Escuchando: The Sun always shines on TV (A-ha)
A mí esto de la tele me va a acabar causando problemas de estómago. La tele de mi cocina, me refiero. Que se junta con los gustos televisivos familiares, que no comparto, y provocan que acabe comiendo o cenando a la mayor velocidad posible para salir huyendo. Como alma que lleva el diablo, etc.
Si el fin de semana, una cena me la amenizaron los niños cantores de Europa, el otro día también he tenido una noche en la que luché contra el reloj para evitar encontrarme con Ana. Y sus siete. Que no sé qué serán, esos siete. Pero guionistas no. Actores, tampoco.
Y luego está lo de las comidas. Esa es otra. Porque, lo siento, yo soy asi. No discuto que sea un as de los fogones, un genio de lo sabores, incluso habrá gente que diga que es un perfecto comunicador. Pero es que es ver al Arguiñano cantando en la tele, y ponerme de mal humor. En la cocina, rodeado de cuchillos y filos, uno acaba teniendo ideas que para nada se corresponden con mi habitual carácter tranquilo y pacífico hasta el aburrimiento.
No sé. ¿Y si se estropea la tele? ¿Y si hago que parezca un accidente?
Seguiremos conspirando.