Escuchando: Cántabros (Cahórnega)
El curso de fotografía, como curso, y para ser sinceros, no ha dado demasiado de sí, al menos para mí. Pero ha sido un fin de semana genial: gente majísima entre fotógrafos trotamundos, diseñadoras maqueras, asistentes que hemos juntado un arsenal en material fotográfico… todo ello en un albergue con cabañas en medio de un paisaje espectacular, y con una cocinera que nos ha cuidado el estómago a base de bien. Súmese una ruta que se hizo un poco larga con tanto calor (qué días, oiga), pero que mereció la pena por llegar a un sitio tan impresionante como La Braña de Los Tejos; costó subir, pero comer allí arriba tirados a la sombra de esos árboles fue la mejor de las recompensas.
El sábado por la noche no había ningún plan especial, pero acabó siendo uno de esos días en los que se acaba con agujetas de tanto reír. Acabamos a la una y pico de la mañana haciendo fotos tétricas, tontas y saltarinas a la luz de la luna y dos flashes.
Y hoy hemos estado viendo las fotos que habíamos hecho el día anterior, incluso organizando algún mini-concurso. El resultado ha sido claro: importa mucho más el ojo que la cámara, y en el curso había gente con muy, muy buen ojo.
Aunque lo mejor vino después. El rato que hemos estado jugando (porque ha sido eso, jugar) con tres focos de estudio y un fondo, ha sido para mi lo más provechoso del curso. Todos nos convertimos en modelos y fotógrafos por un rato, y el resultado fue divertidísimo. Hay que ver lo que dan de sí tres focos. Tomo nota.
En definitiva, lo que había dicho: un fin de semana genial.
Seguiremos informando.