El cantautor que casi conoció a Michi Panero

Escuchando: Ocho y medio (Nacho Vegas)

Nunca lo entenderé. Mientras los de siempre dan vueltas y vueltas inentando encontrar la manera de vendernos la misma canción de forma distinta, mientras los móviles del país se llenan de tonos, politonos, y sonidos realmente lamentables, mientras lo que suena en las radios que escucha el 90% de la población está compuesto en un 90% de la nada más absoluta, no entiendo cómo la gente no va silbando por la calle las melodías de Pequeño Pecker. Por ejemplo.

Y mientras hay autores que sí que valen, pero que exprimen de forma aburrida la misma fórmula (el último disco de Ismael Serrano no le he escuchado entero, me dormí, literalmente, a la mitad), uno se encuentra con auténticas joyas que pasan miserablemente desapercibidas.

Nacho Vegas, peculiar cantautor asturiano, tiene nuevo disco. Se llama Desaparezca aquí. Y es un disco para escuchar sin prisas, a media luz. Con sus ramalazos eléctricos, que alguno tiene, pero sobre todo acústico, susurrado, agradable, entrañable, triste. No me sé de carrerilla la discografía de este hombre, y no sé si éste será su mejor trabajo, o si sólo es mediocre. Pero lo que sí puedo asegurar es que tiene gemas difíciles de pasar de largo. Una de ellas es El hombre que casi conoció a Michi Panero: una melodía de esas que se quedan para siempre, y una letra cínica llena de frases para el recuerdo.

Pero no es lo mejor del disco. Lo mejor se llama Ocho y medio, y es una canción que ya nos adelantó el pasado Octubre en el Tanned Tin, él solo, guitarra en mano. Y llenó el teatro, en un momento, de sus imágenes, de su particular forma de contar la vida. Escuchar el disco, y reencontrarme con esta canción ha sido una más que agradable sorpresa. Y cuanto más la escucho, más me emociona, más dentro se me va quedando. Quizás nunca la escuchéis por la radio, quizás nunca se haga famosa. Pero al menos podéis leer su letra… le cedo la palabra al maestro Vegas… nos vemos en el Primavera Sound

Miro al techo, que ha vuelto a gotear.
Hacía tiempo que no llovía así.
Y cada gota golpeando contra los cacharros de metal
me hace pensar, unas veces en sangre, y otras veces en ti;
lo que en realidad, viene a ser lo mismo;
lo que por crueldad, ahora viene a dar igual.
O puede ser un ángel que una vez perdió la fe,
y fue expulsado, y que ha venido a agonizar
justo encima de mi hogar,
y estas gotas sean sus lágrimas.
O puede que sea hora de entrar ya en razón,
y llegar a comprender que dentro de este horror
no hay literatura.
Y eso tú lo sabes bien, a fuerza de caer una y otra vez
en una trampa mortal que en el tiempo dura ya
ocho años y medio.

Seré muy breve:
te quiero, y esto duele.

Y vino un pájaro a posarse en mi ventana
Tenía un ala rota, su plumaje era gris y azul.
Y al acercar mi mano y comprobar que no,
no echaba a volar,
supe de inmediato que lo enviabas tú.
Lo tomé entre mis garras
y lo dejé morir,
y cuando lo hizo aún llovía aquí.
Y la sangre, al gotear entre zarpas de animal,
presagió mi suerte;
como un ave que voló de Madrid hacia Gijón
aún herida de muerte;
reescribiendo la espiral
de prometer hacerlo bien,
de cometer un nuevo error,
de no saber pedir perdón,
o pedirlo demasiadas veces.
Y aunque ahora escupo una oración, helado de terror,
ningún dios responde aún.
¿Soy yo el que no ve, o es que todavía no se hizo la luz?

Seré muy breve:
te extraño, y esto duele.

Trato de encontrar una salida
pero no recuerdo ni por dónde hemos entrado aquí.
Y contemplo junto a mí
el cadáver del que fui, según tú, en una ocasión.
Y es la mancha de humedad,
la de la herida mortal impregnada en el colchón.
Y ahora que te oigo llorar, en lugar de ir hacia ti,
me vuelvo a anestesiar,
y me limito a subir el volumen del televisor;
o me concentro en recordar, para no pensar en ti,
que tendría que llamar,
que alguien venga a reparar la gotera de una puta vez;
que ya cansé de recoger litros de agua gris,
gris como un metal,
que un día relució y que ahora es suciedad;
¿qué se hace para amar lo que quise despreciar
ya una y mil veces?

Seré muy breve:
te he perdido, y esto duele.

4 comentarios sobre «El cantautor que casi conoció a Michi Panero»

  • Precioso… me gustaría escucharla, creo que la buscaré para bajarmela y lo haré como tú dices… a media luz y sola, sola con mi corazón. Besitos anónimisisisimos! 😉

    Responder
  • Este tema engancha, tras escuchar millones de veces su discografía entera, yo me quedo con «Ocho y medio» y «Stanislavsky». Es un autor díficil de entender, pues todos sus temas estan llenos de símbolos tales como el sol, el mar…todo significa algo, y es algo inesperado. «Nuevos planes, idénticas estrategias» es una canción muy díficil de comprender para los que nunca han seguido a este gran autor. Muy buena letra.

    Responder

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