Hay que cuidar las tradiciones: aquí está mi ya habitual postal navideña. Últimamente soy incapaz de prepararla con una foto sencilla, me gusta experimentar. Y este año en concreto me apetecía juguetear con cámaras de carrete, película y revelados caseros. Es más, hacía tiempo que tenía ganas de hacer alguna prueba de doble exposición (exponer dos imágenes distintas sobre el mismo fotograma del carrete), así que ha sido la excusa perfecta.
[OE]La idea para la imagen la tenía en la cabeza: mi silueta de perfil en una primera foto, y superpuesto sobre ella algún motivo navideño. Algo muy sencillo de realizar utilizando el ordenador y un programa de edición fotográfico, pero más complicado e imprevisible si se realiza todo directamente sobre un carrete.
El primer paso fue identificar la cámara idónea a utilizar. Mi plan era realizar un montón de autorretratos en casa, y con ellos ya capturados volver a rebobinar el carrete para reutilizar los fotogramas e impresionar sobre ellos las fotografías de motivos navideños. Para conseguir esto necesitaba una manera sencilla de rebobinar un carrete entero, y reutilizarlo haciendo que los fotogramas se superpusiesen de la forma más exacta posible.
Revisando la colección de cámaras analógicas, recordé que un par de réflex Canon que me regalaron hace un tiempo tienen una característica curiosa: al cargar un carrete lo enrollan completamente en la bobina de la cámara, y cada vez que se hace una foto nueva, esa zona de la película se vuelve a enrollar dentro del cartucho del carrete. Esto es, al revés de lo que es habitual (lo normal es que a medida que se hacen fotos, la película ya expuesta se enrolle en la bobina de la cámara, y cuando se llega al final se rebobina todo). Con este proceso inverso se consigue algo de seguridad en caso de accidentes: si se abre la tapa de la cámara, sólo se velará la parte de película aún no expuesta: las fotos ya realizadas estarán a buen recaudo dentro del cartucho del carrete. Además, todo esto me venía de fábula para mis planes: bastaba con cargar el carrete, hacer las fotos iniciales (mis autorretratos), y a falta de una foto para terminar la película (para evitar el autorrebobinado de la cámara) sacar el carrete, rebobinar el trozo que faltase a mano (dejando el extremo fuera para poder volver a utilizarlo) y cargarlo de nuevo en la cámara como si se tratase de un carrete nuevo.
Utilicé un carrete viejo que tenía por ahí para hacer algunos experimentos, y vi que era posible realizar este proceso para reutilizar los carretes, asi que lo preparé todo para los autorretratos. Hice algunas pruebas primero con la cámara digital, utilizando una ventana y su cortina blanca como fondo.
Una vez que tenía más o menos claro cómo realizar esas tomas, llené dos carretes (con la inestimable ayuda de mi asistente preferida) con mis perfiles, sujetando una lata con forma de árbol de navidad en algunas tomas, y mi querida cámara Voigtlander de fuelle (heredada de mi abuelo) en otras. Por cambiar.
Con los dos carretes preparados, salí a la calle a superponer las segundas imágenes en cada fotograma. La teoría decía que esta segunda exposición quedaría claramente visible sobre mi silueta (negra, menos expuesta en la primera toma) que en el fondo (blanco, expuesto en gran medida en la primera toma). Esperé a que se hiciese de noche para darme una vuelta por el centro de Santander y utilizar las luces navideñas como motivo para las fotografías. Así, de manera un poco aleatoria fui realizando la segunda exposición sobre las imágenes que había tomado en casa.
Con los dos carretes terminados (doblemente), volví a casa y me dispuse a revelarlos. Tenia miedo de haber hecha algo mal durante todo el proceso que pudiese haber arruinado las películas, pero no: cuando saqué los carretes ya revelados aparecieron los negativos de las imágenes con toda una variedad de motivos sobre mis siluetas.
Tras el correspondiente secado y escaneado de estos negativos tocó pasar, ahora sí, al programa de edición para seleccionar la imagen que más me convenciese (había un poco de todo, con un toque de azar que siempre es divertido), ajustar un poco la fotografía y poner el mensaje de Felices Fiestas.
Ha sido divertido el experimento, y aunque estos procesos sean mucho más sencillos con Photoshop y similares (coger dos fotos, superponerlas y jugar con las transparencias, etc.), siempre es interesante -y gratificante- conseguirlo jugando únicamente con película, luz, y cámaras de las de antes.
Con esta imagen despido el año; que 2014 venga cargado de buenos momentos y de muchas fotografías. Felices fiestas a todos.
Seguiremos fotografiando