Cerraduras

Escuchando: Lock and key (Rush)

Antes, entre metros y metros de cable, intentando colocar en mi habitación los altavoces del nuevo equipo que me ha llegado hoy, me di cuenta de que no iba a poder sujetarlos a mis actuales soportes: los tornillos eran distintos, y me hacían falta unos más pequeños.

Como cerca de mi casa hay una ferretería (una que tiene pinta de haber estado ahí desde siempre), me acerqué a ver si tenían un tornillo así de largo, pero con una rosca así de fina

Entré, y mientras esperaba a que me atendiesen, me dejé caer por una de las conversaciones que se mantenían en el mostrador. Un hombre había ido allí con el picaporte de la puerta de su portal, que parece ser que no funcionaba como debía. El más joven de los dos ferreteros lo estaba echando un vistazo, proponiendo algunas posibles soluciones…

En un momento dado, se acercó a preguntar al otro ferretero, al que tenía pinta de veterano. Al maestro del oficio. Miró de reojo el picaporte, y dijo que le hacía falta saber la marca de la cerradura (que se había quedado en la puerta del portal, supongo) para dar su opinión, que le enseñase una llave…

– Bueno, pero la que tengo es una cop…

– Es igual, me vale.

– Es ésta…

– No, ésa no puede ser.

– Ah, no, perdón, perdón, ésta otra..

– Esa sí… la cerradura es una MCM 1501. No se vende el picaporte sólo, hay que comprar todo el juego.

Yo me quedé pensando en el valor de tener experiencia. Yo cuando miro una llave veo… una llave. Pero el que sabe, ve una llave, y sabe lo que puede y lo que no puede abrir con ella.

Me entraron unas ganas enormes de ser ferretero. En cambio, me gasté diez céntimos en cuatro tornillos de rosca de 4 milímetros, y salí de allí sin saber mucho más sobre lo que puedo y lo que no puedo abrir…

Seguiremos informando…