Escuchando: Tell me what the Sun said (The Bellrays)
No pensé que esa idea que solté el viernes («tenemos que ir un día a cenar al japonés») iba a tener ese poder de convocatoria: ocho fuimos los que nos sentamos ayer a la mesa del único (que yo sepa) restaurante japonés que tenemos en la ciudad…
Era la primera vez que probaba la comida japonesa, y sinceramente: deberíamos haber ido hace tiempo. Fue todo un descubrimiento, una gozada, todo estaba increíblemente rico. No puedo compararlo con otros japoneses porque no tengo punto de referencia, así que no sé si el sitio es bueno o malo. Lo que sé es que todos salimos encantados de allí, después de haber dado buena cuenta de gran parte de los platos del menú, la verdad es que comimos de todo, en abundancia, y por veinte euros, de lujo. Y los camareros, muy simpáticos, a pesar de las herejías que hizo alguno con las salsas…
Oh, y el sushi. Ah, el sushi. Qué delicia.
Recomendable, sin duda. Habrá que repetir.
Seguiremos digiriendo.
PD #1: El resto de la noche de ayer, curiosa, muy curiosa. Un poco loca, y muy divertida. Y eso que llegué a casa prontito. Porque cuando se llega de día, no es tarde, es prontito por la mañana.
PD #2: Esto de comer con palillos nunca ha sido mi fuerte, aunque ayer puse todo mi empeño en ello, y al final ya no lo hacía ni tan mal.