claro está: tiene que venir acompañada de un mejor trato, de horarios más flexibles (no hablo de abrir en festivos, pero si un comercio no abre un sábado por la tarde, que no se queje de éxodos a grandes superficies), de mayor oferta…
Con todo, la campaña es original, con productos expuestos en marquesinas de autobús, carteles en el suelo… todo muy bonito y muy moderno, aunque hay cosas que me chirrían un poco.
La fotografía que ilustra estas líneas contiene dos ejemplos de carteles que se han colocado en las aceras del centro. El de la izquierda hace daño a la vista, y cuando lo fotografíé alguien ya había intentado corregir el léismo galopante.
Vale que por estas latitudes le tengamos mucho cariño al le, y se nos escape más de lo recomendable… pero una cosa es un desliz al hablar, y otra muy distinta (y mucho más grave) es preparar, encargar, imprimir y publicar toda una campaña de marketing sin que nadie en todo el proceso sea capaz de detectar un error tan evidente. Todo ello pagado con dinero público, claro está. No sé quién habrá sido el responsable final del léismo, pero está claro que ni en el Ayuntamiento ni en la empresa encargada de la campaña (Planilandia, según cuenta @djsponge) tienen muy claro eso de los pronombres personales. Muy triste. Al menos, acentúan las mayúsculas.
El otro cartel está escrito correctamente, pero cada vez que lo leo me deja cierta inquietud. ¿Soy el único al que le parece especialmente frívolo? No sé, no me gusta. Dicen que el dinero no da la felicidad, pero parece que los bolsos sí. Qué cosas.
Seguiremos informando.