Escuchando: I smoke a lot (K’s Choice)
El pasado mes de diciembre estuve unos días en la localidad francesa de Burdeos. Tengo unas cuantas fotografías por seleccionar, editar y compartir, pero hoy de momento me quedo con la que encabeza estas líneas. Un pub en el que estuvimos cogiendo fuerzas y resguardándonos del frío, entre paseo y paseo.
No fue el único local en el que entramos, y siempre era agradable poder disfrutar del café, el té o la cerveza o la comida sin humos. Por Francia lo de los locales sin fumadores es algo que se vive con normalidad, y se agradece. Desde ayer, en España intentaremos llegar a la misma situación.
Se trata de un tema controvertido, y que genera muchos debates. Como no fumador estoy claramente posicionado y entusiasmado con la nueva ley. Poco a poco me había ido ganando la pereza a la hora de entrar en bares y pubs, sabiendo que iba a conseguir llegar a casa apestando a humo, o tener que salir de vez en cuando a la calle con los ojos rojos. Sensible que es uno. Por estos lares los establecimientos para no fumadores no se estilaban mucho, así que en las quedadas y reuniones para tomar algo había que resignarse y tragar (humo ajeno).
Es cierto que la mayoría de mis amigos fumadores suelen ser bastante respetuosos y cabales con el tema, pero desgraciadamente en este país no todo el mundo es así, y en general y en masa se tiende al borreguismo y a la mala educación. Y por eso, porque legislar basándose en el sentido común o en la buena voluntad de la gente aquí no funciona, es por lo que hemos llegado a la actual ley, que no deja lugar a interpretaciones ni a medias tintas.
Lo único que no me convence, y lo he dicho desde el principio, es el perjuicio que han sufrido los hosteleros que hace unos años invirtieron una pasta en acondicionar sus locales. Aquellas zonas de fumadores hoy ya no sirven para nada. La anterior ley cumplió su cometido al eliminar el tabaco de los puestos de trabajo, pero en el sector de la hostelería era un despropósito que sirvió para bien poco.
Son precisamente los hosteleros los que más alto han gritado en contra de la nueva ley. No me dan pena, sinceramente, porque su postura me ha parecido tremendamente hipócrita y catastrofista. Hipócrita porque se olvidan de que unos de los mayores beneficiados son sus trabajadores, que ganarán en salud. Y catastrofista porque basta con mirar de fronteras hacia afuera para comprobar que los bares y restaurantes sin humo no se vacían de clientes, siguen igual de llenos, pero con un ambiente más agradable, lo que hace incluso que gente que antes no los pisaba (familias con niños, personas con problemas respiratorios, etc.) se decida a entrar o lo haga más. Pero parece que para los hosteleros en este país el 99% son fumadores que a partir de ahora se encerrarán en casa. No sé, no me acaba de convencer su postura, y el tiempo dirá si su pesimismo es justificado. Un detalle, para valorar su objetividad: fíjense en los patrocinadores que aparecen en la página web de la Federación Española de Hostelería, por ejemplo. Qué casualidad, Philip Morris esos vendían servilletas de papel, ¿no?.
Dejémonos de extremismos: los no fumadores llevamos años sufriendo humos ajenos. Ahora no se ha prohibido el tabaco, se ha prohibido fumar en aquellos sitios donde molesta. Así de sencillo. Antes, los no fumadores teníamos la molestia de llegar a casa apestando a tabaco si queríamos tomarnos una copa o comer en un restaurante; daban ganas de quemar la ropa. Ahora, en cambio, son los fumadores los que se tendrán que molestar en acercarse a la puerta a fumar. No veo dónde está la tragedia. Por fin una actividad molesta pasa de ser la norma a la excepción.
Espero que dentro de unas semanas todos veamos como algo normal salir a fumar a la calle, y volver a entrar. Las terrazas ganarán en ambiente, los no fumadores pasaremos también algo de frío para acompañar a los fumadores y charlar un rato, y todos saldremos ganando.
Supongo que habrá quien me considere un extremista por alegrarme tanto con esta nueva ley. Pues bueno. Si realmente a alguien la parece exagerado que me queje de los malos olores y del humo quizás es hora de que se plantee recuperar alguno de sus sentidos (aparte del común); dejar de fumar no es fácil pero su salud, su calidad de vida y su bolsillo lo agradecerán.
Brindemos por un 2011 sin malos humos…