El viernes me encontré con la viva imagen del «yo soy, y así seguiré, nunca cambiaré», que decía Alaska. Tras tres años desde que se fuera a trabajar a Telefónica, me volví a encontrar con Toni, inolvidable personaje con el que compartí mis primeros meses de trabajo en el departamento de la Universidad…
Y sigue igual. Toni no era heavy. Era JEVI, así, con J. Y sigue tal cual, con sus greñas, sus camisetas heav.. perdón, jevis :p En fin, tal cual. Y que no cambie 🙂
Más cosas… ayer definitivamente me planté en una tienda de telefónica a portar mi línea de amena a movistar. Ya me hartaron los de verde. En un mes o así, seré cliente de movistar. Que no creo que sean mucho mejores, pero al menos tendré algo más de cobertura (no es listón muy difícil de superar…)
Este fin de semana terminé el libro que me traía entre manos: La Naranja Mecánica. Me costó entrar en la historia (básicamente porque usa muchas palabras en jerga, medio inglés, medio ruso, el libro trae un breve diccionario de apéndice) pero ha merecido la pena. Un gran libro… Pena que la edición ameriana y la película de kubrick obviaran el capítulo 21, que sirve de «moraleja» a toda la historia…
Mientras mi hermana termina el libro que pensaba yo leer ahora (el último de Eduardo Mendoza), he empezado otro de los que tenía en cola, «El espectro del Titanic», de mi escritor favorito de ciencia ficción, el amigo Arthur C. Clarke… De momento tiene muy buena pinta, va (obviamente) del Titanic, de los planes para sacarlo a la superficie en el centenario de su hundimiento (2012). Me han llamado la atención dos detalles de lo que voy leyendo…
Uno es que describe perfectamente, 10 años antes, cómo fue la nochevieja de 1999. AUnque el siglo no entraba hasta el año siguiente, todo el mundo lo celebraba, salvo los que cruzaban los dedos por el informático efecto 2000. Vamos, que calculo que en 1990 ya se veía venir todo eso, pero me ha hecho gracia leerlo…
La otra cosa que me ha llamado la atención es mas curiosa aún.. una de las protagonistas del libro es la programadora que se marcó la «vacuna» contra el efecto 2000. Y está casada con un programador, que se dedica básicamente a restauras películas antiguas… pero restaurarlas de una manera un tanto especial: se dedica a eliminar digitalemente el tabaco de todas las escenas… Y no deja de tener su gracia, porque ahora se oye hablar bastante de esas cosas (el otro día precisamente comentaba este tema con una amiga…) así que ha sido una buena profecía por parte de Clarke…
En fin. Espero que en la vida real no se atrevan, como en el libro, a meterle mano a Casablanca…