Escuchando: Entre el Ebro y Peñavieja (Cahórnega)
Antes de nada: feliz Día del Libro… lean, lean, lean.
Éste está siendo para mí un fin de semana más musical que literario. Llevo un par de días yendo a conciertos, generalmente en sitios insospechados, diferentes, o directamente inadecuados.
El viernes, por ejemplo, acabé en un concierto en una de mis librerías preferidas, con motivo de la celebración (anticipada) del Día del Libro. Paquito y el Serbio Malo. Musicalmente no es que me parecieran nada del otro mundo, pero fue muy divertido, y original… sobre todo por lo pintoresco del lugar.
Después de eso me fui a otros dos conciertos, rock en el auditorio de un conservatorio.
Primero tocaron Los Hermosos Vencidos. No había tenido el placer de verlos hasta ahora, y me gustaron, mucho. Un poco divos, pero se lo pueden permitir: se nota que tienen muchas, muchas, muchas horas encima de escenarios. Sonaron perfectos y se recrearon en todas las poses y tópicos del rock. Contundentes, y muy efectivos. Una pena que todos sus esfuerzos cayeran bajo el escenario donde no había nadie: el público sentado siempre es algo que no pega en este tipo de conciertos.
Y lo mismo les pasó a la gente de Lula, el nuevo grupo de la cantante de Los Romeos. El concierto estuvo muy bien, incluso una persona se levantó a bailar: Juan de Pablos, el de Flor de Pasión (muy simpático, hablamos con él, el 19 de mayo estará pinchando en Santoña)
El concierto de Lula acabó en… entrevista. Qué gente más maja.
Y ayer, cambio de estilo: concierto de folk, pero a lo grande: presentación del disco de Cahórnega, uno de los grupos a los que estuve viendo la semana pasada en aquel festival.
De su concierto no tengo fotos, porque parece que falló la comunicación: supuestamente, el grupo me iba a permitir estar por allí con la cámara, pero me topé con las inflexibles azafatas, acomodadoras, o lo que sean, de la sala (el teatro de Tantín), y no hubo manera. Así que nada, me olvidé de la cámara y disfruté de la música (paso de llevar la cámara grande, y estar escondido en la butaca robando fotos: las cosas o se hacen bien o no se hacen)
¿El concierto? Genial. El sonido de la sala era muy bueno, y el ambiente muy festivo… incluso la gente se levantaba de sus butacas a bailar (hasta que llegaban las amigas acomodadoras a impedirlo, claro)
Y lo mejor: el momento en que, por sorpresa, desde la parte de atrás del teatro entró una banda de gaiteros asturianos, que recorrieron la sala hasta situarse bajo el escenario para acompañar a Cahórnega. Impresionante, sin duda.
Una noche especial, que terminó con los gaiteros en la calle, entre el tráfico, mientras el público los rodeaba y los aplaudía. Eso sí, siempre acompañados de las acomodadoras, nuestras amigas, para que despejásemos la zona. Un encanto, fueron la única pega de la noche…
He subido a Peñavieja, y no he visto la frontera,
Qué si gaita Asturiana, qué si Cántabra o Gallega…
Seguiremos informando